La formalidad de la informalidad en la urbanización de las ciudades fronterizas de Leticia (Colombia) y Tabatinga (Brasil) en torno del límite internacional
The formality of informality in the urbanization of the border cities of Leticia (Colombia) and Tabatinga (Brazil) around the international limit
A formalidade da informalidade na urbanização das cidades fronteiriças de Letícia (Colômbia) e Tabatinga (Brasil) ao redor do limite internacional
DOI:
https://doi.org/10.15446/ma.v9n2.64712Keywords:
Amazonia, ciudades fronterizas, urbanización, morfología urbana, agentes urbanos (es)Amazonia, border cities, urbanization, urban morphology, urban agents (en)
, Amazônia, cidades fronteiriças, urbanização, morfologia urbana, agentes urbanos (pt)
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Este artículo ofrece una aproximación a la dinámica de urbanización de Leticia y Tabatinga, dos ciudades fronterizas en la Amazonia, a partir del estudio de la morfología urbana. Se sugiere que la urbanización de estas ha estado determinada por elementos formales e informales que parecen estar directamente conectados y se asocian con la gestión de diversos agentes urbanos tanto de los suelos periurbanos, integrados de múltiples maneras al continuo de la ciudad, como de la condición fronteriza. Dicho proceso de urbanización ha generado formas que refuerzan o resisten a la división política del espacio. Por tanto, considerar las ciudades desde la transformación de su espacio físico, permite ver dos procesos: primero, las formas como cambian suelos otrora periféricos o rurales adyacentes al límite en áreas crecientemente urbanizadas con barrios formales e informales. Segundo, cómo en dichos barrios sus habitantes construyen su espacio de vivienda reforzando o cuestionado la condición fronteriza. El estudio, por tanto, se centra en las dinámicas de formación de los barrios y la expresión de la forma urbana en tres diferentes zonas de las ciudades adyacentes al límite que responden a diferentes momentos del desarrollo de las ciudades fronterizas.
This article offers an approach to the dynamics of Leticia and Tabatinga urbanization, two border cities in the Amazon, from the study of urban morphology. It is suggested that the urbanization of those has been determined by formal and informal elements, which appear to be directly connected and associated with the management of various urban agents of both the peri-urban soils, integrated in multiple ways to the city’s continuum and the border condition. This process of urbanization has generated forms that reinforce or resist the political division of space. Therefore, to consider the cities from the transformation of their physical space, allows to see two processes: First, the ways in which formerly peripheral or rural lands adjacent to the boundary change in increasingly urbanized areas with formal and informal neighborhoods. Second, how in these neighborhoods, its inhabitants build their housing space by reinforcing or challenging the border condition. The study, therefore, focuses on the dynamics of neighborhood formation and the expression of urban form in three different zones of the cities adjacent to the limit that respond to different moments of the development of the border cities.
Este artigo oferece uma aproximação à dinâmica de urbanização da Letícia e a Tabatinga, duas cidades fronteiriças na Amazônia, a partir do estudo da morfologia urbana. Sugere-se que a urbanização destas tem sido determinada por elementos formais e informais que parecem estar diretamente conectados e associam-se com a gestão de diversos agentes urbanos tanto dos solos peri-urbanos, integrados de múltiplas maneiras ao contínuo da cidade, como da condição fronteiriça. Dito processo de urbanização tem gerado formas de reforçam ou resistem à divisão política do espaço. Por tanto, considerar as cidades a partir da transformação do seu espaço físico, permite ver dois processos: primeiro, as formas como mudam solos outrora periféricos ou rurais adjacentes ao limite que respondem a diferentes momentos do desenvolvimento das cidades fronteiriças.
Artículo de investigación La formalidad de la informalidad en la urbanización de las ciudades fronterizas de Leticia (Colombia) y Tabatinga (Brasil) en torno del límite internacional Jorge Aponte Motta Doctor en Geografía por la Universidad Autónoma de Madrid. Magíster en Estudios Amazónicos por la Universidad Nacional de Colombia sede Amazonia y Politólogo de la Universidad Nacional de Colombia sede Bogotá. Investigador Grupo de Estudios Transfronterizos, Universidad Nacional de Colombia sede Amazonia. apontemotta@gmail.com
Resumen
Este artículo ofrece una aproximación a la dinámica de urbanización de Leticia y Tabatinga, dos ciudades fronterizas en la Amazonia, a partir del estudio de la morfología urbana. Se sugiere que la urbanización de estas ha estado determinada por elementos formales e informales que parecen estar directamente conectados y se asocian con la gestión de diversos agentes urbanos tanto de los suelos periurbanos, integrados de múltiples maneras al continuo de la ciudad, como de la condición fronteriza. Dicho proceso de urbanización ha generado formas que refuerzan o resisten a la división política del espacio. Por tanto, considerar las ciudades desde la transformación de su espacio físico, permite ver dos procesos: primero, las formas como cambian suelos otrora periféricos o rurales adyacentes al límite en áreas crecientemente urbanizadas con barrios formales e informales. Segundo, cómo en dichos barrios sus habitantes construyen su espacio de vivienda reforzando o cuestionado la condición fronteriza. El estudio, por tanto, se centra en las dinámicas de formación de los barrios y la expresión de la forma urbana en tres diferentes zonas de las ciudades adyacentes al límite que responden a diferentes momentos del desarrollo de las ciudades fronterizas.
Palabras clave: Amazonia; ciudades fronterizas; urbanización; morfología urbana; agentes urbanos.
This article offers an approach to the dynamics of Leticia and Tabatinga urbanization, two border cities in the Amazon, from the study of urban morphology. It is suggested that the urbanization of those has been determined by formal and informal elements, which appear to be directly connected and associated with the management of various urban agents of both the peri-urban soils, integrated in multiple ways to the city’s continuum and the border condition. This process of urbanization has generated forms that reinforce or resist the political division of space. There-fore, to consider the cities from the transformation of their physical space, allows to see two processes: First, the ways in which formerly peripheral or rural lands adjacent to the boundary change in increasingly urbanized areas with formal and informal neighborhoods. Second, how in these neighborhoods, its inhabitants build their housing space by reinforcing or challenging the border condition. The study therefore focuses on the dynamics of neighborhood formation and the expression of urban form in three different zones of the cities adjacent to the limit that res-pond to different moments of the development of the border cities.
Keywords: Amazonia; border cities; urbanization; urban morphology; urban agents.
Este artigo oferece uma aproximação à dinâmica de urbanização da Letícia e a Tabatinga, duas cidades fronteiriças na Amazônia, a partir do es-tudo da morfologia urbana. Sugere-se que a urbanização destas tem sido determi-nada por elementos formais e informais que parecem estar diretamente conectados e associam-se com a gestão de diversos agentes urbanos tanto dos solos peri-urbanos, integrados de múltiplas maneiras ao contínuo da cidade, como da condição fron-teiriça. Dito processo de urbanização tem gerado formas de reforçam ou resistem à divisão política do espaço. Por tanto, considerar as cidades a partir da transformação do seu espaço físico, permite ver dois pro-cessos: primeiro, as formas como mudam solos outrora periféricos ou rurais adjacentes ao limite que respondem a diferentes momentos do desenvolvimento das cidades frontei-riças.
Palavras chave: Amazônia; cidades fronteiriças; urbanização; morfologia urbana; agen-tes urbanos.
Leticia y Tabatinga. Crecimiento demográfico de las ciudades fronterizas
El crecimiento físico de las ciudades: la urbanización hacia el límite
Los fenómenos urbanos son un tema de creciente investigación en la región amazónica. Entre estos, la particularidad de las poblaciones fronterizas ha adquirido especial relevancia en el marco de estrategias políticas de administración de las fronteras nacionales (Ministério da Integração Nacional 2005), en alguna medida en torno a iniciativas internacionales de integración como las establecidas por las políticas de la Comunidad Andina de Naciones que otorgan especial relevancia a los “espacios subnacionales contiguos” para la articulación regional (Sausi & Oddone 2012). Más recientemente su importancia ha sido resaltada en el marco de investigaciones que intentan comprender la articulación de regiones transfronterizas (Zárate, Aponte & Victorino 2017). Pese a lo anterior, no se ha puesto particular interés en las características morfológicas de las ciudades fronterizas, confinado muchas veces su análisis si acaso como un asunto exclusivamente demográfico; siendo escasamente representadas en mapas, sin llegar a intuir los procesos intrínsecos de producción local del espacio urbano y sus relaciones con diversos agentes urbanos.
Por otra parte, pese a que esta región alberga a cerca de cuarenta millones de habitantes (Organización del Tratado de Cooperación Amazónica – otca 2014), poco se toma en cuenta que estos viven en entornos urbanos, a pesar de que como indicaba Bertha Becker (1990), desde la década de los ochenta es muy difícil no reconocer la primacía urbana en la región. Se habla muchas veces de una región prístina, donde lo urbano resulta ser un dato secundario, y en el mejor de los casos concentrado en las más grandes ciudades, las cuales coinciden con ser importantes centros económicos, políticos y administrativos, además de grandes concentradoras de población y problemáticas. La importancia dada a estas ciudades eclipsa la particularidad de otras, vistas en una lógica diferente de la construcción de las jerarquías urbanas (Schor & Oliveira 2011).
Esta concentración en las grandes ciudades, con indicadores y perspectivas nacionalizadas, ha generado entre otras cosas que se sugiera una escasa complejidad de sus redes urbanas, por lo menos hasta su articulación más reciente dependiente de elementos económicos externos que determinan la movilidad, el mercado de trabajo, el asentamiento de la población (Osorio Machado 1999) y una escasa reflexión sobre las particularidades físicas de las urbes, dado que en términos generales, tanto desde la construcción de indicadores nacionales como de la sensación de lo que se pretende es una ciudad, muchas poblaciones en la Amazonia escasamente llegan a ser consideradas como urbes.
Asimismo, la dimensión histórica, política y espacial de la región es escasamente comprendida tanto en las miradas que bien omiten las fronteras políticas en la configuración del espacio regional o bien se circunscriben exclusivamente al interior de territorios nacionalmente delimitados. En ambos casos, los fenómenos urbanos son accesorios a las narrativas espaciales, y más aún a las que se refieren a espacios urbano-fronterizos. Estos son confinados muchas veces a ser puntos en representaciones cartográficas o nodos en relatos épicos centrales en la construcción de los territorios nacionales. La representación del espacio físico de las ciudades fronterizas es muchas veces determinada por esa lectura nacional del espacio que expresa un vacío de contenidos, justo al pasar la línea trazada en el mapa que representa el límite internacional. Esto hace que ciudades fronterizas, cuyas trayectorias histórico-territoriales las han hecho crecer como “ciudades pares”, sean invisibilizadas en la traducción del espacio físico al plano urbano. Es decir, en los planos urbanos construidos con los ojos nacionales se prioriza uno de los pares urbanos en la representación gráfica de la ciudad; el otro es borrado por su exterioridad al territorio nacional.
Justamente este artículo pretende aportar en la comprensión de la particularidad de un par de ciudades fronterizas, Leticia y Tabatinga, desde la morfología urbana, en una línea de argumentación que, pese a tener algunos antecedentes (Steiman 2002; Vergel 2006; 2008; 2009; Aponte Motta 2008; 2011; 2017), poco ha sido trabajada para el estudio de las ciudades fronterizas en la región, pese al creciente número de trabajos que se han centrado en Leticia y Tabatinga durante los últimos quince años.
El estudio morfológico del espacio construido resulta ser, según Horacio Capel (2002), el examen de la acción constante y transformadora del hombre en el espacio, particularmente en los entornos urbanos que se han configurado como su hogar privilegiado. Las ciudades presentan capas de entornos edificados en diversos momentos, demolidos y rehechos; son palimpsestos que pueden leerse en los paisajes urbanos, entendiendo las ciudades como manuscritos sobre los que se han escrito y borrado muchas veces narraciones diversas que dejan ver, de una u otra forma, elementos de la escritura anterior. Su estudio “supone siempre una atención a los elementos básicos que configuran el tejido urbano y a los mecanismos de transformación de las estructuras. Exige a la vez una aproximación estructural, es decir, que tenga en cuenta los diversos elementos componentes y sus interrelaciones, y diacrónica, es decir histórica, que dé cuenta de las transformaciones” (Capel 2002: 20).
Por otra parte, ese espacio urbano y su morfología son en buena medida resultado de la acción de diferentes agentes urbanos. Estos movilizan sus intereses, estrategias y prácticas espaciales para dar forma y función a las ciudades (Corrêa 1989). Su accionar no está desvinculado de las tensiones propias de la producción capitalista del espacio urbano con sus intrínsecas desigualdades, de sus capacidades para presionar diversas maneras de articular o reclasificar suelos objeto de urbanización, o edificar porciones de la ciudad de acuerdo con sus intereses, actividades, posibilidades y condicionantes. Así, propietarios de terrenos urbanos y rurales, corporaciones, empresarios, trabajadores, habitantes no propietarios, entre otros, al igual que el mismo Estado, hacen parte de estos agentes urbanos, implicados con diferentes funciones, posiciones y capacidades de ejercicio del poder, en la producción del espacio urbano, generando morfologías particulares.
Así, siguiendo las indicaciones de Capel y Corrêa, se estudia la particularidad de la morfología urbana en la frontera internacional y los procesos asociados a su transformación en Leticia y Tabatinga, encontrando que el elevado crecimiento demográfico durante los últimos cuarenta años y su intensa explosión en los diez más cercanos, la incorporación de suelos urbanizables en la periferia de ambas ciudades y las formas como diferentes agentes urbanos han gestionado la frontera política, han transformado la ciudad, generando un patrón que parece repetirse, en el cual el desarrollo de una nueva parte “formal” de la ciudad, parece ser antecedida o acompañada por una “invasión” o “barrio informal”, en un proceso que parece tener vínculos y características cíclicas.
Este fenómeno, aunque parece no estar muy alejado de los patrones generales de la producción del espacio urbano contemporáneo y que ha sido intensamente estudiado en diversas latitudes como otras ciudades latinoamericanas (Clichevsky 2000; Abramo 2003; Jaramillo 2012; Davis 2006), presenta en Leticia y Tabatinga la variable fronteriza como un elemento clave en su configuración. Esta variable hace que los diferentes agentes urbanos se muevan en un mercado transfronterizo, sacando a relucir tanto prácticas de gestión de la nacionalidad y la ciudadanía como estrategias que aprovechan las diferencias en función del valor y el uso del suelo. De este modo, la frontera se configura como un elemento de gran importancia para entender la particularidad de los procesos de urbanización en estas ciudades amazónicas.
Se sugiere por tanto que la expresión física de las ciudades y sus dinámicas de urbanización están atadas a la producción de un espacio urbano en el que inciden de forma asimétrica diversos agentes urbanos, los cuales han llegado a aprovechar la condición fronteriza de las mismas. Estos agentes presionan cambios en el uso del suelo que se va integrando a la ciudad, vinculando la informalidad en los procesos de asentamiento y edificación vernácula con la formalidad de la parcelación, creación y edificación de los barrios en la periferia y áreas de expansión de las dos ciudades que coinciden con la frontera política internacional. Esto ha generado una morfología urbana que refleja en el espacio físico las tensiones y dinámicas propias de la urbanización, que translucen tensiones en las formas acceder a la propiedad de suelo urbano, así como las estrategias diversas de los diferentes agentes urbanos en el desarrollo de las ciudades.
Este trabajo, que elabora algunas ideas presentadas en mi tesis doctoral (Aponte Motta 2017), parte de un reconocimiento del espacio físico de los barrios sobre el límite internacional en ambas ciudades en diversos momentos entre los años 2007 y 2016. Dicho trabajo fue acompañado de una recolección y análisis de información primaria y secundaria sobre la urbanización de ambas ciudades que incluye material cartográfico, planimétrico y fotográfico. Asimismo, incluye la realización de entrevistas desestructuradas y semiestructuradas tanto a habitantes pioneros como recientes de los barrios fronterizos, haciendo particular énfasis en Leticia. Leticia y Tabatinga. Crecimiento demográfico de las ciudades fronterizas Las ciudades de Leticia y Tabatinga, han crecido de forma importante durante los cuarenta últimos años y de forma dramática los últimos diez. Leticia, según datos del Departamento Nacional de Estadística de Colombia (dane) tenía 5.849 habitantes en 1973, que en 1985 aumentaron a 17.005, lo cual indica que en estos doce años la población urbana se triplicó, albergando 11.176 habitantes más, con una media de 931 habitantes nuevos por año (figura 1). Para 1993 el censo indicó que tenía 17.758 habitantes, es decir que en el periodo 1985-1993, en ocho años, en la ciudad solo hubo 753 nuevos habitantes; 94 por cada año. Lo anterior sugiere que dentro del primer periodo intercensal hubo un marcado aumento en el número de habitantes, mientras que en el segundo, mucho más corto, el crecimiento fue casi vegetativo, lo cual corrobora la idea de que entre finales de la década de los ochenta e inicios de los noventa Leticia “se despobló”, o por lo menos dejó de llegar tanta gente como lo hizo en la década anterior. Posterior al censo de 1993 vuelve a evidenciarse una tendencia de crecimiento constante de la población, alcanzando 23.194 habitantes para 2005; 5.436 habitantes nuevos durante esos ocho años, más o menos 679 por año. No son los casi mil anuales de la década de los setenta, pero casi logra en un año el número de habitantes nuevos de todo el periodo 1985-1993. Dicha media de incremento anual parece que se está ampliando, según las proyecciones del censo de 2005 a 2015. Este sugiere que la ciudad llegaría 41.326 habitantes, casi duplicando el número de los censados en 2005 en 18.132 habitantes, lo cual equivale a una media de crecimiento de 1.813 habitantes al año, cifra mucho mayor que la sugerida para la década de los setenta (figura 1). Lo anterior es sumamente sorprendente, más aún cuando los datos del dane son a todas luces imprecisos por las múltiples limitaciones del censo de 2005 en la región amazónica (Meisel, Bonilla & Sánchez 2013). Es decir, si el dato poco fiable del dane ya es sorprendente, la realidad es aún más dramática. Figura 1.Crecimiento demográfico de Leticia y Tabatinga. Fuente: Elaboración del autor a partir de oea (1989), Departamento Nacional de Estadística – dane (1973; 1985; 1993; 2005) e Instituto Brasileiro de Geografia e Estatística – ibge (1991; 1997; 2000; 2010). En Tabatinga, por su parte, los datos del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (ibge) cuentan otra historia. Para 1974 había 2.421 habitantes y para el censo nacional de 1985 había 7.713, lo cual indica que la población urbana también se triplicó, aumentando en 5.292 habitantes, a una media de 481 habitantes por año durante once años (Organización de los Estados Americanos – oea 1989: 2). El siguiente dato censal de Tabatinga contabilizó 19.922 habitantes en 1991, lo cual indica un crecimiento de 12.207 con relación al dato de 1985, triplicándose nuevamente, pero en esta ocasión en un corto periodo de seis años a una media de 2.034 habitantes por año. Sin embargo, según los Informes de Economía Regional (Banco de la República Seccional Leticia 1984; 1986), basados en información de la Prefectura de Tabatinga, para 1984 había 16.300 habitantes incluidos los extranjeros residentes en la ciudad, lo cual es mucho mayor que el dato oficial del ibge para 1985. Esto sugiere que posiblemente el crecimiento demográfico de Tabatinga fue menor en el periodo 1984-1991, ya que el incremento solo sería de 2.722 habitantes (figura 1). Lo anterior sugiere que es posible, apoyándose en los datos locales, que la tasa media de crecimiento anual de Tabatinga en dicho periodo fue de solo 388 personas, muy bajo, pero superior a la de Leticia que para entonces no llegó a sumar 100 habitantes por año. Esto indica que las dinámicas sociales y económicas de estos años incidieron notoriamente en el peso demográfico de las ciudades. Sin embargo, contrasta que durante el periodo en que Leticia apenas creció en algo más de 700 habitantes, los datos más conservadores indican que Tabatinga lo hizo en más de 2.000 habitantes, lo cual refleja que en el mismo momento las dos ciudades fronterizas estaban adelantando procesos sociales diferentes que incidieron en sus tendencias demográficas, aunque en términos generales ambos datos son conservadores. De cualquier forma, la curva de crecimiento demográfico se mantiene para Tabatinga con una tendencia creciente pero pausada hasta el censo del 2000, cuando registra 23.637 habitantes, incrementando 4.615 habitantes en nueve años a una media de 512 al año. Es decir, entre 1984 y el 2000 han pasado dieciséis años de crecimiento muy pausado, aumentando a una media anual de 438 habitantes por año. (Figura 1) No obstante. A partir de entonces se evidencia una explosión demográfica sin precedentes en la ciudad. Entre los datos censales del 2000 y del 2010 se duplicó la población, llegando a 52.272 y un aumento de 28.635 habitantes, 2.863 por año, lo cual supera con creces el posible salto demográfico del periodo 1985-1991. Dicha tendencia se corrobora en las estimaciones de dicho censo, el cual sugiere para 2015 una población de 61.028 habitantes, lo cual agrega a esta urbe 8.756 habitantes más, 1.751 por año en promedio. Es decir, durante los últimos quince años Tabatinga ha multiplicado su población 2,58 veces, a un ritmo de 2.492 habitantes por año; esto indica que el ritmo de crecimiento de Tabatinga en los últimos quince años se multiplicó 5,6 veces en relación al periodo de dieciséis años entre 1984 y 2000. Haciendo una mirada articulada de las dos ciudades, puede observarse en términos generales que Leticia crece en un periodo inicial de forma abrupta y se estanca, para luego volverlo a hacer a una tasa pronunciada. Por su parte Tabatinga, con altibajos, va aumentando su población en un ritmo relativamente constante hasta inicios de la década del 2000, sobrepasando en número de habitantes a Leticia a inicios de los años noventa. Sin embargo, ambas se disparan en la década del 2000, acercándose juntas a la barrera de los 50.000 habitantes, tope que en la década del 2010 se rompe nuevamente para llegar a un tamaño de su población conjunta urbana que supera los 100.000 habitantes. Esta intensa transformación demográfica está vinculada, en una primera etapa entre los años setenta y noventa, a la dinámica actividad económica de Leticia, en donde los salarios y el elevado valor de la moneda colombiana, en comparación con las mismas variables en las poblaciones cercanas de Brasil y Perú, marcaban una importante diferencia que presionaba intensos movimientos migratorios provenientes del interior de Colombia, así como de Brasil y Perú principalmente, atraídos por la pujante economía de la ciudad fronteriza; la cual fue acompañada por el auge de las actividades económicas ligadas con la elaboración, intermediación y distribución de narcóticos (Aponte Motta 2012). Sin embargo, a finales de la década de los ochenta e inicios de los noventa, con la crisis de sectores de la economía fronteriza como el narcotráfico, hubo un importante aumento del desempleo en la ciudad de Leticia y en las actividades conexas en Tabatinga, lo cual generó un tímido crecimiento durante esa década. Sin embargo, a partir de la década del 2000 se evidencia una creciente ampliación de la inversión pública en Tabatinga por parte de los niveles federal y estatal, lo cual puede haber sido el factor determinante para el marcado crecimiento demográfico de la ciudad brasileña a partir de entonces. Dichos elementos en las dos ciudades además se suman a la descentralización político-administrativa que concentró nuevas funciones en ambos centros urbanos, haciéndolos centrales en la prestación de ciertos servicios públicos y en la relación de la población con la administración pública. Aunado a lo anterior, es de resaltar que el crecimiento reciente de Leticia tiene una intensa relación con el conflicto interno colombiano, dado que esta ciudad, al igual que gran parte de las ciudades intermedias y grandes en el país, se ha vuelto receptora de desplazamiento forzado interno. Sin embargo, es preciso adelantar investigaciones que profundicen los vínculos entre conflicto armado, migración interna y la dinámica urbana, dado que es posible que además del desplazamiento forzado, en ciudades como Leticia el proceso de descentralización haya podido generar una centralización de servicios públicos en la capital departamental, lo cual puede haber sido un factor importante para la migración forzada hacia dicha ciudad. De cualquier forma, esta magnitud demográfica es sorprendente, no solo por el incremento conjunto del número de habitantes de las ciudades, sino por las implicaciones que tal contingente humano tiene para la expresión física, así como para las estrategias de planificación de ambas ciudades y las formas como todos esos habitantes van encontrando en la ciudad un lugar para vivir. El crecimiento físico de las ciudades: la urbanización hacia el límite El aumento de población transformó tanto la forma física de las ciudades como las maneras de habitarlas. Estas fueron pensadas para marcar la separación entre los Estados, no estaban para encontrarse en el límite ni para crecer de forma tan marcada. El encuentro urbano permitió la configuración de un continuo urbano transfronterizo que se sustentó en los itinerarios cotidianos de los habitantes, quienes se habituaron a cruzar el límite para visitar sitios del “otro lado de la frontera”. Estos fueron convirtiéndose en lugares para hacer compras, trabajar, pasear o visitar familiares. De este modo fueron consolidando senderos, algunos de los cuales dieron paso a calles y, con relación a ellas, se fue generando un nuevo espacio edificado que paulatinamente se extendió hasta el límite internacional, sellando el encuentro sobre el límite a finales de la década de los setenta (Aponte Motta 2012). Dicho proceso fue particularmente intensivo a partir de la segunda mitad de la década de los setenta. Hacia 1972, la malla vial de Leticia estaba concentrada en el centro, aunque avanzaban desarrollos periféricos. El límite aún se encontraba lejano, separado por grandes lotes militares dedicados a labores ganaderas, atravesados por dos vías, una peatonal y la otra escasamente transitable, que comunicaba a Leticia con El Marco 1 (figura 2). Hacia 1974, la Comisaría Especial del Amazonas inició la construcción del Barrio Colombia, curiosamente casi sobre la línea limítrofe y con un nombre que reforzó la nacionalidad del suelo donde fue establecido. Posteriormente, en 1975 inició un proceso de urbanización dirigido a los trabajadores de la Comisaría en lo que se conocería como el barrio El Porvenir, con lo que se dio comienzo a la ocupación del gran potrero limítrofe con El Marco y para el cual se otorgaron lotes de trescientos sesenta metros cuadrados (Castillo 1978: 10). Esta obra no estuvo exenta de conflictos, por lo que la prensa de la época hizo referencia a la escasez de materiales de construcción (El Leticiano 1975b) y supuestos hechos de corrupción relacionados con las adjudicaciones de estos predios (El Leticiano 1975a). Sin embargo, a partir de entonces empezaron a desarrollarse dichos barrios que se convertirían en los más extensos de la ciudad. Ambos fueron planeados para usos residenciales. Presentaban viarios organizados que estructuraban dameros con manzanas relativamente homogéneas y amplias parcelas. Adicionalmente planificaron mobiliarios y equipamientos, así como infraestructuras de redes y saneamiento, algunas de las cuales fueron terminadas. Figura 2.Leticia, 1972. Fuente: Córdoba (1972: 12). Biblioteca Banco de la República, Leticia. Las casas del barrio Colombia, construido por Inscredial2, fueron entregadas con fachadas de ladrillo a media altura completada con madera, estructura que fue acompañada por ventanales de madera cubiertas con angeo, techumbres a dos aguas, ubicadas en cómodos lotes que originalmente median 10 x 15 m (Datos de campo. Comunicación personal habitante barrio Colombia. 21 de marzo de 2016), espacios que permitían un amplio jardín frontal, patio y en algunas viviendas un pequeño porche a la entrada. Las características urbanísticas y arquitectónicas del barrio sugieren la ejecución de proyectos de desarrollo urbano relativamente organizados que coincidieron con el esfuerzo que años después realizó Dainco de encargar la realización del primer plan de ordenamiento urbano de Leticia (Castillo 1978). En este se expresaron los primeros lineamientos para una política urbana y se propusieron estrategias para su desarrollo. En uno de los planos de dicho documento, “Plano de zonificación actual” (figura 3), se presenta una “ciudad consolidada” (resaltada en tono claro en el plano) que incluye tanto el centro de la ciudad como los barrios recientemente construidos, un área circundante como “zona de vivienda en consolidación” (resaltado en el plano con tramas negras) y una “zona de expansión urbana” (indicada en el plano con flechas) hacia donde se estimaba crecería la ciudad. Figura 3.Plano de zonificación. Fuente: Castillo (1978: s.p.). Universidad Nacional de Colombia sede Amazonia, Leticia. Hasta este punto, pareciese que Leticia respondiera con viviendas e infraestructuras a las demandas de la creciente población. Sin embargo, las narrativas locales cuentan una historia un poco diferente. Antes de haberse desarrollado el proyecto de Inscredial, el barrio Colombia se urbanizó informalmente en el sector más cercano a la Avenida Internacional (figura 4). Según cuenta Roger, un habitante del barrio, hijo de Doña Magnolia, una de las primeras habitantes: Por otra parte, el barrio formal planificado surgió en el marco de un proyecto de promoción de vivienda pública que ofreció subsidios a algunos de los antiguos habitantes del puerto civil que debían ser reubicados por los “riesgos de inundación”3. Lo anterior sugiere que además de los antecedentes informales de la creación del barrio, parte de su función se concentró en reubicar población que se había asentado en locaciones que la administración consideraba peligrosa. Es decir, hay un doble antecedente del barrio formal. Primero la regularización de un asentamiento previo y segundo la reubicación de población que ocupaba otros lugares de la ciudad y que necesitaban ser reubicados. Por tanto, la ocupación previa o paralela a la urbanización formal no parece ser un caso aislado. Por ejemplo, tras el inicio de la construcción del barrio El Porvenir surgió el barrio El Castañal como una invasión a inicios de la década de los ochenta (figura 4). A diferencia del asentamiento que antecedió al Colombia, este barrio fue una apropiación de tierras que posteriormente fue legalizada. Dice don Angulo, uno de los fundadores del barrio: Se evidencia cómo el surgimiento de este barrio estuvo más ligado con la pugna de los agentes urbanos que “invadieron” y utilizaron un discurso nacionalizador del espacio que con la acción institucional de dotar de viviendas a la población demandante. De este modo, el barrio fue surgiendo en un entorno constante de tensión entre quienes apropiaron las tierras y construyeron sus casas y algunas instituciones de la administración local, pero contando con el apoyo de otras ubicadas en la ciudad y dueñas de tierras. Es decir, la urbanización se dio en el marco de la correlación de fuerzas de diferentes agentes urbanos. Figura 4.Barrios de Leticia contra el límite. Fragmento fotografía aérea IGAC 1977. Lo anterior incidió incluso en la forma como la gente fue adquiriendo legitimación de la apropiación de su parcela. Así, como indica don Angulo, “[…] se comenzaron a pelear, bueno, los que no tienen papeles o documentos pa’ fuera”. Aunque el relato está construido con relación a los peruanos o brasileños que no tuvieran papeles, considero que la discusión sobre los documentos no es en sí basada en la adscripción nacional de los apropiadores, sino en relación con la legalidad de la tierra y las formas de vinculación con una particular identificación nacional, las cuales pueden afectar los regímenes de propiedad y por tanto de “legalidad” de la apropiación. En resumen, al ser una invasión, como recuerda don Angulo, nadie tenía títulos formales en el momento en que se realizó. Así, la configuración de este barrio responde más a la demanda popular de suelo urbano que a la acción planificadora de la administración de la ciudad. Este proceso generó una morfología heterogénea en torno a una vía central, la calle segunda, con viviendas pequeñas, inicialmente de madera ubicadas adosadas en pequeños lotes sin ningún tipo de servicios públicos o equipamientos y cuya legalidad fue consolidándose al calor de las demandas y luchas de los habitantes del barrio4. Esta relación entre urbanización formal e informal parece repetirse en otros momentos del proceso de urbanización. A mediados de los años noventa Leticia no había extendido notoriamente su área edificada, aunque las áreas ribereñas de la quebrada San Antonio y el río Amazonas habían continuado su crecimiento5. La ciudad se había concentrado en densificar las áreas ya consolidadas como suelo urbano. Al norte, donde veinte años atrás se había planificado la nueva zona de expansión, apenas se evidenciaban algunas viviendas, caracterizándose por usos rurales, con fincas y potreros claramente identificables en la cartografía (línea resaltada con cruces en la figura 5). En Tabatinga, por su parte, se estaba consolidando la expansión de la ciudad hacia el oriente de la Avenida Amizade mediante extensas vías perpendiculares a esta (figura 6). Sin embargo, se mantenían amplias zonas boscosas, y al nororiente, en los terrenos del Instituto Nacional de Colonización y Reforma Agraria de Brasil (Incra), destacaban algunas áreas de cultivo. Durante la segunda mitad de la década de los noventa empieza a evidenciarse una profunda transformación al norte de Leticia. Entonces, grandes propietarios de terrenos rurales empezaron a realizar parcelamientos escasamente acompañados de infraestructuras. Apareció inicialmente el barrio El Umarizal, que formalizó esas viviendas que se observan en el plano antes indicado y años después, al lado de este, una “invasión” que después sería formalizada como el barrio La Sarita, en honor a la señora Sara, esposa del dueño de la finca El Umarizal (comunicación personal con habitante del barrio la Sarita, noviembre de 2016). Figura 5. Leticia y Tabatinga 1995 (fragmento). Fuente: National Imagery and Mapping Agency (1998). Figura 6. Leticia y Tabatinga 1995 (fragmento). Fuente: National Imagery and Mapping Agency (1998). Los trazados viarios más formales empezaron a aparecer a inicios de la década del 2000, que expresan el desarrollo de un intensivo proceso de urbanización, altamente dinámico e intensificado durante los últimos quince años. La fotografía satelital del 2012 (figura 7) muestra esos primeros trazados en torno de los cuales, además de los barrios ya indicados, las vías llegaron a los barrios Costa Rica y Afasinte (Asociación de Familias sin Techo). El primero de ellos fue un proyecto de parcelamiento adelantado por un propietario de tierra que ante el éxito de su iniciativa realizó posteriormente una segunda etapa: Costa Rica ii (Notas de campo, 2008). El segundo corresponde a un proyecto asociativo de “familias sin techo” que compraron terrenos con apoyo de ong internacionales y los distribuyeron entre sus asociados6. Estos dos proyectos urbanos tienen características especiales. A diferencia de los barrios construidos en la década de los setenta, no entregaron casas sino parcelas, y tampoco habían surgido con pequeñas aglomeraciones de vivienda, como sí lo habían hecho El Umarizal y La Sarita. Estos barrios surgieron con lotes, no con casas. Fueron parcelamientos para construcción de viviendas. No contemplaban servicios públicos (alcantarillado, agua potable o electricidad) e inicialmente tampoco tenían acceso viario. Este llegó con el Plan Básico de Ordenamiento Territorial (pbot) de Leticia de 2002 (Municipio de Leticia 2002). Figura 7. Imagen satelital DG 2012. Capturada a través de Google Earth. Edición PWP. El ingreso de este nuevo suelo urbano dinamizó de forma radical el mercado de suelo. Los promotores públicos y privados vendieron o asignaron parcelas presionando la ampliación de viarios para acceder a los predios. En términos generales estas dinámicas del mercado generaron un paisaje urbano en donde lotes de diferentes magnitudes presentan edificaciones variopintas, construidas dependiendo tanto del nivel adquisitivo de sus dueños como de las expectativas de venta futura. Los lotes se organizaron en torno a viarios, construidos en la mayoría de las veces de forma posterior a la adquisición de las parcelas o la definición de los barrios y sus lotes, dejando poco espacio para la disposición de equipamientos urbanos. Por lo tanto, las calles presentan un carácter irregular y un único acceso a toda la zona, organizándose la malla vial en función del mejor aprovechamiento de las parcelas para conseguir el mayor número de lotes. Es interesante destacar que este mercado de parcelas no estuvo desvinculado de procesos informales de ocupación y apropiación de tierras que paralelamente formaron barrios. Por ejemplo, entre las estrategias de urbanización enmarcadas dentro del pbot del 2002 se encontraba el proyecto Ciudad Nueva (figura 7), el cual, junto con parcelaciones, desarrollaría vivienda pública en el extremo más al norte de la antigua zona de expansión urbana de Leticia, lo cual tomaría hacia 2010 el nombre de Urbanización Manguaré (figura 7), destinado a “reubicar” población que habitaba en localizaciones “de riesgo por inundación” en torno de la quebrada San Antonio y la ribera del río Amazonas . Sin embargo, paralelo a este proyecto surgió el Barrio Nuevo a finales del año 2005, con improvisadas casas de madera, materiales reciclados y empalizadas que repetían los patrones de ocupación informal y apropiación de tierras ya vistos en barrios como El Castañal. En dicho año Félix Acosta, entonces gobernador del Amazonas, de la mano del alcalde Iván Porras, facilitaron que tanto un grupo de indígenas colombianos expulsados de Brasil como otros habitantes de zonas que el pbot 2002 había determinado como riesgosas se asentaran sobre la línea limítrofe mientras se encontraba una solución a la problemática (comunicación personal con funcionaria de administración Porras. 15 de agosto de 2008). En 2008 identifiqué unas cien casas emplazadas paralelas al límite internacional, construidas en madera, techumbres de palma, tejas de zinc y materiales reciclados (Aponte Motta 2008). Actualmente se ha triplicado el número de casas y ampliado su densidad, pero poco han cambiado los materiales de construcción y las características de habitabilidad de estas. Lo anterior indica que se han mantenido las condiciones de precariedad y ampliado las problemáticas del barrio, sin que se hayan solucionado las dificultades de acceso a vivienda, pese a que algunos habitantes fueron beneficiados por proyectos de vivienda pública como Manguaré. Esto sugiere que la solución parcial para enfrentar lo que inicialmente era una situación temporal de habitación fue entregar casas en el proyecto Manguaré a quienes habían participado en la ocupación autorizada por la administración local. Esta medida resultó a todas luces, además de insuficiente, ineficaz como estrategia de política pública de vivienda. No alcanzó a reubicar a toda la población que se pensaba, ni acabó con los “barrios de invasión” o en “situación de riesgo”, sin mencionar las deficientes características arquitectónicas de las casas, que se inundaron con las lluvias inclusive antes de ser ocupadas. En Tabatinga, por su parte, el crecimiento de la mancha urbana no se había dirigido hacia el límite, sino que había mantenido un patrón de ampliación hacia el oriente. Fue solamente a inicios de la década de 2010, en el marco de la paulatina saturación de los suelos formalmente urbanizables en la ciudad, que empezaron a ser integrados informalmente a la trama urbana los terrenos del Incra fronterizos con Colombia. En el 2008 apenas se observaban algunas pocas viviendas sobre el límite internacional del lado brasileño. Incluso, se podía sugerir entonces que la franja brasileña del límite preservaba importantes características rurales que contrastaban con el lado colombiano (Aponte Motta 2008). Estas pocas casas se multiplicaron hacia 2013 y conformaron un nuevo barrio de Tabatinga, Vila Brasil, construido informalmente por migrantes de poblaciones indígenas y ribereñas de los tres países (notas de trabajo de campo, marzo y noviembre de 2016). Dichas viviendas anunciaron la profunda transformación del gran predio del Incra, que comenzó a gestarse en dichos años y que para el año 2016 presentaba varios proyectos de loteamiento, algunos de los cuales se desarrollan contra la línea limítrofe, como el Proyecto Xingú. En la figura 8 se evidencia el paulatino crecimiento de la mancha urbana colombiana y el surgimiento de la urbanización contra el límite al norte de Tabatinga. En el 2012 (a la izquierda) se perciben terrenos no edificados. Sin embargo, en el plano de 2013 se destaca el surgimiento de grandes áreas parceladas. Estas son El Xingú y Bom Jesus, liderados por propietarios rurales brasileños que parcelaron sus fincas para vender lotes urbanizables con plena aprobación del Incra, aunque sin coordinación alguna con la administración municipal de Tabatinga, toda vez que el Incra es una institución de carácter federal que administra territorios de la Nación y que no tiene un vínculo directo con el nivel municipal del orden territorial brasileño. Por tanto, los terrenos vinculados con esta institución, pese a estar funcionalmente articulados con Tabatinga, formalmente están subordinados a un orden nacional y sus políticas, entre las cuales se encuentra otorgar después de un largo proceso títulos de propiedad sobre predios rurales de la Nación. Dichos parcelamientos han cambiado radicalmente la dinámica transfronteriza. Años atrás, pasar de Leticia a Tabatinga desde el barrio El Umarizal era bastante dificultoso, aunque existían algunos senderos que conducían al interior del Incra, como los mostrados en la figura 5, que entonces permitían acceder a áreas de cultivos. Con el surgimiento de estos parcelamientos, el Incra construyó la vía geodésica (2013) y Leticia amplió la vía que conducía a El Umarizal (2012). Estos nuevos ejes viarios permitieron acceder desde Leticia a Tabatinga por un nuevo punto. Sin embargo, aunque permite comunicar tanto con el barrio Xingú como con los barrios, comunidades y parcelaciones que están creciendo rápidamente en los antiguos terrenos del Incra, no permite acceder al centro de la ciudad brasileña. Por lo pronto, funcionan como una articulación de estos nuevos desarrollos urbanos con Leticia, lo cual sugiere que, aunque la demanda de vivienda en Tabatinga es sumamente alta, una parte importante del mercado de suelo urbano se dirige a la demanda de Leticia. Esto es un elemento muy importante y que en mi perspectiva está cambiando la dinámica de las ciudades. Es inédito en las relaciones transfronterizas que el mercado de parcelas urbanas en estas ciudades sea dirigido hacia la población vecina. No es gratuito que la vía central de la parcelación Xingú, que cuenta con mil doscientos lotes, la gran mayoría de doscientos metros cuadrados (información planimétrica de proyecto consultada en la oficina de los propietarios en Tabatinga, noviembre de 2016), esté dirigida hacia la entrada del barrio El Umarizal, ni tampoco que en más de una entrevista se haga referencia a que quienes están comprando y no tienen “papeles brasileños” estén buscando familiares o amigos que sí los tengan para que figuren en los documentos públicos. Muchos de estos compradores son colombianos o peruanos, pero allende su nacionalidad en el sentido cultural, el uso de esta en términos jurídicos y comerciales es un elemento que se está poniendo en juego y que permite adquirir una parcela a costos mucho más bajos que en Leticia, donde un lote rústico en la periferia norte está oscilando entre los diez y quince millones de pesos colombianos, mientras en el Xingú el precio del lote está entre tres mil y cinco mil reales, lo cual equivale a una cifra cercana a tres o cinco millones de pesos aproximadamente (notas de campo, marzo y noviembre de 2016). Es decir, pareciese que al irse saturando la zona de expansión urbana de Leticia hacia el norte y al elevarse cada vez más el precio de las parcelas, los compradores se han movido hacia estos nuevos proyectos de parcelamiento donde el precio del lote es mucho menor y la oferta de lotes mayor, dado el tamaño del proyecto de parcelación y el número de lotes urbanizables que están ingresando al mercado de suelo urbano transfronterizo. Figura 8. Mosaico imágenes satelitales (2012-2013). Lo anterior también ha presionado a que la lógica de urbanización mediante parcelaciones y la compleja relación con las apropiaciones de tierras o invasiones se multiplique en el área del Incra. Por ejemplo, al norte de la parcelación Xingú, se encuentra Vila Brasil ii y Vila Nova (figura 9), asentamientos cuya autodenominación se mueve entre ser un barrio o una comunidad bien de agricultores o de indígenas, ambas figuras buscando un reconocimiento de las autoridades brasileñas como legítimos ocupantes de tierras. Aun así, a los ojos de los propietarios (e incluso para el Incra) algunos de ellos son invasores de predios, con los que han tenido fuertes tensiones. En ocasiones se han visto obligados a forzarlos a salir, mientras en otras han llegado a autorizar su asentamiento. Por ejemplo, para los dueños del proyecto de parcelamiento Comunidad María Izaltina, en el extremo más al norte de los predios del Incra sobre el límite internacional, la llamada comunidad Vila Nova es una invasión de una de las fincas de la señora María Izaltina (comunicación personal con habitante de comunidad María Izaltina, noviembre de 2016). Sin embargo, ella ha “donado” algunas parcelas al proyecto que lleva su nombre de forma previa a los trabajos de adecuación de terrenos que comprenden aproximadamente mil cuatrocientos lotes de similares dimensiones al Xingú (información planimétrica dispuesta públicamente la entrada de la Comunidad María Izaltina, noviembre de 2016). Figura 9. Barrios nueva zona de expansión urbana Leticia y Tabatinga 2016. Por lo sugerido con los ejemplos anteriores, la “donación de lotes” y las “invasiones” parecen ser parte de un mismo proceso que se repite, no solo en el caso de la Comunidad María Izaltina, sino también para el caso del proyecto Xingú, donde su dueño donó lotes que le fueron invadidos. Es decir, la “invasión-donación” parece ser un elemento estructurador del proyecto urbanístico y de la estrategia de conversión de suelos rurales a urbanos que en este momento está operando al norte de Tabatinga. A partir de lo presentado y considerando que es necesario adelantar investigaciones más profundas sobre la dinámica de la urbanización transfronteriza y el particular desarrollo urbano de cada una de estas ciudades, podría sugerirse que los elementos formales e informales vinculados con la urbanización parecen ser centrales en las formas como están creciendo Leticia y Tabatinga, así como en las formas en que agentes urbanos están integrando nuevos suelos a un mercado urbano de tierras de características transfronterizas. Este proceso se desarrolla en el marco de todo tipo de tensiones entre los diferentes agentes urbanos, en el que los propietarios de suelos rústicos, los demandantes de vivienda, políticos profesionales y las administraciones públicas tienen papeles preponderantes. Lo anterior sugiere que los agentes urbanos son activos en los procesos de urbanización, no siendo este el resultado de la administración pública de una ciudad particular, sino futo de las relaciones entre ellos, las cuales no están desvinculadas de los intereses asociados a la transformación del capital fijado en el suelo, que se reconvierte con el cambio de las condiciones jurídicas asociadas a este. Es decir que las ciudades amazónicas, como todas las ciudades en el marco de una economía de mercado capitalista, se desarrollan en relaciones espaciales de producción profundamente desiguales que generan constantemente la marginalidad y la explotan en un ejercicio informal de insertar valor a suelos rústicos o revalorizar suelos urbanos (Harvey 1977). Es al interior de esta lógica que considero se enmarca gran parte del proceso de urbanización de Leticia y Tabatinga y particularmente la reciente incorporación de suelos urbanos o urbanizables tanto en los antiguos terrenos del Incra como en el norte de Leticia y que hoy limitan con el resguardo indígena de los kilómetros 6 y 11, lo cual introduce otra capa de complejidad en el mercado de tierras y la expansión de las ciudades. Por otra parte, aunque es importante tener en cuenta la diversidad y complejidad de los agentes demandantes de suelo, en términos generales el aumento demográfico de los últimos quince años ha disparado las necesidades de vivienda. Parte importante de dicha población no tiene una capacidad adquisitiva alta, pero sí la urgencia de encontrar un lugar donde vivir. Si la lógica de urbanización sigue manteniendo los patrones de la relación de formalidad e informalidad, el volumen de personas que no podrán entrar al mercado formal generará un aumento constante en la urbanización informal, generando una creciente densificación de los barrios irregulares y un aumento en la demanda de soluciones de vivienda que nunca alcanzará a ser atendida. Por lo tanto, ciudades amazónicas como Leticia y Tabatinga serán cada vez más populosas y al mismo tiempo más marginales. Hay que pensar soluciones para regular el mercado de suelo y así ofrecer garantías de vivienda digna a todos los habitantes de las ciudades. Para ello hay que ver el suelo urbano más allá de las lógicas tradicionales del mercado y las rentabilidades vinculadas con las plusvalías urbanas que solo benefician al propietario de suelo y cargan de problemáticas y nuevas responsabilidades a las ciudades. Así mismo, es necesario entender las ciudades fronterizas teniendo en cuenta las dinámicas transfronterizas que las vinculan. Es imposible pensar hoy a Leticia sin los parcelamientos urbanos que se están desarrollando en el Incra, así como tampoco pensar a Tabatinga sin su fuerte vinculación con la demanda de suelo urbano que se está generando en Leticia. Lo anterior requiere perspectivas de investigación que tomen en cuenta las variables transfronterizas del desarrollo y, adicionalmente, grados importantes de coordinación en la gestión urbana con características transfronterizas. Sin embargo las administraciones públicas de ambas ciudades parecen estar muy lejos de alcanzar esto, tanto por las limitaciones institucionales marcadas por los dominios de las administraciones públicas con jerarquías nacionales, que dificultan la cooperación transfronteriza —la cual no alcanza a ser suplida por los escasos acuerdos supranacionales—, como por la apatía de los políticos locales, incapaces de pensar la frontera más allá de la integración en desfiles, reinados y partidos de fútbol. Estas ciudades necesitan pensarse coordinadamente para que puedan tener una lógica orgánica de funcionamiento que les permita atender adecuadamente las demandas sociales con características transfronterizas y las problemáticas urbanas mutuamente compartidas. Una gestión política y administrativa en este sentido podrá sentar las bases para que el creciente número de sus habitantes puedan ser efectivamente ciudadanos y hacer uso efectivo de tal derecho en sus prácticas transfronterizas.
Territorios indígenas y conflictos transfronterizos
The formality of informality in the urbanization of the border cities of Leticia (Colombia) and Tabatinga (Brazil) around the international limit
A formalidade da informalidade na urbanização das cidades fronteiriças de Letícia (Colômbia) e Tabatinga (Brasil) ao redor do limite internacional
Editores asociados: Carlos Zárate Botía, Juan A. Echeverri
Recibido: 2017-05-08.
Devuelto para revisiones: 2017-12-12.
Aceptado: 2017-12-12.
Como citar este artículo: Aponte Motta, J. (2018). La formalidad de la informalidad en la urbanización de las ciudades
fronterizas de Leticia (Colombia) y Tabatinga (Brasil) en torno del límite internacional. Mundo Amazónico, 9(2): 64712. https://doi.org/10.15446/ma.v9n2.64712
Abstract
Resumo
El terreno era de un brasileño que tenía una casa de barro y le dejó a mi mamá construir una primera casita de palma. Entonces no había más. Un día llegó un capitán de la Marina a medir (trazar el límite) y le dijo a mi mamá que no se preocupara que su casa iba a quedar del lado colombiano. Después le preguntaron que cómo quería que se llamara el barrio y ella dijo que se llamara Colombia. Entonces no había nada más acá. La casa de barro y la casa de palma de mi mamá. (Comunicación personal. Roger. Notas de Campo. 25 de marzo de 2016).
Es decir, el proyecto de urbanización formal se desarrolló donde ya había un asentamiento previo. Fue en parte un ejercicio de reorganización del espacio urbano, el cual paralelamente implicaba ajustar el espacio de la frontera; por ello la importancia de que fuera “un capitán de la Marina” el encargado de adelantar un proceso que antes que ver con la soberanía nacional atañía a la gestión urbana.
Este barrio es una invasión […] Era ilegal era una frontera ahí, y ya yo me dirigí fue al cus, al comandante del cus, entonces él me dijo que hiciera mi casa y de ahí comenzaron a darme soldados para que yo hiciera la casita. Pero entonces había mucha gente y yo ya me puse a lotear todo esto para darles a los amigos que eran compañeros constructores y otros que no tenían casa. Y así, hicimos el barriecito y ya nos pusimos todos de acuerdo con ponerle agua, ponerle luz.
Bueno, ahí ya no nos daban luz ni nos daban agua que porque era una invasión, entonces ya nos fuimos a la brava a Empoleticia. Era Johnny Pineda el gerente, no nos dejaba hablar a nosotros. Hasta que tuvimos fue que llevar machete y bueno hermano, ¡usted nos da agua! […] Y nosotros tuvimos que… que no había fontanero, bueno, nosotros somos fontaneros, je, je y nos vinimos a cavar. Bueno, total era que el agua pasaba por allá y nos pusimos nosotros a cavar y a poner tubería, mandamos a comprar una tubería a Bogotá, la pusimos y ahora ya no nos querían dar el agua. Pues a la brava cogimos nosotros y escarbamos allá y es que aquí. Y entonces ya cuando nos vieron cavando ahora sí mandaron al fontanero. Pusimos el agua.
[…] Eso fue en el 81. Sí señor. A fines del 81 y ya seguimos en el 82. Bueno y ya hicimos las casitas, pusimos el agua, ya después nos pusieron el acueducto, ya trazaron calles y nos pusieron el acueducto. Bueno, listo. (Entrevista señor Angulo, fundador barrio Castañal. Barrio Castañal, Leticia. Marzo de 2008)
1 Población de origen civil ubicada entre el límite y el fuerte de Tabatinga. Tras la conformación de Tabatinga como municipio en 1983, El Marco fue subordinado a dicha político-administrativa.
2 Instituto de Crédito Territorial diseñado a finales de la década de los treinta (Ley 200 de 1939) y que funcionó en el país hasta que las políticas neoliberales de vivienda lo transformaron en 1991 (Instituto Nacional de Vivienda de Interés Social y Reforma Urbana – Inurbe, Ley 3 de 1991), el cual fue recientemente liquidado para crear el Ministerio de Vivienda.
3 Información obtenida en comunicación personal con mujer habitante del barrio Colombia que ha sido presidente de la junta de acción comunal (noviembre de 2016), corroborada con información documental de la junta de acción vecinal del barrio Colombia disponible en la Biblioteca del Banco de la República de Leticia.
4 En algunos casos que he conocido de forma cercana en el barrio El Castañal, la propiedad del lote donde fueron construidas las viviendas solo se consiguió hasta la década del 2000 tras múltiples negociaciones con agentes políticos que facilitaron la consolidación de la titularización de la tierra y por consiguiente la posibilidad de que estos lotes y sus viviendas pudieran entrar en el mercado formal de suelo urbano. En los casos en que la vivienda está construida en un suelo del cual no es propietario el dueño de la casa, solo son vendibles las “mejoras”, es decir la casa construida, de ahí la necesidad en muchas apropiaciones de tierra de realizar alguna construcción para tener dichas mejoras como un elemento adicional de negociación y además como prueba efectiva de la apropiación. Esto seguirá viéndose en otras acciones de apropiación de tierras comentadas posteriormente.
5 Lo que se conocería después como los barrios La Esperanza o La Unión y El Águila, los cuales estarían en los planes de reubicación en los años posteriores.
6 Es importante destacar, tal como lo indicó uno de los comentaristas a este artículo, que la asociación Afasinte fue protagonista de la estrecha relación entre urbanización y los procesos electorales. Sugiere el comentarista que por lo menos desde 1995, en el marco de los esfuerzos por construir su vivienda, “se vieron inmersos en los vaivenes electoreros frente a la expectativa de que con el siguiente gobernador, alcalde, diputado o concejal de turno si conseguirían el apoyo requerido para localizarse en la ciudad como poseedores de un techo”. Lo anterior enuncia un debate de gran interés entre el desarrollo urbano y la vivienda con la dinámica política local, evidenciando que el papel de diversos actores políticos ha sido fundamental en el desarrollo de la ciudad. Por tanto, la dinámica de parcelación enuncia una relación muy cercana entre diversos agentes inmobiliarios poseedores de terrenos parcelables, los actores políticos que buscan asegurar su elección mediante estrategias que facilitan la edificación de vivienda y los mismos demandantes de vivienda que aseguran la suya en el marco de una creciente disminución del suelo urbanizable ya detectada en el plan urbano de 1978, que designó área de futuro crecimiento el nororiente de la ciudad pero que se enfrentó a las restricciones de urbanización de dichos suelos, particularmente en relación con su régimen de propiedad vinculada a instituciones de orden nacional (fuerzas militares y aeronáutica civil principalmente), así como áreas designadas para usos restringidos (cementerio), e incluso áreas definidas por un régimen colectivo de propiedad de la tierra (resguardos indígenas), remarcadas tanto en el marco de la Zonificación ambiental para el plan modelo colombo-brasileño eje Apaporis Tabatinga de 1997 (Instituto Geográfico Agustín Codazzi – igac & Instituto Amazónico de Investigaciones Científicas – Sinchi 1997), en el mismo Plan básico de ordenamiento territorial de Leticia de 2002, así como en investigaciones posteriores (Unigarro 2017).
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