Publicado

2023-05-07

La barroquización como táctica de apropiación tecnológica en Latinoamérica

The Baroque as a tactic for technological appropriation in Latin America

Le baroquisme comme tactique d’appropriation technologique en Amérique latine

Il barocchismo come tattica di appropriazione tecnologica in America Latina

A barroquização como tática de apropriação tecnológica na América Latina

DOI:

https://doi.org/10.15446/actio.v7n1.108804

Palabras clave:

Apropiación tecnológica, ethos barroco, modernidad, tecnología, colonialismo (es)
Technological appropriation, Baroque ethos, modernity, technology, colonialism (en)
Apropriação tecnológica, ethos barroco, modernidade, tecnologia, colonialismo (pt)
Appropriation technologique, ethos baroque, modernité., technologie, colonialisme (fr)
appropriazione tecnologica, ethos barocco, modernità, tecnologia, colonialismo (it)

Autores/as

El presente ensayo comprende la barroquización como una táctica que ejemplifica las formas en que la apropiación tecnológica aparece en el contexto latinoamericano, como una manera de negociación con la modernidad. A través de este argumento, el ensayo busca problematizar las concepciones comunes sobre apropiación tecnológica y extender el significado de esta práctica hacia una dimensión estética de resignificación de la tecnología y de una reorientación hacia versiones alternativas de la modernidad. Siguiendo el concepto de ethos barroco, del filósofo ecuatoriano-mexicano Bolívar Echeverría, lo barroco se explica como una sobrecodificación que restituye el valor de uso de los objetos, frente a la racionalidad moderna del capitalismo. El ensayo propone que la apropiación tecnológica es una táctica que permite abrir la tecnología hacia nuevas formas de producción y organización material y simbólica, la cual se amplía hacia un horizonte epistemológico. El artículo concluye formulando una resignificación de la apropiación tecnológica orientada hacia la dimensión estética de la tecnología.

This essay understands the baroque as a tactic that exemplifies the ways in which technological appropriation appears in the Latin American context, as a way to negotiate with modernity. Through this argument, the essay seeks to question the usual understanding of technological appropriation and expand the meaning of this practice towards an aesthetic dimension for re-signifying technology and for a reorientation towards alternative versions of modernity.  Following the concept of Baroque ethos proposed by the Ecuadorian Mexican philosopher Bolívar Echeverría, the Baroque is explained as an over-codification that restitutes the object’s value of use, against capitalism’s modern rationality. The essay holds that technological appropriation is a tactic that allows for the opening of technology towards new forms of production and of material and symbolic organization, which is extended towards an epistemological horizon. The article concludes with a reformulation of technological appropriation oriented towards the aesthetic dimension of technology.

Le présent essai définit le baroquisme comme une tactique qui illustre comment l’appropriation technologique survient dans le contexte latino américain  comme une sorte de négociation avec la modernité. A partir de cet argument l’essai cherche à problématiser les conceptions communes sur l’appropriation technologique et à étendre le sens de cette pratique vers une dimension esthétique de redéfinition de la technologie et une réorientation vers des versions alternatives à la modernité.

Conformément au concept d’Ethos baroque du philosophe mexicano-équatorien Bolivar Echevarria, le baroque se présente comme une sur-codification qui restitue la valeur d’usage des objets, face à la rationalité moderne du capitalisme. Cet essai pose l’appropriation technologique comme une tactique qui permet d’ouvrir la technologie à de nouvelles formes de production et d’organisation matérielle et symbolique, laquelle s’étend à un horizon épistémologique. L’article conclut par une redéfinition de l’appropriation technologique orientée vers la dimension esthétique de la technologie.

Il presente saggio considera il barocchismo come una tattica esemplificativa delle forme in cui l’appropriazione tecnologica appare nel contesto latinoamericano, come forma di negoziato con la modernità. Con questo argomento, il saggio cerca di problematizzare le idee comuni su appropriazione tecnologica e di estendere il significato di tale pratica verso una dimensione estetica di re-significazione della tecnologia e di riorientamento verso versioni alternative della modernità. Seguendo il concetto barocco di ethos barocco, del filosofo equadoregno-messicano Bolívar Echeverría, il barocco si spiega come super-codificazione che restituisce il valore d’uso degli oggetti, rispetto alla razionalità moderna del capitalismo. Il saggio propone che la appropriazione tecnologica sia una tattica che permette di aprire la stessa tecnologia a un nuovo orizzonte epistemologico. L’articolo si conclude con la formulazione di una re-significazione dell’appropriazione tecnologica orientata a una dimensione estetica della tecnologia.

O presente ensaio entende o barroco como uma tática que exemplifica as formas como a apropriação tecnológica aparece no contexto latino-americano, também como uma forma de negociar com a modernidade. Através deste argumento, este ensaio pretende problematizar os conceitos comuns de apropriação tecnológica e estender o significado desta prática a uma dimensão estética de ressignificação da tecnologia e de reorientação para versões alternativas da modernidade. Seguindo o conceito de ethos barroco do filósofo equatoriano-mexicano Bolívar Echeverría, o barroco é entendido como uma sobre-codificação que reestabelece o valor de uso dos objetos diante da racionalidade moderna do capitalismo. O ensaio propõe que a apropriação tecnológica é uma tática que permite que a tecnologia se abra a novas formas de produção e organização material e simbólica, que se expande em direção a um horizonte epistemológico. O artigo conclui formulando uma ressignificação da apropriação tecnológica voltada à dimensão estética da tecnologia.

ACTIO VOL. 7 NÚM. 2 | Julio - Diciembre / 2023

Leonardo Aranda Brito

State University of New York at Buffalo
Buffalo, NY, USA, CP. 14260
Universidad Autónoma Metropolitana, Lerma
Lerma de Villada, Edo. De México, México, CP. 52006

Correo electrónico: arandab@buffalo.edu
orcid.org/0000-0002-5069-7542

Introducción

La tecnología aparece en el horizonte cultural de los países del sur global marcada por una ambigüedad resultante de los procesos históricos que han determinado su desarrollo. Esta ambigüedad se traduce en una doble dimensión bajo la cual la tecnología moderna adquiere su significación: por un lado, como instrumento de dominación de orden exógeno; por el otro, como instrumento de modernización, cuyo progreso se da bajo la promesa del desarrollo y la unidad nacional. A estas dos dimensiones, se suma una segunda trayectoria tecnológica que permanece invisibilizada y se infiltra en la vida cotidiana a través de una serie de prácticas cotidianas. Esta segunda trayectoria, que se caracteriza por la transcodificación de las otras dimensiones, podemos caracterizarla en el contexto latinoamericano como un proceso de barroquización.  

En el contexto del capitalismo avanzado, la tecnología juega un rol fundamental que determina las sociedades «modernas». Esta determinación se da, por un lado, a través de la reorganización material del trabajo, la industria y la infraestructura, así como la redistribución a escala planetaria de estas. Mientras que, por otro lado, se da en una dimensión ideológica, donde los imaginarios de aquello que consideramos «moderno» están fuertemente marcados por la tecnología. En otras palabras, equiparamos modernidad con progreso tecnológico, al mismo tiempo en que observamos cómo la tecnología reconfigura las formas de producción, las formas de organización y las practicas sociales que caracterizan a las sociedades actuales. Podemos entender esta reconfiguración tecnológica bajo el concepto de subsunción real propuesto por Marx (2019), con el que el autor intenta describir la dinámica según la cual las formas de producción capitalista remplazan formas anteriores de producción a través de un relevo tecnológico, cuyo resultado es una reconfiguración de la organización social que sofoca las formas anteriores de producción. Históricamente, la subsunción ha ido emparentada con formas de colonialismo que amplían los márgenes del capital a una escala planetaria. Este fenómeno ha concentrado el desarrollo tecnológico en los países del norte global, ha desaparecido múltiples formas de producción y organización tradicionales en otros territorios, y ha impuesto una visión hegemónica de la modernidad determinada por las tecnologías dominantes. Este fenómeno crea una dinámica centro-periferia en la que los países productores de tecnología adquieren una capacidad de dominación sobre el resto de las naciones. Esta dominación se entiende, por un lado, por la capacidad de determinar el rol que ha de jugar cada región dentro de la distribución internacional del trabajo, en relación con su respectiva capacidad tecnológica e industrial. Mientras que, por otro lado, las formas de consumo se imponen para mantener la competitividad económica de cada región o simplemente para mantenerse al día con el imaginario de modernidad hegemónica. Frente a estas formas de dominación, la apropiación tecnológica aparece como una estrategia de resistencia que se desarrolla especialmente en el ámbito cotidiano y que, en algunos casos, logra subvertir la racionalidad misma del capitalismo a través de la recodificación de las dinámicas de subsunción.

Para entender la capacidad de recodificación de la apropiación tecnológica, debemos primero argumentar la existencia de una dimensión cultural inherente a la tecnología misma, que no se limita a factores secundarios de orden formal o estético —no se trata de un problema de estilo, como afirman autores como Hughes (1989)—, sino que expresa una racionalidad distinta que se introduce en los propios procesos tecnológicos y los resignifica. Al respecto, el filósofo ecuatoriano-mexicano Bolívar Echeverria afirma que:

No parece existir un proceso técnico de producción en estado estrictamente puro. Todo proceso de trabajo está siempre marcado por una cierta peculiaridad en su realización concreta, misma que penetra y se integra orgánicamente en su estructura instrumental y sin la cual pierde su grado óptimo de productividad (2010, p. 21).

En otras palabras, podemos afirmar que la tecnología no puede existir divorciada de la cultura más que en un sentido abstracto; mientras que, por lo contrario, todo proceso o artefacto tecnológico concreto es, a su vez, un producto cultural. Ello tiene como resultado que en diferentes contextos la transformación y el cambio tecnológico se oriente de diferentes maneras y se actualice en realidades profundamente diferentes entre sí.

Extendiendo el argumento del constructivismo tecnológico según el cual los artefactos incorporan los valores y avanzan las agendas de aquellos que los desarrollan y construyen (Bijker y Law, 1994) podemos afirmar que, en la diversidad de formas en que se concretiza el cambio tecnológico, no solo observamos una valorización distinta o incluso un sistema de valores diferentes, sino una racionalidad alterna en la que el sentido mismo de lo que se entiende por tecnología y el objetivo social que se da a ella es distinto, al igual que los espacios y los agentes de su desarrollo. Esto supone que los «conflictos» por la supuesta «democratización» de la tecnología no necesariamente se dan en los espacios convencionales de desarrollo tecnológico, ni entre un conjunto formado por expertos y agentes relevantes. Incluso, es posible que aparezcan determinados por otra noción de conflicto, al igual que la democratización no sea el objetivo político de dichos conflictos. Podemos afirmar que los procesos de desarrollo de la tecnología son multilaterales y pone en contacto múltiples historias y geografías —como lo demuestra el trabajo de Gabriela Soto Laveaga (2010, 2018)—, y la existencia de una pluralidad tecnológica, en la cual encontramos múltiples definiciones de la tecnología, así como una enorme variedad de agentes y espacios en su desarrollo.

De forma reciente han surgido muchas voces que han manifestado la importancia de sostener el argumento de la existencia de una pluralidad tecnológica, como punto de partida para crear nuevas historias, teorías y marcos de análisis sobre la tecnología. En el ámbito de Latinoamérica, trabajos como los de Edén Medina (2014; Medina, da Costa Marques y Holmes, 2014), María Fernández (2018), Claire Taylor (2014; Taylor y Pitman, 2007), Hilda Chacón (2019) o Anita Say Chan (2013) han dado un paso importante por reconstruir la historia de la tecnología y de los medios en esta región, y para contrapuntear las narrativas dominantes sobre la tecnología.

Siguiendo esta línea de trabajo, el presente ensayo propone entender a la apropiación tecnológica como una operación material y semiótica, culturalmente situada, que en Latinoamérica se ha servido de estrategias como la barroquización para negociar con los conflictos de la modernidad. Material, en tanto que apunta a la transformación de los procesos tecnológicos y a formas de organización social; semiótico porque apunta a la transformación del significado de la tecnología, sus productos y procesos; situada, en la medida en que sus tácticas y estrategias solo pueden utilizarse y adquirir un sentido en el contexto inmediato. En este sentido, la apropiación tecnológica no debería ser entendida como la simple transferencia de la propiedad de los objetos técnicos, ni como la mera adaptación a un contexto dado a través de sus diferentes usos. Especialmente, desde una visión política, la apropiación aparece como un proceso que busca concretizar formas alternativas de producción-organización, cuya racionalidad se orienta en oposición a las estructuras y formas de producción dominantes. La necesidad de plantear de esta forma la apropiación tecnológica surge de un conflicto profundo que no solo se limita a la tecnología, sino que expresa una tensión que desborda el ámbito tecnológico y apunta a un conflicto más general en relación con la modernidad.

En el contexto de Latinoamérica, históricamente se han desarrollado múltiples estrategias de apropiación que han tenido por objeto generar formas de supervivencia, resistencia y negociación con las formas de dominación ejercidas durante y después de la Colonia. Este fenómeno lo observan, por ejemplo, los investigadores en comunicación François Bar, Matthew S. Weber y Francis Pisani en un trabajo en el cual tratan de generar una tipología sobre la apropiación tecnológica inspirados por las estrategias que alcanzan a observar dentro del contexto latinoamericano. Como los autores afirman:

Throughout history, Latin American populations have had extensive experience with the appropriation of objects, people, and ideas from abroad, most often in unfavorably asymmetric situations. This tradition continues to produce a culture of its own, born from multiple resistance and appropriation strategies. (Bar, Weber y Pisani, 2016, p. 621).

En específico, los autores fijan su atención en tres estrategias principales: la barroquización en Cuba y México, la canibalización en Brasil y la criollización en Martinica. Para estos autores:

Baroquization is the filling-in of technological spaces that providers intentionally leave blank for users to personalize devices and applications; creolization is bricolage, the recombination of the technology’s components to create something new; and cannibalism is creative destruction, an innovative act that requires breaking down the existing to invent something new. (Bar et al., 2016, p. 629).

A pesar de lo interesante que resulta la propuesta, en su intento por generar una tipología inspirada por estas estrategias, los autores fallan en interpretar de forma adecuada las implicaciones culturales de cada una de estas estrategias. En un intento por ordenar progresivamente estas estrategias donde la barroquización sería la forma más débil de apropiación y la canibalización la más fuerte, las estrategias resultan descontextualizadas y acaban por perder el fondo político que les da lugar.

Con relación a esto, mi interés en este ensayo es desarrollar, de forma más profunda, una interpretación del concepto de barroquización como una forma de apropiación tecnológica. Retomando el argumento de Bar et al. (2016) desarrollaré el concepto del barroco, para lo cual usaré como punto de referencia el trabajo del filósofo ecuatoriano-mexicano Bolívar Echeverría, quien en su análisis de la cultura latinoamericana ha desarrollado una extensa teoría sobre el ethos barroco como una de las versiones de la modernidad. En esta estrategia se alcanza a ver el alcance epistemológico y estético de la apropiación que será desarrollado a partir de la reflexión de este escrito. En lo general, lo que intenta demostrar este ensayo es que no solo la apropiación cultural y la apropiación tecnológica son algo distinto, sino que la tecnología puede entenderse como una dimensión de la cultura —como afirma Echeverria— y no como algo separada de esta; la apropiación tecnológica es un subconjunto de la apropiación cultural que puede entenderse a través de las mismas estrategias.

Metodología

En términos metodológicos, el ensayo tiene por finalidad ampliar el conocimiento sobre la apropiación tecnológica extendiendo las definiciones que se han hecho en disciplinas como los estudios de ciencia y tecnología. En este sentido, se plantea una revisión diacrónica que intenta entender las prácticas contemporáneas de apropiación tecnológica, a través de la evolución histórica que en otros ámbitos ha tenido la apropiación. De esta manera, se busca describir el fenómeno de la apropiación tecnológica a partir de las determinantes históricas que han marcado su particularidad en la región latinoamericana. El ensayo no busca ser exhaustivo en su interpretación sobre la apropiación tecnológica, sino ampliar las definiciones existentes para señalar posibles caminos a seguir que dan cuenta de la riqueza y diversidad de expresiones que se engloban bajo el término de apropiación tecnológica. Para su interpretación, este trabajo recurre a autores como Bolívar Echeverria, como fuente primaria para dotar de profundidad conceptual a la noción de apropiación tecnológica a través de su propuesta filosófica sobre el barroco latinoamericano.

Apropiación y resistencia

En Latinoamérica, el conflicto con la modernidad aparece desde su inducción en el contexto violento del proceso de colonización. Es esta violencia la que orienta, en parte, la propuesta ética y estética de los proyectos alternativos de modernidad que surgen a partir de este momento como formas de resistencia. De este contexto emerge una racionalidad que, según el filósofo chileno Bernardo Subercaseaux (1988), se habría visto forzada a reproducir el pensamiento y la cultura europea, al mismo tiempo que se empuja a la periferia de ese universo. Surge a partir de ello una lógica negativa que reconoce el conflicto en el centro de la modernidad, pero no lo asume como destino, sino como el referente desde el cual se fundamenta la necesidad de alteridad. Discursos y prácticas, como los que se observan en la construcción del ideario de lo mestizo o en la cultura barroca, solo se pueden entender íntegramente como estrategias de negociación y resistencia frente a la modernidad hegemónica de Occidente. Especialmente, en el caso de la ideología en la que se sostiene el concepto de lo mestizo, no se trata de una defensa ciega del pasado y de la tradición, sino de un intento por fundamentar una modernidad cuya orientación y origen son distintas a la modernidad occidental.

De forma inadecuada, la cultura latinoamericana se ha interpretado comúnmente desde la mirada externa del folclorismo, o desde la perspectiva según la cual sus expresiones modernas o sus vanguardias son una clase de imitación o expresión periférica de la modernidad occidental urdida por las elites locales. Autores como Octavio Paz (1994) se preguntan ¿cómo es posible hablar de una modernidad en geografías que no atravesaron un proceso de modernización e industrialización como el europeo o que no han alcanzado un cierto grado de estabilidad económica?, ¿cómo hablar de modernidad política en países que no han logrado estabilizar sus sistemas democráticos?, ¿cómo hablar de modernidad artística y vanguardias en países que no atravesaron por un periodo clásico o un periodo romántico?

Desde esta perspectiva, la modernidad latinoamericana aparecería como una máscara que oculta la falta de un piso orgánico de condiciones históricas concretas, y que se constituye en base a la imitación o a la adaptación de las corrientes europeas, en una «tendencia a buscar herramientas conceptuales no a partir de las realidades o procesos sociales que vivimos, sino que desde un reflejo casi compulsivo por estar actualizados» (Subercaseaux, 1988, p. 128). Mientras que este argumento puede sostenerse en relación con un conjunto limitado de prácticas culturales de las élites, motivadas por una visión aspiracional por pertenecer a la modernidad dominante, por otro lado, este argumento resulta problemático frente a expresiones culturales más amplias y arraigadas en procesos locales que encuentran su expresión en la cultura popular. En este sentido, Néstor García Canclini (1989, 2005) critica la homogeneidad que se esconde detrás de la idea de una modernidad caracterizada únicamente por la experiencia occidental. Esta homogeneidad, por un lado, supondría que la modernidad es un proceso unilateral de diseminación de la cultura de occidente, ignorando la influencia y la apropiación de otras culturas que las naciones europeas realizaron durante y después del periodo colonial; al mismo tiempo que supondría que la modernización solo puede darse de una forma histórica específica, dada en la experiencia concreta de Occidente. En contra de esta posición, Canclini argumenta la existencia de una multiplicidad de modernidades que coexisten en el panorama global; cada una de las cuales es resultado de su propio proceso histórico concreto de negociación con las condiciones geopolíticas y de división global del trabajo, las cuales se modifican radicalmente con las tecnologías digitales y el fenómeno de la globalización.

Siguiendo esta línea de pensamiento, María Neüman propone a la apropiación como una de las principales estrategias a través de las cuales los Latinoamericanos han confrontado y negociado con la modernidad dominante. Para esta autora, la apropiación consistiría en una operación semiótica y epistemológica que permite a lo apropiado entrar en un horizonte de comprensión del mundo del sujeto de apropiación. En otras palabras, es una operación que tiene por principal objeto dotar de sentido a aquello que es apropiado y someterlo a una nueva racionalidad. Es a través de este proceso que «Latinoamérica ha logrado resistir 500 años de colonización, aculturación y transculturación» (Neüman, 2008). En este contexto, la apropiación tendría cuatro características princípiales: en primer lugar, manifestar una autonomía de la acción e intencionalidad que constituyen a los sujetos políticos como sujetos no subordinados, sino activos en la creación de su realidad. En segundo lugar, dirigirse hacia aquello que aparece como ajeno, entendido como aquello que está constituido desde un sentido de otredad, donde los latinoamericanos se convirtieron en un «otro» para la narrativa dominante de Occidente y donde a estos les fue impuesto un mundo que apareció como ajeno frente a las realidades preexistentes. En tercer lugar, se caracteriza por ser un acto de recepción activa o de transcodificación, el cual genera un sincretismo —una síntesis que armoniza las contradicciones de formas de pensamiento opuestas— en el cual lo ajeno se transmuta en algo propio.

De tal manera que la razón occidental no llega a los latinoamericanos sino a través de su propio horizonte hermenéutico por lo cual nada es exactamente copiado, ni percibido ni comprendido como el original. Todo lo ajeno pasa por un proceso de apropiación y la apropiación posee una fuerte carga de invención y adecuación (Neüman, 2008, p. 92).

Finalmente, se caracteriza por ser un acto en clave relacional que se basa en la comprensión del otro como uno mismo, y que en este sentido se confronta con el sujeto político del liberalismo: el individuo. De esta manera, la apropiación aparece como estrategia de negociación que busca transmutar las contradicciones impuestas de la modernidad occidental, experimentadas como una forma de violencia. Igualmente, la apropiación aparece como la base de la creación de un mundo alternativo a dicha versión de la modernidad. Así, lo apropiado aparece como semilla de una pluralidad o una alteridad con respecto al proyecto hegemónico de modernidad, que se ve recodificado y transformado en un otro que se le resiste.

Podemos trasladar el argumento de Neüman al campo de la tecnología y criticar los paradigmas que intentan caracterizar la diseminación de la tecnología como una clase de irradiación desde el centro hacia las periferias. Con esto implícitamente se afirma que los procesos tecnológicos son como procesos endogámicos que se difunden de forma unilateral hacia otras regiones. Igualmente, podemos criticar las posiciones que asumen la existencia de una sola tecnología —sobre todo de una sola racionalidad tecnológica— pensada como el paradigma a partir del cual la tecnología se modela fuera de los centros hegemónicos a manera de imitación, copia o simple adaptación.

Bajo los argumentos anteriores, la apropiación tecnológica ya no aparece como una actividad subalterna, sino como una actividad que reafirma a los sujetos de la apropiación como agentes activos en la construcción social del mundo. Igualmente, más que estar determinada dentro del horizonte de los posibles usos o adaptaciones de los objetos tecnológicos, la apropiación tecnológica se dirige al sentido más general de la tecnología, en tanto que sus actos de resignificación y de rearticulación se orientan hacia la racionalidad misma de la tecnología y su relación con las estructuras de dominación que imponen una versión unilateral. De esta manera, la apropiación se dirige hacia aquellas tecnologías que aparecen como alienadas. Sin embargo, lo alienado no se refiere únicamente a un sentido de propiedad, sino que apunta más bien a una característica de orden epistemológico donde lo ajeno expresa la contradicción o conflicto con lo que se entiende por propio.

Por tanto, la apropiación aparece como una negociación entre lo propio y lo ajeno. Negociación que, de ser exitosa, permite a lo externo y lo alienado adquirir un nuevo sentido y aparecer ya integrado al mundo de lo propio. Este proceso se presenta como una recodificación, «donde el nuevo código proviene del que se apropia, interviniendo el horizonte de comprensión distinto del sujeto de la apropiación que mira desde una episteme alterna y por lo tanto se apropia recodificando desde su otredad» (Neüman, 2008, p. 91). En última instancia, la apropiación tecnológica aparece, en su dimensión política, como un espacio de pluralidad, donde lo que se abre es la posibilidad de articular una versión diferente de la tecnología. Una tecnología resistente y alterna a la versión que se ha construido desde los centros de poder, desde la dominación, desde la Colonia y desde el capitalismo. Apropiarse en el fondo no es solo hacer un uso diferente de las mismas herramientas, sino transformar el sentido mismo de la tecnología para hacerla coincidir con una racionalidad que ya no aparezca como alienada.

La estrategia barroca

Lo barroco se encuentra en el centro de los esfuerzos que surgieron en Latinoamérica por construir una identidad moderna antes y después de los procesos independentistas del siglo XIX. Estos esfuerzos vuelven evidentes las contradicciones que atraviesan a la modernidad y que son reflejo de los procesos de la colonialidad, los cuales continúan ejerciendo su influencia largo tiempo después de la culminación del periodo colonial. En principio, esta identidad se funda como una oposición frente a la identidad sajona de América del norte y busca moldear su cultura a partir de los valores construidos por los ideólogos francés de la «latinidad». Sin embargo, este proceso rápidamente arroja a Latinoamérica a la periferia de la modernidad, al coincidir de forma implícita con el argumento según el cual la civilización proviene de Europa, mientras que el resto del mundo únicamente tiene cultura. Esto llevó a la concepción de que los «latinos» tenían cultura, «pero no eran civilizados, pues las antiguas civilizaciones azteca, inca y maya ya estaban confinadas a un pasado olvidado» (Mignolo, 2007, p. 22). Esta concepción de Latinoamérica tiene dos efectos simétricos: por un lado, convierte a las clases criollas en europeos de segunda clase, mientras que por otra parte se encarga de afirmar a las culturas prehispánicas en el pasado, negando un presente activo a las poblaciones indígenas dentro de los recién formados Estados-nación latinoamericanos. En este contexto, la modernidad aparece en una dimensión doble de carácter contradictorio donde, por un lado, Latinoamérica trata de construir un futuro basado en los valores modernos de autonomía, libertad e igualdad, mientras que, por otro lado, extiende la lógica colonial para garantizar el control de los criollos sobre la vida económica, política, social y cultural. Frente a esta contradicción lo barroco opera como una síntesis que se basa en una reconciliación de los opuestos que, sin embargo, no elimina el carácter conflictivo, sino que lo abraza en una serie de gestos estéticos.

Para Walter Mignolo, el acontecimiento de la modernidad latinoamericana se caracteriza por una experiencia ambigua donde la modernidad encuentra su doble o su reflejo en la colonialidad (Mignolo, 2007). En este sentido, si bien los territorios de América Latina alcanzan durante el siglo XIX su independencia de la metrópoli imperial, por otro lado, las clases dominantes reproducen en los recién formados Estados las lógicas de hegemonía y control colonial, en perjuicio de la población mestiza e indígena. De esta forma, los Estados-nación latinoamericanos se instauran como territorios que buscan la «restauración» de la civilización europea meridional y católica dentro del territorio americano, bajo la tutela de las clases criollas que reconocen y valorizan su herencia europea en detrimento del pasado prehispánico de la región.

Sin embargo, este proyecto rápidamente muestra sus fracturas, generando una profunda contradicción entre los ideales bajo los cuales se funda la identidad latina y la realidad experimentada por una gran mayoría de la población de la región. Para el grueso de esta, la modernidad se experimenta como una forma de dominación que profundiza las diferencias que se originaron durante la Colonia. Frente a ello, el barroco aparece como la semilla de una conciencia crítica que busca hacer visibles las contradicciones de la modernidad en busca de construir un proyecto moderno alternativo.

Si bien el barroco aparece en primera instancia como una expresión artística trasplantada del continente europeo, rápidamente se transforma durante el último siglo de la Colonia, generando una nueva versión. Como argumenta Mignolo:

en las colonias hubo dos barrocos. EI primero, la versión estatal, consistía en «trasplantar» a las élites españolas y portuguesa que detentaban el poder y disfrutaban de las riquezas generadas por la economía colonial […] En las calles, las plazas y los mercados, en la periferia de los centros de producción intelectual, fuera de los espacios controlados por el gobierno colonial, surgía otra cosa, pues en esas zonas vivían los mestizos, los negros, los mulatos y grupos de criollos desplazados y marginales. En las colonias, entonces, el barroco fue también una expresión de protesta y de rebeldía que ponía en evidencia la conciencia crítica de los criollos de origen español desplazados del orden social y económico de las colonias. Se convirtió en la forma de dar voz al dolor de los criollos blancos por la herida colonial. (Mignolo, 2007, p. 85).

El segundo barroco, se convierte en un barroco-otro que conjunta una serie de premisas estéticas y filosóficas que buscan expresar la furia surgida de la diferencia colonial. A través de estas expresiones, se construye una forma de identidad que se fundamenta en el reconocimiento de la destrucción de las civilizaciones prehispánicas y en la imposibilidad del proyecto moderno en su versión europea. A partir de estas dos imposibilidades —la imposibilidad de dar continuidad a las formas tradicionales de vida, tal y como estas se manifestaron previo a la Colonia, y la imposibilidad de realizar el proyecto moderno, tal cual este se presenta en su versión europea—, el barroco realiza un sincretismo entre la cultura española y la cultura indígena, que enmascara los valores de la segunda, permitiéndoles sobrevivir y reproducirse a manera de subterfugio dentro de las representaciones, los rituales y las fiestas propias de la época. Es en este sentido que el barroco se transforma en medio de protesta y rebeldía.

Para Mignolo, el barroco, como periodo artístico, encontrará su decadencia durante el siglo XIX dentro del periodo posindependentista, con la instauración de la hegemonía criolla en los recién establecidos Estados-nación. Este desplazamiento constituyó «el remplazo de la conciencia crítica y subalterna del ethos barroco por la conciencia condescendiente de las élites criollas poscoloniales» (Mignolo, 2007, p. 88). Sin embargo, como afirma el filósofo ecuatoriano-mexicano Bolívar Echeverría, ello no elimina la sensibilidad barroca de la región latinoamericana, sino que instaura al ethos barroco como una forma alternativa de modernidad que caracteriza a una gran cantidad de expresiones culturales latinoamericanas.

Para Echeverría, el ethos barroco se enmarca en un conjunto de ethos históricos que representan diferentes formas en que se ha encarado la modernidad como proyecto civilizatorio. El ethos histórico aparece aquí como un acontecimiento histórico profundo y de larga duración que sirve como escenario de los procesos de subjetivación, de los cuales surgen las expresiones culturales, así como las prácticas cotidianas dentro de las cuales son asimiladas o interpretadas las transformaciones históricas. En este sentido, para Echeverría existen cuatro ethos históricos que determinan cuatro formas distintas de asimilar la modernidad: el ethos realista, el ethos clásico, el ethos romántico y el ethos barroco. Mientras que el ethos realista aparece como el ethos dominante, la existencia del resto de los ethos confirma la idea de que:

La modernidad establecida no es absoluta ni uniforme; y [tampoco] es una realidad monolítica, sino que está compuesta de un sinnúmero de versiones diferentes de sí misma —versiones que fueron vencidas y dominadas por una de ellas en el pasado, pero que, reprimidas y subordinadas, no dejan de estar activas en el presente. (Echeverría, 2009, p. 35).

El origen de la divergencia entre los diversos ethos se encuentra, según Echeverría, en la contradicción que aparece en el núcleo de la modernidad entre el proyecto de emancipación de la humanidad frente a la naturaleza y la racionalidad mitológica, y la expansión y reproducción de la modernidad en el hecho capitalista. Para Echeverría, esta contradicción se fundamenta en dos universos de sentido opuestos que generan una contraposición irreductible «entre lo aprovechable y lo desechable, lo sustancial y lo accesorio, lo fundamentado y lo azaroso, lo necesario y lo contingente; […] entre lo que obedece a un orden y tiene sentido y lo caótico y carente de sentido» (Echeverría, 2009, p. 174). Esta contradicción se expresa, en términos marxistas, como una contradicción entre el «valor de uso» y el «valor de cambio», donde la primera forma de valorización hace referencia al proceso natural de trabajo y disfrute de los objetos, mientras que el segundo término apunta a un proceso de valorización determinado por la acumulación del capital. En este sentido, mientras que la modernidad opera a través del tratamiento técnico de la naturaleza con el objetivo de una emancipación de la humanidad, en el echo capitalista, este proceso se somete y el objetivo se sacrifica a las dinámicas de valorización y acumulación de riqueza. En otras palabras, mientras que la modernidad instaura un universo de sentido alrededor del proyecto de emancipación de la humanidad, en su realización histórica dentro del capitalismo, la modernidad se expresa como la expansión de los medios de acumulación de riqueza, frente a lo cual se sacrifica el propio bienestar de la humanidad. En la experiencia latinoamericana, dicha contradicción está presente a lo largo de su trayectoria histórica, generando una situación crítica donde:

Por un lado, aquellas «formas culturales» del remoto pasado que se habían transmitido de generación en generación mediante sistemas simbólicos, han perdido hoy su justificación, se han quedado sin el piso sobre el que se levantaban; por otro lado, el mundo moderno, que aprovechó el nuevo fundamento técnico y civilizatorio de la vida social, lo ha hecho de una manera tal que lo ha obligado a aferrarse a aquellas mismas formas arcaicas obstruyendo la dinámica propia de las mismas y negándoles la oportunidad histórica que necesitan para transmutarse, mezclarse y regenerarse sobre esas nuevas bases técnicas y civilizatorias. (Echeverría, 2010, p. 40).

Es frente a esta contradicción que los diferentes ethos que Echeverria analiza se expresan. El capitalismo, en este contexto, aparece como la forma objetiva de la modernidad. Es decir, aquella que alcanzó concreción histórica y que aparece de forma ineludible como una realidad que domina a cualquier alternativa. Sin embargo, esta dominación únicamente se presenta bajo la lógica de un cierto pragmatismo y no como una necesidad. Como explica Echeverría, la concreción histórica que alcanzan las expresiones culturales humanas no se da como una necesidad natural. Todo lo contrario, la individuación es evidencia de una transnaturalización donde los códigos que determinan los procesos, tanto sociales como subjetivos, exacerban las funciones naturales y se dan de forma particular en relación con los procesos de significación histórica y cultural, dando como resultado diferentes versiones de lo humano (Echeverría, 2010). Entendida así, la realidad capitalista no es más que una forma de concreción de lo humano, pero no un destino o una marca inherente de su naturaleza.

Partiendo de esta premisa, el primer ethos, el ethos realista, se caracteriza por la «identificación afirmativa y militante con la pretensión de creatividad que tiene la acumulación del capital» (Echeverría, 2009, p. 38). En este sentido, se presenta como un ethos donde los sujetos afirman la eficacia y bondad del mundo existente y niegan de forma determinante la posibilidad de un mundo alternativo. De esta forma, se naturaliza el hecho capitalista como «realidad existente» y se establece como única alternativa posible. El segundo ethos, el ethos romántico, idealiza el hecho capitalista como realización de un espíritu histórico que encuentra en el capitalismo la expresión más elevada de la vida natural. El tercer ethos, el ethos clásico, se caracteriza por «Vivir la espontaneidad de la realidad capitalista como el resultado de una necesidad trascendente, es decir, como un hecho cuyos rasgos detestables se compensan en última instancia con la positividad de la existencia efectiva» (Echeverría, 2009, p. 39). En este ethos, los sujetos reconocen las contradicciones del capitalismo y los sacrificios que acontecen bajo su lógica, pero las aceptan en virtud de su efectividad, en tanto que realidad objetiva. En otras palabras, si los sujetos son capaces de aceptar las contradicciones con las que el capitalismo les confronta es porque este aparece como la mejor de las salidas posibles debido a la positividad de su existencia efectiva. Idealidad y realidad coinciden únicamente porque la alternativa solo es aprehendida en el momento de su realización. Justamente frente a esta racionalidad se confronta el último de los ethos, el ethos barroco, que se propone despertar la vida dormida dentro del realismo y el clasicismo para poner en primera fila los valores de uso de los objetos y visibilizar las contradicciones del capitalismo.

El ethos barroco no borra, como lo hace el realista, la contradicción propia del mundo de la vida en la modernidad capitalista, y tampoco la niega, como lo hace el romántico; la reconoce como inevitable, a la manera del clásico, pero, a diferencia de éste, se resiste a aceptarla. (Echeverría, 2009, p. 40).

Para Echeverría, el ethos barroco se sostiene en una racionalidad según la cual es necesario vivir la contradicción para trascenderla. Más que negar la existencia de las contradicciones propias del capitalismo, dentro del ethos barroco estas son aprehendidas en su estado inmanencia, para ser llevadas a un plano imaginario donde su necesidad se desvanece frente a la recuperación del valor de uso y su vigencia antes perdida. Mientras que el realismo capitalista impulsa una racionalidad productiva que divide el tiempo entre tiempo de trabajo y tiempo de ocio; el ethos barroco ritualiza a estos en la creación de un tiempo y un espacio heterotópico que es el de la fiesta, el espectáculo y la fantasía. Este tipo de espacio es teorizado por Foucault justamente como espacios que expresan la crisis actual a través de la mezcla entre contrarios, generando una disonancia temporal con la normatividad vigente (Foucault, 1986). Es así como el ethos barroco no responde a una lógica economicista, sino a una lógica del exceso que aparece de forma táctica. Sin embargo, este exceso no tiene un carácter hedonista, sino que tiene un propósito instrumental en la creación de lo que Echeverría llama un theatrum mundi.  

Construir el mundo moderno como teatro es la propuesta alternativa del ethos barroco frente al ethos realista; una propuesta que tiene en cuenta la necesidad de construir también una resistencia ante su dominio avasallador. Lo que ella pretende es rescatar la «forma natural» de las cosas siguiendo un procedimiento peculiar: desrealizar el hecho en el que el valor de uso es sometido y subordinado al valor económico; transfigurarlo en la fantasía, convirtiéndolo en un acontecimiento supuesto, dotado de una «realidad» revocable. (Echeverría, 2009, p. 195).

En otras palabras, lo que el ethos barroco propone es un desborde estético que hace aparecer al mundo como escenario, sobre el cual, los objetos —ahora planteados en su dimensión de representación— recuperan un valor que trasciende la mera realidad económica. De manera que la estética barroca, normalmente descrita como saturada, exuberante y ostentosa, ya no se explica como mero despliegue de suntuosidad y riqueza, sino que se logra comprender como estrategia que busca recuperar lo que hay de vivo en los objetos a través de su despliegue estético. Aquí la estética se revela contra la ética luterana que, según Weber, está en el corazón del capitalismo (Weber, 2001). Según Echeverría, la estrategia del ethos barroco se basa en la proliferación de formas que rodean de manera parasitaria a un motivo principal para obligarlo a dar más de sí. Esta proliferación se puede entender como una sobrecodificación que conduce al objeto a una resemiotización que le desquicia sin anularlo y, en su lugar, lo desborda de significados.

Es justamente esta sobrecodificación lo que permite al ethos barroco convertirse dentro del contexto latinoamericano en una forma de resistencia. El programa barroco abre la puerta a la posibilidad del disimulo. Dentro del ethos barroco, la dualidad sumisión/rebeldía, obediencia/resistencia se ven exacerbadas. Mientras que en el plano económico y legal se expresa una sumisión y una obediencia, estas se dan únicamente en el plano formal, al mismo tiempo que en el plano estético, simbólico y político emerge toda una serie de formas de rebeldía y desobediencia. Esto da como resultado un rebasamiento de las estructuras institucionales, «y la puesta en vigencia de una legalidad sustitutiva y una institucionalidad paralela» (Echeverría, 2009, p. 182). Como estrategia política, lo barroco significa:

Hacer concesiones en el plano bajo y evidente, como maniobra de ocultamiento de la conquista en el plano superior e invisible; como instrumento para poner en práctica una política de oposición efectiva dentro de un espacio político dominado por la dictadura y la represión. (Echeverría, 2009, p. 183).

Estas estrategias se expresan de forma patente en la estética y en la vida cotidiana. Frente a la rigidez del lenguaje, aparece el doble sentido; frente a la inadecuación institucional, aparece la lógica del favor; frente a la racionalidad capitalista, aparece la economía informal que se rige por otras reglas y se organiza de otras maneras. En suma, en el ethos barroco se inaugura en una modernidad alternativa, una que no se expresa en términos de subalternidad, sino que existe como una sobrecodificación y exacerbación de la modernidad dominante.

La barroquización como táctica de apropiación tecnológica

En términos de la barroquización como forma de apropiación, a lo que apunta la estrategia barroca es una hibridación que se da en una dimensión semiótica y formal, pero que se dirige de manera más general a una crítica hacia la racionalidad que subyace en las formas dominantes a través de un proceso de recodificación. Esta hibridación no se da como una simple mezcla de elementos, sino que se trata de un proceso de desestabilización de las identidades y códigos que entran en juego entre sí, lo cual permite la síntesis de códigos que originalmente aparecen como contrarios e incompatibles. Es así como, durante la Colonia, la cultura dominante española pudo ser transmutada para dar cabida a una serie de prácticas que permitieron la supervivencia de la cultura dominada. Esta estrategia se erige como una forma de resistencia que ya no podía darse en plano de la existencia social institucional, sino que tenía que darse en el plano de los símbolos, los códigos y las practicas cotidianas para defender una forma de vida y una forma de entender el mundo que fue dominada y casi aniquilada. Sin embargo, en este proceso de hibridación, ninguna de las identidades permanece intacta, ni se expresa desde una posición esencialista, sino que estas se ven transmutadas y convertidas en un tercero que no coincide con ninguna de las identidades originales. A este fenómeno Echeverría lo describe como una «codigofagia»: Un proceso en el cual las configuraciones originales de los códigos:

no parecen tener otra manera de coexistir entre sí que no sea la del devorarse las unas a las otras; la del golpear destructivamente en el centro de simbolización constitutivo de la que tienen enfrente y apropiarse e integrar en sí, sometiéndose a sí mismas a una alteración esencial, los restos aún vivos que quedan de ella después. (Echeverría, 2009, p. 51).

A partir de la propuesta que hace Echeverría sobre el ethos barroco alcanzamos a ver los defectos de la propuesta de Bar et al. en relación con la barroquización como estrategia de apropiación tecnológica. Para estos últimos, la barroquización ocupa el lugar más débil dentro de una serie de estrategias que «correspond to increasingly confrontational stances users take vis-à-vis technology providers» (Bar et al., 2016, p. 629), siendo la criollización y la canibalización las formas más fuertes. En este sentido, de acuerdo con estos autores, la barroquización seguiría un guion que determinará las formas en que el objeto técnico puede ser apropiado y consistirá en una personalización de los dispositivos tecnológicos a través de modificaciones que estarían enmarcadas dentro del horizonte de las intenciones originales del diseño, dando como resultado una sobreposición de capas que enriquece al objeto de significados. En contraposición a este argumento —siguiendo la descripción del ethos barrocho de Echeverría—, podemos afirmar que la estrategia de barroquización dentro de la apropiación tecnológica consiste en mucho más que una mera sobreposición de capas. A pesar de tratarse de una estrategia estética que se pude describir por la yuxtaposición de elementos, como hemos visto, esta yuxtaposición no tiene por objeto únicamente crear un efecto meramente formal, sino que, por el contrario, apunta hacia una revitalización del objeto mismo. Igualmente, contra la afirmación de que esta se trata de una estrategia que obedece a las propias prerrogativas del objeto determinadas por los diseñadores, encontramos que la estrategia barroca utiliza la sobrecodificación como una forma de desobediencia que desestabiliza al objeto en su propio principio de racionalidad. Esta no es una forma pasiva de conformidad con la voluntad de los diseñadores prescrita en el objeto, sino una sobredeterminación que confronta el horizonte original del objeto, creando un espacio heterotópico dentro de sí mismo. Como hemos visto antes, este espacio heterotópico se fundamenta en la sincretización de contrarios, a través de lo que se expresan las contradicciones de la cultura dominante —a manera de parodia o de espectáculo— y se recupera un dominio del objeto en el cual se codifica una racionalidad alternativa. En este sentido, podríamos definir la estrategia de apropiación tecnológica a través de la barroquización como aquella que utiliza la yuxtaposición de elementos formales como una forma de desestabilización del objeto técnico, y que tiene por finalidad introducir una racionalidad alternativa.

Más allá de contrapuntear la propuesta de Bar et al., lo que la noción de barroquización también nos muestra es la dimensión problemática de las teorías sobre la apropiación tecnológica que se sostienen en la categoría de «uso», igualmente que aquellas que utilizan el concepto de estilo tecnológico. En el caso de las primeras, estas sostienen que la apropiación tecnológica consiste en la generación de usos no imaginados originalmente por los diseñadores de los objetos técnicos. Dentro de estas teorías, las diferentes formas de apropiación se jerarquizan según la posición del usuario en relación con el objeto, siendo formas débiles de apropiación aquellas que únicamente se dan en términos de modificación estética, mientras que las formas fuertes de apropiación convertirían al usuario en una clase de codiseñador a través de la refuncionalización del objeto. Esta es la lógica a la que se suscriben Bar et al. en la jerarquización que proponen de las estrategias de apropiación en Latinoamérica. Sin embargo, como demuestra la estrategia barroca, no solo la dimensión estética puede ser también una forma fuerte de apropiación, sino que la lógica misma que circunscribe la noción de apropiación a la noción de uso resulta problemática. Si pensamos que uno de los objetivos de la estrategia barroca es la desestabilización del objeto en su estatus propio como objeto, esto significa que el objeto puede remitirse a una racionalidad contraria a aquella que le dio origen. En otras palabras, mientras que la categoría de «uso» remite directamente al objeto a una racionalidad instrumental, en la cual la tecnología está determinada por su utilidad, lo que la estrategia barroca muestra es una dimensión estética de los objetos tecnológicos en la cual se puede poner en juego el estatus propio de dichos objetos. Esta dimensión no solo se limita a crear versiones alternativas de los mismos objetos, sino que los remite a otras formas de racionalidad donde la tecnología ya no aparece como instrumentalidad pura, sino que codifica y hace inteligibles otras formas de vida opuestas a la racionalidad dominante. En este sentido, podemos afirmar que la barroquización efectúa la transnaturalización de la que habla Echeverría y «despierta una apertura y un dinamismo completamente impensable en su existencia anterior» que:

contagian al horizonte temporal de la vida cotidiana de una inestabilidad y una inquietud inéditas; una inconsistencia que se completa o se confunde con la que proviene de la presencia concurrente de otros tipos y otras tradiciones de «elección tecnológica» desarrollados en las otras historias de las otras comunidades concretas. (Echeverría, 2010, p. 140).

Por otro lado, otro aspecto problemático dentro de la categoría de «uso» es la relevancia que tiene el código o guion que describe una forma legítima de uso inscrita en el objeto. Lo que la estrategia barroca deja ver es que el proceso de apropiación no solo consiste en la ruptura de dicho código, sino en la sobrecodificación y la recodificación del objeto mismo. En otras palabras, podemos afirmar que lo que la apropiación realiza no es una clase de violación de las formas adecuadas de uso del objeto, sino una desestabilización total del objeto que remite a una racionalidad distinta, dentro de la cual se codifican otros valores e intenciones por completo. Para ponerlo en otras palabras, lo que podemos observar en la apropiación tecnológica a través de la estrategia barroca es una desestabilización de orden fenomenológico del objeto tecnológico, que transmuta su principio de inteligibilidad, más que una mera transformación hermenéutica que trastoca las interpretaciones válidas del objeto.

Por otra parte, en relación con la noción de estilos tecnológicos, en la cual se entiende que cada geografía o cultura adapta de forma distinta la tecnología a sus propias idiosincrasias, la estrategia barroca nos permite problematizar tres cosas: en primer lugar, la dicotomía entre centro y periferia, implícita en la noción de estilo tecnológico, donde se asume que habría una forma natural de la tecnología, que coincidiría con la tecnología occidental, y una serie de variaciones que serían características de la producción periférica. De acuerdo con lo anterior, la estrategia barroca se basa justamente en la búsqueda de la recuperación de la forma natural del objeto, sin embargo, esta forma natural no coincidiría con su realización dentro del capitalismo, sino que vería su opuesto. En este sentido, la producción tecnológica de occidente aparece como una forma desnaturalizada —incluso alienada—, de modo que el objetivo del barroco sería recuperar las formas naturales a través de la recodificación del objeto en otras dimensiones sociales. Más allá de si existe realmente una forma natural de lo tecnológico, lo que esto nos apunta es a que, en cualquier caso, todas las formas de producción de tecnología estarían sujetas a idiosincrasias y no podríamos afirmar a una de estas como la originaria. En segundo lugar, la estrategia barroca nos permite problematizar la afirmación según la cual los diferentes estilos tecnológicos consistirían en una serie de variaciones de elementos de segundo orden, ornamental u estético, que dejarían intocada la esencia del objeto técnico que estaría dada por su función.

Frente a ello, lo que la estrategia barroca delata es la imposibilidad de divorciar forma y función, en la medida en que la dimensión estética del objeto no solo codifica la función, sino que expresa la racionalidad misma que da sentido a la esencia del objeto. Finalmente, a través de esta estrategia podemos problematizar la supuesta estabilidad que tendrían las identidades o estilos tecnológicos. En otras palabras, lo que la estrategia barroca demuestra, como estrategia de mestizaje, es que la noción de estilo no puede ser asociada a una noción fija de identidad, sino que las identidades aparecen como procesos, al igual que la estrategia barroca busca resignificar y desestabilizar a través de su recodificación.

Conclusión

En suma, podemos observar en la estrategia barroca una forma de apropiación que se da desde una dimensión estética. Esta estrategia se caracteriza por la sobreposición de elementos que buscan una sobrecodificación, que tiene por finalidad una recodificación del objeto y su relación con él mismo. Como estrategia cultural, la barroquización busca generar hibridación donde se ponen en juego identidades contrarias o conflictivas, a través de su desestabilización. De forma más específica, dentro de la tecnología, esta estrategia pone en juego la identidad misma del dispositivo tecnológico y propone nuevas formas de entender a la tecnología que están abiertas a una recodificación de la modernidad de la cual emergen.

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10.15446/actio.v7n1.108804
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La barroquización como táctica de apropiación tecnológica en Latinoamérica

The Baroque as a tactic for technological appropriation in Latin America

Le baroquisme comme tactique d’appropriation technologique en Amérique latine

Il barocchismo come tattica di appropriazione tecnologica in America Latina

A barroquização como tática de apropriação tecnológica na América Latina

,
0
https://orcid.org/0000-0002-5069-7542
Universidad Autónoma Metropolitana, Lerma.
Resumen Resumen Resumen Resumen Resumen
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Apropiación tecnológica
ethos barroco
modernidad
tecnología
colonialismo
Technological appropriation
Baroque ethos
modernity
technology
colonialism
Apropriação tecnológica
ethos barroco
modernidade
tecnologia
colonialismo
Appropriation technologique
ethos baroque
modernité.
technologie
colonialisme
appropriazione tecnologica
ethos barocco
modernità
tecnologia
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Referencias

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Weber, M. (2001). The Protestant Ethic and the Spirit of Capitalism. Routledge.

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Aranda Brito, L. (2023). La barroquización como táctica de apropiación tecnológica en Latinoamérica. ACTIO Journal of Technology in Design, Film Arts and Visual Communication, 7(1). https://doi.org/10.15446/actio.v7n1.108804

ACM

[1]
Aranda Brito, L. 2023. La barroquización como táctica de apropiación tecnológica en Latinoamérica. ACTIO Journal of Technology in Design, Film Arts and Visual Communication. 7, 1 (ene. 2023). DOI:https://doi.org/10.15446/actio.v7n1.108804.

ACS

(1)
Aranda Brito, L. La barroquización como táctica de apropiación tecnológica en Latinoamérica. ACTIO Journal 2023, 7.

ABNT

ARANDA BRITO, L. La barroquización como táctica de apropiación tecnológica en Latinoamérica. ACTIO Journal of Technology in Design, Film Arts and Visual Communication, [S. l.], v. 7, n. 1, 2023. DOI: 10.15446/actio.v7n1.108804. Disponível em: https://revistas.unal.edu.co/index.php/actio/article/view/108804. Acesso em: 21 sep. 2024.

Chicago

Aranda Brito, Leonardo. 2023. «La barroquización como táctica de apropiación tecnológica en Latinoamérica». ACTIO Journal of Technology in Design, Film Arts and Visual Communication 7 (1). https://doi.org/10.15446/actio.v7n1.108804.

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Aranda Brito, L. (2023) «La barroquización como táctica de apropiación tecnológica en Latinoamérica», ACTIO Journal of Technology in Design, Film Arts and Visual Communication, 7(1). doi: 10.15446/actio.v7n1.108804.

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[1]
L. Aranda Brito, «La barroquización como táctica de apropiación tecnológica en Latinoamérica», ACTIO Journal, vol. 7, n.º 1, ene. 2023.

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Aranda Brito, L. «La barroquización como táctica de apropiación tecnológica en Latinoamérica». ACTIO Journal of Technology in Design, Film Arts and Visual Communication, vol. 7, n.º 1, enero de 2023, doi:10.15446/actio.v7n1.108804.

Turabian

Aranda Brito, Leonardo. «La barroquización como táctica de apropiación tecnológica en Latinoamérica». ACTIO Journal of Technology in Design, Film Arts and Visual Communication 7, no. 1 (enero 30, 2023). Accedido septiembre 21, 2024. https://revistas.unal.edu.co/index.php/actio/article/view/108804.

Vancouver

1.
Aranda Brito L. La barroquización como táctica de apropiación tecnológica en Latinoamérica. ACTIO Journal [Internet]. 30 de enero de 2023 [citado 21 de septiembre de 2024];7(1). Disponible en: https://revistas.unal.edu.co/index.php/actio/article/view/108804

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