Publicado

2017-07-01

Sobre la Gente de Tabaco y Coca en la ciudad de Leticia

About the People of Tobacco and Coca in Leticia

Sobre a Gente Tabaco e Coca na cidade de Letícia

DOI:

https://doi.org/10.15446/ma.v8n2.63351

Palabras clave:

maloca urbana, Capiul, indígenas–contexto urbano, Leticia-Amazonas, historia oral (es)
urban maloca, Capiul, indigenous people-urban context, Leticia-Amazonas, oral story (en)
maloca urbana, Capiul, indígenas – contexto urbano, Letícia-Amazonas, história oral (pt)

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Autores/as

  • Angela Patricia López Urrego Grupo de Estudios Transfronterizos-GET Universidad Nacional de Colombia sede Amazonia

El escrito que se presenta a continuación es una entrevista realizada al anciano Kaɨmeramuy del grupo indígena muina. Desde su perspectiva y vivencia personal, Kaɨmeramuy cuenta la historia de los indígenas en Leticia y el proceso de organización social que llevó a la construcción de la maloca urbana y a la conformación del Cabildo de los Pueblos Indígenas Unidos de Leticia (Capiul). El conocimiento de estas vivencias permite comprender como han surgido y se han materializado ideas y pensamientos sobre la construcción de espacios urbanos en la Amazonia, así como formas de apropiación territorial de los grupos indígenas en el contexto urbano.  

This paper is an interview to the elder Kaɨmeramuy of the indigenous group muina. From his perspective and personal experience, Kaɨmeramuy tells the story of the Indians in Leticia and the process of social organization that led to the construction of the urban maloca and the confirmation of the Cabildo de los Pueblos Indígenas Unidos de Leticia (Cabildo of the United Indigenous Peoples of Leticia) (Capiul). The knowledge of these experiences allows us to understand how ideas and thoughts about the construction of urban spaces in the Amazon as well as forms of territorial appropriation of indigenous groups in the urban context have emerged and materialized

O texto que se apresenta a seguir é uma entrevista realizada com o velho Kaɨmeramuy do grupo indígena Muina. A partir de sua perspectiva e experiência pessoal, Kaɨmeramuy conta a história dos indígenas em Letícia e o processo de organização social que levou à construção da maloca urbana e a formação do Cabildo de los Pueblos Indígenas Unidos de Leticia (Capiul). O conhecimento dessas experiências permite compreender como surgiram e se materializaram ideias e pensamentos sobre a construção de espaços urbanos na Amazônia, assim como formas de apropriação territorial pelos grupos indígenas no contexto urbano.

Entrevista
Sobre la Gente de Tabaco y Coca en la ciudad de Leticia
About the People of Tobacco and Coca in Leticia
Sobre a Gente Tabaco e Coca na cidade de Letícia


Fecha de envío: 2017-03-15 Devuelto para revisiones: 2017-08-31 Fecha de aceptación: 2017-05-29
Cómo citar: López Urrego, Ángela Patricia. (2017). Sobre la Gente de Tabaco y Coca en la ciudad de Leticia. Mundo Amazónico,8(2): e63351.

Ángela Patricia López Urrego1

1Angela López. Leticiana. Doctoranda en Estudios Amazónicos en la Universidad Nacional de Colombia sede Amazonia. Integrante del Grupo de Estudios Transfronterizos – GET. Becaria de la Fundación Ceiba-Amazonas. Magíster en Tecnologías para el Desarrollo Humano y la Cooperación. Especialista en Gerencia. Ingeniera Catastral y Geodesta. aplopezu@unal.edu.co


Resumen

El escrito que se presenta a continuación es una entrevista realizada al anciano Kaɨmeramuy del grupo indígena muina. Desde su perspectiva y vivencia personal, Kaɨmeramuy cuenta la historia de los indígenas en Leticia y el proceso de organización social que llevó a la construcción de la maloca urbana y a la conformación del Cabildo de los Pueblos Indígenas Unidos de Leticia (Capiul). El conocimiento de estas vivencias permite comprender como han surgido y se han materializado ideas y pensamientos sobre la construcción de espacios urbanos en la Amazonia, así como formas de apropiación territorial de los grupos indígenas en el contexto urbano.

Palabras clave: maloca urbana; Capiul; indígenas–contexto urbano; Leticia-Amazonas; historia oral.

About the People of Tobacco and Coca in Leticia

Abstract

This paper is an interview to the elder Kaɨmeramuy of the indigenous group muina. From his perspective and personal experience, Kaɨmeramuy tells the story of the Indians in Leticia and the process of social organization that led to the construction of the urban maloca and the conformation of the Cabildo de los Pueblos Indígenas Unidos de Leticia (Cabildo of the United Indigenous Peoples of Leticia) (Capiul). The knowledge of these experiences allows us to understand how ideas and thoughts about the construction of urban spaces in the Amazon as well as forms of territorial appropriation of indigenous groups in the urban context have emerged and materialized.

Keywords: urban maloca; Capiul; indigenous people-urban context; Leticia-Amazonas; oral story.

Sobre a Gente Tabaco e Coca na cidade de Letícia

Resumo

O texto que se apresenta a seguir é uma entrevista realizada com o velho Kaɨmeramuy do grupo indígena Muina. A partir de sua perspectiva e experiência pessoal, Kaɨmeramuy conta a história dos indígenas em Letícia e o processo de organização social que levou à construção da maloca urbana e a formação do Cabildo de los Pueblos Indígenas Unidos de Leticia (Capiul). O conhecimento dessas experiências permite compreender como surgiram e se materializaram ideias e pensamentos sobre a construção de espaços urbanos na Amazônia, assim como formas de apropriação territorial pelos grupos indígenas no contexto urbano.

Palavras chaves: maloca urbana; Capiul; indígenas – contexto urbano; Letícia-Amazonas; história oral.


Introducción

Esta entrevista hace parte de la búsqueda de referencias que me lleven a reinterpretar la ciudad de Leticia, y así representar otros pensamientos y relaciones espaciales que tejen este territorio y lo unen a otros espacios, en términos de coexistencia. Es un mapa producto de la memoria de mi padre Gilberto López Ruiz – Kaɨmeramuy, y a su vez, la de mis abuelos indígenas, que me orienta en la investigación doctoral que adelanto sobre las representaciones de las territorialidades indígenas que involucran a la ciudad y asimismo hacen parte de la apropiación de este espacio urbano. Es un ejercicio que también lleva a pensar en la misma definición de espacio (humano-social), el territorio y territorialidades.

Leticia, la polifacética Leticia, el lugar al que siempre regreso, el principal espacio de mi historia, mi territorio de origen. Muchos hemos visto las transformaciones de la pequeña ciudad, los nuevos rostros que la habitan, los nuevos lugares que la conforman y lo que sigue allí, lo que resiste a irse porque es más fuerte el vínculo que ha establecido con ella que las fuerzas que han intentado separarlos. La ciudad es parte de la existencia de sus habitantes y de la experiencia de sus caminantes.

Edward Soja, geógrafo posmoderno, sostiene que los estudios epistemológicos modernos han privilegiado la historicidad y sociabilidad de la vida humana por encima de la espacialidad. Sin minimizar la importancia de la historia y la sociedad inherentes a la vida, señala que se ha dejado de lado el análisis de los atributos, relaciones, pensamientos y prácticas individuales y colectivas de los habitantes en el espacio urbano. Desde su fundación por los peruanos, en 1867, a Leticia han llegado personas de países vecinos y de diversas partes del mundo. También, a través de ellas, este espacio se relaciona con otros espacios.

Aunque el origen de Leticia se asocia a un proceso de fronterización estatal, no se niega la existencia previa de una población nativa en la zona, de lo cual puede interpretarse que la ciudad es uno de los resultados del ejercicio de apropiación de un espacio del territorio ancestral de los tikunas y omagua. Para los leticianos o leticianados, la ascendencia indígena del casco urbano no tiene mayor trascendencia que ser mencionada como un dato o hecho histórico. Sin embargo, para algunos indígenas de esta zona o de los que llegaron a la (ahora) ciudad de Leticia, es una realidad que sigue presente en la esencia de ser parte de este espacio y en la memoria de las relaciones que construyen este territorio. Es un indicador hacia la lectura de otros rostros de las ciudades amazónicas, de los pensamientos, intereses, ideales, necesidades, propósitos, palabras y acciones, que han dejado huellas en esta región.

    [Mi papá] llegó acá consiguió un pedazo de terreno y se ubicó con la familia, se reprodujo él y de ahí yo salí. Una vez unos hermanos de él vinieron de La Chorrera, le dijeron que se regresara a La Chorrera. Y él, en su sana interpretación, dijo: “No, aquí ya sembré mis cultivos, tengo mis hijos y ya no puedo regresar para allá, porque aquí yo canto, aquí yo me baño, lo que la tierra me da aquí, yo vivo alegre aquí, ya es mi territorio, en este pedacito de tierra está todo lo que yo quiero”. Antes de radicarse en ese sector, él ya había consultado con los tikunas para él vivir allí. En términos generales el territorio significa uno mismo relacionarse con ella misma. En ese lugar es que hacemos todas las cosas de nosotros, en ese lugar enseñamos, en ese lugar cantamos, en ese lugar curamos las enfermedades y muchas cosas más. (Kaɨmeramuy en Monifue Kaɨ Komuya Uai 2013:24)

A continuación, la entrevista realizada a mi padre, Gilberto López Ruiz – Kaɨmeramuy, indígena muina del clan Yoriaɨ o Gente de Ortiga Ponzoñosa, el 18 de febrero de 2017.

Son las tres de la tarde. Llego a la finca de mi padre, la que era de mis abuelos en la comunidad Moniya Amena, kilómetro 9,8 del Resguardo Indígena Tikuna Uitoto. Él camina hacia la entrada, me saluda alegremente. En su paso recoge un copuazú, fruto de su trabajo y me exclama “Jum, hay bastante copuazú pero te gusta más la piña”. Sonrío, recuerdo la última que me regaló.

Entramos a su pequeña casa y nos sentamos frente a frente. Lo noto cansado y pensativo. Mi padre es el asesor tradicional de la comunidad Nɨmaira Naɨmekɨ Ibɨrɨ ubicada en el kilómetro 11 de la carretera Leticia-Tarapacá. Acababa de llegar de una reunión con líderes de todos los resguardos de Leticia. Me dice que no pudo comer. Noto su preocupación.

Después de unos minutos en silencio, me pregunta “¿qué vamos a hablar hoy?”. Le comento que recientemente alguien me dijo: “la gente coincide que tu papá fue uno de los fundadores de la maloca de Capiul (Cabildo de los Pueblos Indígenas Unidos de Leticia)”, que me gustaría saber algo más de esa historia y su opinión acerca de los problemas que han tenido los indígenas urbanos.

Sonríe, se acomoda en su pequeño banquillo, se asegura de tener mambe en la boca y comienza.

Kaɨmeramuy:La reflexión sobre los indígenas de Leticia sale desde el pensamiento del Resguardo Tikuna-Uitoto, en la maloca del kilómetro 11, en la maloca del abuelo Cayetano, en la maloca del pueblo makuna, en la maloca del kilómetro 7 del abuelo Jitoma. Hablando de la cultura, de tradición, escuchando, noto que la realidad de esos abuelos no coincidía con la realidad de aquí porque esos abuelos no son originarios, nacidos en esta parte, en esta tierra, en este resguardo. No es la tierra de origen de esos abuelos mayores. Dentro de su experiencia no dicen: “aquí fue nuestro principio, este fue nuestro camino”, ellos no lo planteaban de esa manera.

Ángela López: ¿Hace cuánto comenzaste con esta reflexión?

Kaɨmeramuy: A la edad de ocho años. Mis padres, quienes me dieron la vida, me hicieron reflexionar sobre el trato que les daba la sociedad en ese tiempo. Viendo los documentos, mi folio de bautismo es del año 1950, pero el papel de la notaría registra mi nacimiento en 1952. Eso me hizo entender que mis padres, castellanamente, no entendían de fechas, tiempos y nombres. Comencé a ver cómo el sistema del blanco acomodaba nuestro saber, nuestra inocencia, la de nuestros padres, desde muchos años atrás. A través de la Iglesia y los documentos occidentales, nos enrumbaron a perder los nombres tradicionales, nuestra identidad, lengua y cultura.

[Mi padre toma aliento y me dice:]

Kaɨmeramuy: “Ellos, mis padres, sacaron esos documentos, quizás, para que yo pudiera estudiar. Con la Constitución de 1991, se fortalece la legalidad de los pueblos indígenas, otra vez dan valor a su existencia, a sus autoridades, sus saberes, sus dones, sus derechos, su dignidad, sus argumentos, sus historias, sus lenguas, sus razones de existir, el interaccionar entre culturas de diferentes pueblos. Pero el sistema de gobierno no los reconocía y todavía no los reconoce plenamente.

Pensando sobre todo esto y el nuevo valor que se da a la cultura y tradición de los pueblos indígenas, a través de tabaco y coca, comienzo a dialogar con los mayores existentes para renovar la historia sobre los primeros indígenas que llegaron a Leticia. Yo me enfoco en el pueblo muina-múrui, el origen, de donde yo nací.

Ángela López: ¿Cómo y cuándo llegaron mis abuelos a Leticia?

Kaɨmeramuy: Escuchando la historia que ellos contaban… mi finada mamá, sus padres, sus abuelos fueron llevados como esclavos, desde el Predio Putumayo hacia el Perú. Ella nace en el Perú, pero instruida de volver otra vez a Colombia. Entre 1940 y 1950, indígenas muina-múrui bajaron por río en canoa hasta llegar a Leticia. Mi papá llegó en el año de 1945, siguiendo ese trayecto, escapado del colegio y del régimen de la educación contratada por la Iglesia. En ese momento, él no sabía más que simplemente firmar, porque allá eran castigados por hablar lengua, les tapaban la boca, los torturaban. No les era permitido enseñar lengua a la nueva generación. Por eso, muchos de los indígenas nacidos acá no tenemos esa práctica continua del manejo de lengua.

Ángela López: ¿A qué lugar llegaron y cómo era?

Kaɨmeramuy: Los primeros indígenas que llegaron a Leticia se asentaron a la orilla del pueblo, lejos del centro, era zona rural, hoy es parte de la ciudad. Eran del pueblo múrui-muina y los acompañaban los pueblos miraña y bora, ellos venían a la sombra, al calor del pueblo múrui-muina. Sus casitas eran de uso típico, normal. Tenían la tarea, la costumbre de hacer chagra, de cultivar y de vivir en ese ambiente, por naturaleza, dada por el Creador. Del Perú trajeron su palito de yuca, su plantica de coca y demás ingredientes de semilla de uso alimentario. Ese tiempo era de hermandad, no se miraba si existían fronteras.

Por costumbre, los indígenas siempre buscan las quebradas. En ese tiempo, encontraron la quebrada del Urumutú, queda en el Incra. Allí se repartieron la tierra, hicieron sus chagras, no sabían que eso era del otro lado, del Brasil. Allá se construyó, tradicionalmente, la primera maloca en cabeza de un indígena múrui del clan del Pájaro Mochilero, Fayagena en nombre propio. Era del finado Lorenzo Soto. Yo tenía como siete u ocho años, andaba desnudo, no teníamos ropa en ese barro, éramos alegres cuando había una fiesta en esa maloca.

Allá se sacaban los alimentos para sostenimiento. Había mucha comida. La fauna estaba completa, había muchos animales comestibles de tipo silvestre, mucha carne. Había riqueza, bastante en ese tiempo. Había paujil, cerrillo, danta, tigre, borugo, guara, armadillo, cusumbo, todo había en ese tiempo. Pescado, era lleno de pescado, en ese tiempo era totalmente sano. En la quebrada había caracoles, camarones. Había alimento para diferentes dietas. Todos los días no se comía carne, otros días se comía hojas, otros días se comía camarón. Agradezco a mi finado papá, como hijo mayor, él me instruyó, me preparó sobre qué alimentos debía comer en la cultura nuestra, en la tradición nuestra, para crecer sano, fuerte y saber recoger toda la esencia de la palabra de la cultura tradicional.

En ese tiempo no se aguantaba hambre, se comía moderadamente, había mucho alimento. Entonces, viendo eso y sobre la base de la cultura de los pueblos indígenas muina-múrui, bora y miraña, se hizo un acuerdo. Ellos trabajaban en unidad, contentos, mataban carne y vendían para comprar otras cosas que no producía la finca, la sal, el azúcar, y para comprar lápices, cuadernos para los niños. A veces ni alcanzaban los centavos.

[Abro mi bolso y comienzo a buscar mi ambil, se lo ofrezco, lo lame, saborea y continúa:]

Kaɨmeramuy: Viendo todo eso, pensando, hice ese recorrido para buscar nuevamente y saber por qué en el resguardo hay fallas en el manejo de cultura, es la debilidad que tenemos acá.

Llevé ese mensaje para ser analizado con los abuelos mayores existentes y ver quién de los que vienen de tierra de origen, tierra de principios, historia de principio, encontraba y nos daba, a los que nacimos aquí, orientación, guía, direccionamiento para el manejo ambiental, cultural, físico, lengua, forma de hablar, forma de cantar. Aún no lo hemos encontrado en el resguardo.

En mi propia claridad, allá, donde se sentaron y hablaron los primeros mayores limpios, quedó la palabra, el espíritu de la tradición antigua de esos pueblos que llegaron a Leticia. Por eso bajaba, a consultar, a encontrar cómo son y cómo habla el miraña, el múrui, el muina, el bora. Buscaba hacer esa comparación entre los que venían del Predio Putumayo, los que llegaron primero y los que vivían acá.

Me puse a pensar, a esculcar en Leticia, mediante el diálogo, sencillo, buscando cómo fortalecer nuestra forma de ser, por dónde empezar, el cómo íbamos a renovar esto. Fueron cerca de veinte años de proceso. Nos reuníamos en lugares donde había una familia indígena de diferente cultura. Buscábamos historias sobre la fundación de Leticia, cómo eran las quebradas dentro del casco urbano y que hoy están tapadas por el pavimento, por eso hay calles que se inundan. Todo eso ha afectado el mal manejo que se ha dado a Leticia. Los indígenas son los que, verdaderamente, recibieron ese choque.

Ángela López: ¿Cómo fueron los primeros diálogos?

Kaɨmeramuy: A todos nos llega la idea de prepararnos en conocimientos. A la medida de nuestra capacidad, de preparar un espacio grande, con el apoyo de las instituciones. Todavía no tocábamos, solo pensábamos quién nos podría apoyar en esa parte. Era esencial escuchar narraciones de cada pueblo, saber cómo se reunían, cómo y con qué palabra se construía en sus lugares de origen. Teníamos muchos pueblos de diferentes culturas. No podíamos tomar decisiones individuales. Estábamos en hermandad, buscando el consenso sobre quién es la verdadera persona que podría direccionar una línea dentro de lo tradicional, en salud, en enseñanza. Pensando en el lugar de la práctica tradicional, podía ser una casa grande, llámese maloca. En eso estábamos, en discusión.

Al lado de nosotros había muchos jóvenes líderes, escuchando con nosotros, eso causó mucha emoción. Pensando en el nombre de la maloca, y en encontrar a la persona que manejara ese primer estantillo, comenzamos a buscar un ejemplo, un modelo, para saber encontrar a quién le corresponde el manejo de una maloca, según sus principios de origen dados por el Creador.

Eso nos llevó a pensar en las malocas del resguardo. Conclusión: ninguno de los que construyeron maloca en el resguardo cumple ese requisito, simplemente porque la hicieron a gusto personal, no son gente de manejo de maloca, no son pueblos de manejo de maloca, no tienen tierra para decir: “Esta es mi tierra aquí, voy a hacer esto”. Este es un resguardo dado, manejado por el cabildo, tenemos que pedir al cabildo y estructurar cómo la vamos a conseguir. Como había desorden en el resguardo, se planteó construirla en Leticia. Allá está la cuna de las primeras palabras de los primeros que llegaron acá, en plena sanidad.

Esa es la razón que yo planteaba, la cultura no está en el resguardo, la cultura no sale del resguardo, la cultura llega a Leticia y luego se lleva al resguardo. Los indígenas fueron desplazados para cumplir un programa de colonización cuando Brasil empezó a reconocer sus límites. Todos los indígenas, en ese tiempo, estaban manejados por la Iglesia. Las monjas vicentinas eran muy amigas de las mujeres y el padre muy cariñoso con todos, ellos te convencían. Por esa razón, los indígenas les obedecieron.

Ya había carretera. Acá nadie era dueño de esta carretera, de este espacio, de este lugar. Entonces, empieza a conformarse la comunidad del kilómetro 6. Recuerdo que sor Teresa trajo una familia tikuna de la comunidad de La Milagrosa y los asentó ahí. Además de indígenas, trajeron colonos. Como esto era colonización, no un asentamiento tikuna, estaban probando a los indígenas como colonos. Ahí se asentó la primera vereda del kilómetro 6, con el nombre de San José, bautizado así porque la Iglesia maneja santos. Y a los indígenas uitoto, llamados muina-múrui hoy, los acomodaron en el kilómetro 11.

Ángela López: ¿Eso fue, más o menos, en qué año? ¿Estaba constituido el resguardo?

Kaɨmeramuy: Eso fue en el año ’68, por ahí. No, no había resguardo todavía. En ese tiempo, sobre la carretera Leticia-Tarapacá empezó la colonización. La carretera llegaba hasta el kilómetro 11. En ese punto se da el asentamiento de los pueblos indígenas que hicieron su primera chagra en el Urumutú y los trasladaron para acá. Antes de esos indígenas había otros que habían hecho chagra acá. Entonces ellos dijeron: “no, pero acá ya estamos cerca de mi chagra”. La Digidec (Dirección General de Integración y Desarrollo de la Comunidad) era quien estaba manejando ese asentamiento, ellos nos dijeron: “ustedes no se preocupen, nosotros vamos a construir su maloca, para que ustedes la tengan ahí, hagan sus bailes, sus reuniones”. Entonces se construyó esa maloca, que ahora está así, como lo dejó la primera idea. Esa es, más o menos, la historia de cómo se asentaron los primeros indígenas acá.

Ángela López: ¿Cuáles son los pueblos de manejo de maloca?

Kaɨmeramuy: Hay que buscar, dentro del diálogo con los mayores, a qué pueblo indígena, a quién el Creador le dio esa potestad y cómo es su instrucción. En las caucherías perdimos conocimientos sobre quién es dueño de maloca, cómo es que se prepara al maloquero, la palabra para encontrar el pueblo que maneja la maloca, quién da esa preparación. Ahora, los mayores que vienen de los corregimientos no dan esa formación. Ellos mismos se autoconstruyen, ellos mismos direccionan, pero no instruyen, hacen baile pero no instruyen. Ese es el vacío que tienen las malocas de aquí. Las consecuencias no son para nosotros sino para la generación de nuestra identidad.

La razón de la maloca es en parte para armonizar todos los programas que hay. Para llegar a eso, hay que primero estructurar unos principios de origen, con su historia, su lengua. Los jefes son los que, verdaderamente, tienen la semilla de la estructura de gobierno indígena. Hay muchos jefes, nadie quiere ser menos, todos son jefes en este tiempo. Los que verdaderamente saben de historia se quedan calladitos porque es un problema, porque todos asumen ser jefes y no es así. Entonces por ahí está la razón, como dicen, las debilidades nuestras en la parte tradicional y por el mal uso del mambe, porque se ha transgredido la ley de origen. Eso es muy delicado.

Hay historias sobre quién maneja maloca, qué clase de maloca se construye, y qué clase de baile es dado a él. Aquí no tenemos quién maneje el baile de la fruta, el baile de la carne, el baile del bautismo, el baile de la música del manguaré, y no tenemos quién maneje el baile máximo, el más sagrado, el baile del yadiko o del tablón.

Esa parte es de los jefes celestiales, pero se les da la potestad a los jefes terrenales, quienes toman el carácter de Buinamas humanos, para que manejen. Ellos tienen que cumplir unos reglamentos muy estrictos. Hoy muchos mayores no pueden cumplir, asumen solo de nombre “yo soy Buinaima” para aparentar, pero su corazón arde, quema. El que maneja maloca debe tener un corazón muy dulce, muy sencillo, muy humilde, muy práctico, y no tanto de conocimiento, sino que a través del tabaco, saber si está preparado, en todo sentido. Nunca es, como se dice, gran sabedor. Él está cumpliendo la ley de origen, pero nadie sabe eso, y encontrar un mayor de esos no es fácil, tiene uno que saber su historia, su origen, porque muchos pueden engañar, se hacen pasar por la línea de uno.

Esa es la debilidad que tiene la maloca de Capiul, no está terminado el diálogo. Se puede terminar pero como ya nació, ya se construyó, ya está puesto, ya no se puede meter la palabra más. La palabra era nacer, hacer brotar, y en esa brotada ya se materializa con el Creador y con la naturaleza. Todo se queda acá y luego se devuelve. Y ese recurso que entró no se ha sanado, entonces los mayores se quedan pensando.

Ángela López: ¿Dónde fueron las primeras reuniones en el casco urbano?

Kaɨmeramuy: La primera reunión fue en la casa de nosotros, en el Iane. Allá llegó mucha gente, en ese tiempo estaba mi finado papá, él traía mambe, una paisana nos hacía la cahuana. Busqué también otros puntos, casas de familias indígenas. Yo estudiaba su cultura, les consultaba si tenían esto o esto, si nos podíamos reunir allí. Uno decía sí, el otro sí. Entonces, empezamos la rotación de casa en casa, no adentro, sino en los patios. Nos reuníamos en la casa de Pedro Kuyoteka. También en la casa del finado Alberto Olaya en el barrio El Piñal, allá nos atendían con la práctica, así como debe ser una reunión de carácter indígena, con coca, tabaco, comida, cahuana y casabe fresquito.

Ángela López: ¿Esos lugares eran mambeaderos o solo de reunión?

Kaɨmeramuy: No, no eran mambeaderos, pero ahí sí hacíamos nuestro mambecito y cahuana. Yo llevaba mambe de acá y ellos conseguían de lo que tenían por allá. Allí planteábamos cómo íbamos vamos a buscar, a encontrarnos, para verdaderamente afianzarnos en este lugar, para asentarnos oficialmente. Para esas reuniones contábamos con gente y abuelos de los pueblos muinane, bora, miraña, okaina, yukuna, muina-múrui, andoque, todos ellos son tabaco y coca. Inclusive, de los pueblos cocama y tikuna con asentamiento aquí, nos iban a escuchar, ya que vivían en el casco urbano. Eso fue creciendo, fue creciendo, la idea fue creciendo. A través de los años, otros mayores sanos, de los territorios del Predio Putumayo, venían a darnos consejo, a fortalecer nuestra idea tras escuchar nuestro sufrimiento, la historia de acá, de los hijos de acá, de las mujeres de acá. Muchos traían buenos mensajes. Ellos no viven aquí, no se asentaron aquí, venían de visita, pero nos dejaban buena información sobre cómo debemos buscar lo que verdaderamente estamos queriendo encontrar.

Ángela López: ¿Cómo pensaban construir una maloca?

Kaɨmeramuy: Primero pensamos construir un mambeadero tipo maloquita en la casa del finado Alberto porque él cedió un pedazo de su tierra. Nos sentábamos a pensar cómo la íbamos a sostener. Eso nos hizo pensar en grande y buscar un espacio más grande. Se planteó si había posibilidades de crear una casa grande. Nos dijimos: “sí, se puede hacer”. Estábamos en eso cuando un familiar de Alberto se enfermó. Entonces buscamos otro lugar porque esto afecta cuando no hay buenas propuestas. Nos salimos de ahí.

Desde ese momento, empezamos a ir hacia esa palabra mayor. Pero no se llegó, se nos adelantó. Hablamos sobre el terreno para la maloca, escuchábamos cómo debía ser según cada pueblo, para asentar, en buen uso de tabaco y coca, la palabra de vida y ver quién lo iba a cuidar. Eso faltaba. Los jóvenes escucharon eso, se fueron a la gobernación y pidieron terreno. Pero eso no se asentó, no se llevó donde los mayores. En vez de decir: “abuelos, nosotros hicimos esta gestión. Escuchándolos, encontramos este pedacito de tierra para eso”. No lo dijeron.

Cuando salió la plata ellos ya tenían el terreno. Adelantaron trabajos que no tocaba, comenzaron a hacer proyectos inconsultos, apoyados inclusive por la Iglesia, echando cosas buenas pero sin consultar a los mayores. Se crearon recursos, con el afán de coger esos recursos construyen esa maloca, también sin propiedad. Pero todavía no se había asentado la palabra. Construyeron por construir. Así nace la maloca de Capiul, entonces quedó sin direccionamiento. Después nace el cabildo para manejar la maloca. Esas son las razones de la existencia de la maloca, que es del cabildo.

Ángela López: ¿Quiénes eran los mayores?

Kaɨmeramuy: Entre esos mayores estaban, están todavía: Pedro Kuyoteka, el finado Alberto Olaya, Alfonso Patiño, Anastasio Rivera de los muinane, Gilberto López, Fernando Nejeteye de los miraña, el abuelo Edilberto Estela. Atrás, estaban las mujeres, las hijas, escuchando todo eso cuando ellas hacían cahuana y lo que es de tomar para el asentadero.

Imagen 1. Maloca urbana del Cabildo de los Pueblos Indígenas de Leticia – Capiul. Fotografía de Ángela López (2013).

Ángela López: ¿Qué dijeron los mayores ante la construcción de la maloca de Capiul?

Kaɨmeramuy: Los mayores quedaron quietos, algunos dijeron: “ya salió la semilla sin abonar, pues toca dejarla que crezca”. Hay mayores que se quedaron calladitos, otros preguntaban: “¿y ahora que hacemos? No sabemos quién es responsable de esa construcción”.
Fue un joven, él no supo cómo defenderse, pues para él la idea era buena. Dentro de la razón tradicional, la maloca tiene que salir en un conjuro, en un ritual, para colocar la palabra, quién va a ser responsable del manejo espiritual y con qué baile se va a empezar dentro de la carrera para eso. Si no había, pues se tenía que asumir en rotación. Íbamos en ese diálogo, cuando sale el proyecto de construcción de la maloca, ahí quedamos todos quieticos. Ellos no consultaron.
Los mayores decían: “¿y ahora?”. Simplemente quedó dicho: “que lo hagan. ¿Cómo es que vamos a direccionar esto?”. Yo les dije: “ya nació así, simplemente acompañen”. Por eso la situación de la maloca quedo así. La mayoría no discute porque en la palabra de coca nunca hay contradicción, nunca hay “así no es”, sino “así quedó ya”.
Ese tiempo no era todavía para hablar de maloca, sino de direccionamiento espiritual para convertirlo en físico. Nos preguntábamos “¿cómo va a ser la casa aquí?, ¿a nombre de quién?”. Cuando apareció la maloca no pudimos hacer nada porque ya estaba el proyecto, ya estaba aprobado. Entonces, pensábamos “ahora cómo vamos a cuidar esa maloca”.

Ángela López: ¿Por qué pensaron en crear el cabildo?

Kaɨmeramuy: Ellos, dentro de su locura, construyeron, inauguraron. Para crear esa maloca hicieron un baile en el coliseo, llamaron a unos abuelos, uno de ellos falleció, el abuelo Félix Faridekudo, por entrar donde no debía entrar. Junto a él, llamaron a otros maloqueros para que direccionaran eso, pero no acompañaron, simplemente fueron a cumplir su invitación y dejaron a los líderes y los abuelos de eso solos. Ahora están acompañando otros abuelos, de otros grupos que llegaron de los territorios de origen y que ya viven en Leticia, los yukuna, los makuna, los tikuna también, los cocama, pero después de hecha la estructura física.
Buscando el acomodo crean el cabildo, para que asuma la responsabilidad de sostener esa maloca, pero no a los mayores, esa debió ser la primera parte. No se habló de gobierno, el cómo se maneja esa maloca, no se llegó. Los cabildos no han dado en esa parte todavía. El cabildo tampoco tiene claro qué pueblo asume esa responsabilidad.
En el contexto urbano, una falla es el sostenimiento, ¿cómo lo vamos a asentar aquí? ¿Cómo lo vamos a asentar teniendo esa figura de maloca? Ese es ahorita el gran debate.

Ángela López: ¿Cuál ha sido el papel de los abuelos que han estado encargados de la maloca?

Kaɨmeramuy: Simplemente dar calor a la maloca, libremente, darle calor a la maloca, humanamente. No está dada la palabra a cada palo, entonces no hay compromiso. Humanamente, hablan lo de ellos pero no toca nada de maloca, como no tiene dueño, ni sabe cómo se puso, cómo va hablar. Cada dueño de su maloca sabe por qué puso este palo, por qué este palo, por qué este lugar, por qué allá, cada uno acomoda según la cultura tradicional.
Ya está armada la maloca, quizás algún día se direccione bien y asuma algún mayor dentro de su sencillez y tenga con qué sostener. Ahora en lo urbanístico es un poquito complejo, pero no tan difícil, simplemente buscar en el buen sanamiento, en el buen entendimiento, y el Creador da. Pero hay que tener una seguridad absoluta de que sí se va a hacer. Las buenas relaciones con todo, primeramente con los más cercanos. Todos decían “yo no tengo chagra”. Ellos voltearon su trabajo, y ahora dicen “es mi chagra”. Pero no hay una organización administrativa que diga “abuelos, para esto yo les conseguí esto, lo que ustedes dijeron mayores, se fue cumpliendo”. Pero hoy no cumplen las personas, se adelantan a la palabra.

Ángela López: ¿Qué es voltear?

Kaɨmeramuy: Voltear es que el mal no entre, o sea ponerle como una defensa. Para que se voltee buenamente, se deben apartar todos los malos pensamientos, que se tenga esa armonía en la palabra.

Ángela López: ¿Por qué crees que se alejó la gente que estaba acompañando el proceso al comienzo?

Kaɨmeramuy: Por eso mismo, porque encontraron esa debilidad de hablar, no se entendió la razón de la estructuración intercultural entre pueblos. Algunos se pegaban de esa palabra: “que yo fui el que dije primero, que yo fui que conseguí, que yo tengo más derecho”. Eso debilitó a los que estaban escuchando, y se apartaron. Había mucha gente.

Ángela López: ¿Cómo fue el acompañamiento de los abuelos del resguardo?

Kaɨmeramuy: Muchos abuelos se negaron, asumieron la responsabilidad de que fueron los primeros, porque ellos no sabían la historia de los primeros indígenas de acá. Ellos decían: “aquí somos los primeros, aquí está todo”, y eso no es cierto. Por esa razón, yo fui por la verdadera historia de los primeros indígenas. La cultura está asentada en Leticia, allá está la estructura de la palabra para conformar la verdadera maloca. El manejo de la maloca no es responsabilidad de los cabildos, sino de la estructura de tabaco y coca de los pueblos tradicionales en eso, llámese miraña, bora, muina-múrui, ocaina, muinane.

Ángela López: ¿Y las mujeres?

Kaɨmeramuy: Pues las mujeres son la herramienta básica. No se les dijo: “mujeres hay esto, encontramos esto”, esa es su alegría, todas esperaban eso. Lo que se encontró lo cogieron solamente algunos líderes, desconocieron otras mismas mujeres y hasta a los mismos abuelos. Cayeron en ese egocentrismo en el ámbito intercultural.

[Han pasado dos horas. Me dice:]

Kaɨmeramuy: Hija, esa es más o menos la historia, sentado con otros se puede mejorar. Hay unas cosas interesantísimas. Esto es no más por encima. Después, cuando se vuelva a leer, va a llegar la esencia, la esencia tiene que salir, la cuestión de ver dónde está lo real nuestro. Sepa hablar o no sepa hablar, eso se debe entender y debe entrar en el razonamiento humano. Eso no viene rapidito, simplemente hay que buscar, por aquí y por acá, hasta que vaya entrando ese espíritu de tabaco y coca, en los niños, en la familia, en todos dentro del contexto urbano.
Yo daba ejemplo de aquí. Es en el casco urbano donde está asentada la palabra de los primeros mayores originarios de sufrimiento. Quedó allá en Leticia, en el resguardo no hay nada. Está allá vivo. Yo sé dónde se sentaron los abuelos antes, dónde se asentaron, el otro mayor, el otro mayor, aquí, en Leticia. Hay que visitar esos lugares, invocar al espíritu y dueño de esa cultura para que nos dé esa iluminación a esos nietos. Esta allá, aquí no hay, aquí es como fantasía. Porque la cultura de tabaco y coca entró por Leticia, no entró en el resguardo, primeramente, de allá fue. El gobierno fue el que se metió, pero los indígenas que llegaron en su razonamiento propio, puro, sufrido, se asentaron en Leticia, ahí trabajaron, ahí vivieron y ahí nacimos nosotros. Los que vinieron ya después, ya es usufructuar de lo que se ganó, este resguardo, la carretera, eso ya es usufructuar. Esa es la razón central de todo esto.

Imagen 2. Mi padre y yo en la finca de mis abuelos, en la comunidad Moniya Amena, Resguardo Indígena Tikuna-Uitoto. Fotografía de Christian Heinbockel (2016).

Referencias

Monifue Kaɨ Komuya Uai. (2013). Construcción de la maloca del Plan Salvaguarda de los Hijos de Tabaco, Coca, Yuca Dulce y Yagé.Leticia: Asociación Plan Salvaguarda Monifue Kaɨ Komuya Uai.

Referencias

Monifue Kaɨ Komuya Uai. (2013). Construcción de la maloca del Plan Salvaguarda de los Hijos de Tabaco, Coca, Yuca Dulce y Yagé. Leticia: Asociación Plan Salvaguarda Monifue Kaɨ Komuya Uai.

Cómo citar

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López Urrego, A. P. (2017). Sobre la Gente de Tabaco y Coca en la ciudad de Leticia. Mundo Amazónico, 8(2), 119–131. https://doi.org/10.15446/ma.v8n2.63351

ACM

[1]
López Urrego, A.P. 2017. Sobre la Gente de Tabaco y Coca en la ciudad de Leticia. Mundo Amazónico. 8, 2 (jul. 2017), 119–131. DOI:https://doi.org/10.15446/ma.v8n2.63351.

ACS

(1)
López Urrego, A. P. Sobre la Gente de Tabaco y Coca en la ciudad de Leticia. Mundo Amazon. 2017, 8, 119-131.

ABNT

LÓPEZ URREGO, A. P. Sobre la Gente de Tabaco y Coca en la ciudad de Leticia. Mundo Amazónico, [S. l.], v. 8, n. 2, p. 119–131, 2017. DOI: 10.15446/ma.v8n2.63351. Disponível em: https://revistas.unal.edu.co/index.php/imanimundo/article/view/63351. Acesso em: 20 abr. 2024.

Chicago

López Urrego, Angela Patricia. 2017. «Sobre la Gente de Tabaco y Coca en la ciudad de Leticia». Mundo Amazónico 8 (2):119-31. https://doi.org/10.15446/ma.v8n2.63351.

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López Urrego, A. P. (2017) «Sobre la Gente de Tabaco y Coca en la ciudad de Leticia», Mundo Amazónico, 8(2), pp. 119–131. doi: 10.15446/ma.v8n2.63351.

IEEE

[1]
A. P. López Urrego, «Sobre la Gente de Tabaco y Coca en la ciudad de Leticia», Mundo Amazon., vol. 8, n.º 2, pp. 119–131, jul. 2017.

MLA

López Urrego, A. P. «Sobre la Gente de Tabaco y Coca en la ciudad de Leticia». Mundo Amazónico, vol. 8, n.º 2, julio de 2017, pp. 119-31, doi:10.15446/ma.v8n2.63351.

Turabian

López Urrego, Angela Patricia. «Sobre la Gente de Tabaco y Coca en la ciudad de Leticia». Mundo Amazónico 8, no. 2 (julio 1, 2017): 119–131. Accedido abril 20, 2024. https://revistas.unal.edu.co/index.php/imanimundo/article/view/63351.

Vancouver

1.
López Urrego AP. Sobre la Gente de Tabaco y Coca en la ciudad de Leticia. Mundo Amazon. [Internet]. 1 de julio de 2017 [citado 20 de abril de 2024];8(2):119-31. Disponible en: https://revistas.unal.edu.co/index.php/imanimundo/article/view/63351

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1. Diana Rosas Riaño. (2023). La fuerza de la yuca en las mujeres yukuna-matapí: una potencia mediadora entre sistemas económicos en la Amazonia oriental colombiana. Revista Colombiana de Antropología, 59(3), p.44. https://doi.org/10.22380/2539472X.2418.

2. Juan Alvaro Echeverri. (2023). Leticia indígena: construcción territorial indígena en la ciudad. Mundo Amazónico, 14(1), p.49. https://doi.org/10.15446/ma.v14n1.101673.

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