Publicado

2015-07-01

Lo relativo y lo universal en la defensa de las humanidades para la democracia

DOI:

https://doi.org/10.15446/lthc.v17n2.51279

Palabras clave:

modelo educativo, educación liberal, crítica, empatía, democracia, humanidad. (es)

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Autores/as

  • Liliana Galindo Universidad Nacional de Colombia

Cuando se pone en duda la importancia del estudio de las humanidades aparecen varios argumentos en su defensa. En este ensayo se analiza uno de ellos: la democracia las necesita. A partir del modelo educativo para la democracia que Martha Nussbaum propone en Sin fines de lucro: por qué la democracia necesita de las humanidades se explora la noción de educación liberal, la necesidad de la democracia y la idea de humanidad que aparecen en este argumento, con el fin de preguntarnos sobre la importancia que se le da al estudio especializado de las humanidades en la educación superior, lo que se entiende por ellas, su autonomía frente a su función para la democracia, y la manera en que educan la forma en que vemos a los otros y nos relacionamos con ellos. 

https://doi.org/10.15446/lthc.v17n2.51279

Lo relativo y lo universal en la defensa de las humanidades para la democracia

The Relative and the Universal in the Defense of Humanities for Democracy

O relativo e o universal na defesa das ciências humanas para a democracia

Liliana Galindo
Johns Hopkins University, Maryland, Estados Unidos
lgalind3@jhu.edu

Cómo citar este texto (MLA): Galindo, Liliana. "Lo relativo y lo universal en la defensa de las humanidades para la democracia". Literatura: teoría, historia, crítica 17.2 (2015): 113-128.

Artículo de reflexión. Recibido: 02/04/15; aceptado: 28/05/15.


Cuando se pone en duda la importancia del estudio de las humanidades aparecen varios argumentos en su defensa. En este ensayo se analiza uno de ellos: la democracia las necesita. A partir del modelo educativo para la democracia que Martha Nussbaum propone en Sin fines de lucro: por qué la democracia necesita de las humanidades se explora la noción de educación liberal, la necesidad de la democracia y la idea de humanidad que aparecen en este argumento, con el fin de preguntarnos sobre la importancia que se le da al estudio especializado de las humanidades en la educación superior, lo que se entiende por ellas, su autonomía frente a su función para la democracia, y la manera en que educan la forma en que vemos a los otros y nos relacionamos con ellos.

Palabras clave: modelo educativo; educación liberal; crítica; empatía; democracia; humanidad.


When the importance of studying the humanities is called into question, a number of arguments appear in their defense. In this essay, one such argument is analyzed: democracy needs the humanities. Based on the educative model for democracy proposed by Martha Nussbaum in Not for Profit: Why Democracy Needs the Humanities, the notions of liberal education, need for democracy and idea of humanity are explored. This exploration is done with an eye towards: asking ourselves about the significance granted to the specialized study of the humanities in higher education; what we mean when we talk about humanities; the question of their autonomy versus their function in a democracy; and, finally, the way in which they inform how we view and interact with others.

Keywords: Educational model; liberal education; criticism; empathy; democracy; humanity.


Quando se põe em dúvida a importância do estudo das humanidades, aparecem vários argumentos em sua defesa. Neste ensaio, analisa-se um deles: a democracia precisa das humanidades. A partir do modelo educativo para a democracia que Martha Nussbaum propõe em Sem fins lucrativos: por que a democracia precisa das humanidades, exploram-se a noção de educação liberal, a necessidade da democracia e a ideia de humanidade que aparecem nesse argumento. Isso com o objetivo de perguntar-nos sobre a importância que se dá ao estudo especializado das humanidades no ensino superior, o que se entende por elas, sua autonomia ante sua função para a democracia e a maneira em que educam a forma em que vemos os outros e relacionamo-nos com eles.

Palavras-chave: modelo educativo; educação liberal; crítica; empatia; democracia; humanidade.


Uno de los argumentos que defienden la importancia de las humanidades en la educación es el de su función para la democracia. Es este el asunto central del libro Sin fines de lucro: por qué la democracia necesita de las humanidades de Martha Nussbaum. Esta defensa de las humanidades, de su lugar y valor en la educación de ciudadanos capaces de vivir en una democracia, no es, según la autora, "un estudio empírico, sino un manifiesto" (161). Esto no significa que el libro sea la mera exposición de una posición respecto de lo que debe ser la educación, sin referencia a fuentes y casos concretos. Por el contrario, Nussbaum trae a colación ideas de la psicología y de educadores, entre los que se destacan Jean-Jacques Rousseau, John Dewey y Rabindranath Tagore. Así mismo, ejemplifica sus argumentos con experiencias educativas concretas en Estados Unidos y en India. Sin embargo, que el libro se presente como un manifiesto y no como un estudio empírico tiene que ver con que la autora no pretende simplemente mostrar hechos, datos e ideas sobre el tema, sino que busca plantear una posición, abogar por una forma de educación específica.

Un modelo más allá de la educación y de las humanidades

El modelo educativo que Nussbaum propone es el de "la educación para la democracia", el cual se contrapone a "la educación con fines de lucro". Como nota Helen Small, en The Value of the Humanities, es interesante el hecho de que la democracia no se contrapone, en el argumento de Nussbaum, a otro sistema político, sino a las fuerzas económicas del capitalismo (128). La defensa de las humanidades que hace Nussbaum está motivada por una situación actual que la autora percibe y que tiene que ver con las presiones del mercado sobre los modelos educativos. Por tal razón, aun cuando suele afirmar que la educación en Estados Unidos no ha sido nunca por completo una educación con fines de lucro, le parece necesario hacer un manifiesto en favor de la educación para la democracia, debido a que esta está en peligro por las presiones económicas. La educación en todos los niveles, explica Nussbaum, está atravesando una crisis ocasionada por el interés de los gobiernos en el rendimiento económico. Como consecuencia de esto,

En casi todas las naciones del mundo se están erradicando las materias y las carreras relacionadas con las artes y las humanidades, tanto a nivel primario y secundario como a nivel terciario y universitario; concebidas como ornamentos inútiles por quienes definen las políticas estatales en un momento en que las naciones deben eliminar todo lo que no tenga ninguna utilidad para ser competitivas en el mercado global, estas carreras y materias pierden terreno a gran velocidad, tanto en los programas curriculares como en la mente y el corazón de padres e hijos. (Sin fines de lucro 20)

Que Nussbaum contraponga un sistema político a las presiones económicas del mercado tiene que ver con el hecho de que la política y la economía están imbricadas y, en esa medida, el modelo educativo para la democracia que ella propone está también relacionado con problemas económicos. Al explicar lo que entiende por "educación con ánimo de lucro" más que al asunto de que las instituciones educativas se puedan lucrar, Nussbaum hace referencia a una tendencia de los gobiernos, a través de cuyas políticas se desarrollan modelos educativos en pro del crecimiento de la economía. El problema radica en que las fuerzas del mercado no son independientes de las políticas de los gobiernos, sino que, por el contrario, las moldean. El interés por aumentar el producto interno bruto (PIB) es una tendencia de los estados que determina el tipo de educación que debe ofrecerse. Este tipo de educación consiste en "aptitudes básicas, alfabetización y competencia matemática" (Sin fines de lucro 41). Además, que crezca la economía de un país, dice Nussbaum, no implica que haya igualdad económica o equidad de oportunidades entre las personas. En este punto, las fuerzas del mercado afectan directamente la democracia debido a que la educación que ellas moldean es de un tipo que hace pensar que no es relevante la pobreza de muchos si la economía del país está creciendo, y que los sujetos deben verse entre sí como medios para alcanzar fines económicos (Sin fines de lucro 44-45). Esta educación con fines de lucro está caracterizada por la pasividad de los estudiantes que no desarrollan capacidades para poner en duda estas ideas y que no conocen las historias de los otros (dentro del propio país y por fuera de él), más allá de los datos y de las estadísticas. En esa misma dirección, la democracia no es definida por Nussbaum solo en términos políticos. Tiene que ver con la capacidad de cuestionar esas ideas que la educación con fines de lucro pretende imprimir en los estudiantes. Así, está relacionada con el cuestionamiento de la desigualdad y con no ver a los demás como objetos que pueden ser manipulados para obtener un lucro. Sin embargo, esto no significa que Nussbaum esté abogando por un sistema económico distinto al capitalismo o que niegue la importancia del crecimiento económico. Por el contrario, en varias ocasiones alude a la utilidad de las humanidades para la economía y al hecho de que esta y la democracia no son excluyentes. Su llamado de atención tiene que ver con el hecho de que cuando los gobiernos solo se interesan en el crecimiento económico apoyan un modelo educativo que atenta contra la democracia. Y es este modelo educativo -y no el mercado que está detrás de él- contra el que Nussbaum discute.

Como señala Gabriel Rudas en su reseña sobre Sin fines de lucro, publicada en Razón Pública, el argumento de Nussbaum se debilita cuando se dedica al problema de las humanidades en la educación superior. En el último capítulo titulado "La educación democrática, contra las cuerdas", la autora habla de la situación actual de las humanidades en algunas universidades de Europa, Estados Unidos e India, pero lo hace sin la profundidad argumentativa ni la diversidad de fuentes con que habla sobre la educación de los niños y jóvenes en los capítulos precedentes. Al referirse a la educación superior, no habla de contenidos específicos de las humanidades, sino que esta se piensa más como una continuación de la educación primaria y secundaria. Sin embargo, es posible sacar en claro la propuesta educativa de Nussbaum, si tenemos en cuenta lo que nos ha dicho antes sobre los colegios. En términos generales, esta consiste en pensar críticamente la historia y la economía (razón por la que es tan importante la forma de argumentación socrática), y en tener la capacidad de ver el mundo y de sentir con la perspectiva de los otros (por muy distantes que estén), para lo cual es fundamental aprender sobre otras lenguas, otras religiones y otras culturas (Sin fines de lucro 130). La educación para la democracia, que va desde la niñez temprana hasta la universidad, está articulada por tres ejes: la argumentación socrática, el conocimiento de los otros (dentro y fuera del propio país) que nos hace "ciudadanos del mundo", y la imaginación narrativa. Esta educación, como decía, se contrapone a la educación con fines de lucro, caracterizada por la pasividad de los estudiantes que, en palabras de Nussbaum, regurgitan en exámenes estandarizados lo que les dicen sus profesores y los libros de textos, y por la incapacidad de ver y conocer al otro como algo más que una estadística o un medio para lucrarse.

Es posible notar que el modelo educativo para la democracia tiene diversos componentes, debido a que hace referencia tanto a capacidades como a conocimientos específicos, y no se limita a las humanidades o, quizá, amplía lo que entendemos por ellas. Por un lado, están las capacidades críticas e imaginativas y, por otro, aunque en relación con esas capacidades, están los conocimientos sobre historia, economía, política, lenguas, entre otras características de culturas diversas. La filosofía y la literatura, podríamos decir entonces, se limitan a ser capacidades que los estudiantes adquieren para pensar de cierta forma, más que conocimientos específicos. Sin embargo, en El cultivo de la humanidad, un libro anterior a Sin fines de lucro, Nussbaum es más específica sobre los conocimientos concretos que se adquieren a través de la literatura. Además del desarrollo de la capacidad imaginativa que nos permite ponernos en el lugar del otro, habla de la posibilidad que da la narración literaria para ver aquellos aspectos de la realidad que eran invisibles. Al ponernos en el lugar del otro sin dejar de ser nosotros mismos, dice Nussbaum, al imaginar lo que puede ser la vida de una persona que ha estado en condiciones distintas a las propias (otro género, raza o condición económica), es posible ver realmente a los otros, verlos como seres humanos complejos y no como un número más de una totalidad. Aunque en este libro es un poco más específica sobre los contenidos concretos de la literatura, en ambos Nussbaum habla de la educación en términos generales, lo cual hace que su planteamiento sobre la educación superior y lo que entiende por humanidades no sea tan claro.

Como decía, Gabriel Rudas señala que el planteamiento de Nussbaum se concentra mucho en la educación en los colegios y se debilita al hablar de las universidades. Aunque se puede reconstruir a grandes rasgos lo que se propone para la educación superior como continuación de la educación primaria y secundaria, el hecho de que la propuesta no sea tan explícita conlleva algunos problemas. El modelo que Nussbaum defiende para las universidades es el de la educación liberal, en el que "en lugar de ingresar a la universidad para estudiar una carrera puntual, los estudiantes están obligados a cursar una gran variedad de materias distintas durante los primeros dos años, entre las cuales predominan esas disciplinas [las humanísticas]" (Sin fines de lucro 38-39). La forma en que funcionaría este modelo, sin embargo, no se desarrolla con profundidad en el libro de Nussbaum. Además, como plantea Helen Small, llama la atención que la estadounidense escriba un manifiesto en pro de un modelo que ya existe. Según Small, a pesar de ello, lo que distingue el planteamiento de Nussbaum es el plan específico que traza para el cultivo de las emociones y del pensamiento crítico de los ciudadanos, en el que habría una educación completamente liberal, desde el colegio hasta la universidad, para el bien de la democracia (Small 129). Lo más problemático para Small es que este tipo de educación humanística parece poder adquirirse hasta la secundaria, razón por la que no quedaría claro por qué sería importante en la educación superior. Que Small se pregunte esto sobre el planteamiento de Nussbaum tiene que ver con que la estadounidense no desarrolla el modelo de educación liberal al que se refiere, ni la importancia específica de los departamentos de humanidades para la universidad, y, por el contrario, pareciera que la educación moral de los ciudadanos tiene más posibilidad de tener éxito cuando estos son jóvenes.

En The Marketplace of Ideas, Louis Menand explica que la educación general, como la que propone Nussbaum, es un problema de mucha importancia debido a que en ella está reflejada la filosofía de una facultad, de lo que se cree que es el propósito de la universidad (23). Él explica que esta educación general no es siempre igual en todas las universidades, sino que puede darse como un conjunto de materias que ofrece cada departamento, o como un departamento independiente en el que se diseñan cursos sobre humanidades pensados para cualquier estudiante de la universidad (25-32). Por tanto, las capacidades y los conocimientos que se enseñan en estos cursos son aquellos que, según una universidad o una facultad, todo ciudadano debería tener, sea cual sea su carrera específica. La educación general, entonces, como explica Menand, está relacionada con cierta utilidad, debido a que sería una forma de preparar a los estudiantes para la vida (25). Como decía, Nussbaum no especifica cuál sería el sistema adecuado para las universidades. Sin embargo, es relevante que ella aluda a la educación liberal, ya que eso nos permite ver que su defensa de las humanidades no es la del estudio especializado de la literatura, por ejemplo, sino la de ciertos conocimientos y capacidades que todo ciudadano debe tener.

Esto lleva, entonces, a la pregunta por la importancia de los departamentos de humanidades en las universidades, de su estudio especializado, y por la relación entre lo que se entiende por humanidades y la vida política y social. Como decía, la educación liberal a la que se refiere Nussbaum no parece ser una defensa de que estudiemos, por ejemplo, la literatura de una forma especializada, sino que es más bien la defensa de una educación para todos los estudiantes de la universidad, en la cual es importante, entre otras cosas, la lectura de textos literarios. Este tipo de educación, como nota Menand, está estrechamente ligado a una preparación para la vida y, en el caso de Nussbaum, con la conformación de ciudadanos para la democracia.

Otra defensa de las humanidades a partir de su necesidad para la democracia es la que hace Francis Mulhern en la conferencia "Humanities and Universiy Corporatism". En ella, Mulhern afirma que los departamentos de humanidades "encarnan, en una forma concentrada, ciertos recursos de la razón, ciertas reflexiones de la razón, si se quiere" (min 3:34). Las humanidades concentran este pensamiento crítico que se cuestiona y reflexiona sobre sí mismo,

sin el cual la universidad ya no alcanzaría el estándar histórico que la distingue como un tipo de empresa educativa e intelectual, [...] sin el cual ninguna disciplina podría sostener el propósito de contribuir a un proceso de ilustración, de involucrarse en la búsqueda crítica y autocrítica del conocimiento. (min 3:42)

Además, esta forma de pensamiento, necesaria para la construcción de cualquier disciplina y de la universidad misma, es también la que permite el debate y la deliberación en una democracia (min 27:55). Mulhern, al igual que Nussbaum, habla de las humanidades como ciertas capacidades críticas, y no defiende, en este caso, su estudio especializado. Ambos establecen una relación entre las humanidades y la democracia, en donde esta necesita de aquellas para poder funcionar, debido a que la crítica es lo que posibilita el debate propio de la democracia. Sin embargo, a diferencia de Nussbaum, Mulhern considera que esas capacidades críticas están concentradas en los departamentos de humanidades y, en esa medida, defiende más claramente su existencia, y no solo un tipo de educación liberal dirigida a todos los estudiantes.

Helen Small señala que una de las críticas que se le puede hacer a una defensa de las humanidades basada en que la democracia necesita de ellas (el argumento de "democracy needs us", como lo llama Small) es que parece que se limitara la razón por la que se estudian. Tanto Small como Paul Rusell notan que Nussbaum puede estar restringiendo el valor de las humanidades, en la educación superior, a su impacto político. Aunque la literatura tenga, según Nussbaum, otras funciones y no deba servirle a la economía, como dice en "Being Human", a lo largo de Sin fines de lucro esas otras funciones, distintas a la de servir a la democracia, no se hacen explícitas y no queda claro si, para ella, valdría la pena el estudio de las humanidades por sí mismas e independientemente de su utilidad para la vida práctica y la democracia. El que se limite la razón por la cual las humanidades deben ser estudiadas se puede aclarar un poco si vemos el problema desde otra perspectiva. En Humanismo y crítica democrática, Edward Said define el humanismo como la capacidad crítica y autorreflexiva, la capacidad de la mente para pensarse a sí misma (31-32). Aunque Said habla de humanismo en lugar de humanidades, es importante señalar que este no se entiende de un modo general, sino que está ceñido a su lugar dentro de la universidad. Además, el tipo de humanismo que Said defiende es el del regreso a la filología, entendida esta como una forma de lectura detenida, en la que es posible entender -así sea provisionalmente- el funcionamiento de un texto en su relación con el mundo para percibir sus discursos subterráneos (92). Este tipo de lectura, dice Said, no solo se hace con textos literarios, sino que se debe hacer con cualquier texto de la cultura, como las noticias o los discursos políticos (96). En este caso, no es que el valor de las humanidades se limite a su función política, sino que se parte de la idea misma de estas como capacidades críticas y reflexivas. No se le estaría imponiendo a las humanidades un criterio exterior a ellas, sino que se estaría partiendo de ellas, de lo que les es propio, para ir hacia una realidad que también puede ser leída y modificada.

Noción de humanidad: semejanza y diferencia con el otro

Otra de las críticas que se le hacen a la propuesta de Nussbaum es que a pesar de que defiende la capacidad crítica, su libro resulta ser "una defensa notablemente no socrática de una educación socrática" (Small 130). El punto de partida de Nussbaum no es solo que el estudio de las humanidades está siendo olvidado en los colegios y en las universidades, sino la crisis por la que está atravesando la educación y que pone en riesgo la democracia. En el argumento del libro, la democracia se antepone al estudio de las humanidades, en la medida en que este se piensa como la manera de construir ciudadanos. Aunque uno de los principales componentes de la educación humanística es la capacidad de analizar los argumentos, de tomar distintas posturas frente a un problema y de poner en duda los prejuicios y los estereotipos, este procedimiento no se lleva a cabo con la idea misma de democracia. Nussbaum no pone en duda que la democracia es el mejor sistema de gobierno, ni nos explica por qué lo es, sino que lo da por sentado y esa es la premisa para defender su modelo educativo:

Lo que suscita mayor consenso es que los jóvenes de todo el mundo, de cualquier país que tenga la suerte de vivir en democracia, deben educarse para ser participantes en una forma de gobierno que requiere que las personas se informen sobre las cuestiones esenciales que deberán tratar, ya sea como votantes o como funcionarios electos o designados. (Sin fines de lucro 29)

En esto, Small percibe unos imperativos y un lenguaje moralizante (130). Sin embargo, esto se puede entender no solo por el hecho de que el libro sea un manifiesto (razón que da Small para justificar que sea poco socrático), sino también porque, para Nussbaum, la capacidad de ponerse en el lugar del otro y de entender que los demás son distintos y semejantes a nosotros mismos es casi universal:

Y la facultad de imaginar la experiencia del otro (capacidad que casi todos los seres humanos poseemos de alguna manera) debe enriquecerse y pulirse si queremos guardar alguna esperanza de sostener la dignidad de ciertas instituciones a pesar de las abundantes divisiones que contienen todas las sociedades modernas. (Sin fines de lucro 29-30)

El modelo educativo para la democracia no sería, entonces, más que el desarrollo y el cultivo de una capacidad que todos los seres humanos tendríamos y, en esa medida, se convertiría en algo casi natural que no requeriría ser justificado. De igual forma, las dificultades que enfrenta este sistema de gobierno para su realización tienen que ver con la tendencia de los seres humanos a querer dominarse los unos a los otros, la cual proviene del narcisismo de la infancia. Estos dos aspectos -la capacidad de imaginar la vida del otro y el narcisismo- no se relativizan, sino que parecen ser tendencias universales de los seres humanos.

El hecho de que no se ponga en duda la existencia de la democracia está relacionado con que Nussbaum tiene una idea general de los seres humanos. Casi todos compartimos la capacidad de ponernos en el lugar del otro y, además, hay algo que nos hace semejantes, en medio de las diferencias. De esta forma, el otro, según Nussbaum, es alguien semejante y distinto al mismo tiempo, alguien en cuyo lugar es posible ponerse, mientras se sigue respetando su diferencia. Como afirma en Sin fines de lucro, las sociedades actuales han resuelto muy bien las necesidades materiales de las personas,

sin embargo, parecemos olvidarnos del alma, de lo que significa que el pensamiento se desprenda del alma y conecte a la persona con el mundo de manera delicada, rica y compleja. Parece que olvidamos lo que significa acercarnos al otro como un alma más que como un instrumento utilitario o un obstáculo para nuestros propios planes. Parece que olvidamos lo que significa conversar como alguien dotado de un alma con otra persona que consideramos igualmente profunda y sofisticada. (24)

El reconocimiento de que el otro es distinto está regulado por una idea de que todos somos semejantes, igual de profundos y de complejos. Por tanto, para ella, la capacidad crítica no pone en duda todo, sino que hay ciertas ideas que se mantienen estables, debido a que hay aspectos que todos los seres humanos compartimos en medio de las diferencias.

Esto es muy distinto a lo que plantea Bill Readings. En los últimos capítulos de The University in Ruins aparece la propuesta de la universidad del disenso. Esta parte de la desestabilización de la idea de que la comunicación es un proceso en el que un sujeto le transmite, con éxito, un mensaje a otro sujeto que sería un recipiente vacío que recibe lo que el primero dice (182). La comunicación, según Readings, no se lleva a cabo de esta forma debido a que las personas no son recipientes vacíos, sino que hay en ellas ideas y experiencias anteriores. Lo que conforma la individualidad de una persona, además, no es siempre algo consciente, razón por la que no podemos hablar ni siquiera de sujetos con una naturaleza fija y común, ni podemos subsanar la responsabilidad con el otro, en tanto que no lo podemos comprender completamente ni la deuda que tenemos con él (Readings 187). Por tanto, para Readings no es posible hablar de una naturaleza humana universal que permite que nos comuniquemos dentro de ciertos lineamientos comunes, sino que su propuesta tiene que ver con la existencia de "singularidades" (y no ya de sujetos) que están en constante disenso (185). La universidad, entonces, ya no sería el lugar donde se consolida cierta cultura ni donde se busca la verdad, sino que sería el lugar en el que esas singularidades se encuentran para cuestionarse constantemente por la justicia. Readings no aclara lo que entiende por justicia debido a que esta no es para él una idea con contenido concreto, sino que es una pregunta vaciada, como la excelencia, de dicho contenido. Para él, no habría una idea integradora del debate, sino que estaría la pregunta de cómo un pensamiento está junto a otros pensamientos (192).

Hay una diferencia fundamental entre los planteamientos de Nussbaum y de Readings con respecto a sus ideas de lo que son los seres humanos y de la verdad. Para ella, las personas sí son sujetos con una naturaleza fija y común (todos somos seres humanos), lo cual garantizaría la comunicación entre los grupos sociales, entre los estudiantes y los profesores. Como señala en el quinto capítulo, "Los ciudadanos del mundo", los jóvenes deben aprender tanto las diferencias que dificultan el entendimiento entre grupos y países, como las necesidades y los intereses comunes que hacen que ese entendimiento sea fundamental para solucionar problemas (115). Así mismo, todos compartimos una capacidad para pensar críticamente y para ponernos en el lugar del otro, que funciona como idea reguladora del debate, como lengua común que permite que, a través de la discusión, se llegue a acuerdos. Esto, a la luz del planteamiento de Readings, podría pensarse como una homogeneización de los seres humanos en torno a una idea que también podría ser cuestionada; es decir, como la imposición de una idea de la humanidad que, aunque parta de un lugar específico, se universaliza. Sin embargo, podemos entender un poco más este problema si consideramos la cercanía que puede haber entre las propuestas de Nussbaum y de Said. Como señala Small, la propuesta de Nussbaum es más específica que la de Mulhern, debido a que ella no habla solo de la capacidad crítica, sino que hace referencia a la formación moral de los ciudadanos (146). Sin embargo, esta educación moral no es la mera imposición de valores, sino el desarrollo de la empatía y de la facultad de percibir a los otros, a quienes antes no veíamos. De igual forma, la idea de Said del humanismo está asociada con esa capacidad crítica con la que es posible comprender y resistirse a discursos e ideologías que solo podemos percibir al leer (cualquier texto) de forma atenta. Además, esta capacidad crítica no es algo formal y vaciado de contenido, sino que conlleva una idea de la humanidad en términos generales y una defensa de la democracia. Ambos hablan desde su posición en la universidad estadounidense y ambos coinciden en la forma particular en que esa sociedad puede percibir al otro dentro y fuera del propio país. Aunque los dos parecen estar orgullosos de la oportunidad que da la universidad para pensar las humanidades, hay una conciencia de los estereotipos y las nociones maniqueas de la alteridad que los medios de comunicación y los líderes políticos ofrecen a los ciudadanos. Said, desde el principio de su libro, se ubica espacial y temporalmente en la universidad norteamericana posterior al 11 de septiembre de 2001. A partir de ahí se intensifica una imagen del otro (de las personas en Irak, por ejemplo), con la que un grupo de personas se ve como una totalidad homogénea. De esta forma, la humanidad de aquellos que son atacados por Estados Unidos se hace invisible (105). Esto es similar al planteamiento de Nussbaum, debido a que ella también habla de la imagen que se puede inculcar a los ciudadanos de un país en la que ellos son los buenos que deben luchar contra una masa de personas malvadas (52). Contra esas ideas es que, según Nussbaum y Said, habría que defenderse con la capacidad crítica y con una noción de lo humano que, en lugar de homogeneizar a las personas y de hacerlas invisibles al diluirlas en la totalidad, hace que las veamos, en palabras de Nussbaum, como seres humanos tan profundos y complejos como nosotros mismos.

El hecho de que la propuesta de Nussbaum sea más específica que la de Mulhern tiene que ver con que hay una especificidad en los contenidos que se deben enseñar tanto en los colegios como en las universidades. Como decía, hay una distancia entre los planteamientos de Readings y de Nussbaum no solo en el hecho de que ella tiene una idea de la humanidad en términos generales, sino también en que cree en la existencia de ciertas verdades. En la universidad del disenso de Readings está la pregunta por la justicia y el pensamiento, en lugar de la búsqueda del conocimiento como verdad. Este pensamiento no tiene contenidos concretos, sino que consiste, más bien, en la forma del cuestionamiento y del disenso. Debido a esta postura, algunos críticos han señalado que la negación de que en la universidad es posible transmitir una verdad hace que nos preguntemos si es posible que haya justicia donde no hay verdad (Orwin 692). Para Nussbaum, en cambio, e incluso para Said, sí hay ciertas verdades que se enseñan a través de la educación. Esto, sin embargo, no significa que se deban imponer doctrinas e ideas a los estudiantes, sino que esta tiene que ver con el desarrollo de ciertas capacidades y del conocimiento sobre el otro. Además, esa idea de verdad está relacionada con el hecho de que, aunque Nussbaum es enfática en la necesidad de conocer otras culturas y de ver a los demás como personas y no como totalidades, no por eso aboga por un relativismo cultural, en el que cualquier posición podría ser válida y verdadera. Para ella, no serían aceptables las ideas y acciones que atentan contra la humanidad que todos compartimos. Por eso, la democracia, al ser un sistema de gobierno en el que se ejerce la crítica y la empatía, no es algo que se deba poner en duda, y una tiranía, por ejemplo, no tendría que ser tolerada solo por ser distinta.

La presencia de verdades y de ideas reguladoras está vinculada a una valoración del conocimiento humanístico. Así como se evita el relativismo cultural, también Said alude a la importancia de un lenguaje claro y del conocimiento para los humanistas:

En el corazón de lo que he venido denominando "movimiento de resistencia del humanismo" -cuya primera fase es la lectura y la recepción- reside la crítica y la crítica siempre se esclarece a sí misma sin descanso en su búsqueda de la libertad, la ilustración y una mayor influencia, y sin duda no de sus opuestos. (97)

Aunque el lenguaje y el conocimiento estén condicionados por supuestos ideológicos, Said cree que es posible y necesario conocer y ejercer la crítica, debido a que, aunque usemos un lenguaje y una forma de conocimiento cargados ideológicamente, la mente tiene la capacidad de pensarse a sí misma, de reflexionar sobre sus formas de conocer, que es la función del humanismo. Esa capacidad autocrítica de la razón que, según Mulhern, se concentra en las humanidades la salvaría de ser desechada por estar configurada por ideologías y discursos dominantes. Esa confianza en la crítica y en el conocimiento hace que, como señala Nussbaum, deban existir lineamientos generales de lo que debe ser la educación de todos los seres humanos, en medio de las particularidades culturales.

Conclusión

Decir que el estudio de las humanidades es necesario para la democracia plantea algunas limitaciones, pero también nos permite ver el problema de la educación como algo más amplio. Como señalé a lo largo de este texto, una defensa de las humanidades como la que hace Nussbaum puede limitar su valor a su función política, es decir, a su relación con la democracia. Además, es posible debatir la idea de humanidad que la autora presenta y preguntarnos por el peligro de hablar de seres humanos y de democracia en términos universales. Sin embargo, es interesante y valioso que una defensa de este tipo nos hace notar que el problema de la educación (no solo en Estados Unidos, sino también en un país como Colombia) es una cuestión que no es puramente educativa, sino que está estrechamente ligada al contexto político, económico y cultural. La forma de enfrentar el problema, entonces, quizá debería tener en cuenta ese contexto que moldea el sistema educativo y que a su vez puede ser modificado por este. Por supuesto, tendríamos que cuestionar también las nociones de democracia y de humanidad que aparecen en un libro como el de Nussbaum, y verlas no como algo natural y absoluto, sino como algo histórico que surge en lugares y tiempos específicos. Este carácter histórico y contingente, sin embargo, no tendría que ser necesariamente algo que invalida la propuesta. Podríamos entenderla como una defensa que, precisamente por surgir de un lugar específico, plantea una postura que es falible al resistirse al relativismo, pero que también es consecuente consigo misma en la medida en que hay ciertas ideas en las que, para Nussbaum, no se debe ceder en nombre de la diferencia. Esas ideas, esas verdades que se dan por sentadas, además, son las que mantienen la posibilidad de que la universidad y las humanidades puedan generar y transmitir conocimiento sobre los demás seres humanos y sobre el mundo.


Obras citadas

Menand, Louis. The Marketplace of Ideas: Reform and Resistance in the American University. Nueva York: W.W. Norton and Company, 2010. Impreso.

Mulhern, Francis. "Humanities and University Corporatism". Conferencia "Why Humanities?". Birkbeck College, Londres, 5 de noviembre de 2010. Web. 12 de febrero de 2015.

Nussbaum, Martha. "Being Human". New Statesman. 1 de junio de 2010. Web. 12 de febrero de 2015.

---. El cultivo de la humanidad. Una defensa clásica de la reforma en la educación liberal. Trad. Juana Pailaya. Barcelona: Paidós, 2005. Impreso.

---. Sin fines de lucro: por qué la democracia necesita de las humanidades. Trad. María Victoria Rodil. Buenos Aires: Katz Editores, 2010. Impreso.

Orwin, Clifford. "Angst amid the Ruins". University of Toronto Quarterly 66.4 (1997): 691-696. Impreso.

Readings, Bill. The University in Ruins. Cambridge, Mass.: Harvard University Press, 1996. Impreso.

Rudas, Gabriel. "Sin fines de lucro. Por qué la democracia necesita de las humanidades". Razón Pública. 24 de octubre de 2011. Web. 5 de diciembre de 2014.

Russell, Paul. "Education as Liberation". The Globe and the Mail. 6 de julio de 2010. Web. 12 de febrero de 2015.

Said, Edward. Humanismo y crítica democrática: la responsabilidad pública de escritores e intelectuales. Trad. Ricardo García Pérez. Barcelona: Debate, 2006. Impreso.

Small, Hellen. The Value of the Humanities. Oxford: Oxford University Press, 2013. Impreso.

Sobre la autora

Liliana Galindo Orrego es literata de la Universidad de los Andes y Magister en Estudios Literarios de la Universidad Nacional de Colombia. Actualmente es estudiante de doctorado en el departamento de lenguas y literaturas alemanas y romances de la Universidad de Johns Hopkins. Sus estudios se han centrado en la poesía colombiana del siglo XX y en el teatro hispanoamericano del siglo XVII. Ha publicado ensayos en las revistas Convergencias y Skene de la Universidad de los Andes. Formó parte del grupo de investigación sobre el debate de las humanidades en la era de la excelencia académica, del Departamento de Literatura de la Universidad Nacional.

Referencias

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Galindo, L. (2015). Lo relativo y lo universal en la defensa de las humanidades para la democracia. Literatura: teoría, historia, crítica, 17(2), 113–128. https://doi.org/10.15446/lthc.v17n2.51279

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[1]
Galindo, L. 2015. Lo relativo y lo universal en la defensa de las humanidades para la democracia. Literatura: teoría, historia, crítica. 17, 2 (jul. 2015), 113–128. DOI:https://doi.org/10.15446/lthc.v17n2.51279.

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(1)
Galindo, L. Lo relativo y lo universal en la defensa de las humanidades para la democracia. Lit. Teor. Hist. Crít. 2015, 17, 113-128.

ABNT

GALINDO, L. Lo relativo y lo universal en la defensa de las humanidades para la democracia. Literatura: teoría, historia, crítica, [S. l.], v. 17, n. 2, p. 113–128, 2015. DOI: 10.15446/lthc.v17n2.51279. Disponível em: https://revistas.unal.edu.co/index.php/lthc/article/view/51279. Acesso em: 20 abr. 2024.

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Galindo, Liliana. 2015. «Lo relativo y lo universal en la defensa de las humanidades para la democracia». Literatura: Teoría, Historia, crítica 17 (2):113-28. https://doi.org/10.15446/lthc.v17n2.51279.

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Galindo, L. (2015) «Lo relativo y lo universal en la defensa de las humanidades para la democracia», Literatura: teoría, historia, crítica, 17(2), pp. 113–128. doi: 10.15446/lthc.v17n2.51279.

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[1]
L. Galindo, «Lo relativo y lo universal en la defensa de las humanidades para la democracia», Lit. Teor. Hist. Crít., vol. 17, n.º 2, pp. 113–128, jul. 2015.

MLA

Galindo, L. «Lo relativo y lo universal en la defensa de las humanidades para la democracia». Literatura: teoría, historia, crítica, vol. 17, n.º 2, julio de 2015, pp. 113-28, doi:10.15446/lthc.v17n2.51279.

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Galindo, Liliana. «Lo relativo y lo universal en la defensa de las humanidades para la democracia». Literatura: teoría, historia, crítica 17, no. 2 (julio 1, 2015): 113–128. Accedido abril 20, 2024. https://revistas.unal.edu.co/index.php/lthc/article/view/51279.

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1.
Galindo L. Lo relativo y lo universal en la defensa de las humanidades para la democracia. Lit. Teor. Hist. Crít. [Internet]. 1 de julio de 2015 [citado 20 de abril de 2024];17(2):113-28. Disponible en: https://revistas.unal.edu.co/index.php/lthc/article/view/51279

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1. Carmen Eugenia Jaime Rosales Ma.. (2019). El discurso docente y la pregunta como estrategia didáctica para generar reflexión crítica de contenidos. Cumbres, 5(2), p.111. https://doi.org/10.48190/cumbres.v5n2a9.

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