Consumos problemáticos en personas mayores. Un aporte desde el paradigma de curso de vida en tiempos de pandemia
Problematic Consumption in Elderly People. A Contribution from the Life Course Paradigm in Times of Pandemic
O consumo problemático em pessoas idosas. Uma contribuição desde o paradigma de curso de vida em momentos de pandemia
DOI:
https://doi.org/10.15446/frdcp.n25.105738Keywords:
Pandemia, consumos problemáticos, personas adultas mayores, redes de apoyo social y curso de vida. (es)Pandemic, problematic drug use, elderly people, social support networks and life course. (en)
Pandemia, consumos problemáticos, pessoas adultas, redes de apoio sociais e curso de vida. (pt)
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El presente artículo tiene como objetivo abordar los consumos problemáticos en las personas mayores desde el paradigma de curso de vida, enfatizando en la trayectoria vital y el rol que juegan las redes de apoyo social, sobre todo durante la pandemia Covid-19. Para ello, resulta necesario comprender las particularidades que adquiere este tipo de comportamientos a lo largo de toda la existencia. De esta manera, se opta por una metodología cualitativa con un diseño descriptivo-exploratorio; se trata de un estudio longitudinal que posibilitó la reconstrucción de cuatro trayectorias biográficas. Los resultados dan cuenta que la presencia y calidad de las redes sociales —principalmente primarias y formales— se constituyeron en pilares centrales para sobrellevar recaídas, reducir e incluso cesar el consumo.
Debido a ello, el presente artículo tiene como objetivo abordar los consumos problemáticos en este sector poblacional desde una perspectiva integral, enfatizando en la trayectoria vital y el rol que juegan las redes de apoyo social; sobre todo durante la pandemia Covid-19. Para ello, el paradigma del curso de vida se constituye es una herramienta útil que posibilita comprender las particularidades que adquiere este tipo de comportamientos a lo largo de toda la existencia. De esta manera, se opta por una metodología cualitativa con un diseño descriptivo-exploratorio; se trata de un estudio longitudinal que posibilitó la reconstrucción de cuatro trayectorias biográficas. Los resultados dan cuenta que la presencia y calidad de las redes sociales –principalmente primarias y formales- se constituyeron en pilares centrales para sobrellevar recaídas, reducir e incluso cesar el consumo.
This article aims to address problematic consumption in older people from the life course paradigm, emphasizing the life trajectory and the role played by social support networks; especially during the Covid-19 pandemic. To do this, it´s necessary to understand the particularities that this type of behavior acquires throughout existence. Thus, a qualitative methodology with a descriptive-exploratory design is chosen; it is a longitudinal study that made possible the reconstruction of four biographical trajectories. The results show that the presence and quality of social networks —mainly primary and formal— became central pillars for overcoming relapses, reducing and even ceasing consumption.
Due to this, the present article aims to address problematic consumption in this population sector from an integral perspective, emphasizing the life trajectory and the role played by social support networks; especially during the Covid-19 pandemic (Gómez Di Vicenzo and Cagide, 2018). To this end, the paradigm of the life course is a useful tool that makes it possible to understand the particularities that this type of behavior acquires throughout existence. Thus, a qualitative methodology with a descriptive-exploratory design is chosen; it is a longitudinal study that made possible the reconstruction of four biographical trajectories. The results show that the presence and quality of social networks -mainly primary and formal- became central pillars for overcoming relapses, reducing and even ceasing consumption.
Este artigo tem como propósito abordar os consumos problemáticos em pessoas adultas desde a teoria do curso de vida, enfatizando na trajetória vital e na função das redes de apoio social durante a pandemia covid-19. Para isso, é necessário compreender as características que esses comportamentos adquirem. Dessa maneira opta-se por uma metodologia qualitativa com um desenho descritivo-exploratório; é um estudo longitudinal que possibilitou reconstruir quatro trajetórias biográficas. Através dos resultados podemos observar que a presença e a qualidade das redes sociais- primarias e formais- se converteram em elementos fundamentais para poder dominar recaídas ou inclusive diminuir o consumo delas.
Recibido: 31 de mayo de 2023; Aceptado: 26 de octubre de 2023
Resumen
El presente artículo tiene como objetivo abordar los consumos problemáticos en las personas mayores desde el paradigma de curso de vida, enfatizando en la trayectoria vital y el rol que juegan las redes de apoyo social, sobre todo durante la pandemia Covid-19. Para ello, resulta necesario comprender las particularidades que adquiere este tipo de comportamientos a lo largo de toda la existencia. De esta manera, se opta por una metodología cualitativa con un diseño descriptivo-exploratorio; se trata de un estudio longitudinal que posibilitó la reconstrucción de cuatro trayectorias biográficas. Los resultados dan cuenta que la presencia y calidad de las redes sociales —principalmente primarias y formales— se constituyeron en pilares centrales para sobrellevar recaídas, reducir e incluso cesar el consumo.
Palabras clave
pandemia, consumos problemáticos, personas mayores, redes de apoyo social y curso de vida.Abstract
This article aims to address problematic consumption in older people from the life course paradigm, emphasizing the life trajectory and the role played by social support networks; especially during the Covid-19 pandemic. To do this, it´s necessary to understand the particularities that this type of behavior acquires throughout existence. Thus, a qualitative methodology with a descriptive-exploratory design is chosen; it is a longitudinal study that made possible the reconstruction of four biographical trajectories. The results show that the presence and quality of social networks —mainly primary and formal— became central pillars for overcoming relapses, reducing and even ceasing consumption.
Keywords
Pandemic, problematic drug use, elderly people, social support networks and life course.Resumo
Este artigo tem como propósito abordar os consumos problemáticos em pessoas adultas desde a teoria do curso de vida, enfatizando na trajetória vital e na função das redes de apoio social durante a pandemia covid-19. Para isso, é necessário compreender as características que esses comportamentos adquirem. Dessa maneira opta-se por uma metodologia qualitativa com um desenho descritivo-exploratório; é um estudo longitudinal que possibilitou reconstruir quatro trajetórias biográficas. Através dos resultados podemos observar que a presença e a qualidade das redes sociais- primarias e formais- se converteram em elementos fundamentais para poder dominar recaídas ou inclusive diminuir o consumo delas.
Palavras-chave
pandemia, consumos problemáticos, pessoas adultas, redes de apoio sociais e curso de vida.Introducción
El advenimiento de la pandemia Covid-19 se ha constituido en un acontecimiento histórico que irrumpió en la cotidianeidad de todos, modificando las formas de hacer y relacionarse. Esta situación estuvo ligada a las medidas socio sanitarias adoptadas por el gobierno argentino, desde el 20 de marzo de 2020, como una forma de reducir la circulación del virus. Una de ellas fue el Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio (ASPO), que a través del Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) 297/2020, obligaba a todas las personas a permanecer en sus respectivas residencias, reducir su concurrencia a sus lugares de trabajo y evitar desplazarse por rutas, vías y espacios públicos.
En este sentido, los cambios en el ámbito laboral, en los espacios de sociabilidad, en el acceso a la conectividad y en las lógicas de los lazos sociales en los ámbitos públicos y privados han generado una serie de consecuencias emocionales y psicosociales en la población, como la presencia de enojo, angustia, miedo, depresión y ansiedad. Autores como Sixto-Costoya, Lucas-Domínguez y Agulló-Calatayud (2021), Pascale (2020) y Gallegos de San Vicente et.al., (2020) prevén que ese contexto promoverá un aumento en los problemas de salud mental y, puntualmente, en los consumos problemáticos. Esta cuestión no debe pensarse por fuera de las lógicas de consumo en las cuales nos encontramos inmersos, principalmente porque se promueve la adquisición de determinados bienes y servicios como los medios idóneos para sobrellevar los padecimientos subjetivos y objetivos e incluso alcanzar la felicidad. En términos de Barrenengoa (2014), es la configuración cultural de la sociedad de consumo, la que establece las condiciones sociales específicas —la frustración, el escepticismo y el desasosiego— para producir una subjetividad 1 del consumidor.
Desde el informe 2 efectuado por la Secretaría de Políticas Integrales de Drogas de la Nación Argentina (Sedronar) fue posible observar que la pandemia tuvo un impacto diferencial en la población y ello dependió principalmente de las características de la persona y de los recursos —económicos, sociales y materiales— con los que se contó para afrontar dicho contexto (OAD, 2021). En efecto, para algunos el ASPO fue percibido como un tiempo inusual asociando la permanencia en los hogares como un descanso/vacaciones; mientras que, para otros implicó una situación asociada al malestar, incertidumbre, miedo al contagio y la muerte. La presencia de estos sentimientos negativos se vio asociada a sectores que debieron implementar nuevas estrategias a modo de supervivencia, por ejemplo, para obtener ingresos. Esta aseveración también se evidenció en el estudio llevado a cabo por el Observatorio de Psicología Social Aplicada [OPSA] (2020), donde los sectores socioeconómicos de menores recursos presentaron mayores síntomas psicológicos, en comparación con los sectores de ingresos medios y altos 3 .
En lo que respecta a los comportamientos vinculados a los consumos de sustancias se destacan los cambios en cuanto a la frecuencia y los significados durante el ASPO. La investigación llevada a cabo por Camarotti et. al (2020), junto con los informes del OAD (2021) y OPSA (2020), sostienen que hubo un incremento del consumo de bebidas alcohólicas en los adultos, principalmente a la hora de la comida por no tener que ir a trabajar, para relajarse/distenderse, la falta de una rutina estable e incluso como medio para sobrellevar la situación. En cuanto a los jóvenes, se observó una reducción como consecuencia del cese de las salidas y encuentros sociales. El consumo de tabaco estuvo vinculado a situaciones de ansiedad e intento de mitigar el sentimiento de malestar, otros manifestaron su disminución producto del aislamiento y las modificaciones en las actividades propias de la cotidianeidad.
Por último, se percibe una diferencia de género en relación con los psicofármacos de forma auto administrada. Según Portela (2023), esto se relaciona con el hecho de que las mujeres se vieron y sintieron sobrecargadas por las tareas de cuidado cotidianas —propias y de la familia—, despertando estrés y ansiedad. A su vez, y en el caso específico de las mujeres mayores, la autora afirma que el contexto de pandemia exacerbo los motivos que promovían su consumo —preocupaciones familiares y económicas, sentimientos de soledad, aislamiento, depresión, ansiedad, insomnio—. Sin embargo, también destaca que el consumo de sustancias en la vejez, estuvo vinculado a problemas con sustancias a lo largo de la vida.
Como se pudo evidenciar, el contexto de pandemia generó una serie de cambios en las pautas de comportamiento, de socialización y de consumo en toda la población, pero resulta de interés poder profundizar las características que adquiere esta situación en las personas mayores de 60 años. Este sector fue catalogado como “grupo de riesgo” 4 , motivo por el que las medidas de prevención basadas en el aislamiento y distanciamiento se vieron reforzadas. Sin embargo, y siguiendo los lineamientos del Modelo de Abordaje Integral de los Consumos Problemáticos 5 , este tipo de análisis y abordaje requiere conocer la trayectoria del consumo, la historia del sujeto y los vínculos con los que cuenta; es decir, situar a la persona y su accionar dentro del contexto social, histórico, cultural y económico en el que se desarrolla.
Curso de vida y redes de apoyo social frente a los consumos problemáticos
A partir de lo mencionado con anterioridad, fue posible observar que los consumos adquieren características diferenciales acorde a las distintas experiencias subjetivas e intersubjetivas vivenciadas al transitar el envejecimiento (Morgante y Valero, 2019). Este proceso, que se desarrolla desde el nacimiento hasta la muerte, es entendido desde una perspectiva de totalidad y no como una serie de etapas desvinculadas unas de otras (Gastron y Oddone, 2008).
En este sentido, el paradigma del curso de vida propone ciertas herramientas teórico-metodológicas útiles para comprender la complejidad que adquieren estos comportamientos a lo largo de la existencia. Tal es el caso de entender que este proceso de envejecimiento está integrado por trayectorias, transiciones y turning points. La primera refiere al “camino a lo largo de toda la vida que […], no suponen secuencias predeterminadas y se estructuran en base a un conjunto de transiciones” (Fuentes-García y Osorio-Parraguez, 2020, p. 93). Estas dan cuenta de los cambios de posición graduales que vivencia una persona al interior de la sociedad y que suelen estar guiados por la edad cronológica. Por el contrario, los turning points son entendidos como todo evento vivenciado que implica un cambio drástico, conllevando una reorientación de la trayectoria vital (Gastron y Oddone, 2008; Lynch, 2015).
Más aun, esta perspectiva interdisciplinaria se encuentra constituida por cinco principios rectores, los cuales conciben a la vida humana como un proceso que se desarrolla desde el nacimiento hasta la muerte, donde cualquier evento vivenciado repercute en experiencias posteriores. Pero, estas trayectorias se encuentran enmarcadas en un determinado contexto histórico, social, político, económico y cultural que determinan posibilidades y límites. A su vez, estos encuadres establecen ciertas transiciones o eventos adjudicados y esperados con base a la edad social; sin embargo, se parte de reconocer a los sujetos como activos y capaces de decidir de acuerdo a las oportunidades o limitaciones que se le presentan en un determinado momento de su trayectoria vital (Blanco, 2011; Elder, 1998). Por último, la persona es entendida como un ser social cuyo desarrollo vital se encuentra interconectado a otros, es decir, que forma parte de una “red de relaciones compartidas” que incide en su trayectoria (Elder, 1998, p. 9).
Con relación a esta red, Quiroga-Sanzana et. al (2022) comprende que desde el nacimiento nos insertamos en un entramado de relaciones sociales que influyen directamente en el comportamiento individual. Es bajo esta lógica que actualmente, el modelo de abordaje de los consumos problemáticos parte de considerar a los vínculos que entretejemos como una variable fundamental frente a un tratamiento o estrategia de intervención. Es decir, pensar en estas relaciones como parte posible de una red de apoyo social, cuyo intercambio emocional o material, proporciona apoyo social y un sentimiento de integración. Su función principal es la de actuar como amortiguador del “impacto de las condiciones psicosociales que afectan a los individuos”, promoviendo una mejora en la calidad de vida (Ávila-Toscano, 2009, p. 71). No obstante, para lograr estos resultados y actuar como una fuente de apoyo, resulta necesario que cumplan ciertas características como ser sensibles, estable y funcional; además, resulta imperioso considerar la percepción que tiene la persona con relación a esos vínculos como la calidad, cantidad y frecuencia (Acuña-Gurrola y González-Celis-Rangel, 2010).
Existen diversas clasificaciones en torno a las redes de apoyo, pero a los fines de este trabajo serán distinguidas en primarias, secundarias y formales. Las primeras, son entendidas como aquellas relaciones “que un individuo percibe como significativas o define como diferenciadas de la masa anónima de la sociedad” (Sluzki, 1996, p. 42, citado en Ussher 2009). Las secundarias implican a aquellas redes conformadas por fuera de la familia, por ejemplo, los grupos recreativos, las organizaciones civiles y sociales que operan en la comunidad, entre otras. Por último, las redes formales o institucionales, refieren a aquellas estructuras burocráticas que tienen por objetivo brindar ese tipo de acompañamiento. Dentro de estas redes sociales se produce una interacción —verbal o tangible— que es definida como apoyo social. Según los aportes de Álvarez-Cabrera, Lagos-Lazcano y Urtubia-Medina (2020) reproduce un bienestar psicológico a través de dicha estructura, jugando un papel fundamental en la satisfacción con la vida del adulto mayor al propiciar bienestar psicológico, prevención de alteraciones de tipo emocional como la depresión y de índole físico como las enfermedades crónicas. Así, estos intercambios proporcionarán las herramientas para que una persona pueda sobrellevar o adaptarse a situaciones que considere de alta demanda.
De esta manera, ante una situación de consumos resulta necesario identificar las características de esta red(es) y determinar qué aspectos deben ser fortalecidos o ampliados para garantizar y proporcionar un pilar de apoyo afectivo, moral, económico y social. Empero, estos vínculos adquieren características diferenciales acorde al propio proceso de envejecimiento y al contexto en el cual se insertan las trayectorias vitales. Es por ello que, el paradigma del curso de vida será el eje central para abordar los consumos problemáticos en personas mayores de 60 años y el rol que juegan las redes de apoyo social ante este tipo de comportamientos, sobre todo durante la pandemia Covid-19.
Metodología
Con la finalidad de alcanzar el objetivo propuesto, se llevó a cabo una investigación cualitativa longitudinal, cuyo diseño es exploratorio-descriptivo. De esta manera, se optó por emplear un estudio de casos que posibilitó abordar, profundizar y comparar las particularidades que adquieren los consumos problemáticos en personas de 60 años y más (Vasilachis de Gialdino, 2006). Para poder reconstruir las trayectorias de vida se recurrió al método biográfico, el cual permitió “reconstruir el hilo de su itinerario biográfico […] sobre lo que tiene sentido para él”, desde sus propios análisis y valoraciones de lo acontecido (Bertaux, citado en Callejo, 2006, p. 227).
Para ello, la muestra fue seleccionada en función de los siguientes criterios 6 : personas de 60 años y más; género: varones y mujeres; que haya o estén atravesando un consumo problemático y residentes del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA). Cabe aclarar que, la selección de la zona geográfica se debe a que allí se concentra el mayor porcentaje de personas mayores de 60 años del país: Ciudad Autónoma de Buenos Aires con un 21,2 % y, en segundo lugar, la provincia de Buenos Aires con un 11,5 % (Instituto Nacional de Estadísticas y Censos [INDEC], 2012; Dirección General de Estadísticas y Censos, 2019).
En cuanto a la selección de los casos, se recurrió al “informante clave”. A partir de ellos, se fueron generando diversos contactos con personas que estuvieron dispuestas a realizar una entrevista, permitiendo reconstruir su trayectoria de vida, vinculando la misma con las características propias de su consumo. La técnica seleccionada para llevar a cabo la recolección de datos fue la entrevista en profundidad, ya que posibilitó reconstruir las historias de vida de los entrevistados, otorgando énfasis a la propia perspectiva de sus experiencias y vivencias a lo largo de los años.
El trabajo de campo fue realizado en dos instancias: por un lado, se llevó a cabo un primer encuentro situado desde febrero hasta abril de 2020, de los cuales tres fueron presenciales y uno virtual 7 . Por otro lado, se concretó un segundo encuentro desde junio a agosto de 2022 donde dos de ellos fueron presenciales y los restantes —por migración y salud— fueron virtuales. En este sentido, el carácter longitudinal permitió observar cambios y continuidades en relación con las trayectorias familiares, laborales, de salud y de sus respectivos consumos; como así también, indagar en el cómo las personas se adaptaron —y adaptan— a los cambios que generó la pandemia Covid-19 (Caïs, Folguera y Formoso, 2014). Independientemente de la modalidad empleada para concretar ambos encuentros, la duración promedio fue de una hora, hora y media, dependiendo de la disponibilidad de cada entrevistado. La participación fue libre y voluntaria, se respetó el consentimiento informado, la confidencialidad y el anonimato de los participantes, por lo cual serán identificados mediante seudónimos (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas [CONICET], 2006).
Para situar el contexto en el cual se han desarrollado las entrevistas, se describen a continuación las características sociodemográficas (tabla 1). La muestra de personas mayores de este estudio corresponde a las cohortes que nacieron entre 1951 y 1961; el promedio de edad de los participantes fue de 66 años.
Tabla 1: Datos
sociodemográficos de los participantes del estudio
Caso
Consumo
Estado
civil
Nivel
educativo
Tipo
de hogar
Hijos
Nietos
Carolina
(61 años)
Tabaco
Separada
Secundario
incompleto
Multigeneracional
4
6
Lorena
(66 años)
Tabaco
Juegos de azar
Separada
Secundario
incompleto
Multigeneracional
6
7
María
(71 años)
Tabaco
Juegos
de azar
Casada
Secundario
completo
Unigeneracional
2
4
José
(66 años)
Drogas
(sin especificar)
Separado
Superior completo
Unigeneracional
2
6
En relación al estado civil y el tipo de hogar, Carolina, Lorena y José se encuentran separados, con la salvedad de que este último está en pareja desde hace 15 años y conviven desde marzo de 2020. Mientras que María está casada y vive con su esposo, pero su residencia actual colinda con la de su hija y sus tres nietos. En los casos de Carolina y Lorena, ellas son las únicas que viven con alguno de sus hijos y nietos.
Vinculado a la cobertura previsional u ocupación se desprende que María es la única que se encuentra jubilada, pero trabaja en el comercio de su hija. Por el contrario, el resto de las participantes continúa desempeñándose como auxiliares en instituciones educativas y José como docente en el nivel primario. Cabe aclarar que, en cuanto al nivel de instrucción alcanzado, María y José culminaron sus estudios secundarios y continuaron su formación en terciarios y cursos de oficios. No obstante, Carolina y Lorena se insertaron de manera temprana en el mercado laboral, dejando inconcluso los estudios correspondientes al nivel secundario.
Una vez concretados los encuentros se llevó a cabo la descripción y transcripción de las entrevistas. A partir de ello, se empleó el programa Excel para formular una matriz que comparará el tipo de consumo —químico/no químico—, y la incidencia de las redes de apoyo social —primaria, secundarias y formales— en lo que respecta al inicio y la prevalencia/frecuencia del consumo —períodos de interrupción, recaídas y cese—. Es decir que, se reconstruyeron las distintas trayectorias de consumo —enmarcándolo en la propia biografía— y se identificaron puntos en común y en divergencias. Debido a los últimos acontecimientos vivenciados, se consideró importante poder dar cuenta de los efectos de la pandemia Covid-19 en esta problemática.
De esta manera, se presentan a continuación los principales resultados obtenidos.
Resultados
En primer lugar, y a partir de la reconstrucción y análisis de las trayectorias vitales con base en los principios de curso de vida, se observó que los consumos de los entrevistados no se desarrollan de manera aislada, sino que se encontraron enmarcados en un determinado contexto que promovió su inicio y progresión. En este sentido, la sociedad de consumo se constituye en un factor que presentan en común, enfatizando en lógicas que promueven el uso de bienes y servicios como el medio para alcanzar la “felicidad” e incluso evitar el malestar. Cabe destacar que, los entrevistados pertenecen a cohorte de entre 1951 y 1961, momento en el cual las publicidades visuales y audiovisuales incentivaban este tipo de comportamientos en la población. Vinculado a ello, María (María, 71 años, comunicación personal, 21 de febrero de 2020) manifiesta que antes “no había todas las propagandas que hay hoy en día… te hace mal fumar, todo eso no existía, todo el mundo fumaba… los pibes, las pibas… que se yo, era de cancherear”. Es por ello que, no resulta casualidad que en las tres entrevistadas el consumo de cigarrillos se corresponda con una iniciación temprana, 15 y 16 años.
En el caso de José (66 años), su consumo estuvo asociado a sustancias ilegales alrededor de los 30 años: “a diferencia de otra gente que conocí que pasó toda su vida con el consumo… me agarró medio tarde”. Si bien, no presenta una iniciación precoz como en el caso de las mujeres, el mismo es preexistente a la vejez. La diferencia está centrada en la condición de legalidad y el hecho de que no era promovido en espacios públicos, pero, eso no implicó que estuviera por fuera de las lógicas de consumo. Es decir, apelar a las alteraciones que produce en el organismo como forma de diversión y placer.
En un momento me ayudó, para una etapa fue… poner entre, vamos a decirlo así… entre el dolor y yo, un espacio… pero, ese espacio empezó con las relaciones, con la afectividad, con algunas obligaciones con esto de no poder descansar […] es un palo que no te recomiendo (ríe) ni para divertirse, porque ahora está de moda la diversión “si consumo los fines de semana” […] y creo que acá el tema es que esta popularizado un montón de cuestiones que parecían muy piolas y son las puertas hacia el fracaso… sin ningún tipo de atenuar. (José, 66 años, comunicación personal, 5 de agosto de 2022)
Por otra parte, y en relación con los comportamientos no químicos, las actividades vinculadas a los juegos de azar comenzaron después de los 50 años y fueron iniciados en conjunto con un otro —cuñada y hermana— quienes proporcionaron el conocimiento básico para desenvolverse en esos espacios. Si bien, en un primer momento, este tipo de salidas fueron sociales, con el transcurrir del tiempo las entrevistadas comenzaron a asistir a estos establecimientos de manera individual, ya que comenzaban a sentir cierto atractivo por esas actividades y no lo percibían como algo que impactara negativamente en su salud.
Es un cable a tierra, vos vas al bingo y te olvidas del mundo… de todo; yo miro al celular por sí hay algún mensaje, pero después, puedo estar seis, siete u ocho horas en el bingo... si gano, ganó. Además, en el ámbito económico afirma que yo gasto mi plata que la laburo yo. Entonces, por ahí digo, sí tenía tanta plata ¿por qué me fui? Y después digo… ¿y por qué no? Sí yo tenía ganas de comerme esto (señala un helado) hoy, me lo comí… sí mañana estoy a mate, es mi problema… vivo cada día como si fuera el último. (Lorena, 66 años, comunicación personal, 13 de febrero de 2020)
Mi cuñada […] me invitó a ir al bingo (risas) ella me llevó a la perdición […] me encanta y para mí es una distracción… estas ahí y es una adrenalina estar con la máquina... hay gente a la que no le gusta, pero a mí me encanta ver que va a hacer la máquina, si me va a pagar o no […] seguís jugando para ganar más, y como me gusta jugar no paro (ríe) yo me doy cuenta, como dicen los carteles, que es perjudicial para la salud… a mí la verdad, para la salud no me hace nada, al contrario, para la economía sí […] pero yo lo disfruto así […] Es un gusto. (María, 71 años, comunicación personal, 21 de febrero de 2020)
Como se puede observar este tipo de establecimientos están diseñados según los parámetros de las lógicas de consumo, ya que se presentan como actividades recreativas que pueden distraer del cotidiano y los “problemas” o sentimientos negativos que están presentes en él. Así, la persona pierde la noción del tiempo y durante su estadía se encuentre siempre entretenida con distintas actividades y servicios como espectáculos, comidas y bebidas, etcétera.
Si bien, el contexto se constituye en uno de los factores clave para analizar el inicio y desarrollo de estos comportamientos químicos o no, resulta menester indagar sobre los vínculos que la persona sostiene en ese momento y la incidencia —o no— que tiene sobre dichas acciones. En este sentido, se observó en los cuatro entrevistados que los consumos y las fases transitadas —inicio, progresión, interrupción, cese y recaída— estuvo relacionado al principio de “vidas interconectadas” (Elder, 1998, p. 9). En el caso de las mujeres, se observa que los vínculos familiares y de amistad que sostenían durante su adolescencia, aprobaban y promovían este tipo de comportamientos
Vos sabes que no sé cómo empecé a fumar, sé que un hombre que salía con mi mamá fumaba y de ahí empezamos a fumar con mis hermanos… quedó el hábito, no sé qué es lo que nos motivó en ese momento, la verdad no me acuerdo. A su vez, empezó mi mamá a fumar, junto con nosotros. (Carolina, 61 años, comunicación personal, 06 de febrero de 2020)
“El primer cigarrillo, fue por curiosidad (tose), cuando íbamos a bailar con las chicas (tose) claro, en esa época era de canchero jugar […] Ahí empecé a probar el cigarrillo” (María, 71 años, entrevista personal, 21 de febrero de 2020). Sin embargo, su consumo no inició a los 13/14 años sino a los 16 años, cuando comenzó la relación con su marido, quien también fumaba.
Por el contrario, José (66 años) sostiene que durante su adolescencia no se involucró con este tipo de acciones dado que se encontraba centrado en la realización de actividades deportivas: “tuve una vida de deportista, entrenaba en la semana y competía […] Hice vida de deportista al 100%... cuando dejé de ser deportista, igual jugaba al torneo de la provincia de Buenos Aires”. Además, afirma que “apenas me recibí de profesor, empecé a entrenar jugadores” (José, 66 años, comunicación personal, 5 de agosto de 2022).
Ya en la adultez, momento en el cual se espera socialmente la consolidación y construcción de la familia, se observa que las parejas de todos los entrevistados se constituyeron en factores que estuvieron relacionados con el consumo, ya sea directa o indirectamente. En el caso de las entrevistadas, sus respectivas parejas eran fumadoras activas; no obstante, ello no fue un factor determinante dado que el comportamiento continuó independientemente de separaciones o que ellos cesaran su consumo.
A veces tengo miedo, porque tengo la experiencia de mi hermano, él murió de cáncer de pulmón por el cigarrillo […] soy consciente de que estás más propensa a que te pase algo […] mi marido dejó de fumar y engordó como 15 kilos, yo no quiero engordar… así que déjame así […] dijo que no fumaba más, y así fue… pero eso porque tiene fuerza de voluntad, yo no la tengo… por ahí en otro momento, ahora no puedo. (María, 71 años, comunicación personal, 21 de febrero de 2020)
José (66 años) afirma que la relación con su expareja —la madre de sus hijos— era “tóxica” lo que generaba situaciones de estrés y ansiedad e incluso una “separación tumultuosa”, momentos que sobrellevó por medio del acompañamiento de las redes formales.
En principio estaba haciendo un tratamiento de toxicología en el Instituto Posadas, con un terapeuta… y el terapeuta fue el que me propuso que vaya a los grupos y que, si no iba a los grupos, no me atendía más. Me puso como condición… el que vaya a los grupos. Bueno ahí empecé… fue un gran alivio porque […] poder hablar naturalmente de lo que me estaba pasando sin que me juzguen, porque todos estaban pasando por esa situación, fue un gran alivio. Si bien, este proceso conllevó años y varios cambios, afirma que “pese a todo eso, genere una relación muy buena con mis chicos, siempre cuide la familia, en ese aspecto siempre trabajé, me ocupe de mis afectos. (José, 66 años, comunicación personal, 2 de abril de 2020)
Cabe aclarar que los hijos fueron un factor de protección que se presentó en común, principalmente momentos de embarazo, lactancia y crianza, dado que se buscó preservar su cuidado y no exponerlos a situación complejas o sustancias que podrían repercutir en la salud de los niños. Con el transcurrir de los años, la mayoría de ellos fue migrando del hogar para consolidar sus propios proyectos de vida. Si bien, ello no implicó que dejaran de actuar como una fuente de apoyo ante situaciones en las que eran requeridos, sí dejaron de estar presente las restricciones que los cuatro entrevistados se auto imponían para con el cuidado de sus hijos. Estos vínculos fueron modificando e incluso se incorporaron otros de carácter salutógeno como, por ejemplo, la consolidación de una pareja y la llegada de los nietos.
Martina estuvo de hija única… y me ayudó bastante en mi recuperación […] mi recaída, el episodio que desencadenó la situación fue el fallecimiento de mi mamá y una situación de bastante… tuve esa reacción de aislarme y retrotraerme en la comunicación y recurrí a algo que, si bien ya habían pasado años… esta cosa de la cabeza que te engaña, de que está todo bien y que vas a poder hacer con éxito, […] la zafe por poquito… y bueno Martina me acompaño bastante, también mi compañera actual… mucho y pude pegarla con un tratamiento importante, porque quería aprovechar y dejarlo. (José 66 años, comunicación personal, 2 de abril de 2020)
Él (su nieto) nació mal […] la doctora me dijo que no había esperanza de vida… me decía que mi hija era joven, que ya iba a pasar… y si bien, vi que el oxígeno le había llegado a cien, le prometí a Dios que si lo salvaba […] dejó el cigarrillo, el nació un 24 de septiembre […] el 29 cuando fuimos él estaba ahí […] me hacen seña que nos íbamos, que le daban el alta… yo había bajado antes a fumar un cigarrillo y cuando los vi bajando con el nene dije “no fumo más. (Lorena, 66 años, comunicación personal, 13 de febrero de 2020)
En efecto, se observa que a medida que transcurre el proceso de envejecimiento, las personas optan por conservar aquellas relaciones más estrechas y significativas u optan por incorporar nuevas, teniendo como eje central las necesidades que presentan en un determinado momento. La cuestión de los nietos y el rol asumido como abuelo/a, fue al que se le otorgo mayor énfasis, sobre todo en el caso de las mujeres ya que se dedican a su cuidado. Esto implicó que durante la presencia de sus nietos —independientemente de la edad— las entrevistadas limitaran su consumo como una de las medidas de protección para con ellos.
Cuando ellos vienen no. Cuando ellos están, no, yo no fumo hasta que no se van… y si fumo así, ponele después de comer y todo, cuando me voy afuera me fumo un cigarrillo, pero si yo estoy con ellos acá no fumo, fumo cuando ellos se van. (Carolina, 60 años, comunicación personal, 02 de julio de 2022)
Su nieta siempre me está diciendo “deja el cigarrillo”, “no fumes”, por eso cuando esta ella trato de no fumar mucho… porque ella (su nieta) tiene, le agarran como broncoespasmos… viste trato de no fumar (…) ahora está mucho mejor, cuando era chiquita le agarraba muy seguido eso viste… tenía que andar con el PAF y con un montón de medicamentos. (María, 71 años, comunicación personal, 28 de junio de 2022)
De igual manera, y así como se pudo observar ciertos vínculos que incidieron positivamente en el consumo de los entrevistados —reducción y cese de ese comportamiento—, también se hicieron presentes aquellos que los incentivaron. No obstante, esto dependió de la decisión y posicionamiento adoptado por cada uno de los entrevistados. En el caso de Lorena, quién había dejado de fumar tras la realización de una promesa, comenta que en el momento en el que fallece su madre, su hermana le dijo:
“toma fúmate uno”, y dije que no, no puedo fumar…lo tengo que mantener firme porque yo sé que, si le pasa algo a mi nieto, me tengo que matar atrás de él, entonces no, yo prometí por la vida de él, y para mí las promesas son promesas. Yo siempre prometo por algo o no te juego a la quiniela o no voy al bingo… yo siempre prometo por algo. (Lorena, 66 años, comunicación personal, 13 de febrero de 2020)
Cuando cobro o cuando cobra mi marido… por ahí me dice una noche […] para ir un rato al casino... es una salida, porque comemos, tomamos y de paso jugamos un rato… es una distracción. Sí vos salís a un teatro o a comer afuera, lo gastas igual… sin plata no vas a ningún lado, esta es mi forma de gastarlo. (María, 71 años, comunicación personal, 21 de febrero de 2020)
A partir de lo mencionado con anterioridad, se ha podido observar la heterogeneidad de situaciones vinculadas a los consumos en las personas de 60 años y más, como así también, la relación que estos comportamientos —sean de origen químicos o no— presentan con un determinado contexto y los vínculos que fueron formando a lo largo de la trayectoria vital. Sin embargo, resulta de interés poder indagar cómo esta relación fue modificada —o no— durante la pandemia Covid-19.
Redes de apoyo y consumos problemáticos en tiempos de pandemias Covid-19
El advenimiento de la pandemia por Covid-19 y las medidas empleadas han generado ciertos cambios en la dinámica que caracterizaba la relación con los otros. Frente a ello, los entrevistados hacen referencia a las vivencias de los últimos dos años de manera sectorizada, ya que sintieron que su cotidiano era modificado con base en la rigurosidad o flexibilidad de las medidas adoptadas por el Gobierno nacional. Si bien, se parte de entender que el ASPO fue indispensables para reducir la circulación del virus en la población, también generó temor y pérdidas, desde la muerte de un ser querido o conocido, hasta el cese de las reuniones familiares y actividades diarias.
Yo sufrí mucho la pandemia […] me pasó algo feo en la pandemia (la muerte de una hija) entonces no puedo hablar de eso sin llorar […] y realmente trato de evitar el tema. Si tengo que hablar de la pandemia, para mí fue una cagada por triplicado. (Lorena, 66 años, comunicación virtual, 3 de agosto de 2022)
Tuve un problema medio grave al principio porque se me confundió […] cuando desapareció Horacio (1977), yo me metí en un lugar y estuve tres meses sin salir a ningún lado, un lugar donde no me pudieran localizar… lo primero que me pasó en la pandemia fue empezar a sentirme mal, una carga de angustia muy grande y saber por qué, hasta que en la terapia me dice “no va a haber milico que le vaya a buscar”, lo único que es una enfermedad, que si te agarras por ahí… pero tuve como un retroceso a esa sicosis que se genera ante situaciones tan extremas, el que no la vivió no se da cuenta de cómo es, pero… es como que de golpe y sin saber, yo no podía asociar mi pasado con la sensación que estaba teniendo, no asociaba y … charlando, empecé a asociar y “¿será por esto?” y bueno, ahí empecé a darle la vuelta y a poner las cosas en su lugar, pero al principio me transporto a una situación de mucha violencia y miedo. (José, 66 años, comunicación personal, 5 de agosto de 2022)
En el 2021 ya compartíamos más porque ya nos podíamos ver… ya nos podíamos juntar un poco, fue distinto; en el 2020 porque yo no iba a ningún lado tampoco […] querían venir mis amigos, familia y no… no, yo me aislé totalmente […] después con mis otros hijos no, porque ellos trabajan en la calle… entonces ellos no venían por miedo a traerme el Covid-19 […] No nos juntamos como antes (tose) cuando había algún cumpleaños lo hacíamos video llamada. (Carolina, 61 años, comunicación personal, 2 de julio de 2022)
Frente a los acontecimientos vivenciados, resulta importante destacar el hecho de que ninguno de los entrevistados estuvo completamente solo durante esta etapa, lo cual contribuyó a sobrellevar los sentimientos negativos y la restructuración del cotidiano. Primeramente, se enfatizó en los convivientes —hijos, nietos y parejas— ya que fueron quienes acompañaron y proporcionar el apoyo requerido. Además, se destaca el hecho de que contar con ciertos recursos materiales como una vivienda, patio en la casa, un sueldo fijo e incluso servicio de internet, permitió encarar de una mejor manera estos meses.
La pasamos bastante bien porque acá tenemos parque, lugar, mucho espacio; no es lo mismo que estar en un departamento encerrado. Así que se pasó bastante, bastante mejor […] seguimos la vida más o menos como la seguimos llevando porque no había tanto peligro ¿me entendes? Como había poca gente. te digo que acá como es un lugar (Mar del Plata), no es como la ciudad digamos… que están todos amontonados, acá no. Acá hay mucho espacio, mucho aire, ósea que no fue muy complicado. (María, 71 años, comunicación virtual, 28 de junio de 2022).
Esta pareja está pensada para que cada uno viva en su casa, la pandemia fue con total exclusividad […] yo siempre me levante más o menos… no es que no tenía que hacer y no me levantaba, más o menos mantuvimos […] una pauta habitual, que vamos a hacer, tenes que tratar de generarte algunos movimientos dentro del aislamiento sino… y bueno, después yo dije “che, vamos a salir a hacer alguna compra algo de eso”, nos poníamos de acuerdo, teníamos un horario para los mayores, porque somos mayores, los dos… entonces sabíamos que si íbamos temprano al supermercado no había nadie, esto de empezar a salir. (José, 66 años, comunicación personal, 5 de agosto de 2022)
Con relación a aquellas personas con las que no convivían se destaca la implementación de ciertas estrategias para sostener la comunicación y el contacto, por ejemplo, el uso diario de videollamadas, llamadas o mensajes. Es tras los primeros meses de 2020 que comenzaron a implementarse las visitas “cuidadas”.
Empezaron a venir algunos nietos, de a poco… si los chicos no salían, no iban a la escuela, entonces recibíamos… bueno cada uno con esa cosa de mantener así, nada de abrazos, nada de besos… “hola que haces cómo andas” pero ahí. Primero invitamos al más grande […] y de a poco fueron viniendo viste. Después, se recibió Nino (su nieto) termino jardín, fuimos a la fiesta, pero mirando desde afuera del jardín para adentro, por una reja y verlo cómo hacia su fiestita de fin de jardín. (José, 66 años, comunicación personal, 5 de agosto de 2022)
Situando las vivencias en lo que respecta al cotidiano y la relación con los otros, se observó que la frecuencia del consumo de sustancias químicas no presentó cambios y ello se debe a que tanto Carolina (61 años) como María (71 años) continuaron sosteniendo un contacto presencial con los nietos que vivían más próximos a su residencia —no más de 5 cuadras—. En el caso de José (66 años) y Lorena (66 años), ellos habían cesado su consumo previo a la pandemia y, durante dicho periodo sostuvieron su decisión, acompañados por sus convivientes. De igual manera, tomaron relevancia los grupos de acompañamiento formales sostenidos desde la virtualidad.
En relación con los comportamientos vinculados a los juegos de azar llevados a cabo en establecimientos, se vieron mermados durante año y medio por las medidas socio sanitarias empleadas. Esta situación generó que Lorena (66 años) y María (71 años) recurrieran a otras alternativas como los juegos online, con la salvedad de que optaban por no involucrar dinero real. Por el contrario, esto no se observó en los bingos virtuales llevados a cabo mediante redes sociales como Facebook y organizados por conocidos.
Yo juego únicamente como si fuera el casino, en las máquinas tragamonedas, que hay muchos para jugar así online, pero… sin plata por supuesto, para jugar para pasar el tiempo nada más. Nah nah, ¡con plata no! Con plata juego en el casino de verdad, pero en eso no… en la computadora no, lo hago para pasar el tiempo nada más, que lo sigo haciendo. (María, 71 años, comunicación virtual, 28 de junio de 2022)
No, cuando estuvieron… hacia bingo yo (ríe) virtuales, nunca deje de jugar […] hoy por hoy no voy al bingo porque por ahí tengo la máquina en el celular y juego con eso, sino me baje el truco, me baje el chinchón, que son cosas sin plata… pero sí tengo bingo virtual en el celular, juego con mi sobrina al bingo virtual […] eh no no, sigo sigo, el vicio es el vicio. (Lorena, 66 años, comunicación virtual 3 de agosto de 2022)
Cabe aclarar que, tras la flexibilización de las medidas y la reapertura de los establecimientos, estos comportamientos vuelven a incorporarse de manera progresiva y, simultáneamente, continúan sosteniéndose aquellas conductas adoptadas durante la pandemia como una forma de evitar el aburrimiento e incluso por la comodidad de no trasladarse hasta un establecimiento específico. En suma, se observa como las entrevistadas incorporaron y sostienen actividades vinculadas al juego online que les resulten cómodas y de interés en su cotidiano, mediante el uso de dispositivos como el celular y la computadora.
Discusión y conclusiones
El modelo de abordaje integral de los consumos problemáticos ha instaurado una lógica relacional entre el sujeto, el vínculo que sostiene con ese comportamiento específico y el contexto en el cual se encuentra inserto. Como se ha mencionado anteriormente, para poder establecer estas relaciones resulta necesario conocer a la persona, ahondar en su historia y el entramado de vínculos sociales del cual forma parte. Este último es considerado como uno de los pilares centrales de la estrategia de intervención para mejorar la calidad de vida y reducir los riesgos y daños. No obstante, la pandemia Covid-19 y las medidas socio sanitarias empleadas por el Gobierno nacional han promovido el aislamiento y distanciamiento de esos vínculos, en un contexto donde primó el malestar y la angustia, como así también, el incremento en los consumos químicos y no químicos. Vale mencionar que, en el uso de sustancias genera importantes pérdidas en la esperanza de vida, una mayor predisposición a enfermedades y accidentes en las personas mayores, lo que ocasionando una mayor demanda de servicios sanitarios. Además, esta situación puede agravarse si se considera el uso de fármacos durante este momento (Castro-Toschi, 2012).
El estudio llevado a cabo por el OAD (2021) brinda un panorama nacional en relación con los cambios en los hábitos de consumo en la población encuestada; sin embargo, dichos datos no permiten indagar puntualmente en las personas mayores de 65 años. En el caso del informe correspondiente al OPSA (2020), los datos no se presentan desagregados con base en la edad cronológica. Esta invisibilización se relaciona a las perspectivas sostenidas históricamente, donde los consumos se asocian a los jóvenes. Coincidiendo con los aportes de Portela (2023), resulta necesario romper estas prenociones existentes y profundizar la investigación en esta temática, cuyo insumo aportará al diseño de políticas y estrategias de salud que respondan a los desafíos específicos que plantea la edad, el género y los determinantes sociales en los consumos problemáticos.
Sin embargo, la vejez no puede ser entendida como un momento aislado que no posee relación con tiempos que la anteceden y, es por ello que, el paradigma de curso de vida se constituye en una herramienta clave para pensar la situación de consumo y enmarcarla dentro de una determinada trayectoria. De esta manera, apelar a la reconstrucción de cuatro biografías permitió dar cuenta de la heterogeneidad del proceso de envejecimiento y las particularidades que adquieren las redes de apoyo social frente a esta problemática puntual.
En primer lugar, se destaca el hecho de que los consumos químicos y no químicos presentan una iniciación temprana —preexistente a la vejez— que se encuentran estrechamente relacionados con la sociedad de consumo; escenario que promueve este tipo de conductas como el medio para evitar el displacer e incluso alcanzar la felicidad. De acuerdo con Priscal-Palacios (2017), también resulta necesario poner en juego el rol que desempeñaron las publicidades y el marketing ya que, se constituyeron en herramientas del mercado para incentivar el consumo. Es recién en 1997 y 2011 8 que se reguló en Argentina las publicidades vinculadas a las sustancias legales como el alcohol y el tabaco; esto generó que parte de la trayectoria de los entrevistados naturalizaran y aceptarán estos comportamientos. Esta cuestión se vio reflejada en la concepción de sus propios consumos, donde se evidencia la dicotomía entre lo legal e ilegal, lo que la sociedad tolera y lo que no. Por ejemplo, los juegos de azar son acciones pensadas dentro de la lógica de consumo para que la persona se vaya involucrando en un ciclo de apuestas. Esta pérdida de control y capacidad en la toma de decisiones, genera repercusiones en la vida —social, profesional, laboral y familiar, etcétera— (Auguste, Galetto y Perrone, 2018; Echeburúa, Salaberría y Cruz-Sáez, 2014). No obstante, al compararse con las sustancias químicas, no suele ser percibido como problemático dado que no repercute directamente en el otro.
En segundo lugar, y en lo que respecta al análisis de las redes de apoyo frente a esta problemática, se observó la presencia de factores de riesgo y de protección. Es decir, y siguiendo a Herrero (2020), factores interpersonales, sociales o individuales que pueden aumentar, disminuir e incluso cesar las posibilidades de que una persona desarrolle un consumo problemático. Con respecto a los factores de riesgo, e independientemente del origen del comportamiento, se hicieron presentes a lo largo de la trayectoria de los entrevistados un conjunto de personas —pertenecientes al grupo familiar y amigos— que incentivaron este tipo de consumo, ya sea como una cuestión de “cancherear”, “curiosidad” e incluso como una forma de evadir el “dolor” o divertirse. De esta manera, las acciones comenzaron incorporarse al cotidiano y naturalizarse, sin considerar la dependencia y consecuencias que implicaban —sean inmediatas o a largo plazo—.
En lo que respecta a factores de protección y, puntualmente en el caso de las mujeres que fuman, la presencia constante de los nietos incide de manera positiva ya que prevalece el deseo de cuidar al otro y no exponerlo a los elementos tóxicos y cancerígenos presentes en el humo del tabaco (De la Cruz Amorós, 2014). En cuanto a los tratamientos clínicos para cesar un consumo, se enfatiza en un trabajo conjunto entre las redes de apoyo primarias —familia/pareja— y formales, conformadas por instituciones y organizaciones de la sociedad civil que proporcionaron los recursos y saberes técnicos para acompañar al sujeto en ese momento de su trayectoria. Es la presencia y calidad de estos vínculos lo que permite reducir las posibilidades de una reincidencia; si bien, esta situación forma parte ineludible de un tratamiento, las redes tienden a sobrellevar el momento por medio de un acompañamiento.
Con el advenimiento de la pandemia estos recursos socio afectivos se vieron modificados y reducidos drásticamente, sobre todo en el colectivo de las personas mayores quienes por disposición de organismos de salud internacionales y nacionales fueron declarados como grupo de riesgo. Esta concepción hace referencia al grado de vulnerabilidad —mayores probabilidades de presentar manifestaciones clínicas graves e incluso la muerte— que tienen ante el virus; este criterio biomédico eclipsó otros factores de riesgo que comenzaron a hacerse presente en el cotidiano de las personas mayores de 60 años: soledad, tristeza, angustia, depresión, estrés, entre otros sentimientos (Oddone, 2020).
Cabe aclarar que el contexto socio sanitario atravesado durante el bienio 2020-2021 fue vivenciado de manera heterogénea y ello estuvo estrechamente vinculado a los recursos materiales y sociales con los que se contaba. En este sentido, y adentrándonos en la particularidad de los casos analizados, se observó que disponían de cierta seguridad económica —hogar e ingresos estables—, por lo que fue posible una adaptación del cotidiano en cuanto a las medidas: la instauración de una nueva rutina y actividades a realizar en conjunto con el grupo conviviente. Si bien, el compartir el día a día con otro amortiguo el sentimiento de soledad también, representó un desafío y algo considerado inédito.
A pesar de esta estabilidad material, los entrevistados dieron cuenta de la presencia de ciertos sentimientos como el temor, que no solo estuvo relacionado a las probabilidades de contraer el virus sino también a experiencias pasadas, puntualmente la última dictadura cívico militar 1976/1983. También, estuvo presente la pérdida de seres queridos —familiares directos o conocidos— lo que generó un sentimiento de malestar difícil de sobrellevar y aún más de contar. Frente a estos puntos de inflexión, las redes de apoyo actuaron como soporte que acompañaron el duelo y su transición. Pese a estas situaciones, no se percibieron cambios en lo que respecta a los consumos químicos: quienes habían cesado su consumo previo a la pandemia, pudieron sostenerlo; y aquellos que lo continuaron no dieron cuenta de una variación en lo que respecta a la frecuencia. Se destaca la incorporación de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) como una forma de suplantar a las actividades presenciales que se desarrollaban en casinos, con la salvedad de que en las páginas web no se jugaba dinero, sino que era una cuestión de distracción y pasar el tiempo. Pero, por el contrario, en los bingos virtuales llevados a cabo en redes sociales, si se involucraba la cuestión económica.
En efecto, durante la pandemia las personas mayores de 65 años comenzaron o acrecentaron el uso de las TIC como una forma de sobrellevar el contexto de encierro. Comparando los informes del INDEC entre 2019 y 2021, se observa que el advenimiento de la pandemia puso en manifiesto un aumento del uso de las herramientas digitales por parte de las personas de 65 años y más. De esta manera, el uso de las redes sociales y los juegos online, entre otras, comienzan a ser incorporadas en el cotidiano de este sector poblacional como consecuencia directa de la situación socio sanitaria vivenciada.
Como se ha podido observar, las personas mayores no se encuentran exceptuadas de los consumos problemáticos, sean de origen químico o no; sin embargo, dichos comportamientos no se desarrollan de manera aislada, sino que también se encuentran relacionados con un otro. Es conociendo la trayectoria vital de esa persona y su cotidiano, que se podrá identificar potenciales factores de riesgo y de protección presentes en los vínculos, con la finalidad de reducir riesgos y daños. De esta manera, la perspectiva de curso de vida —combinada con la mirada integral promovida por la Ley N° 26.934— posibilita correr la mirada de la sustancia y enfocarse en la persona como un sujeto con derecho a ser escuchado y a decidir —siempre y cuando no haya riesgos para terceros—.
Resulta oportuno poder enfatizar y promover la realización de estudios de mayor magnitud que permitan indagar sobre características que adquieren los consumos problemáticos en las personas mayores de 60 años; sobre todo los cambios efectuados tras el advenimiento de la pandemia Covid-19. Esta información proporcionará insumos sustentados empíricamente para diseñar e implementar políticas que atiendan realmente la necesidad de las personas que atraviesan por esta problemática; reconociendo que dichos comportamientos no se centran —hoy en día— solo a las sustancias químicas ni a los jóvenes. De continuar con esta tendencia, solo se promoverá una invisibilización de esta problemática en un sector poblacional que se encuentra en constante aumento en todo el mundo.
Agradecimientos
El presente artículo es producto de una investigación personal que representa la continuidad del tema abordado en el trabajo final de graduación. Para llevar a cabo este proceso, se contó con la financiación otorgada por una beca doctoral de CONICET, cuyo trabajo se enfoca en el consumo de sustancias químicas en personas mayores
Referencias
Notas
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