Percepciones en torno al envejecimiento de los académicos en Veracruz
Academic Aging: Attitudes and Perspectives
Percepções sobre o envelhecimento de acadêmicos em Veracruz
DOI:
https://doi.org/10.15446/frdcp.n25.107825Palabras clave:
Envejecimiento, vejez, Ciencia y sociedad, dependencia, autonomía educativa. (es)aging, language, science and technology, academy, dependency, educational autonomy (en)
Envelhecimento, velhice, Ciência e sociedade, dependência, autonomia educativa. (pt)
Se aborda el envejecimiento de académicos del Sistema Nacional de Investigadores e Investigadoras (SNII) en Veracruz a partir de sus experiencias, expectativas, prospectivas y pérdida de autonomía. Para ello, se realiza un análisis cualitativo de las preocupaciones, temores, esperanzas y anhelos que tienen los investigadores entrados en años. Se recopilaron datos de identificación que se mantienen anónimos y se interpretaron datos sobre su entorno social, salud, trabajo y expectativas de retiro, temas que fueron tratados en el proyecto del que se deriva el presente artículo. La información recabada muestra que el proceso de envejecimiento entre los académicos de la muestra se percibe dentro de un tiempo inmóvil, pero avanza en un tiempo que no para y que a la larga conlleva a cambios económicos, físicos, de salud, identidad, sentido y significado.
The aging of academics from the National System of Researchers (SNII) in Veracruz is addressed based on their experiences, expectations, prospects and loss of autonomy. To do this, a qualitative analysis is carried out of the concerns, fears, hopes and desires that older researchers have. Identification data that remains anonymous were collected and data on their social environment, health, work and retirement expectations were interpreted, topics that were addressed in the project from which this article is derived. The information collected shows that the aging process among the academics in the sample is perceived within a fixed time, but it advances in a time that does not stop and that in the long run leads to economic, physical, health, identity, meaning and changes. meaning.
O envelhecimento dos acadêmicos do Sistema Nacional de Pesquisadores (SNII) de Veracruz é abordado a partir de suas experiências, expectativas, perspectivas e perda de autonomia. Para isso, é realizada uma análise qualitativa das preocupações, medos, esperanças e desejos que os investigadores mais velhos têm. Foram coletados dados de identificação que permanecem anônimos e interpretados dados sobre seu ambiente social, saúde, trabalho e expectativas de aposentadoria, temas que foram abordados no projeto do qual deriva este artigo. As informações coletadas mostram que o processo de envelhecimento entre os acadêmicos da amostra é percebido dentro de um tempo imóvel, mas avança em um tempo que não para e que no longo prazo acarreta mudanças econômicas, físicas, de saúde, de identidade, de sentido e de sentido, significado.
Recibido: 15 de marzo de 2023; Aceptado: 30 de octubre de 2023
Resumen
Se aborda el envejecimiento de académicos del Sistema Nacional de Investigadores e Investigadoras (SNII) en Veracruz a partir de sus experiencias, expectativas, prospectivas y pérdida de autonomía. Para ello, se realiza un análisis cualitativo de las preocupaciones, temores, esperanzas y anhelos que tienen los investigadores entrados en años. Se recopilaron datos de identificación que se mantienen anónimos y se interpretaron datos sobre su entorno social, salud, trabajo y expectativas de retiro, temas que fueron tratados en el proyecto del que se deriva el presente artículo. La información recabada muestra que el proceso de envejecimiento entre los académicos de la muestra se percibe dentro de un tiempo inmóvil, pero avanza en un tiempo que no para y que a la larga conlleva a cambios económicos, físicos, de salud, identidad, sentido y significado.
Palabras clave
envejecimiento, vejez, ciencia y sociedad, dependencia, autonomía educativa.Abstract
The aging of academics from the National System of Researchers (SNII) in Veracruz is addressed based on their experiences, expectations, prospects and loss of autonomy. To do this, a qualitative analysis is carried out of the concerns, fears, hopes and desires that older researchers have. Identification data that remains anonymous were collected and data on their social environment, health, work and retirement expectations were interpreted, topics that were addressed in the project from which this article is derived. The information collected shows that the aging process among the academics in the sample is perceived within a fixed time, but it advances in a time that does not stop and that in the long run leads to economic, physical, health, identity, meaning and changes. meaning.
Keywords
aging, age, science and technology, academy, dependency, educational autonomy.Resumo
O envelhecimento dos acadêmicos do Sistema Nacional de Pesquisadores (SNII) de Veracruz é abordado a partir de suas experiências, expectativas, perspectivas e perda de autonomia. Para isso, é realizada uma análise qualitativa das preocupações, medos, esperanças e desejos que os investigadores mais velhos têm. Foram coletados dados de identificação que permanecem anônimos e interpretados dados sobre seu ambiente social, saúde, trabalho e expectativas de aposentadoria, temas que foram abordados no projeto do qual deriva este artigo. As informações coletadas mostram que o processo de envelhecimento entre os acadêmicos da amostra é percebido dentro de um tempo imóvel, mas avança em um tempo que não para e que no longo prazo acarreta mudanças econômicas, físicas, de saúde, de identidade, de sentido e de sentido. ... significado.
Palavras-chave
envelhecimento, velhice, ciência e sociedade, dependência, autonomia educativa.Introducción
El proceso de envejecimiento de los académicos en México ha sido poco abordado 1 . Las recientes publicaciones a las que he tenido acceso centran su mirada en el relevo generacional, mostrando que el sistema educativo podría estar en riesgo de comprometer el desarrollo del conocimiento en el país debido a que las instituciones de enseñanza estarían cada vez más pobladas por académicos en edades avanzadas 2 .
Estudios como el de Mendoza-Grijalva (2008) y Rodríguez, Urquidi y Mendoza (2009) manifiestan que, a causa de la avanzada edad, disminuye la productividad y la capacidad de generar conocimiento nuevo. Jiménez-Guillén, Mendoza-Ramírez y Montalvo-Vargas (2021) siguen esta misma tendencia mostrando que los investigadores postergan su retiro y dificultan el ingreso de nuevas generaciones de académicos debido a que, de ser relevados, perderían los estímulos a la productividad que han recibido por décadas de programas como el que otorga el SNII 3 . Pérez-Carrillo (2004) por su parte, enfatiza que el personal académico no se jubila porque la Ley del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE) establece un máximo de diez salarios mínimos mensuales para el retiro, monto que es incrementado solo en función de los aumentos decretados a los salarios mínimos. Sin embargo, a este tope se descuenta 2% por servicio médico, lo que implica la reducción del salario, además de la pérdida de las prestaciones pactadas en los contratos colectivos de trabajo, las cuales exceden el 100% del salario tabular de quienes han cumplido treinta años de servicio.
La vejez en la academia está relacionada con la disminución de actividades y puede ser interpretada como un problema económico, normativo y de salud. Se ha sugerido que a partir de los 60 años comienza a bajar la productividad (Bensunsán y Ahumada, 2006). Aunque también se encuentran posturas como la de Rodríguez, Urquidi y Mendoza (2009) y De Oliveira-Moreira (2011), quienes señalan que después de los 50 años, los académicos en activo experimentan importantes cambios en sus vidas —valores, metas y prioridades— que traen consigo mayores satisfacciones personales y oportunidades de crecimiento, aprendizaje y contribución a la sociedad. Se observa que, en muchos casos, el bienestar en el trabajo repercute por un lado en la calidad de vida de las personas y por otro, en la calidad y el logro de metas en las instituciones.
Pese a estas diferentes maneras de ver la vejez en la academia, los investigadores se muestran conscientes de los cambios que devienen con la edad, algunos manifiestan sentir cansancio y preocupación por su salud y alimentación, pero a la vez señalan que la pasión y el disfrute permanente del vínculo docente-estudiante son motivos importantes para no jubilarse; muchos de ellos tienen un fuerte compromiso con la enseñanza y la investigación (El-Kawas, 1991; Zavala, Rodríguez y Guerrero, 2019). Estudios hechos por Vergara-Lope y Figueroa-Rodríguez (2017), Zárate (2012) y Aburto-Martínez (2006) en la Universidad Veracruzana (UV) han señalado que la postergación de la jubilación y el envejecimiento de la planta docente se deben a muchos factores como: el aumento en la esperanza de vida, las deficiencias en los sistemas de pensiones y jubilación, el hecho de que la universidad no cuente con un proyecto de retiro y alternativas que establezcan un plan de vida para el jubilado 4 , así como la disminución de los ingresos con el retiro. Por su parte, Izquierdo, Ortiz-García y Escudero-Macluf (2013), en su investigación sobre la salud de los académicos en la Universidad Veracruzana, encuentran que no hay una relación directa entre la salud y las funciones de los investigadores, ya que existen otros factores —edad, género, estado civil, antigüedad, factores ambientales— que pueden condicionar su mayor o menor producción. En este sentido, González-Brambila y Veloso (2007), afirma que hay una relación directa entre la edad, productividad e ingresos extraordinarios 5 .
Como se puede observar, los estudios presentados muestran que los académicos postergan la jubilación 6 porque esto impactaría negativamente en sus ingresos. Se destaca lo que motiva a los académicos a continuar trabajando, así como sus limitaciones por problemas en la salud. Asimismo, sobresale la necesidad de reconocer la trayectoria, la difusión del conocimiento y la promoción de actividades intergeneracionales entre académicos de edad avanzada y jóvenes. Una cuestión central que se observa en los estudios presentados es que muestran que no hay relación entre la edad y retiro, no obstante, consideran que el envejecimiento de la planta académica es un proceso inevitable al que hay que dar solución. Otra cuestión que es útil mencionar es que la mayoría de estos análisis son realizados por investigadores cuyo interés está centrado en la educación, por lo que sus enfoques van dirigidos a mejorar este aspecto y el ambiente laboral. A partir de estos hallazgos, se observan pocas anotaciones a la forma en que se percibe el proceso de envejecimiento y vejez en académicos y es por ello que quiero abonar aquí al conocimiento, analizando las experiencias del envejecimiento en la Universidad Veracruzana.
Construyendo la mirada
La información se obtuvo a partir del análisis de entrevistas realizadas en el marco del proyecto de Prospectivas y escenarios sexenales sobre el envejecimiento demográfico con relación a la salud y cuidados personales, como problemas críticos de interés nacional que se realizó dentro del programa de Ciencia de Frontera No.501219. La entrevista que se utilizó en dicho proyecto estuvo conformada por un total de 55 preguntas divididas en 2 apartados: Datos de identificación y datos del proyecto. Este último apartado se dividió a su vez en 10 bloques centrales: entorno social, redes de apoyo, estilos de vida, salud, educación, ocupación, ingreso y desempeño en el SNII, jubilación y cercanía a la muerte. Estos temas, permitieron profundizar en el envejecimiento desde la cotidianeidad, pero a la vez, enfocarse en aquellas experiencias que dan fe de cómo se vive el envejecimiento en el día a día, a veces de forma inconsciente y otras con aceptación.
El análisis se enfocó en la trayectoria académica y de investigación que ha seguido cada informante, pero también en las dificultades que implican la productividad, el tiempo destinado al trabajo, la producción científica, la docencia, las tutorías, las asesorías, la asistencia a congresos nacionales e internacionales, la concesión de entrevistas y lo administrativo. Todo esto con el fin de problematizar los desafíos que enfrenta este colectivo en su proceso de envejecimiento.
Se consideró pertinente tener una muestra equitativa en lo que respecta a sexo. Debido a ello, en esta primera etapa, se consideraron 12 casos representativos de los diferentes niveles que tiene contemplado el SNII: candidato nivel I, II, III y emérito 7 . Todos pertenecían a la UV o estaban vinculados a los centros de investigación del estado de Veracruz 8 .
Es útil mencionar que la selección de profesores/investigadores se hizo con base a sus años de servicio —15 mínimo—, su edad —más de 60 años— y que continuaran activos, produciendo y difundiendo conocimiento. Esto con el fin de mostrar su vitalidad, los factores que les permiten continuar con sus labores y sus capacidades para adaptarse a las transformaciones suscitadas en las actividades que llevan a cabo, así como a las vicisitudes que trae consigo el propio envejecimiento. Para tal propósito se recabaron las direcciones de correo electrónico que la mayoría tiene en el portal de la universidad y en los institutos de investigación. Se procedió a escribirles haciendo una invitación formal para realizar con ellos una entrevista. Varios no contestaron, o bien nos dieron excusas de falta de tiempo, pero afortunadamente se consiguieron los casos con el perfil requerido. Se utilizaron seudónimos para proteger la privacidad, identificar el sexo de los investigadores, pero también para dar fluidez a la redacción, quedando como sobreentendido que todos los informantes son de edades avanzadas, como se especifica en el siguiente párrafo.
Las entrevistas piloto se hicieron en línea por la facilidad que les dio a los informantes de ser entrevistados en sus domicilios y no poner en riesgo su vida o la de sus familiares y conocidos, pues al ser personas mayores constituían un foco de riesgo ante la pandemia COVID-19. Cada entrevista tuvo una duración promedio de 1 hora y 25 minutos. Al entrevistar se pidió la autorización para videograbar con aplicaciones como Zoom y Teams, aclarando que la información era estrictamente confidencial, con fines académicos. Se hicieron entrevistas a siete mujeres y cinco hombres. Tres personas con edades entre 71 y 73 años y siete personas con edades entre 61 y 69 años. Cuatro informantes pertenecían al nivel III, tres al nivel II, cuatro al nivel I y uno de ellos ya se desvinculó del SNI. Nueve se encuentran casados —cuatro mujeres y cinco hombres—, una mujer vive en unión libre, una es viuda y una es soltera. De todas estas personas tres son católicas, pero solo dos declaran ser practicantes, cuatro dicen no tener religión, una es budista y uno es evangélico. En lo que toca a su adscripción institucional diez investigadores fueron de ciencias sociales, una de biológicas y una de psicología.
Enfocando el objeto de estudio
Con base en el objetivo trazado al inicio de este texto, es pertinente poner la mirada ahora en la experiencia del envejecimiento. Para ello se analizó lo referente a la salud, pérdida de autonomía, preocupaciones, temores, esperanzas, anhelos, expectativas y prospectivas de retiro. Pero, antes de ello, es pertinente dar una pequeña semblanza de los investigadores que se entrevistaron, así como unas pinceladas al contexto en que desarrollan sus labores académicas dentro de la UV 9 .
Con base en las entrevistas realizadas, la mayoría de los investigadores se integraron a la UV en las décadas de 1970 a 1990 como becarios, asistentes de investigación o por estar en el medio como docentes. Gracias a los estímulos del desempeño académico y a las becas CONACYT, fueron superándose, adquiriendo grados de doctorado y posdoctorado. Debido a sus altos estudios y antigüedad, en la actualidad (2023), se encuentran situados en la categoría más alta (Titular C).
En su mayoría, se han desempeñado durante algún tiempo como directores, coordinadores, o en algún puesto directivo, aunque no les ha dejado buenos recuerdos ya que no sentían ser dueños de su tiempo, pues estaban sujetos a horarios, mientras que como investigadores gozaban de más flexibilidad. Nueve académicos ingresaron al SNII entre los 32 y 40 años, mientras que los demás lo hicieron entrados entre los 40 y 55 años. El que menos tiempo tiene como miembro del SNII ha permanecido 4 años y el que más tiempo tiene ha logrado permanecer por más de 23 años. Cuatro de doce están gozando de su periodo de 15 años al que tienen derecho sin ser evaluados. Esta situación hace que perciban su proceso de envejecimiento con gran tranquilidad, estabilidad y seguridad, ya que su vida transcurre con menos compromisos que en otras etapas, pues ahora, ya han cumplido con diversos deberes familiares y a la vez, se han hecho de un prestigio que les permite consolidarse como autoridades en sus áreas de conocimiento. Señalan que la principal ventaja de llegar a esta edad es que pueden evaluar con mayor serenidad las situaciones en las que están insertos, actuar menos por impulsos y aprovechar su experiencia en la toma de decisiones para llevarlas a cabo con más objetividad.
En lo que respecta a sus actividades, la mayoría señalan que la investigación consume más su tiempo. De ahí siguen la docencia, conferencias, formación de recursos, participación en ONG (Organizaciones no Gubernamentales) y vinculación académica. Señalan que su trabajo académico les resulta satisfactorio, pues tienen la libertad de tratar los temas que les interesan y desarrollarse en los campos de su elección.
Ser investigador en la UV y miembro del SNII me ha abierto puertas a diversos foros, visitar varios países e intercambiar reflexiones e información con otros colegas. Me ha permitido trabajar conjuntamente en proyectos binacionales con los cuales he ampliado mi perspectiva sobre el fenómeno que estoy estudiando. (B. Reyes, comunicación personal, 22 de noviembre 2022)
Una cuestión que resalta en las entrevistas es que se sienten satisfechos debido al reconocimiento y prestigio que obtienen al ser parte del SNII. Hay que destacar que cerca de la mitad de los entrevistados consideran que han sido pioneros en sus áreas del conocimiento. Ángel, el investigador de mayor edad, señaló que nadie había abordado como objeto de estudio antropológico. Mirna, comentó que nadie había hecho una fonoteca con sonidos de murciélagos. Amalia dijo que nadie había analizado los archivos del estado de Veracruz y Miguel dijo que nadie había analizado la educación desde un enfoque sociológico centrado en el capital tecnológico.
Cinco hombres y cuatro mujeres atribuyeron su éxito y satisfacción profesional a su capacidad, dedicación, disciplina y trabajo exhaustivo. “Me da mucho gusto que mis textos sean consultados por los estudiantes, tengo 968 citas en Research Gate, eso habla de mi trabajo” (M. Velázquez, comunicación personal, 24 de noviembre 2022).
La mayoría de los investigadores intentan prescindir del ingreso del SNII o hacerse de bienes duraderos; tienen cuentas de ahorro o bien han adquirido inmuebles que rentan.
Trato de vivir con el sueldo que me da la UV y solo lo ocupo en casos de necesidad. No quiero acostumbrarme al apoyo económico del SNII, por si me lo quitan, por ello mi familia y yo nos sujetamos a lo necesario. (B. Reyes, comunicación personal, 22 de noviembre 2022)
Son pocos los que perciben ayuda de algún programa social y en caso de recibirla o buscarla, lo hacen para apoyar a sus familiares o a algunos alumnos que contratan como asistentes.
En lo que respecta a la salud, manifiestan una visión positiva de sí mismos, percibiéndose, fuertes y llenos de vitalidad, productivos e incluso en mejores condiciones que sus colegas de la misma edad. Aunque se muestran conscientes del peso de los años y evitan hacer referencia a sus limitaciones, aceptan que hay actividades que hacen más despacio o para las que necesitan ayuda 10 aunque no se autocalifican como dependientes debido a que tienen buenas prácticas de autocuidado.
Estoy viviendo mi mejor momento, tengo buena salud y trato de cuidarme comiendo bien, y bebiendo suficiente agua, dejando de lado grasas, azúcares, picantes, alcohol, cigarros. Hago ejercicio, camino 5 kilómetros diarios y voy a revisión médica cada tres meses. Hago yoga y también meditación. (M. Velázquez, comunicación personal, 24 de noviembre 2022)
Se jactan de tener una buena memoria y rara vez presentan olvidos ocasionales o problemas para seleccionar palabras o ideas mientras imparten una clase o una conferencia. Uno de ellos mencionó tener problemas con la memoria de corto plazo. La mitad de los entrevistados presentan enfermedades degenerativas como artritis, diabetes, hipertensión, cáncer, problemas cardíacos y de la vista. Tres de ellos mencionaron tener problemas para percibir los desniveles en el pavimento a pesar de usar lentes 11 . Diez de ellos toman medicamentos ya sea para fortalecer su salud o por algún malestar. Al menos una cuarta parte consumen pastillas para dormir 12 . Una de ellas usa aparatos como caminadoras, bastones o sillas de ruedas para movilizarse, pero nada de eso les ocasiona alteraciones serias para continuar con sus actividades académicas esenciales.
Destacan dos casos que recurren a la medicina alternativa para curar sus padecimientos y el de una investigadora que, debido a su artritis, se mueve con dificultad, lo que limita su desempeño en labores como la docencia y participación en congresos; incluso le cuesta moverse en su espacio de trabajo, sobre todo cuando quiere subir y bajar escaleras o tiene que permanecer en pie, también se le dificulta ir al baño.
En cuanto a la salud mental, dos investigadores señalan haber tenido depresión y otros tres, ansiedad y aunque poco mencionaron el estrés, se observó cómo lo asociaban con el desarrollo de problemas en los músculos, tendones y articulaciones. A una de ellas se le dificulta presionar con sus dedos las teclas de la computadora; otra presenta diarreas, estreñimiento y aumento del colesterol. Todo esto coincide con lo planteado por Izquierdo, Ortiz-García y Escudero-Macluf (2013), quienes además asociaron el estrés con la aparición de tumores malignos.
Pese a todo esto, los académicos consideran que estos son problemas normales por los que todos los seres humanos pasamos y que su buena salud en términos generales no es una condición que deviene por azar, pues la han construido llevando una buena alimentación y un estilo de vida saludable, lo cual es muestra de la importancia que le han dado a la salud desde edades tempranas y cómo esto se proyecta en su vejez.
Fue sorpresiva, la poca preocupación que tienen ante la posibilidad de sufrir robos o algún tipo de imprevisto. No obstante, una informante teme padecer Alzheimer y otra tiene miedo de volver a padecer cáncer; también hay algunos académicos que temen a la invalidez y a perder la capacidad de leer. La soledad es otro miedo latente.
Empiezo a trabajar desde las 5 de la mañana, a las 7 hago un poco de ejercicio y a las 8 desayuno, luego, me encierro en mi estudio a leer o a escribir en mi computadora. Por eso te digo, que cada uno tiene sus horarios y estilos de trabajo. Aunque siempre es necesaria una compañía alguien con quien construir el conocimiento o simplemente platicar de cuestiones de la vida cotidiana. (M. Hernández, comunicación personal, 4 de diciembre 2022)
Como se puede observar, hay un dejo de soledad y una necesidad de acompañamiento, especialmente en quienes han tenido una separación o se encuentran viudos. Dentro de los temores no aparece la muerte, ya que consideran que después de este evento ya no hay nada que hacer, expresaron que no dejaban asuntos pendientes. Al parecer la vida en el más allá no tiene una fuerte atracción, están más preocupados por producir y vivir bien. Otros temores comunes son enfermedades largas y dolorosas, no tener una reserva económica para solventar las emergencias que se puedan presentar, que cambie la normatividad y aumente la complejidad de los trámites de jubilación, que los familiares cercanos se enfermen o la estén pasando mal y no se tenga posibilidad para ayudarles 13 . “Al final lo que pesa en la vida, es lo que fuiste como ser humano no lo que fuiste como científico. Lo que consideraste que fue tu gran aporte, con el paso del tiempo resulta que ya no lo es. Debes estar consciente de que se vive constantemente un derrumbe de paradigmas” (M. Velázquez, comunicación personal, 24 de noviembre 2022).
Esto conlleva a pensar que cuando el trabajo académico ya no es el que vertebra la vida, lo que queda es pasar a otro plano donde importan más las cualidades personales: ser honesto, trabajador, buen maestro, ordenado, cumplido, etcétera. Hay otras preocupaciones que aparecen en las entrevistas tales como el que no haya recursos para la investigación; mantener el equilibrio entre la familia, la docencia y la investigación; publicar en revistas indexadas; no poder conformar equipos de trabajo con un sentido de responsabilidad, ya que siempre hay competencia, celo profesional, discriminación y fricciones. También les preocupa tener baja productividad y no cumplir con los requisitos que exige el CONACYT; muchos señalan falta de tiempo para sacar todo lo que se ha investigado y lograr lo que se han planteado. Hay una preocupación constante por la burocracia con la que están siendo evaluados tanto por el SNI como por sus instituciones de adscripción.
Yo solicité la renovación automática en el SNI para no ser evaluado por un periodo de 15 años y no preocuparme de cada cuatro años estar juntando evidencias de publicaciones en revistas indizadas, constancias de congresos, conferencias, el llenado de los formatos, etc. (A. Flores, comunicación personal, 6 de diciembre 2022)
Al respecto, Buendía et al. (2017) afirman que debería de tenerse otra forma de medir la productividad, ya que eso mina mucho el tiempo dedicado a la investigación, así como el aspirar a ascender de nivel y llegar a ser investigador emérito.
Si bien, estas son solo algunas de las preocupaciones y temores más frecuentes, también hay reflexiones en cuanto a cómo ha ido cambiando su actividad laboral, pues ya no se piensa en preparar obras de largo aliento.
No tengo pensado, por ahora, hacer un libro, aunque me gustaría reunir todos mis artículos sobre el tema y publicarlos en un libro, pero tarda mucho su publicación. Y a como están las exigencias de publicación, un buen artículo es lo más sensato. (B. Reyes, comunicación personal, 22 de noviembre 2022)
Obviamente hay diferencias entre los que tienen entre 60 a 75 años y los que tienen 75 y más años, pues estos últimos viven momentos de mayor vacilación al sentir, por un lado, la necesidad de jubilarse para poder gozar de un tiempo de mayor ocio y relajación que les permita vivir con mayor tranquilidad y con el ritmo que sus cuerpos requieren. También hay casos de quienes sienten una obligación de continuar desempeñándose en sus ocupaciones académicas porque solo así se conectan con su realidad y con ellos mismos “siento que vivo en dos mundos, por un lado, me veo trabajando normalmente y por otro, quiero estar en un lugar con menos presiones y compromisos”.
Es interesante observar que una tercera parte de los informantes no se ha planteado la idea del retiro; piensan que si dejan de trabajar seguirían haciendo lo mismo y que por ello es mejor continuar activos. Uno de ellos tiene el propósito de continuar con proyectos nuevos que se desprenden de lo que ha venido trabajando; otro, tiene el proyecto de hacer un compendio de sus obras; dos más tienen como meta llegar a ser eméritos, pero si no lo logran pensarían en jubilarse. Sin embargo, dos terceras partes no se imaginan cómo sería envejecer investigando y piensan dedicarse a actividades lúdicas: viajar fue la más recurrente, de ahí siguieron visitar familiares, desarrollarse en áreas como el arte, la música o la escritura, o bien, dedicarse a labores productivas en sus casas de retiro cultivando hortalizas, sembrando maíz, fríjol, chile, calabaza o árboles frutales para su autoconsumo. Solamente una considera que retirarse es necesario para dar oportunidad a los jóvenes. Otro piensa que retirarse es como un duelo, como si se estuviera muriendo.
Se observó el afán por mantenerse actualizados, especialmente en los temas en donde ellos han sobresalido, o en otros campos como el uso de software especializados para análisis o procesamiento de datos. Todos, sin excepción, durante la pandemia, tuvieron que adaptarse a las innovaciones que se implementaron en sus instituciones para el trabajo en casa, entre las cuales destacan el uso de plataformas educativas y herramientas de comunicación.
Algunas expectativas que se presentaron en las entrevistas estuvieron muy ligadas a las trayectorias de vida de los investigadores. Las expectativas de los menores de 75 se centraron en ampliar sus proyectos existentes pensando en nuevas preguntas de investigación a futuro; vinculándose con nuevas redes, en viajar a congresos y aceptando invitaciones a diversos países; también buscan participar en consejos editoriales y diversas comisiones académicas. Las expectativas quienes tenían 75 y más, estuvieron centradas en reorganizar sus bancos de datos —grabaciones en audio y videos, fotos, notas, reflexiones— que puedan servir para avanzar en el conocimiento; en dejar un buen legado impartiendo conferencias principalmente por medio de plataformas de internet; en hacer una compilación de sus obras; en consolidar sus líneas de investigación y en formar equipos que continúen con la línea en la cual ellos han sido líderes. Hay menos expectativas en cuanto a puestos directivos o de coordinación, sobre todo aquellos en donde se tiene que viajar y estar en contacto con diversas personas.
Por otra parte, no es lo mismo envejecer siendo hombre que siendo mujer y el caso del personal académico no es la excepción 14 . En las trayectorias de las académicas, se observó que tienen más interés en su salud, autocuidado y bienestar familiar además de que practican yoga y hacen meditación, por lo que son más conscientes de su edad y su envejecimiento; además se preocupan más por mejorar su aspecto físico —se pintan el pelo, se cuidan sus uñas, manos, piel, se ponen a dieta— y tener interacciones más profundas y duraderas con sus colegas. En cambio, los académicos, se preocupan menos por su aspecto físico, ocupan menos tiempo en el cuidado de su salud y se muestran más preocupados por las relaciones sociales. Las académicas tienen más inclinación por la jubilación que los académicos. Se observa más miedo a la soledad, especialmente en académicas solas, y menos miedo a la muerte, en cambio, los académicos no abordaron la soledad, solo uno señaló tener miedo a la muerte y la depresión, especialmente por no lograr sus objetivos. En sus respuestas a las preguntas: ¿a qué se va a dedicar tras la jubilación?, se obtuvo que los académicos buscaban disfrutar, viajar, dedicarse a actividades de relajación, pescar, bucear e ir al mar; las académicas por su parte buscaban estar al pendiente de su salud y visitar a sus familiares 15 .
Reflexiones sobre la percepción de la vejez en la academia
“Envejecer investigando” es una frase que enmarca el drama que describe el proceso de envejecimiento de los académicos, pues intentan mantener su salud física llevando dietas saludables, estando activos y absteniéndose de productos nocivos como el tabaco, el alcohol, el café y productos irritantes, ya que su mayor preocupación es continuar con su labor de búsqueda y construcción de conocimiento. No les importan tanto las canas, los kilos de más, las arrugas, el estar calvos, la pérdida de la vista o la dificultad para moverse; la edad les es indiferente, mientras haya producción de conocimiento, publicaciones, conferencias, organización de foros, docencia y otras actividades académicas. En palabras concretas, para los investigadores la edad se siente en el cuerpo, pero no en la mente ni en el corazón.
La vejez se percibe como una etapa en donde todo transcurre lentamente o como dijera Porter y Larrondo (2013) citando a Julien (2000): el tiempo se vive como algo inmóvil 16 . Destaca que aun cuando los años les han dado más confianza, despreocupación y actitudes sensatas, la mayoría de los informantes no hablan de la vejez 17 , prefieren huir del tema refugiándose en sus logros académicos. Es por ello que independientemente de si son menores o mayores de 75 años, los investigadores se percibieron en su mejor momento, con logros y metas cumplidas y piensan mantenerse así el mayor tiempo posible, ya sea empezando nuevos proyectos o haciendo ramificaciones de estos, ocupando puestos directivos, vinculándose con otras instituciones de investigación y colegas, publicando, dando conferencias, formando redes, pensando en tener una nueva pareja, haciendo planes de viajar o, a nivel cotidiano, haciendo ejercicio o lecturas. Lo que les importa es que sus instituciones y colegas los sigan identificando como académicos de alta productividad. Por eso están entregados a la investigación, no hay domingos, no hay descanso, no les interesa si es día festivo, ellos siguen su rutina de trabajo sin variantes.
La investigación aparece como la esencia de la vida, les da identidad y reconocimiento, e incluso, los ayuda a mantenerse vivos sin pensar en la enfermedad o los achaques; les brinda autoestima, les da libertad y los convoca a seguir adelante en la vida; es una fuente que da sentido y significado a su existencia. El trabajo hace que se sientan satisfechos de haber logrado sus metas académicas, principalmente aquellas que les han costado más esfuerzo. Al respecto, destacan los casos de quienes provienen de lugares alejados o de provincia y tuvieron que ir a las grandes ciudades o al extranjero para poder doctorarse o posdoctorarse. Hay otros que sienten como a través del trabajo han logrado la felicidad por haber brindado a sus hijos un buen ejemplo de persistencia en la persecución de objetivos y, a la vez, haberles proporcionado los recursos para una buena educación. Aquí es importante resaltar que, para las académicas, el trabajo presenta una posibilidad de independencia y autonomía.
En consecuencia, retirarse de sus labores o jubilarse, significaría dejar de ser ellos mismos, así como perder el prestigio y reconocimiento que tienen. Bajar de nivel o perder la distinción como investigadores nacionales son situaciones que se experimentan a menudo como una pérdida del propio sentido de la vida, son una especie de muerte social con respecto a los valores y estándares que tiene la academia. No tener el SNII es despojarlos de privilegios, no solamente económicos, sino quitarles su identidad y estatus, por lo que se sienten desvalorizados frente a los investigadores de la elite que si mantienen su nivel o que escalan a los siguientes, ya que son éstos los que producen, los que le dan prestigio a la institución. De hecho, algunos comentan que, incluso, el trato de los familiares cambiaría si dejaran de pertenecer al SNII 18 . Todo esto provoca que el investigador que ya no forma parte del SNII se desorganice en su vida social, laboral y familiar al no contar con el apoyo económico que les permite tener el estilo de vida al que se han acostumbrado, al ser marginados para conseguir financiamiento de sus proyectos y al ver restringidas sus interacciones colectivas. Y aquí valdría la pena preguntarse: ¿Qué expectativas tienen los que han perdido el SNI, especialmente si son académicos o académicas con más de 65 años? Aquí hay una línea importante para futuras investigaciones sobre el tema
Luego entonces, la percepción del proceso de envejecer en la academia sólo es concebida como una vejez activa, donde se evidencia que se tienen todas las capacidades y habilidades para llevar a cabo las labores académicas, curiosidades científicas encomendadas y que el investigador disfruta poniendo pasión en todo lo que hace, lo cual se manifiesta en su rutina.
No obstante, la información recolectada muestra que hay académicos, los menos en la muestra, que se encuentran en una encrucijada al querer jubilarse, pues se sienten agotados, o bien, se sienten lentos para continuar al mismo ritmo de antes, ya sea, por alguna afección de salud o por problemas de saturación de actividades. Pese a esto, tratan de estar actualizados, aunque sientan que ya no les es posible comprender o abarcar el gran cúmulo de información que ahora se maneja. Solo por los estímulos económicos, el apoyo del SNII y otras prestaciones como el servicio médico de la UV persisten en continuar trabajando. Otros más permanecen porque tienen una gran vocación por la docencia y la investigación o bien, porque no conciben su vida de otra manera.
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a) El académico que se siente fuerte, capaz, incluso galán, con nuevos aires, con una mirada en el futuro, con proyectos en mente.
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b) El que duda entre adoptar la pose del académico que se cree con capacidad porque realmente desea escapar del llenado de los informes, impartición de clases o exceso de tiempo sentado. Este tipo de informante anhela vivir con menos compromisos y responsabilidades pues algunos están conscientes de sus limitaciones de salud.
Por lo tanto, hay dos modelos que las entrevistas dibujan:
Estas dos perspectivas de apreciar la vejez conllevan a expectativas diferentes: Una es disfrutar la vida mientras sus cuerpos no se conviertan en cargas que les impidan seguir activos; en su mayoría quieren llegar a la cima: ser nivel III o eméritos. La otra, a medir sus fuerzas y a estar conscientes que por más que luchen no lograrán seguir escalando y su estrategia es mantenerse en el nivel en que están hasta el final de sus días y a ir preparando poco a poco su retiro. A veces da la impresión de que desean sacar tiempo del tiempo, para poder terminar todos los pendientes que se han acumulado a lo largo de sus trayectorias académicas y a muchos de ellos se le ve presurosos por terminar proyectos, escribir textos y publicarlos antes del final. Otros, planean construir poco a poco un proyecto de vida más tranquilo alejados de la ciudad y de sus instituciones. “Obviamente que me llegará el momento en que no seré capaz de cumplir con mis responsabilidades y expectativas, entonces creo que habrá que retirarme” (A. Blázquez, comunicación personal, 17 de diciembre 2023).
Lo anterior lleva a ver que la vejez en los investigadores sea diversa y que además de ser consecuencia de una experiencia individual en un entorno específico como el de la UV y en un grupo específico como es el SNI, es también resultado de la diversidad interna de la academia, en la cual se crean y recrean conceptos, discursos, habilidades y necesidades científicas que hay que tomar en cuenta en el proceso de envejecimiento 19 .
¿Qué prospectivas podemos plantear en cuanto a la experiencia del envejecimiento y la vejez en la academia, especialmente con relación a las preocupaciones, temores, esperanzas, anhelos y perspectivas?
Una de las primeras cuestiones que salta a la vista es que los informantes no se perciben como viejos o al menos no desde el punto de vista de la incapacidad laboral. Otra cuestión que se puede observar es que sus problemas de salud no les impiden desarrollar sus actividades laborales. Hacen valer su experiencia y conocimiento acumulado. De ahí que no parecen recibir con buen agrado la idea de retirarse de su trabajo, aunque esto no significa que estén libres de problemas de salud. Si bien, la vejez no es apreciada como algo que afecte sus vidas, ni tampoco que altere su desempeño laboral, su cuerpo es el que se encarga de hacerles ver, independientemente de lo bien que puedan sentirse, que sus años de juventud han pasado y que es necesario reconocer ciertas limitaciones.
Hasta ahora, el tener más edad no parece contraponerse con la posibilidad de continuar cumpliendo con sus responsabilidades laborales y sus roles familiares. Pero más allá de que puedan mantener una buena salud y que las condiciones sean propicias para continuar con sus actividades, es necesario lograr que los académicos puedan continuar con las prestaciones del servicio médico que otorga la UV, así como programas preventivos que ayuden a detectar posibles problemas para atenderlos a tiempo.
En cuanto a la jubilación, se observa que aumentará el número de académicos, por lo cual serán necesarios programas que fomenten la creación de redes de académicos en el periodo previo y posterior a la jubilación para tener fuerza para hacer valer sus derechos y entre todos se apoyen entre sí para ir formando una cultura del retiro que permita conocer sus ventajas y desventajas, facilite los trámites y les de ideas y proyectos para continuar en las mejores condiciones posibles para vivir en comunidad, saltar las dificultades que limiten su bienestar, revirtiendo el desamparo, el desconocimiento, la falta de interacción social y la pérdida de espacios y capacidades para afrontar las situaciones críticas.
En la vejez, el académico se enfrenta a reconstruirse o deconstruirse para poder enfrentar lo que viene. Para algunos se abrirán otras formas de sociabilidad y proseguirán con sus anhelos académicos pendientes. Otros, se agarrarán fuertemente de sus redes familiares para poder ser cuidados y no morir en soledad. Es claro que cada quien deberá transitar estos procesos de cambio a través de adaptaciones complejas que entrañan momentos dolorosos y bruscos, para alcanzar nuevas formas de configurar ese: “¿quién soy ahora?”. Queda atrás esa búsqueda del reconocimiento, actividad, conocimiento y experiencia que eran las alas con las cuales tenían libertad, más capacidad de agencia. Ahora, hay que hacer un auto reconocimiento y estar conscientes en qué momento de la vida se encuentran, qué pueden seguir haciendo y cómo se proyectan hacia adelante. Qué oportunidades tienen para mitigar o afrontar estos procesos.
Se pueden pensar políticas públicas, programas que permitan una reconciliación y reconsideración de sus propias capacidades en donde se reconstruyan o deconstruyan. Lo cierto es que morir de pie como los árboles parece una dura elección, para terminar recluidos ensimismados en un mismo espacio y eso resulta triste. Dejar que el tiempo lo diga todo parece una actitud de impotencia y una falta de dignidad.
Lo presentado conlleva a plantearse preguntas como: ¿es posible prever o planear el cambio de la planta académica con las condiciones actuales de la UV? ¿Qué implicaciones tiene esto para la institución, la investigación y la docencia, así como para las nuevas generaciones? ¿Qué tensiones plantea esta situación entre el académico, como individuo objeto colectivo, y la institución, como organización?
Si bien los académicos entrados en años de la UV y miembros del SNI, no se pueden comparar con las demás personas mayores que hay en nuestro país, si muestran al igual que todos los demás, una parte humana, familiar, finita y reflexiva en la que por cierto solo parece importar lo que piensan, pero no lo que sienten. Y es allí donde la vejez en la academia se ve doblegada por esa realidad que se le escurre entre sus dedos.
Agradecimientos
Este artículo es producto de las entrevistas realizadas a académicos de la Universidad Veracruzana pertenecientes al SNII dentro del proyecto La vejez en la academia veracruzana, que se inscribe dentro de un proyecto más amplio en el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT), coordinado por el Dr. Roberto Ham Chande, titulado Prospectivas y escenarios sexenales sobre el envejecimiento demográfico con relación a la salud y cuidados personales, como problemas críticos de interés nacional. Todo esto dentro del programa de Ciencia de Frontera No. 501219
Referencias
Notas
Referencias
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