Tranquila, no se preocupe…

Hacia el mes de marzo de 1982,' después de una reunión social, sentí dolor abdominal, y tuve vómito y diarrea. Tal dolor fue atribuido fácilmente a una ami- biasis. Consulté telefónicamente al médico, quien por los síntomas me formuló las drogas recomendadas en estos casos. El malestar general se prolongó durante toda la noche, impidiéndome asistir al trabajo al día siguiente.
Mi opinión, en cuanto a la causa de este trastorno, fue confirmada posteriormente por el médico, lo cual me tranquilizó. Sin embargo durante el resto del año 1982 presenté tres crisis semejantes que, como era lógico, atribuía a las amibas. Mi estado de salud en general era bueno, aunque no óptimo, por cuanto continuamente tenía diarrea y dolores abdominales.
Un año después presenté otra crisis con los mismos signos y síntomas, ante la cual resolví automedicarme. Estaba segura de que continuaba la amibiasis, y según mi criterio, no tenía necesidad de visitar al médico, pues creí que él confirmaría el diagnóstico y ordenaría el mismo tratamiento que, de por sí, es desagradable.