Publicado

2017-01-01

Poesía, provincia, nación. En torno a una antología poética argentina de 1965

DOI:

https://doi.org/10.15446/lthc.v19n1.60777

Palabras clave:

Antologías poéticas, poesía argentina del siglo XX, provincia, nación, campos literarios locales, historia de la crítica literaria argentina (es)

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Autores/as

  • Soledad Martínez Zuccardi Universidad Nacional de Tucumán

El artículo examina una significativa antología de la poesía tucumana, publicada en 1965, a la luz de dos cuestiones derivadas del análisis de los paratextos del libro: 1) el grado de institucionalización alcanzado por el campo de la literatura y la crítica literaria locales en el momento (perceptible a partir de ciertos rasgos de la extensa introducción de la antología, un estudio crítico que propone una historia de la poesía de Tucumán), y 2) el reclamo por el diseño de un mapa poético integral del país (articulado en el texto de solapa del volumen), un problema vinculado con la visibilidad que cobran hacia 1960 las provincias del denominado “interior” argentino. Tales cuestiones son pensadas, a la vez, como las condiciones de posibilidad de surgimiento de esta antología en Tucumán.

https://doi.org/10.15446/lthc.vl9n1.60777

Poesía, provincia, nación. En torno a una antología poética argentina de 1965

Poetry, Province, Nation. Regarding an Argentinian Poetry Anthology of 1965

Poesia, província, nação. Referente a uma antologia poética argentina de 1965

Soledad Martínez Zuccardi
Universidad Nacional de Tucumán, San Miguel de Tucumán, Argentina
soledadmz@uolsinectis.com.ar

Cómo citar este artículo (MLA): Martínez Zuccardi, Soledad. "Poesía, provincia, nación. En torno a una antología poética argentina de 1965". Literatura: teoría, historia, crítica 19.1 (2017): 139-160.

Artículo de reflexión. Recibido: 31/05/16; aceptado: 01/08/16.


El artículo examina una significativa antología de la poesía tucumana, publicada en 1965, a la luz de dos cuestiones derivadas del análisis de los paratextos del libro: 1) el grado de institucionalización alcanzado por el campo de la literatura y la crítica literaria locales en el momento (perceptible a partir de ciertos rasgos de la extensa introducción de la antología, un estudio crítico que propone una historia de la poesía de Tucumán), y 2) el reclamo por el diseño de un mapa poético integral del país (articulado en el texto de solapa del volumen), un problema vinculado con la visibilidad que cobran hacia 1960 las provincias del denominado "interior" argentino. Tales cuestiones son pensadas, a la vez, como las condiciones de posibilidad de surgimiento de esta antología en Tucumán.

Palabras clave: Antologías poéticas; poesía argentina del siglo XX; provincia; nación; campos literarios locales; historia de la crítica literaria argentina.


The article examines a significant anthology of Tucumán poetry published in 1965 in light of two question arising from the analysis of the paratexts of the book: 1) the level of institutionalization attained by the field of literature and the local literary criticism of the time (perceptible from certain features of the extensive introduction of the anthology, a critical study that proposes a history of Tucumán poetry), and 2) the claim against the design of an integral poetic map of the country (shown on the inside flap of the volume), a problem linked to the visibility of the provinces of the so-called Argentinian "interior" around 1960. Such issues are intended, at the same time, as the conditions for the possible emergence of this anthology in Tucumán.

Keywords: Poetry anthologies; Argentinian poetry of the twentieth century; province; nation; local literary fields; history of Argentinian literary criticism.


O artigo examina uma significativa antologia da poesia tucumana, publicada em 1965, à luz de duas questões derivadas da análise dos paratextos do livro: 1) o grau de institucionalização alcançado pelo campo da literatura e da crítica literária local no momento (perceptível a partir de certas características da extensa introdução da antologia, um estudo crítico que propõe uma história da poesia de Tucumán), e 2) a reivindicação do esboço de um mapa poético integral do país (articulado no texto da orelha do volume), um problema vinculado com a visibilidade que cobram até 1960 as províncias do denominado "interior" argentino. Tais questões são pensadas, sendo assim, como as condições de possibilidade de surgimento desta antologia em Tucumán.

Palavras-chave: Antologias poéticas; poesia argentina do século XX, província; nação; campos.


Como se sabe, las antologías poéticas constituyen, aun a su pesar, vehículos privilegiados para la conformación del canon literario.1 En efecto, toda antología recorta un conjunto de textos y autores que se propone -explícitamente o no- como representativo de la poesía de una determinada región, un periodo, un grupo, una "generación", un tema, una tendencia, un tono. Pero me interesa detenerme aquí, más que en el contenido mismo del recorte de textos y autores, en los discursos que lo rodean. Discursos paratextuales, si se quiere, como los preliminares, los prólogos y las introducciones que muchas antologías ofrecen y que dan cuenta, en su mayoría, de la mirada del antólogo, cuyo carácter de autor reivindican los estudiosos (Ruiz Casanova 32). Estos discursos pueden ser pensados como un acto de crítica literaria que contribuye, tanto como la selección antológica en sí, a la construcción de una literatura dada. Entiendo que tal rol constructor se acentúa si consideramos el caso de literaturas producidas en ámbitos no centrales, como la literatura de Tucumán, una provincia que, si bien exhibe una rica y temprana organización cultural, se ve atravesada por las tensiones propias de un país signado por la fuerte concentración en su capital de los medios de distribución y consagración de los bienes culturales.2

Este trabajo se ocupa de la antología Poesía de Tucumán. Siglo XX (1965), realizada por el escritor y profesor de literatura tucumano Gustavo Bravo Figueroa, e interroga las condiciones que hacen posible su surgimiento. El volumen se abre con la introducción de Bravo Figueroa, un estudio extenso que articula una historia de la poesía local en lo que entonces llevaba andado el siglo XX y en el que se demarcan momentos, autores, influencias, núcleos formativos, líderes. El estudio parece fruto de una investigación sistemática característica de una crítica literaria que podría calificarse como universitaria. La antología se cierra con otro texto, breve y sin firma, ubicado en la solapa de la contratapa. Allí se inscribe la aparición del libro en el marco de una "seria preocupación por el conocimiento de lo nacional" y de diversos elementos que "contribuyen a configurar la imagen de la Argentina". Se define a la antología como un "aporte para el conocimiento literario de una parcela de nuestra patria" y se propone que si cada provincia recogiera "los valores más representativos de su poesía", se llegaría "a conocer, aunque en forma aproximada, los perfiles de la lírica nacional" (Bravo Figueroa).

Dos cuestiones confluyen en estos textos, o paratextos, de la antología. Por un lado, la preocupación por una literatura nacional que tome en cuenta a las provincias; preocupación fundamentada en una concepción que postula el conocimiento de la literatura como un modo de conocer la nación. Y, por otro lado, el rigor y los métodos característicos de una crítica literaria propia de un campo que goza de cierto grado de institucionalización y profesionalización. Se trata de dos cuestiones ligadas, a mi modo de ver, a las condiciones de posibilidad de esta antología: la visibilidad que las provincias del denominado interior del país cobran en la Argentina de la década de 1960 y el estado del campo literario local en el momento.

1. La institucionalización de la literatura en Tucumán. Gustavo Bravo Figueroa y la emergencia de los estudios sobre la poesía local

Comencemos por la segunda cuestión. Para comprender el surgimiento de la antología y la trayectoria de su autor, es necesario remontarse a la profunda renovación experimentada por el ambiente literario local a partir de la creación de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Tucumán (constituida como Departamento a fines de 1936 y convertida en Facultad en 1939), una de las primeras instituciones de su tipo en el país, luego de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, surgida en 1895, y de la Facultad de Ciencias de la Educación, creada en 1914 en la Universidad de La Plata y convertida en Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación en 1920 (Vázquez 22-30). La nueva facultad despierta de inmediato el entusiasmo de los jóvenes con inquietudes literarias, tanto por la calidad de sus primeros profesores (Manuel García Morente, Marcos A. Morínigo, Enrique Anderson Imbert, Eugenio Pucciarelli, Risieri y Silvio Frondizi, Aníbal Sánchez Reulet, entre otros), como por la novedad de los programas que incluían las últimas corrientes de pensamiento vigentes en Europa, las nuevas metodologías de enseñanza y una bibliografía hasta entonces "casi inexistente en el medio" (Gramajo de Seeligman 10).

Este nuevo escenario promueve la institucionalización de la literatura, tanto de su enseñanza como de la práctica crítica y de la creación. Se produce entonces la particularización de la esfera literaria dentro del más vasto ámbito de la cultura, y se fomenta la especificidad de lo literario a partir de la exigencia de rigor y sistematicidad tanto en la producción creadora como en la crítica (Martínez Zuccardi 284-294). Profesores de literatura como los ya nombrados Anderson Imbert y Morínigo tienen un papel protagónico en este proceso. Ambos se habían formado con Amado Alonso en el Instituto de Filología de la Universidad de Buenos Aires, que alcanzó prestigio internacional precisamente en el periodo en el que Alonso se desempeñó como director (1927-1946) y se convirtió, luego de la destrucción del Centro de Estudios Históricos de España durante la guerra civil española, en "el centro de estudios filológicos de mayor importancia en el mundo de habla hispana" (Myers 91). Se atribuye a este instituto haber, prácticamente, iniciado la crítica universitaria en la Argentina, una crítica con "principios y métodos científicos", caracterizada por un mayor rigor, y no ya de carácter "impresionista o dogmático" (Borello 1065-1066). En ese momento, y en buena medida por la acción de Alonso y el Instituto, se consolida la estilística como paradigma de la crítica literaria en el país, cuya hegemonía sería cuestionada recién por la difusión del estructuralismo (Link 14-15).

Poco después de creada la Facultad de Filosofía y Letras en Tucumán, surgen en la provincia publicaciones y grupos exclusivamente literarios, como Cántico (1940), revista de poesía creada y dirigida por Morínigo, dedicada a difundir a jóvenes autores del interior del país (allí se dan a conocer los primeros poemas de Guillermo Orce Remis, Leda Valladares, Alfonso Sola González, María Adela Agudo); y como el grupo La Carpa, asociación de escritores del noroeste argentino (Raúl Galán, Manuel J. Castilla, Nicandro Pereyra, Raúl Aráoz Anzoátegui, Sara San Martín, María Elvira Juárez, la ya nombrada María Adela Agudo, entre otros), que supone una instancia fundamental en el desarrollo de la literatura en la región, entre otros motivos, porque contribuye a la consolidación, en el ámbito local, de la figura del escritor. Muchos de los integrantes de La Carpa asistían o seguían de cerca las clases de la Facultad y reconocían la importancia de la formación recibida de profesores como Anderson Imbert (Martínez Zuccardi 424-437).

La trayectoria de Gustavo Bravo Figueroa (Tucumán, 1915-2007) se inicia en este ambiente signado por la nueva Facultad, por la acción de La Carpa y los ecos de Cántico.3 Es el primer egresado varón de la Facultad de Filosofía y Letras (Sarrulle 138). Luego sería jefe de trabajos prácticos de Morínigo en la cátedra de Introducción a la Literatura, hasta que es dejado cesante durante el peronismo debido a su militancia en el Partido Socialista, al que estaba afiliado desde sus dieciocho años (Berreta 46). También sufren respectivas expulsiones Morínigo y Anderson Imbert. Antes de dejar la provincia, este último decide vender sus libros y quien compra su biblioteca es, precisamente, Bravo Figueroa (Estévez 86). A partir de entonces enseña en institutos secundarios de Tucumán y escribe textos escolares aprobados por el Consejo General de Educación. Dicta, además, hacia la década de 1950, conferencias en la Sociedad Sarmiento sobre la poesía de Miguel Hernández y de Pedro Salinas, así como sobre la enseñanza de literatura en la escuela secundaria (Berreta 46-47).

Participa activamente en la creación, en 1947, de la peña El Cardón, centro promotor y generador de la cultura provinciana y regional, que toma como modelo la peña artística Impulso de La Boca, fundada por Benito Quinquela Martín (Estévez 83).4 En 1952 se convierte en su presidente y principal artífice, hasta 2005, año en que es designado presidente de honor (Espinosa 58) y en que, por otra parte, la Universidad Nacional de Tucumán lo distingue como "personalidad ilustre de las letras y la cultura". La peña El Cardón fomenta especialmente la literatura provincial y regional, sobre todo a partir de la creación de un sello editorial propio, destinado a difundir autores locales. Las colecciones Poetas del Cardón y Prosistas del Cardón publican, durante la década de 1960, textos de Raúl Galán, David Lagmanovich, Alba Omil, Julio Ardiles Gray, Ramón Alberto Pérez, Juan González, Osvaldo Fasolo, María Elvira Juárez, Raúl Aráoz Anzoátegui y Horacio Rava, entre otros (Berreta 64). Desde la peña se organizan también encuentros destinados a la discusión de la literatura regional, como las Primeras Jornadas de Poesía del NOA en 1959 y las Jornadas de Escritores del Norte Argentino en 1966 (65).

Al mismo tiempo, Bravo Figueroa colabora asiduamente en la página literaria del diario La Gaceta, que, a partir de la década de 1950 y en especial en la de 1960, vivía su periodo de auge y gozaba de reconocimiento en el campo nacional (Risco 14). Escribe allí sobre la poesía de Tucumán y del noroeste argentino. En 1956 entabla una polémica con Tomás Eloy Martínez en torno a la valoración de La Carpa y a la famosa frase del "manifiesto" del grupo: "Tenemos conciencia de que en esta parte del país la poesía comienza con nosotros". La frase era, de algún modo, refrendada por Martínez en su nota "Después de La Carpa". Bravo Figueroa contesta con otra nota, titulada "Antes de La Carpa", en la que enumera con detalle poetas, agrupaciones y revistas anteriores a la asociación.5 En 1961 protagoniza otra polémica en el mismo medio, a partir de su nota "Algo más sobre la poesía del Norte Argentino", del 30 de julio de 1961. A raíz de un debate generado en un encuentro de poetas realizado en Tucumán, se manifiesta allí a favor de la posibilidad de hablar de poesía regional en el caso del noroeste argentino y propone como ejemplos a los grupos La Carpa y Tarja. Tal posición es cuestionada por el poeta tucumano José A. Moreno en otra nota, que suscita a su vez una respuesta aclaratoria de Bravo Figueroa que fue publicada también en la página literaria.6

Estos intercambios muestran que la literatura local constituía un tópico de discusión vigente hacia 1950 y 1960. Hay que agregar que también la crítica académica comienza entonces a explorar ese terreno. Una intervención pionera en tal sentido es un artículo de 1954 de Alfredo Roggiano, quien se había incorporado al plantel docente de la Facultad de Filosofía y Letras tucumana a fines de la década de 1940, en la que trabaja durante poco más de un lustro. El artículo, titulado "Seis poetas del Norte argentino", se detiene en los casos de María Adela Agudo, Raúl Aráoz Anzoátegui, Mario Busignani, Manuel Castilla, Raúl Galán y Guillermo Orce Remis, aunque traza un panorama más amplio sobre la poesía de la región. Se trata probablemente del primer estudio sistemático sobre ese objeto. Quizá por ese motivo el texto comienza señalando la dificultad del trabajo encarado, dada la dispersión de las fuentes literarias, así como la inexistencia de material crítico. Lamenta, además, el hecho de que los poetas del interior sean desconocidos a causa del predominio de la "gran urbe" en la "realidad cultural argentina" y afirma que sorprende la cantidad, la variedad y la calidad de la "poesía que por aquí se hace" (Roggiano 73-74).

También de esta época datan los primeros estudios al respecto de David Lagmanovich, quien, al igual que Bravo Figueroa, había vivido como estudiante el fervor de los años iniciales de la nueva Facultad de Filosofía y Letras. En 1958, Lagmanovich publica el artículo "La poesía actual en Tucumán", en el que, pese a su brevedad, señala momentos y modalidades poéticas en la lírica de la provincia. En 1966, da a conocer un artículo más extenso, "El Norte argentino, una realidad literaria", donde ya no solo abarca la provincia sino la región y no se circunscribe a la poesía sino que toma en cuenta también la narrativa. Este trabajo parece ser un anticipo del libro Literatura del Noroeste argentino (escrito en 1965 y publicado en 1974), que será fundamental en los estudios sobre este campo. Allí examina la producción poética y narrativa de las distintas provincias de la región durante el siglo XX, así como la labor de instituciones, grupos, revistas literarias y suplementos de periódicos.

La propia antología de Bravo Figueroa, con su extensa introducción, constituye otra inflexión en esta fase liminar del campo de los estudios sobre las letras locales, etapa que podría denominarse como de emergencia de la crítica literaria en Tucumán; en Tucumán y sobre Tucumán y la región. Es más, podría pensarse que la necesidad misma de realizar una introducción extensa para su antología se fundamenta en la escasez de estudios al respecto, que en esta etapa emergente parece limitarse a los antecedentes mencionados: Roggiano y Lagmanovich. Pero ya antes de la publicación de la antología, Bravo Figueroa venía dando diversas muestras de su fuerte preocupación por la literatura local, como se deduce de lo señalado sobre su trayectoria. Una preocupación plasmada en el nivel de la reflexión y también en el de la acción. En efecto, es posible afirmar que desde la gestión de la peña El Cardón, con sus encuentros literarios y sus ediciones de libros, Bravo Figueroa participa activamente en la construcción de esa literatura sobre la que, a la vez, reflexiona. Además, en sus intervenciones y polémicas en la página literaria de La Gaceta puede rastrearse el origen remoto de la antología aquí examinada, en la medida en que aquellas implican definiciones en torno a la poesía local, a sus momentos, autores y grupos distintivos. A fines de 1961, el 10 de diciembre, Bravo Figueroa publica en la misma página una nota que supone un origen ya mucho más cercano, una suerte de anticipo, en realidad, de la antología aparecida en 1965: "Papeles para una antología de poetas tucumanos", cuyo comienzo coincide casi por completo con los primeros párrafos de la introducción del volumen.

Trazado este marco y delineados estos antecedentes, veamos entonces en qué consiste la antología Poesía de Tucumán. Siglo XX.7 Se trata de una publicación independiente, publicada por el sello editorial Atenas.8 Los autores seleccionados, en algunos casos muy distantes entre sí en el plano estético, son veintisiete y cada uno de ellos está representado por cinco poemas. La condición "insoslayable" para su inclusión en el volumen es que hayan editado su obra, como se anuncia en la introducción. De acuerdo con la distinción entre antologías "panorámicas" -de carácter general y diacrónico, aun cuando sean sectoriales o de un autor-, y antologías "programáticas" -que suelen ser sincrónicas y responden a la posición de una generación o de un grupo (Ruiz Casanova, 25)-, Poesía de Tucumán. Siglo XX se ubicaría más bien en el primer grupo, ya que ofrece una muestra panorámica de la lírica local desde comienzos del siglo hasta el momento de publicación del volumen.

La introducción no constituye tan solo un prólogo que establece los criterios de selección empleados, sino que se trata, según lo anticipado, de un estudio de cierta extensión y sistematicidad sobre la poesía de Tucumán y, a la vez, de una propuesta de interpretación de la historia de esa poesía. En tal sentido es que configura un aporte en el campo de estudios sobre la literatura local que comenzaba a forjarse. El texto comienza con lo que Aníbal Salazar Anglada denomina el "diálogo con la tradición antológica" (26), esto es, con la referencia a compilaciones anteriores surgidas en la provincia: Tucumán al través de la historia. El Tucumán de los poetas (1916), compilación oficial encargada a Manuel Lizondo Borda por el gobierno provincial como parte de los festejos del Centenario de la Independencia Nacional (volumen que parece constituir la primera reunión de material poético publicada en el ámbito de la provincia), el Florilegio de poesías tucumanas (1921), realizado por Alfredo Cónsole, y la Primera antología poética de Tucumán (1952), publicada por la Comisión Provincial de Bellas Artes, aunque no fue la primera. Pero este recuento que hace Bravo Figueroa parece responder, de modo implícito, al afán de mostrar la insuficiencia de esa "tradición" y, por lo tanto, la necesidad de una nueva antología. En efecto, se opone una serie de objeciones a esas compilaciones previas, como la inclusión en forma indiscriminada de autores tanto locales como extranjeros, "sin formular advertencias al respecto" o, en el caso de la última antología mencionada, la más cercana en el tiempo a la propia, el hecho de no proceder conforme a las "normas usuales", por cuanto no se utilizaron como fuentes los libros publicados de cada autor y la selección derivó directamente de un concurso literario (Bravo Figueroa 8).

El texto de Bravo Figueroa continúa con una disquisición en torno a la cuestión de los periodos generacionales en la historia literaria, como antesala de la propia propuesta de periodización de la poesía de Tucumán. El autor menciona allí las perspectivas de autores como Jules Petersen, Ortega y Gasset, Dilthey, Pedro Salinas o Julián Marías, y destaca también las dificultades y los riesgos inherentes a la "aplicación" de esquemas generacionales. Afirma que si apela a estos esquemas "es por razones de ordenamientos cronológicos y por el afán de señalar circunstancias coincidentes, sabiendo de antemano que obras y autores [...] viven cada uno su mundo al margen de convencionales encasillamientos" (9). De los críticos mencionados, sigue sobre todo la propuesta de Petersen, filólogo alemán cuya teoría generacional, basada en la dialéctica hegeliana, influye en la crítica española a partir de la década de 1930 y, en especial, a partir de su publicación en español en 1947 (Testaverde 124-125). Bravo Figueroa maneja y cita un trabajo más breve de Petersen incluido como capítulo en el libro colectivo Filosofía de la ciencia literaria, editado en México en 1946, cuyo título revela una toma de partida en favor del estatuto científico de los estudios literarios. Siguiendo los criterios expuestos por Petersen para la conformación de un periodo generacional (fechas aproximadas de nacimiento de figuras representativas en el medio literario, elementos educativos, experiencia de la generación, presencia de líderes o guías, lenguaje generacional), Bravo Figueroa propone dividir la poesía de Tucumán en tres periodos, aunque reconoce que estos carecen de límites precisos y advierte que se trata de una propuesta aproximativa y expresada de modo condicional.

En el primer periodo (1901-1940) serían contemporáneos Ricardo Jaimes Freyre, Mario Bravo, Luis Eulogio Castro, Ricardo Chirre Danós, Víctor Toledo Pimentel, Manuel Lizondo Borda, Antonio Torres, Teresa Ramos Carrión, Rafael Jijena Sánchez y Juan Eduardo Piatelli. En cuanto a los "elementos educativos", el foco de formación es el Colegio Nacional. Este primer grupo no se habría visto sacudido, de acuerdo con el autor, por una experiencia generacional fuerte, sino que más bien habría vivido al ritmo "de las tranquilas siestas provincianas" (11). Bravo Figueroa reconoce como figura líder la del poeta modernista de origen boliviano Ricardo Jaimes Freyre, que vivió en Tucumán por casi veinte años y fue muy admirado y reconocido en el medio. El "lenguaje" de la poesía de esta etapa es descrito como sentimental, decorativo, pintoresco y, a veces, pesimista. El paisaje sería tomado como pretexto para jugar con un colorido superficial y anecdótico.

En el segundo periodo (1941-1955) se agrupan cronológicamente Raúl Galán, Julio Ardiles Gray, Eduardo Joubin Colombres, Omar Estrella, Manuel Aldonate, Guillermo Orce Remis, Leda Valladares, María Elvira Juárez y Nicandro Pereyra. El foco de formación es la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Tucumán y las principales experiencias generacionales serían el impacto de la Segunda Guerra Mundial, la guerra en España, la crisis de crecimiento político, industrial y económico de la Argentina y el fenómeno del peronismo. La figura tutelar es la de Raúl Galán, líder y teórico del grupo La Carpa. Predominaría en ese momento un lenguaje dionisíaco para expresar asuntos que giran en torno al hombre, sus problemas, sus nostalgias y esperanzas, y se advertiría, por otra parte, una relación entrañable entre el poeta y su tierra.

El tercer periodo (desde 1956 hasta el momento de publicación de la antología) estaría integrado por una "reciente promoción", en la que se cuenta a Arturo Álvarez Sosa, Juan José Hernández, Juan González, David Lagmanovich, Dora Fornaciari, Ariadna Chaves, Tiburcio López Guzmán y Néstor Rodolfo Silva. Dos serían los focos de formación: la universidad y el periodismo. Este grupo viviría la experiencia de un mundo en peligrosa tensión, una sensación de crisis generalizada traducida en una oscura angustia y un sentido pesimista de la vida, visible en los temas de su poesía. No habría guías: "Cada uno, como los gusanos de seda, elabora su propio capullo lírico, a la manera de Guillermo Orce Remis, quien se insinúa como el poeta de mayor predicamento de esta nueva promoción", dice Bravo Figueroa (13). El lenguaje presentaría una forma distinta, descarnada, hermética y estaría centrado más en los estados de conciencia, en problemas filosóficos y religiosos, que en el mundo exterior.

Luego de realizar esta propuesta de periodización, el autor desarrolla más ampliamente cada una de las etapas, considerando la historia de la provincia, de sus instituciones culturales y educativas, sus revistas literarias y sus diarios, en ocasiones en relación con el desarrollo económico e industrial. Se explaya sobre las tomas de posición de algunos poetas y grupos, se detiene en especial en el caso de La Carpa y alude a las poéticas de ciertos autores. Menciona numerosos poetas, más allá de aquellos seleccionados en la antología. Se trata, en muchos casos, de autores sin obra publicada y cuyos textos se encuentran dispersos en publicaciones periódicas. Esta suerte de ampliación de la propuesta -apoyada en ciertos casos en bibliografía referida a cuestiones contextuales locales o a la historia de la literatura argentina e hispanoamericana (de autores como Emilio Carilla o Anderson Imbert, por ejemplo)- contribuye a dotar a la introducción de una envergadura que va más allá del mero prólogo aclaratorio de una antología.

El conjunto de los elementos expuestos -la extensión y sistematicidad mencionadas en un comienzo, el marco teórico y la bibliografía utilizados, así como la amplitud de los contenidos tratados que excede lo concerniente únicamente a los autores seleccionados, elementos que convierten al texto en un estudio en sí mismo- deja entrever la formación académica y especializada del autor de la introducción a Poesía de Tucumán. Siglo XX, texto que responde a un modo de crítica que puede describirse como universitaria. Bravo Figueroa parece valerse de instrumentos aprendidos, seguramente, en el marco de su paso por la Facultad de Filosofía y Letras, aunque la antología es realizada en forma independiente y publicada por un sello con la misma característica. Tales instrumentos teóricos (sobre todo la teoría generacional de Petersen, enmarcada en una concepción que, según lo indicado antes, entiende los estudios literarios como una ciencia) no resultan necesariamente innovadores para el momento de publicación de la antología, 1965; sobre todo si se toma en cuenta, por ejemplo, que ya había tenido lugar la renovación de la crítica literaria argentina promovida por Contorno. Pero considero que, de todas maneras, hay un elemento que torna novedoso el estudio de Bravo Figueroa: el objeto que mira, esto es, el hecho de enfocar la poesía de un espacio, si se quiere, periférico, respecto al centro configurado por la capital del país, y de proponer el trazado, hasta entonces no realizado, de una historia de esa poesía, aportando al campo, entonces muy incipiente, de la crítica sobre la literatura local. Así, quizá no en los métodos empleados, pero sí en el interés por la poesía de una provincia, el texto sintoniza con una "estructura de sentimiento", por emplear la conocida noción de Raymond Williams, muy característica de la década de 1960, un momento en que cobra protagonismo la "conciencia del interior", como desarrollaré a continuación.

2. La "conciencia del interior" y las antologías poéticas locales

El proceso de construcción de la poesía de Tucumán en el marco de la dinámica del ámbito literario local, analizado en el apartado anterior, puede ser inscrito en un panorama más amplio que, a nivel nacional, promueve el volver la mirada hacia las provincias y las regiones del denominado interior del país. En efecto, la antología Poesía de Tucumán. Siglo XX surge en un momento en el que el interior cobra una especial visibilidad. Emerge y se afianza en la época la "conciencia del interior", como muestra Victoria Cohen Imach en su estudio sobre el campo intelectual y la periferia en la Argentina de los sesenta. La autora da cuenta de un conjunto de transformaciones culturales que en la época dan lugar al descubrimiento, o redescubrimiento, del interior, un rescate que supone un gesto diferente del de los nacionalistas del Centenario que, ante el avance inmigratorio, buscaban en el interior la "verdadera argentina" (26). En los sesenta, en cambio, el interior sería recuperado como una zona excluida por la tradición liberal y que habría que revisar e incorporar. Se trata de un proceso de recuperación propiciado, de algún modo, por las transformaciones sociales provocadas por el peronismo (fundamentalmente la migración interna), así como por el nuevo imaginario surgido de su reinterpretación, a la que el campo intelectual de la época se aboca. Un proceso que se relaciona también con la denominada crisis de la cultura nacional, esto es, la disputa por la definición de la cultura nacional, nacional popular o popular, que, entre otros aspectos, favorece la sensibilidad por los márgenes y puede enmarcarse en la crisis del proyecto moderno en el orden internacional, sobre todo en Europa y Estados Unidos (Cohen Imach 39 y ss.).

La "conciencia del interior" se advierte en diversos mecanismos de recuperación de los márgenes emprendidos por las instituciones del campo intelectual porteño de la época: Contorno, Sur, el Instituto Di Tella, Centro Editor de América Latina, Primera Plana, Crisis y otras revistas de los sesenta que "transitan el camino señalado por Contorno", como Hoy en la cultura, Gaceta literaria, El grillo de papel, El escarabajo de oro (Cohen Imach 187). En estas últimas se advierte una serie de gestos comunes, como, entre otros, "la incursión en la vida de las provincias marginadas" (188). En este marco puede citarse un texto publicado en Hoy en la cultura en 1963 y dedicado precisamente al caso tucumano: "Tucumán en el panorama cultural argentino", de Omar Estrella, escritor de origen boliviano afincado en Tucumán y antiguo integrante de La Carpa. Estrella alude a las instituciones que sostienen la labor cultural de la provincia a pesar de lo que denuncia como falta de apoyo oficial. Menciona el impulso renovador de La Carpa, la peña El Cardón, la Universidad de Tucumán, entre otros factores. El texto termina con un llamado a hacer posible, a partir del respeto por las diferencias, "el diálogo de la inteligencia argentina y su participación en la construcción de una cultura nacional que llegue a todos los confines del país y traduzca los reclamos apremiantes de nuestro tiempo" (Estrella 2).9

Otro campo en el que puede observarse la creciente visibilidad del interior es el de las antologías poéticas. En esa época proliferan las compilaciones de poesía provinciales y, en algunos casos, regionales. Al mismo tiempo, se advierte una mayor presencia de autores del interior en antologías generales de poesía argentina. Este problema ha sido estudiado de modo específico, para el caso de la década de 1950, por María Amelia Arancet Ruda, quien afirma que durante ese decenio hay muchas más antologías de carácter local (provincial o regional) que antologías abarcadoras de la poesía de todo el país. En sus palabras, la mayor parte de las antologías poéticas publicadas en la Argentina en la década de 1950 son antologías de provincias. Aníbal Salazar Anglada coincide en algún punto con esta observación, al afirmar que, si bien en las primeras décadas del siglo XX no son muchas las antologías de "poesía culta" en el interior -situación que relaciona con la fuerte centralización de la actividad cultural en Buenos Aires-, a partir de la década de 1930 la situación cambia y habría un amplio movimiento poético en las provincias, que repercute en la publicación de antologías (28).

Arancet Ruda menciona los siguientes ejemplos que, a su juicio, supondrían una ampliación del "canon porteñocéntrico" de la poesía argentina: Muestra de la poesía puntana actual (1952), Primera antología poética de Tucumán (1952), Exposición de la poesía lírica contemporánea cordobesa, de Carlos H. Carreño (1953), Entre Ríos cantada. Primera antología iconográfica de poetas entrerrianos, de Luis Alberto Ruiz (1955), Plumas y pinceles de La Pampa, de Rosa Blanca Gigena de Morán (1955), Primera antología poética platense, de Roberto Saravi Cisneros (1956), Primera antología de poetas del Litoral, de Felipe Zeinstejer (1957). Por mi parte, y sin pretensiones de exhaustividad, agregaría a este panorama antologías provinciales de la década de 1960, como Antología de la poesía cordobesa (1962), Panorama poético salteño, de Raúl Aráoz Anzoátegui (1963), Veinte poetas platenses contemporáneos, de Ana Emilia Lahitte (1963), Panorama de las letras salteñas, de José Fernández Molina (1964), Poemas (1966), de Santa Cruz, Poesía 69, de Alfonso Nassif (1969), de Santiago del Estero y Poesía y prosa de Jujuy, de Néstor Groppa, Héctor Tizón, Miguel Ángel Pereira y Andrés Fidalgo (1969). Esta última, al igual que la compilación salteña de Aráoz Anzoátegui, no es exclusivamente poética, aunque hay un claro predominio de poemas. También hay antologías centradas en Buenos Aires, como La poesía de Buenos Aires, de Ángel Mazzei (1962) y el volumen homónimo de Horacio Salas (1968). Tucumán aporta tres compilaciones en esta década: además del volumen que nos ocupa, Poesía de Tucumán. Siglo XX de Gustavo Bravo Figueroa (1965), está la Antología poética tucumana en el sesquicentenario (1966) y Veinte poetas cantan a Tucumán (1967).10

En el caso de las antologías de la poesía argentina, se advierte en la década de 1960 y comienzos de la siguiente una creciente inclusión de autores del interior, evidente ya desde los mismos títulos de volúmenes como Provincias y poesía de Nicolás Cócaro (1961) -donde se declara que en "este mapa lírico se muestra un panorama orgánico de la cultural nacional" (23)- o ...y argentino en todas partes de Alfredo Veiravé (1971), en cuya tapa se lee "50 poetas del país" y cuya introducción se titula "La poesía en las provincias". A su vez, la contratapa define al libro como "testimonio de la integración cultural argentina" y el inicio de una serie con que la Sociedad Argentina de Escritores (encargada de la edición del volumen) "propone organizar un panorama completo de la creación literaria nacional de nuestros días". Puede mencionarse también la Suma de poesía argentina (1970) de Guillermo Ara, publicada en dos tomos, uno dedicado a la crítica y otro a la muestra antológica, cuyo ambicioso título parece dar cuenta de un afán por abarcar con amplitud ambos temas.

En estas antologías se concede a Tucumán un lugar destacado. Cócaro afirma incluso que "los poetas de Tucumán son acaso los más conocidos entre los de todas las provincias" y atribuye ese hecho a la difusión que les ha dado la página literaria del diario La Gaceta (153). Incluye, entre los autores seleccionados, a Julio Ardiles Gray y a Guillermo Orce Remis, también seleccionados por Bravo Figueroa, pero en la introducción menciona, entre los poetas de la "generación anterior", a Manuel Lizondo Borda, Segundo Argañaraz, Teresa Ramos Carrión, Delfín Valladares, y, entre los "recientes", a Leda Valladares, Juan José Hernández, Emilio Carilla, Nicandro Pereyra, Tomás Eloy Martínez, entre otros. Destaca, además, revistas y publicaciones periódicas como Sustancia o Humanitas, de la Universidad Nacional de Tucumán, y la misma página literaria de La Gaceta (16). Dedica, por otra parte, uno de sus cuatro apéndices exclusivamente a Raúl Galán, quien desarrolla prácticamente toda su obra desde Tucumán y que inicia su trayectoria como líder de La Carpa. Cócaro afirma que su intensidad lírica pone a Galán "a la vanguardia de las mejores voces nacionales" (165). Por su parte, Veiravé incluye cinco autores de Tucumán (el mismo Galán, Ariadna Chaves, Juan E. González, Arturo Álvarez Sosa y Dora Fornaciari, todos incluidos también por Bravo Figueroa) y en el prólogo destaca a La Carpa, además de mencionar antologías locales como, en primer lugar, la de Bravo Figueroa que nos ocupa, así como Veinte poetas cantan a Tucumán. Destaca, además, la importancia de las ediciones de la peña El Cardón (24-25). Por último, Ara se detiene extensamente en la actividad poética tucumana y menciona numerosos autores de la provincia, a quienes va integrando a los distintos momentos y líneas de la poesía argentina que desarrolla en la parte crítica de su obra.

La proliferación de estas antologías, tanto de las más generales como de las locales, muestra una necesidad de definir y organizar la poesía nacional, tarea que puede pensarse en relación con el ya mencionado debate por la definición o redefinición de una cultura nacional atenta a la diversidad, debate en el que también se enmarca el también citado texto de Omar Estrella. La antología de Bravo Figueroa se inscribe de modo explícito en este afán de diseñar los contornos de la cultura nacional, como se afirma en el texto de solapa del volumen:

Se observa desde hace tiempo en nuestro país -y también en otros de América- una seria preocupación por el conocimiento de lo nacional. Por eso, sin caer en pintoresquismos folklóricos o en cerradas formas nacionalistas volvemos los ojos a nuestro mapa, y ahondando nuestra historia, aspiramos a llegar a las raíces del ser argentino. [...]

Hoy [...] nos estamos conociendo mejor; y nos interesa, más aún, nos preocupa nuestro hombre, nuestro paisaje, nuestro hablar, nuestra idiosincrasia, nuestros defectos, en fin, todos los elementos que contribuyen a configurar la imagen de la Argentina.

En este orden de cosas, Poesía de Tucumán. Siglo XX, aspira a ser un aporte para el conocimiento literario de una parcela de nuestra patria. Y pensamos que si cada provincia recogiera los valores más representativos de su poesía, llegaríamos a conocer, aunque en forma aproximada, los perfiles de la lírica nacional. (Bravo Figueroa)

El texto, que no lleva firma, apela -desde una concepción si se quiere romántica del ser nacional, apoyada en la creencia de la existencia de una entidad que puede denominarse el "ser argentino" y sus raíces- a la necesidad de ahondar en el conocimiento de lo nacional y de buscar los elementos que permitan diseñar la imagen del país. Un componente de esa búsqueda estaría dado por la reunión de la poesía de cada provincia. Interesa notar que otras antologías provinciales también se piensan como parte de un proceso más vasto de construcción de la cultura nacional. Por citar tan solo un ejemplo, Raúl Aráoz Anzoátegui, en su Panorama poético salteño de 1963, sostiene que las provincias "deberán aclarar qué poetas corresponden sustancialmente a sus zonas" como punto de partida de un "arte nacional" (7-8).

Ahora bien, no se advierte en el caso de este breve texto de solapa de la antología de Bravo Figueroa una reflexión crítica sobre el modo de abordar ese complejo proceso de construcción de la cultura nacional, de diseñar la imagen del país. Por el contrario, parece primar una idea de simple suma y acumulación, de llegar al conocimiento de lo nacional a partir del conocimiento de sus partes. El interés no parece estar puesto en la reflexión sino más bien en la difusión, en el gesto de dar a conocer, en la elaboración de registros y puntos de partida. Se observa un anhelo de recuperar las tradiciones poéticas locales y de buscar situarlas en el mapa literario del país. Un mapa que, según queda implícito en el texto, no puede considerarse completo por cuanto falta "recoger" la poesía representativa de las distintas zonas que lo constituyen. Se advierte una apelación, al igual que en la antología de Aráoz Anzoátegui, a la elaboración de antologías, muestras o recortes de la poesía de cada provincia.

Se advierte también que si desde el centro del país hay una "conciencia del interior", según lo expuesto al comienzo de este apartado, también desde las provincias del llamado interior hay un afán de generar materiales que permitan hacerlas visibles en el centro. Es este un movimiento doble que, a mi criterio, encuentra una de sus manifestaciones en la confluencia, en este periodo, de antologías provinciales y de antologías de poesía argentina especialmente preocupadas por las provincias, a las que he aludido antes. Esta es una de las cuestiones que hacen posible la antología Poesía de Tucumán. Siglo XX. La otra tiene que ver con el estado de los estudios sobre la poesía local y el grado de institucionalización del campo literario tucumano en el momento, que de alguna manera permiten comprender los rasgos de la introducción del volumen. Así, se conjuga una "estructura de sentimiento" generalizada en la Argentina de la década de 1960 con la particular dinámica local. Una dinámica que, en el caso de Tucumán, se revela como rica y compleja, según se desprende del análisis realizado, y que explica, también, por qué quizás el caso de Tucumán pudo hacerse especialmente visible en el centro.


Pie de página

1 La estrecha relación entre antología y canon literario es estudiada, por mencionar solo trabajos relativamente recientes, por José Francisco Ruiz Casanova en su artículo "Canon y política estética de las antologías", del 2003, y por Aníbal Salazar Anglada en su libro La poesía argentina en sus antologías: 1900-1950. Una reflexión sobre el canon nacional, del 2009. Por otra parte, son interesantes las reflexiones de Jorge Monteleone en su rol de autor de la antología 200 años de poesía argentina. Allí afirma que el canon que la antología conforma está escrito, a la vez, en el mármol y en el agua. En el mármol, estático, que corresponde al monumento o al cenotafio y está ligado a la permanencia y la tradición; y en el agua, que fluye, se modifica, se transforma, crea a sus precursores (13-14).
2 Así como experimenta desde fines del siglo XIX un proceso de rápida modernización socioeconómica debido, en gran medida, a su incorporación al mercado mundial, a raíz del vertiginoso desarrollo de su industria azucarera, Tucumán despliega también una temprana organización institucional de su cultura letrada, con la creación en 1882 de la Sociedad Sarmiento, importante centro intelectual y artístico del momento, y, posteriormente, con su universidad, inaugurada en 1914, que se cuenta entre las primeras del país; por citar dos instituciones de gran significación (Martínez Zuccardi 26-37).
3 Reconstruyo aquí la trayectoria de Bravo Figueroa a partir de los datos aportados por la historia de la peña El Cardón, de Hugo B. Berreta, por una breve reseña biográfica elaborada por Roberto Espinosa y por los reportajes a Bravo Figueroa realizados por Verónica Estévez y María Teresa Sarrulle. En cuanto a su participación en la página literaria de La Gaceta, he podido recuperarla a partir de notas halladas en el archivo de ese diario.
4 En el grupo fundador figuran, además de Bravo Figueroa, Carlos Francisco Cuenya, Octavio Corvalán, Lázaro Barbieri, Raúl Rivas, Pío Moreno Campos, Laura Córdoba y Raquel Cohan, entre otros. El nombre El Cardón se debe al carácter regional de esta planta, así como a su "erguida postura", y se inspira en el escudo de la Universidad Nacional de Tucumán que lleva en su centro un cardón (Estévez 83). La peña funcionó en un comienzo en los salones de la Sociedad Sarmiento, luego en el sótano del Jockey Club, hasta que, finalmente, en 1972, contó con sede propia, una casona colonial en Las Heras 50, donde funciona hasta hoy (Estévez 84). Su actividad, sin embargo, se vio radicalmente reducida en las últimas décadas.
5 "Después de La Carpa", de Tomás Eloy Martínez, se publica el 2 de septiembre de 1956 y "Antes de La Carpa", de Bravo Figueroa, el 23 de septiembre del mismo año. A su vez, Martínez cierra el intercambio con la nota "Sobre grupos y poetas", del 30 de septiembre.
6 La nota de Moreno, "Algo para recordar", se publica el 20 de agosto de 1961. Bravo Figueroa publica su "Respuesta" el 3 de septiembre del mismo año, en la que aclara que sus juicios no son contradictorios y da fundamentos al respecto.
7 El volumen ha sido poco estudiado por la crítica precedente. En su trabajo panorámico de la poesía de Tucumán, Vicente Atilio Billone lo considera brevemente y lo destaca como un documento fundamental para el estudioso (47). Por otra parte, en el momento de su aparición, la antología es reseñada en la edición del 17 de julio de 1966 en La Gaceta por David Lagmanovich, quien se cuenta entre los poetas seleccionados en el volumen. Aunque destaca la utilidad del libro y juzga que cumple sobradamente sus intenciones, la reseña no es positiva, por cuanto enfatiza en la presencia de un número elevado de erratas en la transcripción de los poemas.
8 No parece tratarse de un sello significativo por lo que a sus ediciones literarias se refiere, pues se enfoca en la publicación de textos escolares, manuales y libros de lectura destinados a instituciones de Tucumán, Salta, Santiago del Estero y Jujuy, como se consigna en la solapa de la antología.
9 Agradezco a Mariana Bonano, estudiosa del proyecto de Hoy en la cultura, el envío de esta nota de Estrella.
10 Cabe aclarar que este listado es, por el momento, una mera constatación de la proliferación de antologías en el interior. Queda, para una investigación futura, examinar a qué objetivos responde cada una de ellas y, de ese modo, poder confirmar si, efectivamente, puede vinculárselas con la "conciencia del interior" de la que venimos hablando.


Obras citadas

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Sobre la autora

Soledad Martínez Zuccardi es doctora en Letras por la Universidad Nacional de Tucumán, donde se desempeña como docente de Literatura Argentina n. Es investigadora del Conicet y autora de los libros Entre la provincia y el continente. Modernismo y modernización en la Revista de Letras y Ciencias Sociales (Tucumán, 1904-1907), del 2005, y En busca de un campo cultural propio. Literatura, vida intelectual y revistas culturales en Tucumán (1904-1944), del 2012, así como de numerosos artículos académicos. Ha editado el epistolario de la poeta María Adela Agudo, Cartas a Nicandro. 1943-1948, en el año 2015.

Referencias

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Cómo citar

APA

Martínez Zuccardi, S. (2017). Poesía, provincia, nación. En torno a una antología poética argentina de 1965. Literatura: teoría, historia, crítica, 19(1), 139–160. https://doi.org/10.15446/lthc.v19n1.60777

ACM

[1]
Martínez Zuccardi, S. 2017. Poesía, provincia, nación. En torno a una antología poética argentina de 1965. Literatura: teoría, historia, crítica. 19, 1 (ene. 2017), 139–160. DOI:https://doi.org/10.15446/lthc.v19n1.60777.

ACS

(1)
Martínez Zuccardi, S. Poesía, provincia, nación. En torno a una antología poética argentina de 1965. Lit. Teor. Hist. Crít. 2017, 19, 139-160.

ABNT

MARTÍNEZ ZUCCARDI, S. Poesía, provincia, nación. En torno a una antología poética argentina de 1965. Literatura: teoría, historia, crítica, [S. l.], v. 19, n. 1, p. 139–160, 2017. DOI: 10.15446/lthc.v19n1.60777. Disponível em: https://revistas.unal.edu.co/index.php/lthc/article/view/60777. Acesso em: 24 abr. 2024.

Chicago

Martínez Zuccardi, Soledad. 2017. «Poesía, provincia, nación. En torno a una antología poética argentina de 1965». Literatura: Teoría, Historia, crítica 19 (1):139-60. https://doi.org/10.15446/lthc.v19n1.60777.

Harvard

Martínez Zuccardi, S. (2017) «Poesía, provincia, nación. En torno a una antología poética argentina de 1965», Literatura: teoría, historia, crítica, 19(1), pp. 139–160. doi: 10.15446/lthc.v19n1.60777.

IEEE

[1]
S. Martínez Zuccardi, «Poesía, provincia, nación. En torno a una antología poética argentina de 1965», Lit. Teor. Hist. Crít., vol. 19, n.º 1, pp. 139–160, ene. 2017.

MLA

Martínez Zuccardi, S. «Poesía, provincia, nación. En torno a una antología poética argentina de 1965». Literatura: teoría, historia, crítica, vol. 19, n.º 1, enero de 2017, pp. 139-60, doi:10.15446/lthc.v19n1.60777.

Turabian

Martínez Zuccardi, Soledad. «Poesía, provincia, nación. En torno a una antología poética argentina de 1965». Literatura: teoría, historia, crítica 19, no. 1 (enero 1, 2017): 139–160. Accedido abril 24, 2024. https://revistas.unal.edu.co/index.php/lthc/article/view/60777.

Vancouver

1.
Martínez Zuccardi S. Poesía, provincia, nación. En torno a una antología poética argentina de 1965. Lit. Teor. Hist. Crít. [Internet]. 1 de enero de 2017 [citado 24 de abril de 2024];19(1):139-60. Disponible en: https://revistas.unal.edu.co/index.php/lthc/article/view/60777

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