Publicado

2018-01-01

Pacheco, Carlos. La comarca oral revisitada. Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 2016, 372 págs.

Autores/as

  • Óscar Yesid Zabala Sandoval Universidad Nacional de Colombia

Hace veinticinco años, Carlos Pacheco publicó su tesis doctoral titulada La comarca oral: la ficcionalización de la oralidad cultural en la narrativa latinoamericana contemporánea (1992). Desde ese momento, el trabajo del profesor venezolano recorrió los ámbitos académicos de Latinoamérica y logró convertirse en un referente en los estudios sobre oralidad, por lo cual no solo fue reconocido internacionalmente, sino que también logró agotar el tiraje de esta primera edición. Podría decirse que este recorrido favorable del profesor Pacheco se vio culminado con la elaboración de una segunda edición revisada y ampliada de esta investigación inicial. Esta nueva visita a la comarca oral constituye tanto una actualización, como una revisión del interés del autor por el lugar de los procesos de transculturación de las culturas orales en el continente latinoamericano.

Para lograr esto, el profesor Pacheco divide su libro en dos partes: la primera corresponde a su tesis doctoral; la segunda está conformada por una serie de conferencias alrededor de las mismas preocupaciones, y un capítulo final en el cual se reflexiona sobre el lugar de los estudios sobre oralidad en los contextos actuales suscitados por las nuevas tecnologías de la comunicación. Desde una visión general, las dos partes giran alrededor de la obra de cuatro novelistas latinoamericanos del siglo XX: José María Arguedas, Juan Rulfo, Joâo Guimarâes Rosa y Augusto Roa Bastos; sin embargo, también hay reflexiones de carácter general sobre las culturas orales desde la perspectiva de los estudios literarios y la obra crítica de Antonio Cornejo Polar. De esta forma, el autor logra ofrecerle al lector sus reflexiones iniciales sobre estos escritores y la manera en que estas evolucionaron posteriormente, así como hacer un llamado de atención sobre la importancia de la oralidad en los estudios literarios de América Latina.

En diálogo con lo propuesto por Ángel Rama en Transculturación narrativa y Walter Ong en Oralidad y escritura, Pacheco parte del presupuesto de la oposición entre unas formas populares, caracterizadas por la oralidad, y unas formas hegemónicas, letradas, manifestadas por medio de la escritura (268). Bajo esta perspectiva, la sociedad latinoamericana surge como consecuencia de un choque entre las culturas orales, propias de los pueblos indígenas, y la escrita traída por los españoles durante los procesos de conquista. Por este motivo, resulta tan significativo para el autor el "diálogo de Cajamarca", recogido por Guamán Poma de Ayala en su Primer nueva corónica y buen gobierno, pues logra significar el origen del desencuentro, del "choque civilizatorio" que marcaría el desarrollo histórico-cultural de lo que hoy en día se reconoce como Latinoamérica (26).

Ahora bien, es necesario señalar que, desde la perspectiva del autor, estas culturas orales subsisten aún en la actualidad, por lo que constituyen una cultura "otra" que ha producido incesantemente textos con un alto valor estético. De este modo, Pacheco es enfático al afirmar que la oralidad no se trata de la utilización privilegiada de un modo verbal de comunicación, causado por la carencia o el retraso de estas culturas, lo que denomina como un "prejuicio letrado característico del etnocentrismo occidental", sino que se debe tratar como una "auténtica economía cultural" (43). Este concepto, recurrente a lo largo de todo el libro, es definido por el profesor venezolano como "[e]l desarrollo de peculiares procesos de conocimiento, concepciones del mundo, sistema de valores, formas de relación con la comunidad, con la naturaleza, con lo sagrado, usos particulares del lenguaje, nociones de tiempo y espacio y, por supuesto, de ciertos productos culturales con características específicas" (54).

Con este concepto el autor busca mostrar que la preeminencia de un modo de expresión verbal implica la existencia de formas de pensamiento particulares de cada uno. Por ejemplo, mientras las culturas orales presentan una afinidad con un pensamiento de índole mítico y mágico, las escritas, lo hacen con uno de características racionales.

Por lo anterior, los análisis de Pacheco sobrepasan la simple oposición entre dos modos de expresión y se sitúan en el conflicto sociocultural generado por las economías orales y escritas en Latinoamérica. De esta forma, el lector no encontrará en el libro una idealización de la oralidad y un rechazo a las culturas letradas; por el contrario, desde el primer capítulo, el autor se muestra muy crítico respecto a aquellas posturas que comprenden la escritura como una degradación o alejamiento de una verdad original. Sin duda, esto representa uno de los grandes aciertos del acercamiento propuesto. En este sentido, resulta importante la reconstrucción histórica de los estudios sobre oralidad que se realiza en el primer capítulo, en especial la del debate entre Derrida, en De la gramatología (1967), y Lévi-Strauss, en Tristes trópicos (1955). Según explica Pacheco, ante la idea de este último de que la escritura poseía una violencia intrínseca, aquel señala que esta sería una consecuencia del lenguaje mismo, por lo que critica la afinidad del antropólogo francés con la teoría del "buen salvaje" de Rousseau.

Lo anterior puede apreciarse en el caso relatado por Pacheco sobre la etnia desana que corresponde a los habitantes del Amazonas. Este ejemplo se trae a colación en los capítulos finales de las dos partes, lo que demuestra la importancia que tiene para el autor, además permite ver su posición frente a estas culturas orales. Así, se relata la forma como Tolamán Kenhíri, ante la inminente pérdida de los conocimientos de su tribu, buscó en la escritura "un instrumento adecuado para [...] preservar aquel tesoro de sabiduría e identidad" (207). Lejos de censurar el medio utilizado por el joven indígena, el profesor venezolano lo celebra y lo coloca como un "modelo de transculturación ideal" (209). En esta medida, el autor rechaza cualquier tipo de valoración moral que lleve a preferir una economía cultural, por lo cual las reconoce simplemente como modos diferentes de relacionarse con el mundo. Con esta postura, el autor busca sobre todo impulsar un acercamiento más crítico en favor de una mejor comprensión disciplinar de su objeto de estudio.

Sin embargo, todo esto no es el punto fuerte del libro del profesor Pacheco. En los capítulos intermedios, se dedica a explicar la manera como los cuatro escritores (Rulfo, Guimarães, Roa y Arguedas) realizan un proceso similar de transculturación de las "comarcas orales" en las que se desarrollan. Para lograrlo, el autor acierta en establecer los lazos generales que unen a estos escritores en el segundo capítulo de la primera parte. Así, acoge la división que hace Arguedas de los escritores latinoamericanos del siglo XX en "cortázares" o escritores urbanos, profesionales, y los "rulfianos" o escritores no profesionales, rurales. Entre estos últimos, se encuentran los cuatro escritores ya mencionados y Gabriel García Márquez; mientras que, entre los primeros, además de Cortázar, se ubican otros como Carlos Fuentes, Alejo Carpentier, José Lezama Lima, Mario Vargas Llosa, etc. Como indican sus categorías, los escritores profesionales se caracterizaron por vivir de su escritura; los otros, poseían un oficio alterno.

Resulta necesario aclarar que esta división no tiene el objetivo de afirmar la existencia de estas categorías en el campo literario latinoamericano. Por el contrario, el autor busca mostrar que, para un autor como Arguedas, era evidente la existencia de un grupo de escritores, un equipo intelectual, con preocupaciones parecidas y que, además, utilizaban recursos técnicos similares. Sobrepasando las reflexiones del escritor peruano, Pacheco llama la atención sobre la manera en que este grupo logró coordinarse sin nunca tener un contacto directo. Así, señala que, a pesar de las distancias geográficas, las obras de estos escritores son "uno de los más elocuentes puntos de engarce y también de colisión entre lo que [...] podría designarse como las concepciones y las prácticas de las culturas hegemónicas [...] y las de culturas subordinadas" (80). Con el objetivo de justificar esta preocupación común, el profesor venezolano utiliza el concepto de regiones "sui géneris, sin contigüidad espacial" acuñado por Cornejo Polar. Estas consisten en zonas "dispersas en el continente, pero vinculadas por el parentesco de sus bases históricas, de sus estructuras sociales [...] de su tipo de composición etnocultural o de su dinámica de relación con otras regiones" (89).

Fuera de esto, en el capítulo segundo, Pacheco identifica una serie de características comunes a estos cuatro escritores. La primera de ellas consiste en que todos ellos crecieron en un ambiente en el que predominaba una economía oral: Rulfo en el alto Jalisco, escuchando las historias contadas por su tío; Guimarães en el Serton brasilero; Roa, inmerso en la constante diglosia del español-guaraní, y Arguedas, entre indígenas peruanos que servían a su madrastra. Sin embargo, esto no se reduce solamente a un dato biográfico. Como señala el autor, estos narradores fueron conscientes de la importante influencia de estas experiencias en su práctica literaria, lo que los llevó a "aproximarse a estas culturas con marcado respeto y aprecio por sus valores intrínsecos" (82).

Por otro lado, este equipo intelectual comparte estrategias narrativas, temas y modalidades de construcción de personajes y de sus discursos. Así, por ejemplo, podemos ver el uso del monodiálogo, concepto acuñado por Rama para explicar una transgresión a la forma clásica del diálogo, que consiste en que uno de los participantes se suprime del texto, aunque sigue actuando de forma activa en la estructura del relato. Si bien Pacheco analiza esto sobre todo en la obra de Guimarães, Gran sertón: Veredas, en el capítulo cuarto de la primera parte, reconoce además que Rulfo, en Pedro Páramo y en cuentos como "El hombre" o "Luvina", y Roa, en la segunda edición de Hijo de hombre, utilizan recurrentemente este recurso. Según el autor, esta técnica, al enfocarse en personajes que representan la cultura oral, les permitió a los escritores poner de relieve esa otredad. De esta forma, estos textos imponen al lector "urbano, letrado y occidentalizado [...] la exigencia de abrirse a lo otro a la diferencia de lo evocado por el texto" (129). El profesor venezolano acierta en poner como gran ejemplo la novela del brasileño, puesto que, en ella, el monodiálogo es la técnica que estructura el texto. En este, Riobaldo -el sertanero- es entrevistado por un etnógrafo quien, sin embargo, nunca aparece en la obra más que por las marcas textuales en el discurso de aquel. Como apunta el autor, Guimarães no solo busca centrar toda la atención en la voz del otro, sino que también intenta representar la incomunicación con el representante de la cultura letrada.

Otro aspecto en común consiste en la búsqueda de un "efecto de oralidad" en sus narraciones; es decir, los escritores se esfuerzan para que sus textos se sientan como si se estuvieran escuchando, no leyendo. Sin embargo, el esfuerzo por ficcionalizar sus comarcas orales no consiste en la copia de sus formas de hablar, sino en la creación de "un discurso altamente elaborado con el fin, precisamente de evocar en el lector/oyente una impresión de oralidad" (94-95). Para analizar este caso, Pacheco elige la obra de Rulfo, a quien le dedica el tercer capítulo y el noveno, pues en su obra encuentra una minuciosa construcción de un lenguaje de características orales. Apoyado en recursos tales como la aliteración, Rulfo logra construir un lenguaje escrito altamente oralizado, a partir del cual genera en el lector un extrañamiento, producto de su enfrentamiento con la ficcionalización de una cultura ajena. Según el autor, esto le permite a Rulfo representar, entre otras cosas, el choque entre los campesinos jaliscienses y los representantes letrados. Esto puede apreciarse en la decepción del maestro que va a Luvina, en el cuento epónimo; en la incomunicación entre el representante del gobierno y los campesinos en "Nos han dado la tierra", y en la satirización de la figura del gobernador por parte del pueblo en "El día del derrumbe".

Ahora bien, según Pacheco, el carácter transculturador compartido por los textos de estos escritores está puesto, sobre todo, en que la ficcionalización de sus comarcas se produce en formas netamente occidentales y modernas: el cuento y la novela. En otras palabras, las culturas orales sufren un proceso transculturador en cuanto estos narradores las interiorizan y las ponen en formas propias de la cultura letrada. Precisamente, esto es una muestra del "carácter heterogéneo" que el autor reclama para estas obras (86). Apoyado de este otro concepto de Cornejo Polar, el profesor venezolano logra mostrar cómo en estas ficciones se ponen en tensión dos sistemas socioculturales diversos.

Al igual que las anteriores estrategias, Pacheco aprovecha la obra de Roa, en particular El trueno entre las hojas, Hijo de hombre y Yo, el supremo, para profundizar en este aspecto. Así, en los capítulos V y X, el autor parte del análisis de las obras del escritor paraguayo, en las cuales se marca de forma pronunciada el carácter heterogéneo de dos universos culturales: el guaraní y el hispanocristiano. Según el profesor venezolano, el narrador se apropia de ciertos elementos de esta cultura oral, entre la que destaca una concepción de la muerte como "moriencia"; es decir, la consciencia de la muerte permite concebir el "ideal de vida como misión" (178). Esto lleva a los personajes a adoptar objetivos poco realizables como, por ejemplo, la del dictador en Yo, el supremo. Precisamente, este personaje busca la creación de un lenguaje oral que sustituya la escritura, que ha degradado a la sociedad. De la misma forma que con Rulfo y Guimarães, Pacheco logra mostrar cómo en el centro de la obra del narrador paraguayo se encuentra el conflicto entre la ciudad letrada y la comarca oral, lo que se muestra en la configuración de personajes escindidos y tensionados entre las dos culturas: El Supremo que combate la escritura desde la misma escritura y el protagonista de Hijo de hombre, quien no puede comunicarse con los habitantes de su pueblo natal, luego de abandonarlo para vivir en Asunción.

En este orden de ideas, en el capítulo xi dedicado a Alfredo Armas Alfonso, Pacheco busca confirmar con éxito la extensión de sus hipótesis al escritor venezolano. Podría afirmarse que, con la inclusión de este escritor, se completa el equipo intelectual analizado por el autor. En la búsqueda de agruparlos en una categoría, propone la utilización del término "neo-rregionalistas", aunque advierte que este término ya había sido usado en la historiografía literaria para nombrar otro fenómeno (89). Sin embargo, el profesor venezolano insiste en que estos escritores realizan una superación del regionalismo decimonónico, en tanto que ya no se busca describir lo rural desde lo folclórico bajo los prejuicios letrados.

De esta forma, Pacheco sostiene que la obra de estos transculturadores constituye realmente una neoculturación positiva y creativa, verdaderos puentes para la comprensión de esa otredad que son estas culturas orales. En palabras del autor, "[p]odría decirse que el rasgo común a todos los miembros de este equipo intelectual es la comprensión de la literatura como una misión de vida de carácter utópico que [...] representa también la única esperanza de salida para el dilema de su dualidad cultural" (217).

Si bien estos análisis constituyen el grueso del libro de Pacheco, no hay que olvidar que, en los capítulos restantes, el lector puede percibir una preocupación por el lugar de la oralidad en los estudios literarios. De esta forma, el autor propone la necesidad de construir una metodología que supere el prejuicio letrado de concebir la literatura solamente como un fenómeno escrito. Este problema es mayor en el territorio latinoamericano ante la constatación de una fuerte y constante producción de textos orales importantes y ante la extendida existencia de culturas orales. Frente a esto, el profesor venezolano llama la atención sobre la necesidad de superar el dualismo oralidad/escritura, aún más en un presente en el cual la tercera gran revolución comunicacional plantea retos que deben ser afrontados.

Sin lugar a dudas, la actualidad de las reflexiones de Pacheco reside precisamente en esta preocupación por el futuro inmediato de los estudios literarios. De esta forma, tanto para el lector especializado como para el que se inicia en estos temas, este libro ofrece un panorama bastante completo de la tensión problemática entre oralidad y escritura en el continente latinoamericano. Además, por lo menos en el ámbito colombiano, complementa y dialoga con la creciente preocupación por las producciones de carácter oral que aún subsisten en nuestro país, la cual se hace patente con las investigaciones recientemente publicadas por el profesor Adrián Freja. Estas páginas son un aporte valioso a las disciplinas preocupadas por los fenómenos culturales latinoamericanos, aunque, por desgracia, Carlos Pacheco no alcanzó a ver esta edición terminada.

Cómo citar

APA

Zabala Sandoval, Óscar Y. (2018). Pacheco, Carlos. La comarca oral revisitada. Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 2016, 372 págs. Literatura: teoría, historia, crítica, 20(1), 261–267. https://doi.org/10.15446/lthc.v20n1.67793

ACM

[1]
Zabala Sandoval, Óscar Y. 2018. Pacheco, Carlos. La comarca oral revisitada. Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 2016, 372 págs. Literatura: teoría, historia, crítica. 20, 1 (ene. 2018), 261–267. DOI:https://doi.org/10.15446/lthc.v20n1.67793.

ACS

(1)
Zabala Sandoval, Óscar Y. Pacheco, Carlos. La comarca oral revisitada. Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 2016, 372 págs. Lit. Teor. Hist. Crít. 2018, 20, 261-267.

ABNT

ZABALA SANDOVAL, Óscar Y. Pacheco, Carlos. La comarca oral revisitada. Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 2016, 372 págs. Literatura: teoría, historia, crítica, [S. l.], v. 20, n. 1, p. 261–267, 2018. DOI: 10.15446/lthc.v20n1.67793. Disponível em: https://revistas.unal.edu.co/index.php/lthc/article/view/67793. Acesso em: 24 abr. 2024.

Chicago

Zabala Sandoval, Óscar Yesid. 2018. « 372 págs». Literatura: Teoría, Historia, crítica 20 (1):261-67. https://doi.org/10.15446/lthc.v20n1.67793.

Harvard

Zabala Sandoval, Óscar Y. (2018) « 372 págs»., Literatura: teoría, historia, crítica, 20(1), pp. 261–267. doi: 10.15446/lthc.v20n1.67793.

IEEE

[1]
Óscar Y. Zabala Sandoval, « 372 págs»., Lit. Teor. Hist. Crít., vol. 20, n.º 1, pp. 261–267, ene. 2018.

MLA

Zabala Sandoval, Óscar Y. « 372 págs». Literatura: teoría, historia, crítica, vol. 20, n.º 1, enero de 2018, pp. 261-7, doi:10.15446/lthc.v20n1.67793.

Turabian

Zabala Sandoval, Óscar Yesid. « 372 págs». Literatura: teoría, historia, crítica 20, no. 1 (enero 1, 2018): 261–267. Accedido abril 24, 2024. https://revistas.unal.edu.co/index.php/lthc/article/view/67793.

Vancouver

1.
Zabala Sandoval Óscar Y. Pacheco, Carlos. La comarca oral revisitada. Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 2016, 372 págs. Lit. Teor. Hist. Crít. [Internet]. 1 de enero de 2018 [citado 24 de abril de 2024];20(1):261-7. Disponible en: https://revistas.unal.edu.co/index.php/lthc/article/view/67793

Descargar cita

CrossRef Cited-by

CrossRef citations0

Dimensions

PlumX

Visitas a la página del resumen del artículo

318

Descargas

Los datos de descargas todavía no están disponibles.