Revista Facultad Nacional de Agronomía Medellín

Lord David Attemboroug, tal vez el más destacado científico naturalista de estas últimas cinco décadas, definió al Homo sapiens como un “comunicador compulsivo”. Y fue acertado: tal vez no haya nada más común a todas las sociedades, países y comunidades, tanto de la remota antigüedad como del mundo moderno, que la comunicación, al punto que es justamente la escritura como lenguaje de intercambio el que define la separación entre la prehistoria y la historia. Comunicar es por excelencia el vehículo de la dimensión cultural que hemos forjado a través de nuestra evolución biológica, que nos permite una relación espacial y nos crea lazos con el pasado y con el futuro.

El editorial del primer número de la Revista Facultad Nacional de Agronomía (RFNA), publicado en agosto de 1939, deja entrever esa necesidad de comunicar los hallazgos y desarrollos en ciencia y tecnología de la Facultad. Decían entonces los profesores Lafaurie y Atehortúa, directores y editorialistas de aquel primer número, que “… un impetuoso y profundo anhelo de contribuir en algo a la construcción de una Patria vigorosa, fuerte económicamente y por lo tanto libre, nos aúpa para sacar esta Revista …”. Y a fe que así ha sido: ochenta años de publicación ininterrumpida de este que es uno de los patrimonios más acendrados de la centenaria Facultad de Ciencias Agrarias, nos llena de orgullo inmenso, como quiera que es el esfuerzo de muchas generaciones de profesores, de estudiantes y de investigadores ligados a esta unidad académica.

La RFNA ha pasado en estos ochenta años por varios estadios de desarrollo, que se corresponden con los momentos históricos de evolución del sistema universitario colombiano. Antaño eran comunes los artículos de divulgación de experiencias, notas de clase y artículos de opinión, todos con un claro fin de llevar un mensaje directo y práctico a un público muy general que usaba esa información de manera cotidiana; luego fueron tomando forma los artículos de corte técnico, basados en las investigaciones profesorales y estudiantiles; y más recientemente se adoptó el modelo de comunicación cientificista, reglado por normas internacionales, que dirigen su mensaje exclusivamente a la comunidad científica, dejando al margen al técnico o profesional corriente. Esa evolución es lógica, pero pudo haber creado un vacío lamentable: no mantener un vínculo de comunicación con otros usuarios distintos de los científicos y académicos, quienes en su variedad de sitios de desempeño profesional podrían beneficiarse de mucha de la información derivada de los proyectos de investigación y de extensión que se desarrollan en la Facultad.

Celebramos en este año 2019, con sumo orgullo, el haber arribado al octogésimo aniversario de la Revista Facultad Nacional de Agronomía, pero creo que nos debemos una reflexión autocrítica, en el sentido de revisar hacia quiénes y hacia dónde debemos dirigir el acervo y el conocimiento que se deriva de la vida académica de la Facultad. Porque como lo dijera en su momento Lafaurie y Atehortúa, sigue vigente para la Facultad de Ciencias Agrarias “… un impetuoso y profundo anhelo de contribuir en algo a la construcción de una Patria vigorosa, fuerte económicamente y por lo tanto libre …”.