Melloni, Javier. Hacia un tiempo de síntesis.

Melloni, Javier. Hacia un tiempo de síntesis. Barcelona: Fragmenta, 2011. 272 pp.

 https://doi.org/10.15446/ideasyvalores.v65n2Supl.55156

Melloni, Javier. Hacia un tiempo de síntesis. Barcelona: Fragmenta, 2011. 272 pp.

 En su libro Hacia un tiempo de síntesis, el autor español, antropólogo, teólogo y fe­nomenólogo de la religión Javier Melloni reúne reflexiones que ha venido formu­lando en ponencias y artículos publicados entre los años 2002 y 2010. Algunas de las partes del libro han sido escritas con el propósito de dar mayor unidad e ilación a esos artículos aparecidos en diferentes publicaciones. Las reflexiones conteni­das en ellos están anudadas en torno al fenómeno que se ha llamado “el retorno de lo sagrado”, cuyos rasgos más carac­terísticos son un resurgimiento de lo espiritual que manifiesta un renovado anhelo de trascendencia y el encuentro de y diálogo entre diversas tradiciones culturales y religiosas. Para el autor, este retorno de lo sagrado y su concomitante pluralismo cultural y religioso plantean un importante reto:

 que este resurgimiento integre las aportaciones de las generaciones pre­cedentes, tanto de las más antiguas que pertenecieron a la primera inocencia como de las más recientes que aportaron una actitud crítica respecto a las religio­nes. De aquí que se pueda esperar un tiempo nuevo en el que visiones que hasta el presente han competido entre sí descu­bran que se necesitan mutuamente. (14)

 Entonces el reto es también una muy valiosa oportunidad de alcanzar una síntesis que recoja de manera fructífera la riqueza de esas diferentes tradiciones religiosas y de sus cosmovisiones; que nos permita salir de nuestros cerrados y bien resguardados nichos, y reconocer que se puede ver al hombre y su relación con Dios y con el mundo de otras ma­neras; en la que se integren sus intentos de resolver inquietudes comunes y sus maneras de perseguir los objetivos y cum­plir los anhelos que ellas comparten, de manera que ello nos ayude a hacerlo más cabalmente.

Aquí ya sale a la luz un importante presupuesto que podemos calificar de “universalista” en la manera como Javier Melloni recomienda asumir el reto de dar pasos hacia un tiempo de síntesis de diversas tradiciones religiosas y espiri­tuales. De acuerdo con este presupuesto, todas las religiones serían maneras dife­rentes de acceder a una única realidad a la que pertenecemos todos (cf.170), todas son caminos, con sus diferencias, que conducen a un despertar progresi­vo de la conciencia hacia ese Todo del que hacemos parte (cf.56), todas son perspectivas distintas de esa Realidad última, del Absoluto, de Dios (cf.62) (y aquí cabe preguntar si en todas Dios se identifica con esa Realidad o Todo). En concordancia con esto, las religiones se conciben como medios para perseguir el mismo fin, que es un descentramiento del yo personal y comunitario, una li­beración de la tiranía del egocentrismo que permita tomar conciencia de la per­tenencia a esa Realidad última, común, y tener acceso a ella (cf.47-48); todas las religiones son caminos en los que nos descentramos para llegar al mismo Centro (cf.54). Resaltar este presupuesto universalista probablemente sea también destacar una obviedad, a saber, que el pluralismo y la síntesis entre diferentes tradiciones y perspectivas se conciben desde una perspectiva particular acerca de las religiones, su diversidad y aque­llo que sería común a ellas. Pero, ¿acaso podría ser de otra manera?

El reto de acometer la mencionada tarea de síntesis, advierte con claridad Melloni, nos confronta con serias di­ficultades, entre ellas las que se suelen interponer cuando tratamos de abrirnos a lo diferente y de dar pasos a algo aún desconocido. Así pues, esta síntesis exige de nosotros una cierta madurez, que es ardua de alcanzar, en nuestra manera de relacionarnos con lo propio y con lo extraño, una actitud de apertura que nos permita salir del refugio en nosotros mis­mos y en nuestras identidades culturales cerradas y blindadas, para acoger al otro sin perder lo que somos. En la primera parte del libro, el énfasis se centra en esta apertura que se requiere para em­prender la tarea de síntesis y en lo que la dificulta. En ella, Melloni distingue tres etapas en nuestro encuentro con la alte­ridad, que reflejan tres actitudes frente al otro: la etapa tribal-aislacionista, la imperialista-expansionista y la pluralista. En la primera, se busca la afirmación de uno mismo y sus convicciones, negando o ignorando al otro y las suyas; el otro ni siquiera es considerado humano. En la segunda, el otro se reconoce como al­guien que puede albergar la verdad, pero esa verdad tiene que ser la propia, que es la única; se trata de absorber al otro, forzándolo a ser y a pensar como uno. En la tercera etapa, el otro no es negado ni absorbido, sino reconocido como alguien que vive y piensa de manera diferente, y se tiene la actitud de dejarse interpelar y fecundar por esas diferencias. Hay, en­tonces, un momento de maduración que ha de alcanzarse para lograr la actitud de apertura, que a su vez se necesita para enfrentar adecuadamente el reto de la síntesis y el pluralismo. Melloni afirma que las religiones y las tradiciones mís­ticas y espirituales pueden contribuir a asumir el reto

porque si bien son generadoras de identidades, también ayudan a trascender la referencia egoica hacia la conciencia de un todo más amplio y universal. […] La verdadera experiencia religiosa empuja [al ser humano] a dar pasos sin miedo a perderse en un horizonte que aún no conoce y lo libera de la autorreferencia. Esta superación permite beber de unas fuentes más amplias y más profundas que únicamente las de la propia tradi­ción […]. (32-33)

En la segunda parte del libro, se discu­ten con detenimiento varios ejemplos de cómo se puede complementar con otras la propia manera de ver la existencia y de ser-en-el-mundo, de cómo el encuentro con el otro puede llegar a ser una ocasión de aprender de y dejarse fecundar por las diferencias con él. Los ejemplos ilustran lo que requeriría y podría ser el andar hacia un tiempo de síntesis.

En el primer capítulo de la segunda parte, se trata el caso del encuentro en­tre Oriente y Occidente, y se presenta lo que puede parecer, a primera vista, una oposición irreconciliable, como una complementación. Ello se lleva a cabo por medio de siete pares de rasgos que se intersectan y superponen unos a otros, los primeros en cada par característicos de Occidente y los segundos de Oriente: búsqueda de superación y transforma­ción frente a búsqueda de aceptación y transformación interior, actitud ante el tiempo centrada en el futuro frente a una centrada en el presente, principio de personalización y de alteridad contra principio de oceanización y mismidad, razón analítica y principio de no-contra­dicción frente a razón simbólica ambigua y paradójica, actividad contra no-acción, vía positiva (según la afirmación) frente vía negativa (más allá de la afirmación), plenitud contra vacuidad.

En los siguientes capítulos de esta parte se exponen y examinan dos con­tribuciones de Oriente cada vez más presentes en Occidente: el yoga y la prác­tica budista, haciendo especial énfasis en el zen. En ellos se advierte sobre y se ilustra la importancia de situar es­tos aportes en su contexto original, de modo que no pierdan su significación y fuerza primigenias. Estos capítulos per­miten comprender mejor lo dicho acerca de algunos de los siete pares de rasgos presentados en el capítulo anterior. En el último capítulo de la segunda parte se discute sobre el difuso y ecléctico fenó­meno denominado “New Age”, como una peculiar manera de responder al encuen­tro de tradiciones culturales y religiosas. Se trata, como lo aclara su autor, del es­bozo de unas primeras reflexiones sobre cómo en este fenómeno de la Nueva Era se realizan intentos, también incipientes, de abrirse a interpelaciones provenientes de otras culturas (tales como la búsqueda de armonía y paz interiores y el elogio del ahora). Se advierte, de nuevo, acerca del peligro de asumir estos elementos sin respetar su relación con el resto del contexto original que les da su sentido.

La tercera y última parte del libro está centrada en mostrar cómo las diversas tradiciones religiosas pueden contri­buir al logro de un fin común: “religar la existencia individual con la realidad total” (165). Ellas contribuirían a ello desarrollando las tres vías que posibili­tarían el descentramiento de nuestro ego y el acercamiento a las tres dimensiones que constituirían nuestra relación con di­cha realidad total: la vía mística que nos acerca al Otro trascendente o inmanente, a Dios; la vía ética, que nos acercaría a los otros, a los demás seres humanos; y la vía ecológica, que nos acerca a lo otro, a las cosas, a la naturaleza, a la sacralidad y sabiduría de la Tierra.

Raúl Meléndez

Universidad Nacional de Colombia - Bogotá - Colombia

remelendezac@unal.edu.co