Publicado

2015-07-01

Número monográfico humanidades. Número especial de la Revista Chilena de Literatura 84 (2013)

Autores/as

  • John Fredy Güechá Hernández Universidad Nacional de Colombia

https://doi.org/10.15446/lthc.v17n2.51298

Reseñas

Número monográfico humanidades. Número especial de la Revista Chilena de Literatura 84 (2013). 232 págs.


Este número monográfico de la Revista Chilena de Literatura tuvo como origen el debate alrededor de un artículo publicado por José Santos Herceg ("Tiranía del paper. Imposición institucional de un tipo discursivo". Revista Chilena de Literatura 82 (2012): 197-217), que la misma revista había publicado en un número anterior. En el mencionado texto, su autor aborda las implicaciones que ha tenido en la investigación en humanidades la exigencia del paper como género discursivo en las revistas académicas. De acuerdo con su hipótesis, durante los últimos años la diversidad y la riqueza de discursos que caracterizan a las ciencias humanas han sido organizadas y limitadas, en principio, a través de la obvia división por géneros, pero también a través de su jerarquización y la consiguiente marginación de ciertas formas discursivas. Para describir el ordenamiento de la variedad de discursos, Santos Herceg utiliza la noción de "archivo" de Michel Foucault, es decir el "conjunto de reglas anónimas, históricas, siempre determinadas en el tiempo y el espacio que han definido en una época dada, y para un área social, económica, geográfica o lingüística dada, las condiciones de ejercicio de la función enunciativa" (citado en Santos Herceg 200). Aunque la existencia de un archivo tiene la virtud de "poner orden en el caudal discursivo, con el objeto de hacer más efectiva, eficiente -incluso simplemente posible- la labor de los investigadores" (200), también es un hecho que el archivo ha terminado por imponer "una determinada idea acerca de lo que es el 'saber' en el ámbito de las humanidades" (201). Esta idea ha sido apoyada por "una cierta institucionalidad que exige una organización desde donde se impone una determinada administración de los discursos" en la que "late un espíritu reaccionario y controlador" (201). Así, en el archivo hay un ánimo de control y regulación que, en los tiempos actuales, se manifiesta en la imposición del paper como género discursivo predominante. Tal imposición, dice Santos Herceg, facilita la evaluación de la investigación en cada disciplina de manera "equitativa", con el fin de tener criterios objetivos para "otorgar becas, financiamiento o puestos de trabajo". Por su estructura y sus reglas formales el paper limita, pone barreras y reglamenta el pensamiento. Su proliferación como forma predominante en las humanidades ha terminado por organizar lo incontrolado del discurso humanista e igualar todos los discursos producidos en cada una de las ciencias del espíritu (201).

De acuerdo con Bernardo Subercaseaux, director de la revista, el número monográfico sobre las humanidades parte del estímulo que generó el artículo de Santos Herceg y se propone como "un espacio de reflexión (reflexión cuya expresión escrita no necesariamente debía ceñirse al modelo de un paper) sobre el rol, el lugar y la significación de las humanidades en el mundo de hoy" (6). Con el fin de abordar este asunto, la revista organiza los artículos en cinco secciones. En la primera, titulada "Humanismo, humanidades y modernidad", los autores se refieren a los inicios de las humanidades y su evolución a lo largo del tiempo. En la segunda, "El paradigma científico", se aborda el discurso académico en humanidades y la reciente imposición del paper como género discursivo. Tal como su título lo indica "Universidad y administración académica (burocracia, reflexión y creatividad)", la tercera sección, reúne artículos que abordan la administración académica actual y su efecto en las humanidades; se refiere, por ejemplo, a las revistas indexadas, la investigación en humanidades y su necesidad en la universidad contemporánea. "Humanidades y educación" es el título de la cuarta sección -que no se abordará en la presente reseña-. En ella, los autores se refieren al papel de las humanidades en la educación, tanto universitaria como secundaria. Y para finalizar, "El futuro de las humanidades (una preocupación internacional)" muestra perspectivas distintas sobre la crisis a la cual se enfrentan las humanidades actualmente y se plantea alternativas para su futuro.

La primera sección aborda la historia de las humanidades y su lugar en la universidad desde tres puntos de vista complementarios: Carla Cordua rastrea el origen de las humanidades en el humanismo renacentista, Eduardo Carrasco se refiere al paradigma escolástico medieval del conocimiento como una totalidad y Aldo Mazzucchelli destaca el hecho de que, en el siglo XIX, las humanidades surgieron como disciplinas académicas. A pesar de estas divergencias, los tres autores coinciden en suponer que las ideas rectoras de esos orígenes florecientes se encuentran hoy en decadencia. Así, por ejemplo, en su artículo titulado "El humanismo", Cordua se remonta a los studia humanitatis del Renacimiento italiano para insistir en su intrínseca defensa de la libertad y la perfectibilidad humanas: "la idea del individuo como un microcosmos que se hace a sí mismo entraña las nociones de la autosuficiencia y la universalidad de cada cual" (11). Pero con la llegada de la modernidad y la conquista de la naturaleza a través de la ciencia, el conocimiento ya no supone ante todo un proceso de refinamiento individual, sino que debe ponerse a prueba a través de la investigación de la naturaleza. En estas nuevas circunstancias, ya no es necesario apelar a los conocimientos del pasado, aleatoriamente adquiridos. "Las ciencias modernas no reconocen precedentes metódicos" (13). En esta negación del pasado se despoja al hombre moderno de la necesidad de una tradición, de una cultura. Esto conduce en cierto modo al marchitamiento de la vigencia del ideal humanista. Cordua defiende la hipótesis de que, a pesar de todo, el impulso del renacimiento debe seguir vivo para "mantener viva la noción del lugar preciso y bastante honroso que le corresponde a la humanidad en el mundo" (16). Esta idea de humanidad permanece como lo que "nos defiende de las confusiones que derivan de unas ciencias que, olvidando su compromiso con la verdad, no saben respetar sus propios límites" (16).

En "La unidad faltante, especificidad y rol de las humanidades", Eduardo Carrasco desarrolla una hipótesis similar a la de Cordua. Su punto de partida es el "paradigma del saber completo", que surgió con la universidad en la Edad Media y en el modelo eclesiástico. A partir de la idea medieval de que el conocimiento y la verdad habían sido reveladas al ser humano en su totalidad, surgió la idea de que el conocimiento "puede constituirse como un corpus de enseñanzas completo y sistemático" que se podía transmitir de generación en generación como un todo realizado (20). En la modernidad, el afianzamiento de las ciencias positivas continuó con el desarrollo de dicho modelo, pues estas se concibieron a sí mismas como "un cuerpo de conocimientos positivos y unitarios con resultados compartidos". El saber era concebido como "una positividad lograda", fundada en "la aplicación de un mismo patrón de procedimientos a todas las disciplinas del saber". Pero las ciencias humanas no pudieron constituirse según este modelo, "precisamente porque para ellas la apertura hacia un permanente cuestionamiento y el carácter individual de sus resultados forman parte de su orientación esencial" (22).

De acuerdo con Carrasco, una diferencia fundamental entre las ciencias y la técnica, por un lado, y las humanidades, por el otro, está en que estas "han atravesado épocas y siglos diferentes, sin que hayan cambiado sus rasgos esenciales" (25). En otras palabras, la tradición no pierde vigencia en las humanidades; al contrario, su historia posee "el carácter de un mensaje permanente que es fundamental conocer si se desea prolongar su legado" (26). Es por esta razón que ellas constituyen las fuerzas fundamentales para garantizar la existencia de la universidad como un todo. "La universidad es la reunión en una unidad de todas las disciplinas que existen en su seno", y en esa unidad "se preserva la universalidad del saber". Por otra parte, la unidad no es simple coexistencia, sino que debe responder a "una fuerza unitaria" (29). Pero en la actualidad, dice Carrasco, las ciencias se han organizado con criterios de autonomía, y la centralidad ha desaparecido. En este sentido, la universidad es vista hoy como el lugar donde coexisten la formación profesional, la ciencia, la creación y las humanidades sin una fuerza que les dé unidad; es "muchas cosas diferentes juntas", que están unidas solamente por un centro administrativo. Por eso, la universalidad de hoy es apenas "la unidad faltante que reúne a las ciencias, a las humanidades, a la creación y a la formación profesional" (30). Sin embargo, esta situación abre el espacio para plantear el anhelo de la universidad actual. "La universidad es lo que está por reconstruirse", y por eso es "una dirección hacia la unidad, más que una unidad real actuante" (30).

En su artículo, Carrasco introduce algunos cuestionamientos sobre la forma de las publicaciones recientes en las humanidades. En este punto, coincide con la idea de Santos Herceg de que la imposición del paper ha terminado por homogeneizar la investigación y el trabajo intelectual. En un sentido similar, Pablo Chiuminatto sostiene en su artículo -titulado "A ciencia cierta, el papel de los papers (efectos del arribismo científico en las humanidades)"- que la ampliación de la noción de ciencia a todos los ámbitos del saber afectó a las humanidades muy particularmente, ya que las condujo a una "contaminación interdisciplinaria" que las obliga a adoptar en su práctica el discurso y el racionalismo puramente científico. Su hipótesis se basa, como ocurre también con los textos de la primera sección de la revista, en una perspectiva que comprende la cuestión en términos de eras históricas. Con la modernidad, dice Chiuminatto, las ciencias aplicadas y teóricas se convirtieron en el principio regulador universal, y sus prácticas "instituyeron un formato de escritura que se acomodaba a la presentación de sus investigaciones". Así, "la absorción de las academias científicas por parte de las universidades, a partir de la ilustración", condujo a una estandarización de procesos, criterios e incentivos que buscaba la mayor eficiencia posible (60). En sus orígenes, las ciencias "compartieron un espacio intelectual común con el discurso de lo sensible". No es casual, en este sentido, que el auge del discurso racionalista haya surgido al tiempo que la estética, que apunta a una "retórica de lo sensible". Esto supone que los diálogos que establece el saber no solo implican a la razón, sino a seres humanos concretos, a cuerpos vivos. Pero la tendencia hacia la uniformidad "no se asocia sólo a lo práctico, sino que impone dinámicas y procedimientos determinados" (62). Al adquirir "prestigio e importancia" a lo largo de la modernidad, el discurso científico fue atrayendo a las humanidades y a las artes, que habían cultivado un discurso de la estética, hacia una retórica cada vez más científica, caracterizada por un deseo de objetividad. En la segunda mitad del siglo XX se incentivó "una forma totalizadora de transmisión objetiva del conocimiento objetivo, un género discursivo específico, conocido como paper oartículo científico", una forma que hoy ha alcanzado un alto grado de aceptación en la academia (61). Así, las revistas científicas son hoy el lugar donde se verifican los procesos homogeneizadores de la universidad actual. Los "procesos y formatos establecidos" en estas publicaciones producen una estandarización que elimina las características diferenciadoras de las disciplinas. "Convertir todo a un solo patrón puede ser muy útil, pero también perjudicial, sobre todo si esto implica volver equivalente proporciones imposibles", dice Chiuminatto (63).

En este proceso, las ciencias y su método se han convertido en el paradigma del conocimiento. No obstante, para Chiuminatto es preciso ahondar en las implicaciones de este hecho. La ciencia parte del establecimiento de ciertos límites -"dime lo que excluyes, y te diré qué piensas", afirma, citando a Michel Serres-. La luz que proyecta es la de la objetividad, pero en realidad lo que las ciencias han logrado en su desarrollo es una delimitación, el cierre del "punto de enfoque respecto del mundo que excluye" (65). Con la imposición de lo objetivo como criterio epistemológico se ha olvidado, por ejemplo, la importancia del lenguaje para la transmisión del conocimiento: la ciencia estableció una diferencia entre su discurso y la retórica de lo sensible, pero no hay que olvidar que nuestras deducciones y pensamientos provienen de una experiencia sensible. El abandono de la retórica de lo sensible "abrió paso a una fingida estructuración científica, metódica del estilo y la forma de circulación preferente del conocimiento, el paper, es el síntoma" (72-73).

No se puede hacer a la ciencia responsable de la imposición de su formato a toda la producción intelectual. Más bien, la búsqueda de validación por parte de las humanidades en el ámbito académico ha suscitado la imposición administrativa del paper como formato aceptado para demostrar la validez de la investigación en términos universalmente reconocidos. En "El ensayo y la investigación en humanidades", María Eugenia Góngora dice que las autoridades universitarias, empujadas por la necesidad de competir en los ránquines y de conseguir fondos, exigen a los académicos ceñirse al formato del paper que, si bien es legítimo como formato de comunicación, "no es una forma de articulación 'natural' de las ideas y del lenguaje, ni la única manera de comunicar la reflexión, el conocimiento, y la investigación" (123). La investigación en humanidades, por su especificidad disciplinaria, exige un rigor argumentativo que no es posible presentar en un artículo científico. Precisamente por esa razón, sostiene Góngora, "se debería conservar la diversidad de los formatos en los que se comunican los resultados de la investigación y de la reflexión" (125). Por otro lado, la imposición administrativa del paper en la universidad y la inclusión de la investigación en las revistas indexadas introducen a la producción de conocimiento y a la universidad en una dinámica en la cual lo importante es el negocio intelectual por encima de la creatividad y el ejercicio libre del pensamiento. Esta dinámica le da reconocimiento a las universidades como instituciones de "excelencia académica", un concepto que está vacío de sentido, al tiempo que limita la libertad que debería asegurarse para el saber y su producción escrita.

Una crítica a la dinámica de negocio intelectual, imperante en la universidad contemporánea, se puede encontrar en el artículo de Sergio Villalobos titulado "Revistas indexadas y otros vicios académicos", en el cual se crítica las exigencias formales de las revistas indexadas y se explica cómo este formato perjudica a la investigación. El estilo simple y llano y la corta extensión de los papers, así como la valoración de la investigación extranjera como superior a la nacional -valoración que dice basarse en un espíritu universalista del conocimiento y que en realidad conduce al rebajamiento del mérito de investigaciones nacionales de mayor peso e importancia- son algunas de las limitaciones que enfrenta el saber al ser despojado de su libertad.

La última sección del número monográfico está dedicada a mostrar visiones múltiples y hasta opuestas sobre el futuro de las humanidades. Hay, por ejemplo, una defensa de las humanidades por parte de Patricia Morodo junto a un llamado a la transformación de las mismas en la academia por parte de Hans Ulrich Gumbrecht. El artículo que cierra la revista, "¿Tienen futuro las humanidades?", escrito por Frank Donoghue -autor del libro The Last Professors: The Corporate University and the Fate of the Humanities- expone la tesis de que, a lo largo del siglo XX, ha habido un proceso progresivo de separación entre las humanidades y la universidad, en detrimento de aquéllas. Así, en las condiciones actuales, "la respuesta más pertinente a la pregunta ¿las humanidades sobrevivirán en el siglo XXI? no es 'sí' o 'no' sino '¿a quién le importa?'" (228). Las transformaciones en la misión social de la universidad han hecho que esta pasara de ser un lugar dedicado a la formación intelectual, a ser una institución dedicada exclusivamente a la profesionalización orientada a dar credenciales a sus estudiantes con el fin de desempeñar un oficio. La educación superior pública se ha visto forzada a funcionar como empresa -a hacer alianzas con corporaciones, por ejemplo-, y esto ha alterado profundamente su dinámica institucional. Toda la investigación está ahora destinada a ser de utilidad para la industria, ya que de esta manera la universidad puede autofinanciarse y sostenerse económicamente. Este fenómeno ha contribuido, sin duda, a la reducción paulatina del campo de acción y del valor de las humanidades. Aunque los humanistas se ven a sí mismos como los guardianes de los planes de estudios en la educación liberal, la verdad es que no lo han sido. De hecho, a lo largo del siglo XX las humanidades se traicionaron a sí mismas al querer ser vistas como "ciencias humanas" y al aceptar los métodos que les han sido impuestos por otras ciencias. A pesar de esta visión sombría, Donoghue afirma que las humanidades sobrevivirán de todos modos, pero fuera del mundo académico. El hogar de las humanidades en el futuro no será la universidad. "Los planes de estudio cambian con el tiempo, y las humanidades simplemente no tienen un lugar en el currículo emergente del siglo XXI", concluye Donoghue (232).

Esta entrega de la Revista Chilena de Literatura está llena de reflexiones sobre el presente y el futuro de las humanidades y de la universidad. Es un número recomendable para construir un punto de vista sobre la situación en la que se encuentran las humanidades actualmente. La variedad de artículos y de temas tratados le permite al lector dar cuenta de reflexiones diversas, pero, en todo caso, complementarias, acerca de la crisis que enfrentan las humanidades hoy en día. Así, constituye un aporte valioso al debate sobre el ejercicio de las humanidades en el ámbito profesional, sobre la función de las humanidades, su cambio a través del tiempo y las particularidades de su investigación.

John Fredy Güechá Hernández
Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, Colombia

s

Cómo citar

APA

Güechá Hernández, J. F. (2015). Número monográfico humanidades. Número especial de la Revista Chilena de Literatura 84 (2013). Literatura: teoría, historia, crítica, 17(2), 343–350. https://doi.org/10.15446/lthc.v17n2.51298

ACM

[1]
Güechá Hernández, J.F. 2015. Número monográfico humanidades. Número especial de la Revista Chilena de Literatura 84 (2013). Literatura: teoría, historia, crítica. 17, 2 (jul. 2015), 343–350. DOI:https://doi.org/10.15446/lthc.v17n2.51298.

ACS

(1)
Güechá Hernández, J. F. Número monográfico humanidades. Número especial de la Revista Chilena de Literatura 84 (2013). Lit. Teor. Hist. Crít. 2015, 17, 343-350.

ABNT

GÜECHÁ HERNÁNDEZ, J. F. Número monográfico humanidades. Número especial de la Revista Chilena de Literatura 84 (2013). Literatura: teoría, historia, crítica, [S. l.], v. 17, n. 2, p. 343–350, 2015. DOI: 10.15446/lthc.v17n2.51298. Disponível em: https://revistas.unal.edu.co/index.php/lthc/article/view/51298. Acesso em: 24 abr. 2024.

Chicago

Güechá Hernández, John Fredy. 2015. «Número monográfico humanidades. Número especial de la Revista Chilena de Literatura 84 (2013)». Literatura: Teoría, Historia, crítica 17 (2):343-50. https://doi.org/10.15446/lthc.v17n2.51298.

Harvard

Güechá Hernández, J. F. (2015) «Número monográfico humanidades. Número especial de la Revista Chilena de Literatura 84 (2013)», Literatura: teoría, historia, crítica, 17(2), pp. 343–350. doi: 10.15446/lthc.v17n2.51298.

IEEE

[1]
J. F. Güechá Hernández, «Número monográfico humanidades. Número especial de la Revista Chilena de Literatura 84 (2013)», Lit. Teor. Hist. Crít., vol. 17, n.º 2, pp. 343–350, jul. 2015.

MLA

Güechá Hernández, J. F. «Número monográfico humanidades. Número especial de la Revista Chilena de Literatura 84 (2013)». Literatura: teoría, historia, crítica, vol. 17, n.º 2, julio de 2015, pp. 343-50, doi:10.15446/lthc.v17n2.51298.

Turabian

Güechá Hernández, John Fredy. «Número monográfico humanidades. Número especial de la Revista Chilena de Literatura 84 (2013)». Literatura: teoría, historia, crítica 17, no. 2 (julio 1, 2015): 343–350. Accedido abril 24, 2024. https://revistas.unal.edu.co/index.php/lthc/article/view/51298.

Vancouver

1.
Güechá Hernández JF. Número monográfico humanidades. Número especial de la Revista Chilena de Literatura 84 (2013). Lit. Teor. Hist. Crít. [Internet]. 1 de julio de 2015 [citado 24 de abril de 2024];17(2):343-50. Disponible en: https://revistas.unal.edu.co/index.php/lthc/article/view/51298

Descargar cita

CrossRef Cited-by

CrossRef citations0

Dimensions

PlumX

Visitas a la página del resumen del artículo

335

Descargas

Los datos de descargas todavía no están disponibles.