Morfología esquelética humana desde la evolución. Una perspectiva de la identificación en esqueletos óseos

Más atrás de la época de los cazadores recolectores y de acuerdo a la teoría Darwiniana, se aplican diferentes características morfológicas para el reconocimiento de las diferentes especies animales y vegetales. El dimorfismo de los esqueletos óseos de hace más de 5 millones de años soporta la teoría de que el hombre proviene a partir de un ancestro común; aquellos factores externos dependientes del medio en que se nace, crece y se reproduce faculta a la biología de los diferentes organismos a modificar su fenotipo asociado al resultado de la adaptación de los seres vivos. Esta adaptación conlleva un proceso de por lo menos más de un millón de años; de acuerdo a esto, la necesidad de identificarnos hace parte del contexto que conforma las diferentes sociedades por diferencia de sexos, rangos, jerarquía, que en conjunto determinan evolución. Desde el advenimiento de la bioarqueología, se escribe la cultura de sociedades antiguas en la época de la preconquista española en Latinoamérica. Darle renacimiento a la historia requiere del contexto funerario y el estudio de restos óseos, comenzando allí y a partir de donde se crea la disciplina de la antropología y los diferentes métodos observacionales y métricos para establecer la diferenciación de poblaciones y dar parámetros de identidad en relación al sexo y la edad.