Publicado

2017-07-01

Dolores Romero López, ed. Retratos de traductoras en la Edad de Plata. Salamanca: Escolar y Mayo Editores, 2016.

Autores/as

  • Marta Correa Román Universidad Complutense de Madrid

Retratos de traductoras en la Edad de Plata es un volumen reivindicativo, que pretende sacar del condenado cajón del olvido un aspecto descuidado a la hora de escribir la historia de la literatura: las traducciones realizadas por mujeres. Diferentes críticos han realizado estudios acerca de las traducciones de obras extranjeras y su papel en el desarrollo de diferentes movimientos o ideologías durante un periodo determinado. En este sentido, el análisis de las traducciones de novela durante el siglo xix da buena cuenta de qué se leía en España en este período, y de las influencias extranjeras que actuaron sobre la literatura española. Cualquier acercamiento a estos estudios nos confirma lo que parece una constante: las traducciones eran realizadas en su mayoría por varones. Sin embargo, los estudios de género, que buscan analizar y desarrollar una historia objetiva de la mujer en la sociedad, nos aportan mayor información. Estudiar la labor de las traductoras nos revela aspectos literarios y culturales, pero también pone ante nuestros ojos la situación de la mujer en la sociedad y, concretamente, en el mundo laboral; así pues, se trata de una valiosa información del ámbito sociológico. El libro editado por Dolores Romero tiene entonces una doble vertiente: por una parte, completa el estudio de la cultura española de la Edad de Plata; por otra, nos desvela la situación de la mujer intelectual en esta época.

Este estudio se ha desarrollado dentro del proyecto de investigación "Escritorios electrónicos para las literaturas-2",1 a cargo de varios miembros del grupo de investigación La Otra Edad de Plata, dirigido, actualmente, por Dolores Romero. Este grupo de trabajo surgió con la finalidad de rescatar del olvido a una amplia nómina de autores denominados "raros y olvidados", y de explorar nuevos temas y géneros, tales como el esoterismo o la ciencia ficción. Todos estos estudios han sido publicados periódicamente en diferentes volúmenes, cada uno de los cuales da cuenta de diferentes aspectos culturales: cuentos cosmopolitas, literatura infantil, literatura de quiosco y un largo etcétera.2 A grandes rasgos, podemos afirmar que el objetivo de este equipo de investigadores es el de realizar una relectura del canon oficial de autores de la Edad de Plata, desempolvando otros tantos temas y creadores. Estos estudios responden a la necesidad de actualizar los estudios filológicos y aproximarlos a los enfoques que dan cuenta del contexto cultural en el que se desarrollan los movimientos artísticos y las grandes obras de arte.

La mujer constituye el gran filón del olvido cultural, puesto que su posición marginal y discriminada en la sociedad condenó a las obras firmadas con nombres femeninos al destierro del canon oficial. Tal es el caso de muchas de las mujeres que nos encontramos en este volumen casadas con importantes hombres de letras, como Zenobia Camprubí, esposa de Juan Ramón Jiménez, o María Martínez Sierra, colaboradora de muchas obras firmadas por su marido, de las que hoy muchos se preguntan si no fueron por completo obra de la autora. Por todo ello, Dolores Romero apuesta por reivindicar la figura femenina en el ámbito cultural de la Edad de Plata y dejar constancia en los estudios humanísticos del letargo crítico en el que se ha sumido a la mujer durante décadas. Atrás queda la imagen de la mujer lectora del siglo xix; estas mujeres ocupan un papel activo, pues son motores culturales: escriben, traducen y editan. Además, toda esta labor las hace madurar, les da independencia económica y les aporta la suficiente cultura como para crear su propio ideario.

Asimismo, llama la atención el término "retrato" en el título del libro. Los retratos fijan, perpetúan. Dolores Romero y su equipo se proponen revitalizar la figura de estas mujeres perfilando una imagen de su personalidad a través de su labor como traductoras y de su papel en diferentes ámbitos culturales. Este aspecto da cohesión a cada capítulo del libro. Como veremos más adelante, cada retrato se ajusta al recorrido cronológico-biográfico de la autora-traductora en cuestión. En estos itinerarios vitales se parte siempre de la educación recibida, para después explicar el papel de las traducciones tanto en su propia vida como en la sociedad de su tiempo. De tal manera que cada retrato nos permite visitar el pasado, contemplarlo como una fotografía y, al mismo tiempo, homenajear a las mujeres que decidieron llevar a cabo una labor silenciosa y silenciada, traduciendo obras extranjeras. Igualmente, podemos observar que las obras traducidas no pasan por las autoras de manera automática y mecanizada, sino que cada palabra cala hondo en su identidad e impregna el imaginario de estas mujeres que, además, cultivan otros ámbitos, como la literatura o la pedagogía.

La introducción de la editora justifica la necesidad de este volumen. En primer lugar, la historia literaria y cultural adolece de nombres femeninos y de traductores. Esta carencia se acentúa al tratarse de mujeres traductoras. En segundo lugar, la traducción es el gozne entre lo foráneo y lo propio, el motor, pues, de muchas evoluciones estéticas e ideológicas del momento. De esta suerte, el campo de estudio se amplía, se abandona el entorno de los grandes nombres, que cuentan con abundante bibliografía, en favor del estudio de nuevas formas de expresión. Cabe señalar el enorme apoyo bibliográfico con el que cuenta la introducción. Se mencionan estudios de la época y más modernos acerca del papel de la mujer en la sociedad española de fin de siglo. Igualmente, quizás inspirada por el afán comparativo que está tan en boga hoy en día, Romero evoca diversos estudios recientes sobre la traducción realizada por autoras en otros países. Todo ello conforma una plataforma sólida sobre la cual trabajar.

Ejercer el oficio de la traducción les aporta a las autoras varios beneficios, de los cuales el más directo es la retribución económica; pero incluyen también otros, de calado humanístico: al escribir con "palabras prestadas", evitan exponerse a las críticas, al tiempo que reciben el reconocimiento académico que supone llevar a cabo una actividad intelectual y cultural de semejante envergadura, puesto que implica tanto el conocimiento de lenguas extranjeras como de la propia con dominio magistral. La introducción finaliza con una exposición de la evolución de la labor de las traductoras, desde su despertar intelectual hasta su plena madurez, y la continuación de esta labor como medio de subsistencia durante el exilio, cuando la Guerra Civil las obligó a abandonar el país. Así pues, se aborda también aquí el camino de la profesionalización de la traducción como medio de vida.

Como ya hemos indicado, esta introducción es la antesala de cada uno de los nueve retratos que se presentan a continuación: Emilia Pardo Bazán, Carmen de Burgos, María Martínez Sierra, Isabel Oyarzábal de Palencia, María de Maeztu Whitney, Matilde Ras, Zenobia Camprubí y Ernestina de Champourcin. En la introducción se nos anticipan aspectos comunes que comparten las traductoras expuestas: la remuneración económica que recibieron y sus relaciones culturales, fundamentalmente. Sin embargo, no se cae en generalizaciones, por lo que para conocer los aspectos generales de las obras traducidas y de las propias autoras, debemos leer cada capítulo.

El primer retrato presentado es el de doña Emilia Pardo Bazán, la mayor de todas las autoras estudiadas en el volumen y también la única que ha vencido la amnesia y la férrea censura de la crítica tradicional. Su contacto con la literatura francesa motivó la escritura y el desarrollo de un estilo propio, a caballo entre la novela naturalista y el espiritualismo ruso. Además de novelista, Pardo Bazán ejerció de periodista (fue corresponsal en las Exposiciones Universales de París y el Jubileo del Papa, dirigió varias revistas y colaboró en un buen número de publicaciones de la época), de profesora (en 1916 consiguió ser catedrática en la Universidad Central) y de traductora. Tan solo se le resistió la entrada en la Real Academia, donde fue rechazada por el hecho de ser mujer. Ana María Freire López elabora un boceto biográfico de esta mujer que cultivó tantas parcelas de la cultura española y que abrió las puertas del Ateneo a la mujer. La vida de doña Emilia resume parte del devenir de las otras traductoras que aquí se presentan. Todas ellas recibieron una esmerada educación en la que se incluyó la enseñanza de los idiomas: fundamentalmente, francés e inglés. Algunas de ellas conocieron la lengua a través de sus padres, como es el caso de Isabel Oyarzábal de Palencia, malagueña con raíces escocesas y quien escribió casi todas sus obras en inglés. O Matilde Ras, cuya madre ya había traducido a la novelista francesa George Sand. Otras, en cambio, aprendieron nuevas lenguas a través de viajes o de estancias en otros países: María de Maeztu conoció las últimas tendencias pedagógicas en Alemania gracias a una estancia en una universidad estatal alemana, lo que le permitió conocer y traducir a los pensadores krausistas.

Igualmente, como lo indica el caso de esta última autora, son importantes los viajes realizados por estas mujeres. La gran mayoría cuenta con un buen número de países visitados, tanto por motivos profesionales como familiares. Se trata de una muestra más del interés de estas autoras por conocer nuevos mundos, nuevas lenguas y, por supuesto, nuevas culturas. Por otro lado, el conocimiento de una cultura extranjera y de la cultura española permite realizar traducciones que podríamos considerar no canónicas. Es lo que muestra Gracia Navas Quintana, encargada de dibujar el devenir de Isabel Oyarzábal de Palencia: nos presenta a una traductora que rompe la fidelidad textual en favor del acercamiento cultural al contenido. Una intención similar parece estar latente en las traducciones de Mari Luz Morales, definida por Carmen Server como mediadora cultural, ya que realiza trasvases de información diluida del texto original al traducido, y no duda en transmitir hechos, sentimientos o sensaciones en detrimento de la traducción literal. Esto implica un alto grado de dominio no solo de la lengua, sino de la cultura de dos civilizaciones que pueden ser opuestas. A propósito de esta libertad lingüística, cabe señalar la importancia del aspecto editorial: no se traduce igual por inquietud intelectual que por retribución económica. María Jesús Fraga reconoce que no se sabe si Matilde Ras cobró o no por sus traducciones, pero la plena libertad con la que esta autora tradujo determinados cuentos infantiles hace pensar que llevaba a cabo esta labor de manera altruista. En cambio, Carmen de Burgos trabajó como traductora para diferentes editoriales (Viuda de Rodríguez Serra, Sampere, Maucci o Araluce son algunos ejemplos), y debió satisfacer en cada una de ellas las exigencias requeridas.

En cualquier caso, la traducción supone una válvula de escape al letargo cultural al que estaban condenadas las mujeres. Sin embargo, esta aparente felicidad de las traductoras se diluye, incluso desparece, con el exilio. Es el caso de María Martínez Sierra, que conforma ese retrato tan difícil de elaborar, debido a la dificultad para separar sus propias obras de las de su marido. Juan Aguilera Sastre nos esboza a una mujer, maestra, dramaturga, novelista y periodista que fue toda una pionera en los ambientes teatrales de Madrid, pues se atrevió a dirigir y a llevar al escenario incluso piezas musicales. Martínez Sierra tradujo del francés, del inglés, del alemán, del italiano y del ruso, y jamás negó que esta labor satisfacía tres intereses: económico, profesional (tanto ella como su marido establecían contactos y se daban a conocer en este ámbito editorial) y artístico, puesto que todas las traducciones realizadas por el matrimonio o por la propia María en solitario -poesía simbolista, obras decadentistas, dramas nórdicos- son fruto de su estética e ideales. Las traducciones de las obras de teatro realizadas por esta mujer gozaron de gran éxito en el teatro Eslava de Madrid, para el cual adaptó un amplio repertorio: tradujo a Shakespeare, Ibsen y Maeterlinck, entre otros. Sin embargo, el verdadero drama de María no fue quedar ensombrecida por la figura de su marido, sino que, tras la muerte de este y en el exilio, debe traducir para sobrevivir y esta tarea se torna una labor tediosa más que placentera.

Muchas obras traducidas reflejan la fuerte personalidad de estas mujeres. Una buena muestra de ello es Isabel Oyarzábal, cuya autobiografía, escrita en inglés, I Must Have Liberty, desde su título nos desvela el carácter que poseía esta mujer. En efecto, entre sus traducciones, además de obras clásicas, se incluyen ensayos sobre sexualidad y antropología, lo cual da muestra de su mentalidad moderna. Asimismo, ejerció de traductora para organismos internacionales, como la Organización Internacional del Trabajo, y para políticos, puesto que formó parte del Partido Laborista británico; todo ello nos confirma que el perfil cultural y social de esta mujer era anómalo en su época, puesto que defiende con palabras y obras su libertad femenina.

Esta libertad parecía ahogada en España; de hecho, Zenobia Camprubí la descubre al viajar a Nueva York. De nuevo, estamos ante una figura eclipsada por su marido: la crítica solamente se ha interesado por la Zenobia auxiliar de Juan Ramón. Sin embargo, Emilia Cortés Ibáñez esboza los rasgos de una rica personalidad, que nada tiene que envidiar al bagaje cultural de su esposo. Su especialidad fueron las traducciones de Tagore, cuya repercusión en España fue enorme y que le costaron la enemistad con el matrimonio Martínez Sierra. Igualmente se atrevió a traducir, ya en el exilio, Platero y yo, e incluso, colaboró en diversas traducciones (William Blake o D. H. Lawrence) con su marido.

El último retrato presentado es el de Ernestina de Champourcin, elaborado por Julio César Santoyo. Se trata de la única poeta que ha sobrevivido a la amnesia selectiva de quienes se encargaron de redactar la nómina del llamado Grupo poético del 27. Sin embargo, pese a haber vencido el escollo del olvido (en las últimas ediciones escolares se incluye su nombre en los manuales de bachillerato), ha sido obviada la Ernestina traductora, que no colabora activamente en este oficio sino hasta 1941, cuando puede publicar gracias al Fondo de Cultura Económica. Igualmente, cabe señalar que fue intérprete de la Unesco.

La pieza que concluye este estudio es el índice de traducciones al que nos hemos referido al comienzo de esta reseña. En ella se muestran las traducciones realizadas por las autoras estudiadas en este volumen desde 1868 hasta 1939. La tabla se ordena por orden alfabético según el apellido del autor traducido, e incluye información sobre la fecha, la ciudad, la editorial y, por supuesto, la traductora que llevó a cabo esta labor. En el caso de las obras de teatro, se incluyen los datos de la ciudad y el teatro en el que se estrenaron dichas piezas. El gran rigor con el que ha sido elaborada esta tabla se refleja en el empleo del catálogo de la Biblioteca Nacional de España a la hora de citar, fechar y nombrar, lo cual facilita la labor de cualquier investigador que quiera continuar en el sendero iniciado por este volumen.

En definitiva, esta obra supone el punto de partida de nuevas investigaciones, necesarias para la elaboración de una panorámica completa sobre una época de incalculable valor cultural en la historia de España. La nómina aquí presentada debe ampliarse para conocer verdaderamente el alcance de la profesión de la traducción en la emancipación económica y cultural de la mujer. Asimismo, merece la pena estudiar monográficamente a estas autoras, reducidas por la crítica a meras ayudantes de sus maridos. Se trata de mujeres polifacéticas, que consiguen incluirse en el mundo cultural del país y situarse a la vanguardia de las innovaciones literarias y profesionales de Europa; por tanto, desde los diferentes ámbitos de las humanidades y de las ciencias sociales, merece la pena el estudio de sus legados para poder reconstruir de manera fidedigna este capítulo de la Edad de Plata de la cultura española.

Dicho proyecto es financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad. Referencia FFI2021-34666.
Pese a su juventud, el grupo de investigación Loep ha logrado publicar una amplia nómina de títulos. Para mayor información remito a la página web donde se puede localizar cada uno de ellos: http://www.ucm.es/loep

Cómo citar

APA

Correa Román, M. (2017). Dolores Romero López, ed. Retratos de traductoras en la Edad de Plata. Salamanca: Escolar y Mayo Editores, 2016. Literatura: teoría, historia, crítica, 19(2), 389–395. https://doi.org/10.15446/lthc.v19n2.63906

ACM

[1]
Correa Román, M. 2017. Dolores Romero López, ed. Retratos de traductoras en la Edad de Plata. Salamanca: Escolar y Mayo Editores, 2016. Literatura: teoría, historia, crítica. 19, 2 (jul. 2017), 389–395. DOI:https://doi.org/10.15446/lthc.v19n2.63906.

ACS

(1)
Correa Román, M. Dolores Romero López, ed. Retratos de traductoras en la Edad de Plata. Salamanca: Escolar y Mayo Editores, 2016. Lit. Teor. Hist. Crít. 2017, 19, 389-395.

ABNT

CORREA ROMÁN, M. Dolores Romero López, ed. Retratos de traductoras en la Edad de Plata. Salamanca: Escolar y Mayo Editores, 2016. Literatura: teoría, historia, crítica, [S. l.], v. 19, n. 2, p. 389–395, 2017. DOI: 10.15446/lthc.v19n2.63906. Disponível em: https://revistas.unal.edu.co/index.php/lthc/article/view/63906. Acesso em: 20 abr. 2024.

Chicago

Correa Román, Marta. 2017. « 2016». Literatura: Teoría, Historia, crítica 19 (2):389-95. https://doi.org/10.15446/lthc.v19n2.63906.

Harvard

Correa Román, M. (2017) « 2016»., Literatura: teoría, historia, crítica, 19(2), pp. 389–395. doi: 10.15446/lthc.v19n2.63906.

IEEE

[1]
M. Correa Román, « 2016»., Lit. Teor. Hist. Crít., vol. 19, n.º 2, pp. 389–395, jul. 2017.

MLA

Correa Román, M. « 2016». Literatura: teoría, historia, crítica, vol. 19, n.º 2, julio de 2017, pp. 389-95, doi:10.15446/lthc.v19n2.63906.

Turabian

Correa Román, Marta. « 2016». Literatura: teoría, historia, crítica 19, no. 2 (julio 1, 2017): 389–395. Accedido abril 20, 2024. https://revistas.unal.edu.co/index.php/lthc/article/view/63906.

Vancouver

1.
Correa Román M. Dolores Romero López, ed. Retratos de traductoras en la Edad de Plata. Salamanca: Escolar y Mayo Editores, 2016. Lit. Teor. Hist. Crít. [Internet]. 1 de julio de 2017 [citado 20 de abril de 2024];19(2):389-95. Disponible en: https://revistas.unal.edu.co/index.php/lthc/article/view/63906

Descargar cita

CrossRef Cited-by

CrossRef citations0

Dimensions

PlumX

Visitas a la página del resumen del artículo

273

Descargas

Los datos de descargas todavía no están disponibles.