Publicado

2015-07-01

Bandolerismo rural en el Bajo Cauca, Magdalena Medio y el Nordeste antioqueño (Colombia), 1953-1958

Rural banditry in Bajo Cauca, Magdalena Medio and Nordeste in Antioquia (Colombia), 1953-1958

DOI:

https://doi.org/10.15446/historelo.v7n14.48708

Palabras clave:

violencia partidista, bandolerismo rural, amnistía, Gobierno Gustavo Rojas Pinilla, Antioquia (Colombia) (es)
partisan violence, rural banditry, amnesty, Gustavo Rojas Pinilla government, Antioquia (Colombia) (en)

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Autores/as

Este artículo busca contribuir a la discusión sobre el fenómeno del bandolerismo rural desde una perspectiva regional. Explora las zonas del Bajo Cauca, Magdalena Medio y Nordeste antioqueños en Colombia entre 1953 y 1958. En dichos años, el bandolero aparece en el escenario regional tras la descomposición de las guerrillas liberales de la primera fase de La Violencia (1949-1953). Así, adquiere características que difieren del modelo planteado por Eric Hobsbawm, quien propone el concepto bandolerismo social para el análisis de este fenómeno. El artículo evidencia que el análisis contextual permite observar las particularidades del fenómeno y comprender mejor su naturaleza, ya que éstos  poseen diversos perfiles que escapan a las explicaciones de tipo general. 

 

This article attempts to contribute to the discussion about the rural banditry from the regional analysis perspective. It explores the areas of Bajo Cauca, Norwest and Magdalena Medio in Antioquia (Colombia) between 1953 and 1958. In those years the bandit appears in the regional context after the breakdown of the liberal guerrillas of the first phase of La Violencia (1949-1953). Thus, it acquires characteristics that differ from the concept of social banditry proposed by Eric Hobsbawm.  This paper shows that the contextual analysis allows us to observe the peculiarities and the nature of the phenomenon. It has different profiles that are beyond general explanations.

https://doi.org/10.15446/historelo.v7n14.48708

Bandolerismo rural en el Bajo Cauca, Magdalena Medio y el Nordeste antioqueño (Colombia), 1953-1958

Rural Banditry in Bajo Cauca, Magdalena Medio and Nordeste in Antioquia (Colombia), 1953-1958

Diana Henao Holguín*

*Historiadora por la Universidad de Antioquia (Medellín, Colombia), Magíster en Historia y Candidata a Doctorado por la Universidad de Santiago de Chile (Santiago, Chile). Esta investigación fue financiada por la Vicerrectoría de Investigaciones de la Facultad de Humanidades de la Universidad de Santiago de Chile e hizo parte del proyecto FONDECYT núm. 1130323, "Contexto Histórico y dinámicas políticas de la insurgencia armada en Chile, 1978-1994", cuyo director es el Dr. Igor Goicovic Donoso. Correo electrónico: diana.henaoh@usach.cl.

Recepción: 29 de enero de 2015 Aceptación: 20 de febrero de 2015


Resumen

Este artículo busca contribuir a la discusión sobre el fenómeno del bandolerismo rural desde una perspectiva regional. Explora las zonas del Bajo Cauca, Magdalena Medio y Nordeste antioqueños en Colombia entre 1953 y 1958. En dichos años, el bandolero aparece en el escenario regional tras la descomposición de las guerrillas liberales de la primera fase de La Violencia (1949-1953). Así, adquiere características que difieren del modelo planteado por Eric Hobsbawm, quien propone el concepto bandolerismo social para el análisis de este fenómeno. El artículo evidencia que el análisis contextual permite observar las particularidades del fenómeno y comprender mejor su naturaleza, ya que éstos poseen diversos perfiles que escapan a las explicaciones de tipo general.

Palabras clave: violencia partidista, bandolerismo rural, amnistía, Gobierno Gustavo Rojas Pinilla, Antioquia (Colombia).


Abstract

This article attempts to contribute to the discussion about the rural banditry from the regional analysis perspective. It explores the areas of Bajo Cauca, Norwest and Magdalena Medio in Antioquia (Colombia) between 1953 and 1958. In those years the bandit appears in the regional context after the breakdown of the liberal guerrillas of the first phase of La Violencia (1949-1953). Thus, it acquires characteristics that differ from the concept of social banditry proposed by Eric Hobsbawm. This paper shows that the contextual analysis allows us to observe the peculiarities and the nature of the phenomenon. It has different profiles that are beyond general explanations.

Keywords: partisan violence, rural banditry, amnesty, Gustavo Rojas Pinilla government, Antioquia (Colombia).


Introducción

El objetivo de este trabajo es analizar el fenómeno del bandolerismo en Antioquia entre 1953 y 1958. En dicho periodo se inicia un proceso de pacificación con la llegada del General Gustavo Rojas Pinilla al gobierno nacional, con el cual se intenta terminar la profunda crisis social y política en la que estaba sumido el país.

La pacificación supuso decretar indultos y amnistías, mecanismos con los cuales se pretendía desmovilizar a los campesinos alzados en armas y organizados en guerrillas liberales. La estrategia no logró acabar con el conflicto, por el contrario, con la instauración del Frente Nacional en 1958, la violencia adquirió nuevas dinámicas, involucrando nuevos actores.1

En ese contexto, los bandoleros adquieren importancia y son relevantes. Muchos eran guerrilleros amnistiados en 1953, que tras su desmovilización empezaron a conformar bandas con diversos propósitos: desde la defensa de los campesinos en su comunidad, hasta la atomización de la protesta. Algunos surgieron de modo independiente, y otros al alero de los jefes políticos regionales o gamonales, quienes les auspiciaron y brindaron protección.

Los estudios sobre bandolerismo en la historiografía colombiana, como veremos más adelante, son escasos y se centran en el análisis del fenómeno durante el Frente Nacional, cuando se da cierto bandolerismo endémico en varias zonas del país. No abarcan otra temporalidad, adicional es factible señalar que existieron bandas organizadas de campesinos, por ello esta línea investigativa está por explorar. El análisis se centra en el Occidente del país, en donde surgieron personajes como "Pedro Brincos" o "Venganza" (Acavedo Tarazona 2004). Algunos de los bandoleros de esa zona representaron, en algún momento de su accionar, las características del bandolero social y posteriormente evolucionaron a un perfil más revolucionario, conformando movimientos guerrilleros de resistencia. Sin embargo, no todos poseen estas características, ya que dadas las dimensiones del fenómeno éstos adquirieron diversos perfiles.

Las investigaciones afirman que éste es un rasgo distintivo de la última etapa de La Violencia,2 que inicia en 1958 con el Frente Nacional y se da principalmente en las zonas cafeteras de la cordillera Central o en zonas que estuvieron relacionadas con este tipo de economía.3 El fenómeno se inicia tras el Decreto de Indulto 1546 de Rojas Pinilla,4 pues como veremos, en Antioquia los anteriores guerrilleros liberales empezaron a organizarse en bandas, al tiempo que el bandolerismo hacía presencia en otras regiones. Si bien, éstos no ocuparon la misma atención a nivel nacional como en los departamentos de Tolima, Caldas, Valle del Cauca o Huila, sí preocuparon al gobierno regional debido a la desestabilizaron del orden público donde operaban.

El bandolerismo adquirió diversas manifestaciones que no se restringen a las señaladas por la historiografía británica, en donde el bandolero es el representante del descontento campesino, estableciendo fuertes lazos con sus comunidades de origen.5 Al contrario, en el caso colombiano y particularmente antioqueño, algunos actuaron más bajo la custodia de los jefes políticos locales y sirvieron para generar terror en el campesinado. Sin embargo, también se evidencian bandidos que actuaron de manera independiente y fueron protegidos por los campesinos. Así, el bandolerismo evidencia nuevos perfiles que permiten ampliar el concepto. No por otra razón, las preguntas que guían este artículo tienen referencia con la configuración del fenómeno bandolero, y las relaciones de los bandoleros con los gamonales, colonos y trabajadores transitorios.6 A su vez, propone comprender, a partir de la documentación revisada, cómo cambian dichos grupos durante el gobierno de Rojas Pinilla y hasta la instauración del Frente Nacional.7

El bandolerismo social de Hobsbawm: puntos de polémica

El concepto "bandolerismo social" acuñado por Eric Hobsbawm en Rebeldes Primitivos (1959) y desarrollado posteriormente en Bandidos (1969), propone un marco teórico sugerente para estudiar el fenómeno del bandolerismo en distintas latitudes. De acuerdo a Hobsbawm, se trata de un fenómeno universalmente extendido que se origina en zonas rurales, sobre todo en aquellas con problemas de tenencia de la tierra. El bandido social es reiterado en diversos contextos, en donde irrumpe como el ladrón noble, roba al rico para dar al pobre, siendo aceptado, apoyado e incluso admirado dentro de las comunidades rurales de las cuales hace parte. Este bandido encarna las virtudes del Robín Hood de los bosques, por lo que es considerado como un agente de justicia, que corrige los abusos y a su vez defiende el orden moral del pueblo, convirtiéndose en un restaurador de la ética.

En este sentido, el análisis de Hobsbawm diferencia tres tipos de variables del bandolerismo social. El primero correspondería a la descripción de arriba, la del ladrón noble al que se le atribuyen todos los valores morales positivos del pueblo.

El segundo es el vengador, que tiene la capacidad de atemorizar a los poderosos. Distinto del tipo anterior, sus rasgos característicos no son la moderación y generosidad con los pobres, al contrario el vengador a sangre practica la crueldad hasta el extremo y hace del terror parte de su imagen pública. Por último, está el haiduk, quien tipifica la forma más elevada de bandolerismo primitivo, puesto que, se acerca más a un foco consciente de insurrección campesina. Los haiduks constituían movimientos primitivos de resistencia guerrillera. Sin embargo, los motivos que inducían a los individuos a convertirse en tales no eran ni la ideología, ni la conciencia de clase, sus motivos, eran estrictamente económicos.

Estas tres variables expresarían una "forma primitiva de protesta social", los actores que participan de estas formas de agitación social son "gentes prepolíticas, que todavía no han dado o acaban de dar con un lenguaje específico en el que expresar sus aspiraciones tocantes al mundo", a su vez, cuando estas luchas primitivas quedan en manos de los campesinos, la modernización de éstas es lenta e incompleta. El bandolerismo corresponde a una forma incipiente y primitiva de protesta social, que no posee una organización o ideología, por tanto no puede adaptarse a los modernos movimientos sociales. Incluso cuando hay formas más desarrolladas de bandolerismo, que se acercan a la lucha guerrillera, las mismas resultan incompletas e ineficaces. Si bien, Hobsbawm (1983, 11) reconoce que el bandolerismo social es una forma de protesta, es una protesta recatada y nada revolucionaria. El bandolero no protesta en contra del hecho de que los campesinos sean pobres y estén oprimidos, sino en contra de que esa pobreza y opresión sean excesivas.

A su vez, sostiene Hobsbawm que el bandolerismo social es un fenómeno propio de las sociedades precapitalistas o en transición al capitalismo, este fenómeno se vuelve endémico en momentos de inestabilidad y derrumbe de la sociedad agraria tradicional. Cuando el bandolerismo permanece tras los cambios hacia las modernas economías agrarias, su naturaleza se transforma y se convierte en un negocio puramente criminal.

En este sentido, tres son los puntos de polémica con respecto a la anterior tipificación. El primero, tiene que ver con las efectivas relaciones del bandolero con el campesinado. Anton Blok (1972), en su estudio acerca de la mafia siciliana, presenta un tipo de bandolero que posee fuertes vínculos con los que detentan el poder.

Este autor puso en entredicho el modelo de Hobsbawm, al presentar un bandido, que en vez de encarnar la voz del descontento campesino, servía para aterrorizarlo y desmovilizarlo. Este constituye un primer punto de importancia, puesto que, para el caso colombiano, las relaciones entre los bandoleros con los grandes terratenientes de la zona cafetera, no son desdeñables. Muchos operaron bajo el cobijo de estos sujetos y sirvieron como atomizadores de la protesta campesina.

El segundo punto polémico es el que se refiere a la naturaleza prepolítica del bandolerismo social. En contraposición a esta tesis se expresa Ranahit Guha, quien afirma que para el caso de la India colonial, la noción de "gente pre-política" no ayuda a entender la experiencia de los movimientos rurales. La primera crítica que lanza a Hobsbawm es la referente a las fuentes que usa, que proceden fundamentalmente de la experiencia europea, por tanto las generalizaciones provienen del material usado. Para Guha (2002, 104), no hay nada de espontáneo e irreflexivo en las acciones de los campesinos de la India colonial, en este sentido afirma que: "el hecho de que su acción [la campesina] se dirigiese sobre todo a destruir la autoridad de la élite que estaba por encima de él y no implicase un plan detallado para remplazarla no lo pone fuera del reino de la política. Por el contrario, la insurgencia afirmaba su carácter político precisamente por este procedimiento negativo que trataba de invertir la situación".

Por último, Pat O´Malley (1979) manifesta su posición con respecto a lo que tiene que ver con la presencia de bandoleros exclusivamente en sociedades precapitalistas. Para el caso australiano O´Malley encuentra que el bandolerismo puede desarrollarse en sociedades rurales relativamente desarrolladas. En Australia hubo presencia bandolera en medio de un capitalismo agrario avanzado y con importantes vías de comunicación. No en un escenario rural precapitalista, ni tradicional.

Poner estos puntos en discusión permite pensar un marco teórico flexible en donde se incluyan diversas manifestaciones del bandolerismo. Queda claro que para abordar este fenómeno es fundamental remitirse a cada uno de los contextos en los que irrumpe. Por tanto, la intención de elaborar un modelo general para estudiar todas las manifestaciones de este tipo resulta complejo, puesto que bandidos hay de muchos tipos, y muchas veces se mueven por marcos estrechos que escapan a las explicaciones de tipo estructural. Más allá de comprobar si existe o no un "bandolerismo social", se debe ampliar la discusión hacia las motivaciones del accionar del bandido, y cómo se da este accionar. De ahí que sea preferible hablar de un bandolerismo rural, un fenómeno que hace parte de las revueltas campesinas y que constituye una expresión de la violencia social popular.

El fenómeno de bandolerismo propuesto se dio en un contexto de profunda crisis. La Violencia es el marco que permite la aparición de bandas en diversas zonas de Colombia. A pesar de que los bandidos, fueron actores importantes dentro de la configuración de los hechos violentos, los estudios en torno a este fenómeno son escasos dentro de la historiografía nacional; sin embargo, uno de los trabajos que analiza el papel de los bandoleros en dicho periodo es el de Gonzalo Sánchez y Donny Meertens (1983). Los autores sostienen que el bandolerismo es un rasgo distintivo de la última etapa de la Violencia, la que surge en 1958, con la instauración del Frente Nacional, una estrategia de las clases dominantes para establecer un ambiente de paz y estabilidad económica por medio de la alternancia de poder entre ambos partidos. Este estudio subraya la naturaleza política del bandolerismo colombiano. Esto dada la experiencia armada que precede la aparición del fenómeno, la cual se expresó por medio de la conformación de guerrillas liberales, que si bien, se constituyeron como estrategia frente a la arremetida del partido conservador, también algunas de ellas adquirieron características de resistencia armada frente a los grandes terratenientes y pusieron el tema agrario como una de sus principales reivindicaciones.

Otro estudio relevante es el de Darío Betancourt y Martha García (1990), quienes analizan el bandolerismo en el Departamento del Valle del Cauca. Los autores afirman que en ese departamento el bandolerismo pasa de ser un bandolerismo partidista, para convertirse en uno de tipo revolucionario y otro de tipo más económico. En efecto, hacia la década 1960 el bandolerismo valluno evolucionó en dos sentidos, por un lado hubo bandoleros que se convirtieron en guerrilleros que conformarían la guerrilla del Movimiento Revolucionario Liberal (MRL) y otras formas de resistencia. Otros, por su parte, se convirtieron en bandidos cuyo único móvil era el lucro personal y cuyas acciones estuvieron marcadas por la sevicia y la atrocidad, lo que refleja una patología en donde predomina el desprecio al orden establecido.

El Frente Nacional propició la proliferación de bandas en el territorio nacional, sin embargo, aquí se plantea que el bandolerismo no es un fenómeno exclusivo de la última etapa de La Violencia, el mismo puede ser analizado, al menos en el caso de Antioquia, de modo más transversal. Después de la amnistía en 1953, si bien se atomizan las guerrillas liberales, paralelamente empieza a configurarse el fenómeno bandolero, el cual se expresa por medio de la organización de bandas.

Bandidos del Bajo Cauca, Magdalena Medio y Nordeste antioqueño: La reorganización de las bandas, 1953-1958

En Antioquia las tierras frías y templadas del centro, ubicadas hacia el oriente y el norte del Valle de Aburrá, configuran importantes núcleos de población desde tiempos coloniales. En estas zonas el Estado y la Iglesia jugaron un rol normalizador y estructurador que iba en concordancia con los ideales hegemónicos que impuso la élite regional. Por otra parte, las zonas periféricas del Bajo Cauca, el Magdalena Medio, el Nordeste y hasta principios del siglo XIX el Suroeste, representaban espacios "incultos y bárbaros", que poseían tierras para la ocupación y la explotación gracias a sus ricos recursos naturales (Ballesteros, 2009). Sin embargo, su aislamiento geográfico, consecuencia de sus montañas, ríos caudalosos y selvas inaccesibles, hizo que en ellas, se configuraran una serie de rasgos sociales y culturales, que hasta hoy caracterizan a las comunidades que allí habitan.

En consecuencia, estos lugares de frontera tuvieron unas conexiones débiles con el resto de Antioquia, la poca población, la falta de vías de comunicación y el clima malsano, hicieron que sus habitantes establecieran vínculos más fuertes con los municipios de Mompox y Magangué, ubicados al sur de la región Caribe. Hacia 1940, las autoridades departamentales que visitaban estas zonas afirmaban que sus territorios debían "antioqueñizarse", ya que su vinculación con Medellín era casi nula (Patiño 1997, 35). Inclusive la Iglesia, cuyo rol estructurador es importante en Antioquia, no hizo la misma presencia que en las tierras altas y templadas (González 2011).

Allí las montañas descienden dramáticamente dando paso a los valles de los ríos Porce y Nechí, del Bajo Cauca y el Magdalena Medio, ubicados entre 300 y 1000 metros sobre el nivel del mar, por lo que el clima es cálido, a la vez que húmedo y tropical. Aquí hay grandes extensiones de tierra destinadas a la ganadería, además de ricas vetas de minerales, provenientes de los afluentes del río Cauca y el río Nechí, los cuales generaron un eje espacial en el que se desarrollaron las actividades económicas de estas dos subregiones.

Estas zonas desde el siglo XIX constituyeron una preocupación para las elites, quienes movidas por las riquezas auríferas que allí existen, quisieron generar una colonización planeada hacia estos lugares, en donde se configuraran los valores culturales regionales y la cultura paisa floreciera.8 Sin embargo, los movimientos demográficos hacia estas zonas fueron más espontáneos, a ellas llegaron diversos actores sociales, que se fueron estableciendo alrededor de la extracción de oro y posteriormente del petróleo y la ganadería. Aquí el poblamiento no se dio principalmente por antioqueños venidos del Centro, sino por personas provenientes de otros departamentos. Al Magdalena Medio, llegó gente del Oriente cercano antioqueño, pero también habitantes de Santander y Boyacá que cruzaron el río Magdalena. Por su parte, los habitantes del Nordeste y el Bajo Cauca, establecieron fuertes relaciones con el sur del Caribe colombiano.

A pesar de este proceso de poblamiento, una de las características que atravesaba a estas tres subregiones era su escasa y transitoria población. Estas zonas tenían los habitantes necesarios para arrear ganado o manejar las operaciones de la minería. Según el Censo de 1951, los municipios más importantes de la zona (Puerto Berrio, Amalfi, Remedios, Caucasia, Zaragoza, Segovia) tenían un total de 60760 habitantes, lo que representaba el 3,8% de la población total del departamento. Estos habitantes circulaban por estas tres regiones en busca de trabajo permanentey tierras por colonizar.9

Reconfiguración del bandolerismo

Las grandes haciendas ganaderas y las minas de esta zona abarcaban tierras en más de un municipio, esta condición hacía que las fronteras administrativas se difuminaran (Roldán 2003, 180). De ahí que tomemos estas tres subregiones como un conjunto, puesto que, los bandoleros de esta zona van a operar por los corredores por donde transitaban los trabajadores estacionales y colonos, que desde el Bajo Cauca, pasaban por el Nordeste y llegaban hasta el Magdalena Medio.10 En esta zona la administración departamental ejerció un control débil, por tanto los pueblos que la constituyen funcionaban de forma semiautónoma, pues allí ni siquiera llegaban las noticias sobre los cambios en la política de orden público, y cuando llegaban, en repetidas ocasiones eran ignoradas (Roldán 2003, 150). Quizá esta última condición, hizo que el bandolerismo empezara a reconfigurarse rápidamente tras la amnistía de 1953. Para esta zona, tenemos noticias de cómo los antiguos guerrilleros liberales, volvieron a tomar las armas y se reorganizaron en bandas numerosas.

Tras al arribo al poder de Gustavo Rojas Pinilla (13 de junio de 1953) los guerrilleros empezaron a deponer las armas, por lo que la gobernación del departamento, junto a la IV Brigada resolvieron crear el Centro de Rehabilitación, cuya dirección estaba a cargo del coronel Pioquinto Rengifo, gobernador militar de Antioquia. Éste estaba al amparo de la Oficina Nacional de Rehabilitación y Socorro, que fue creada para prestar ayuda a los desplazados de la violencia y a los guerrilleros que voluntariamente entregaran sus armas frente a las autoridades militares o la Policía Nacional. El Centro debía prestar ayuda material y brindar garantías y seguridad, tanto a los guerrilleros como a los campesinos damnificados. Se buscaba una "auténtica justicia para todos los colombianos, sin distingos ni discriminaciones de ninguna naturaleza".11 Los guerrilleros debían ser dejados en completa libertad y se les debía ayudar a reiniciar sus actividades de trabajo. También a los desplazados se les ayudaba a retornar al campo.

En Medellín el Centro funcionó en la Clínica de Maternidad y en la Escuela Córdoba, recintos ubicados en el centro de la ciudad. Allí fueron atendidos 1791 bandoleros y 6892 desplazados por la violencia.12 Después de la reinserción de los exguerrilleros a las labores del campo, el gobierno departamental supuso que la pacificación había llegado. "Los guerrilleros que venían operando desde 1948 en varias regiones del país han respondido a la promesa oficial de dejarlos en libertad y ayudarles a rehabilitar sus vidas [...] un cómputo de las publicaciones que se han hecho al respecto en un plazo menor de 2 meses indica que han abandonado la lucha alrededor de unos mil quinientos guerrilleros. Como resultado de esta cesación de las actividades subversivas la tranquilidad está retornando rápidamente".13

Entre los guerrilleros dejados en libertad se encontraban los jefes de los municipios de Dabeiba, Segovia, Remedios y Puerto Nare, a quienes para finales de septiembre de 1953, ya se les había otorgado su correspondiente salvoconducto y habían retornado al campo. Entre estos guerrilleros se encontraban Trino Salazar García, Francisco Montoya alias "Corneta", José Vicente Mejía alias "El Dormido" y Antonio Arana Barbosa alias "Pielroja", antiguos jefes de las guerrillas del Oriente antioqueño.

Sin embargo, la pacificación no supuso el completo retorno a la calma, ni el fin de la violencia en la zona oriental antioqueña. Al contrario, en esta región se tienen noticias muy pronto de la actividad de bandoleros en el Nordeste, en donde operaban las cuadrillas de "Corneta" y "Santander". A principios de 1954, un hacendado del municipio de Remedios declaró que algunos de los exguerrilleros del Bajo Cauca estaban haciendo presencia en su propiedad. Según Luis Guillermo Echeverri, a su hacienda habían llegado los antiguos jefes guerrilleros. En su declaración, Echeverri afirma que "hubiera sido conveniente que los elementos revoltosos que operaban en esas zonas se hubiesen desplazado hacia otras, pero no ocurrió así y, como consecuencia, están presentándose casos cuya gravedad es inquietante. Ocurre que cabecillas o Jefes de las antiguas filas, enseñados al mando y a la ociosidad, se quedaron en aquellas regiones haciendo valer ante todas las gentes sus méritos y hazañas".14

Una de las estrategias del gobierno departamental para atomizar las guerrillas liberales fue la reubicación de los amnistiados en municipios diferentes a los que habían operado durante la primera fase de la Violencia. Sin embargo, el caso mencionado indica que esto no se cumplió de manera efectiva en todas las zonas del departamento. En el Oriente los antiguos guerrilleros volvieron a sus áreas de influencia para intentar reorganizar las bandas.

Los bandoleros de Remedios estaban operando en haciendas ubicadas a dos días del casco urbano, por lo que podían recorrerlas sin problemas, ya que se encontraban lejos de las autoridades locales. Según el hacendado Echeverri, los más afectados eran los mayordomos y administradores de fincas, puesto que, cuando los bandoleros llegaban, debían entregarles además de dinero, herramientas, ropas y mercadería. Esta situación estaba dando lugar a nuevos desplazamientos de campesinos, quienes huían de los campos por temor o porque las fincas quedaban sin víveres.

Aunque no todos los bandoleros se dedicaban a hurtar en fincas y exigir donativos "voluntarios", también, algunos de ellos trabajaban en las haciendas, por tanto, presionaban a los mayordomos y administradores para establecer las condiciones de trabajo que ellos suponían eran las correctas. Los bandoleros elaboraban reglamentos de trabajo a su antojo, los cuales debían ser cumplidos, de no ser así, respondían con amenazas. Este aspecto resulta interesante, pues indica que los bandoleros eran campesinos que en sus tiempos libres se dedicaban a las bandas, no eran bandoleros de tiempo completo. En esta zona los trabajos eran estacionales, por tanto, podían combinar ambas actividades, o en el ínterin, entre un trabajo y otro, podían dedicarse a la banda. Este aspecto indica que los antiguos guerrilleros, si bien se insertaron de nuevo a las faenas del campo, igual siguieron ejerciendo presión en las haciendas, especialmente en lo que tiene que ver con las condiciones laborales en las mismas, lo cual pudieron llevar a cabo dada su reputación de guerrilleros.

En Remedios la situación empeoraba, puesto que a la actuación de los bandoleros, se sumaba la epidemia de fiebre aftosa que venía azotando a la zona, lo cual generó bajas en las cabezas de ganado, y la imposibilidad de ir a curarlas, dado el ambiente de zozobra que estaban instaurando los bandoleros. La exigencia era que las autoridades departamentales ejercieran más control en estas zonas, tan alejadas de los cascos urbanos. También se les pedía que desplazaran a los bandidos hacia otras regiones, porque los que allí estaban operando habían actuado en el municipio durante la "violencia pasada"15. Según Echeverri los bandidos representaban un peligro, porque estaban actuando en grupos más o menos numerosos y se estaban reorganizando con rapidez, quizá ya no con fines políticos, sino de otro tipo.

A pesar de que las comisiones de orden público identificaban que los bandidos del Oriente eran los guerrilleros de la fase anterior, las cabezas más sobresalientes no serán las mismas en esta nueva fase de violencia. Nuevos liderazgos aparecerán, lo cual es un indicativo de lo dinámico que es el fenómeno. En la documentación revisada se aprecia cómo cambia la composición de las bandas año tras año. Las nuevas bandas del Nordeste estarán a cargo de bandidos que seguramente actuaron bajo las órdenes de hombres como "Corneta" o "Santander", sin embargo, estos dos no continuarán siendo los líderes más sobresalientes.16

El Nordeste constituía una zona atractiva para los bandidos, ya hemos mencionado que además de estar lejos del poder cohesionador del centro, es una zona íntimamente ligada a la economía del oro. Remedios y Segovia son municipios productores de oro desde tiempos coloniales. En este último la presencia de los campamentos de la Frontino Consolitated Mining Company supuso la aparición de un buen nicho para que los bandidos pudieran solventar su actividad. En ambos municipios los robos a las dragas y los campamentos mineros fueron comunes. Además de robar mercadería, aprovechaban para sacar la dinamita del campamento y en algunas ocasiones revólveres y escopetas.

Al iniciar 1956, las autoridades departamentales empezaron a identificar las nuevas características del bandolerismo de la zona minera. Hasta la fecha parecía que Francisco Pérez Atencia, alias "Caretierra", era el bandolero más sobresaliente en el municipio. Sin embargo, este jefe fue abatido por una patrulla del ejército, cuando intentó fugarse en el momento en que era trasladado de la cárcel en donde se encontraba. Tras este episodio aparecieron dos nuevas bandas, la de Daniel Monroy Velázquez alias "Guerrero", integrada por 82 hombres, y una segunda conformada por 32. La aparición de estas dos cuadrillas hizo que algunos campesinos empezaran a retirarse de las zonas rurales, refugiándose en los cascos urbanos de los municipios de Segovia y Zaragoza. Esta situación estaba poniendo:

[...] en peligro la economía de toda la región, la mayoría de las gentes quieren vender sus propiedades y retirarse de ese lugar únicamente por miedo, [sin embargo], varias personas de Zaragoza habían ido donde los guerrilleros y los habían convencido de que desistieran y la gente que había resuelto a abandonar sus campos no lo hicieron.17

Uno de los aspectos relevantes es la rápida reconfiguración de las bandas. Los militares cuando abatían a un jefe bandolero suponían que los brotes de violencia se apaciguarían. De este modo, aparecían nuevos jefes pasadas sólo algunas semanas, por lo que se debía tomar nuevas medidas de orden público enfocadas al aniquilamiento de las bandas. Otro de los aspectos que llama la atención es la intención dialogo de los habitantes de la zona minera con los "guerrilleros", lo que lleva a pensar que las relaciones con los campesinos, colonos y trabajadores estacionales eran relativamente cercanas.

En ese mismo año (1956), en el municipio de Remedios, se unieron en una banda 80 trabajadores pertenecientes a la finca Amari, situada a 25 kilómetros del casco urbano, de la que robaron nueve escopetas pertenecientes a la misma finca. Esto hizo que alrededor de sesenta familias se desplazaran a Segovia y al casco urbano de Remedios. Dado el alto número de desplazados, las autoridades locales afirmaban que necesitaban ayuda del gobierno central. Pedían la intervención de Sendas, un programa que buscaba ayudar a las familias campesinas desplazadas por la violencia y que funcionaba al amparo de la Oficina de Rehabilitación y Socorro.18

Acciones del bandolerismo

Uno de los detonantes más importantes del conflicto en Remedios fue el asalto a la hacienda Bellavista, ubicada en el Valle de Otú a siete kilómetros del casco urbano. Bellavista es una de las fincas más grandes de la zona que reúne un importante número de cabezas de ganado. A su vez, ha sido escenario de varios conflictos dada su estratégica ubicación, cercana al aeropuerto de Remedios y al municipio de Segovia.19 Es un indicativo de la importancia de la hacienda en el Nordeste antioqueño, como un escenario del conflicto armado en Colombia de vieja data, que ha aglutinado diferentes actores sociales.

En el asalto, al que hacemos alusión, los bandidos asesinaron a dos campesinos conservadores, Marcelino Correa de 65 años y Enrique Toro de 25, a quienes ejecutaron por medio del "corte de franela".20 A su vez, 25 trabajadores de filiación liberal siguieron, de modo voluntario, a los bandoleros y otros 58 fueron llevados a la fuerza. Después del asalto a Bellavista se envió una comisión del Ejército para que capturara a los bandoleros. Sin embargo, según los informes fue muy difícil dar con ellos, puesto que los campesinos y especialmente los trabajadores de la Frontino Gold Mines estaban colaborando con los bandidos y se abstenían de entregar informaciones a las tropas del Ejército. Los militares afirmaban que los trabajadores de las minas de oro ayudaban a los bandidos con dinero, víveres y ropa, además de entregarles dinamita del campamento y otros elementos de las minas, que incluían revólveres y escopetas.21 Los militares identificaron que el "machinero" de la empresa minera era el hombre clave en dichas actividades, puesto que se encargaba de proveer a las bandas de víveres.22

Según los informes, las bandas se disgregaban en pequeños grupos aterrorizando a los conservadores de la zona, fueran campesinos o personas en busca de tierras o el establecimiento de cualquier tipo negocios. A pesar del ambiente de terror generado por los bandoleros, los campesinos no daban informaciones, ya fuese porque simpatizaban con los bandidos, o como afirmaban los agentes: por los bajos sueldos de la Frontino Gold Mines, el duro trabajo en las minas y hasta el clima malsano. A su vez, los bandidos no sólo eran encubiertos por los campesinos, sino que también tenían vínculos con gamonales liberales de la zona.23

Los bandoleros que tuvieron presencia en la zona minera fueron "Capitán Llanero" y "Cabo Carbonero", quienes operaban entre Amalfi y Remedios. En la persecución que se hizo a los asaltantes de la hacienda Bellavista, los militares lograron capturar a Luis Vásquez, alias "Cabo Tango", quien confesó los nombres de otros compañeros bandoleros e informó que algunos de ellos eran trabajadores de la empresa minera.24 Frente a esta situación la compañía, que hasta ese momento era reticente a dejar que las tropas del ejército controlaran el campamento, permitió una vigilancia mayor de las tropas. Esto supuso el inicio de la identificación de quienes militaban en las bandas y de quienes proporcionaban víveres a los bandidos y actuaban como espías de los mismos. Se levantó un estricto control por parte de la policía y el ejército con el fin de dejar a las bandas sin pertrechos en las minas.

Según los informes y las noticias periodísticas el bandolerismo en la zona empezó a perder fuerza hacia finales de esta fase. Tanto las Fuerzas Armadas como la Policía, empezaron a tener éxito en la captura y abatimiento de los bandoleros. Incluso ya para finales de 1956 se habían capturado un total de 308 bandoleros y dado de baja otros 72.25 Lo anterior consecuencia del aumento de pie de fuerza en la zona y también de una crisis en la falta de liderazgo entre bandoleros. Por ello, algunos de los que se entregaron o fueron capturados, empezaron a colaborar con el Ejército, dando informaciones sobre la ubicación y el armamento que poseían.

Partidos, gamonales y bandoleros

La zona minera no fue la única con presencia de bandolerismo. El Magdalena Medio es uno de los espacios en donde el fenómeno se presentará de manera prolongada y sostenida. Quienes operaban en los municipios de Puerto Berrio y Maceo en los años anteriores a 1953, eran los jefes guerrilleros "Pielroja" y Vicente Mejía Moreno, alias "El Dormido"; sin embargo, ellos no serán quienes asumirán el liderazgo de las bandas. De los jefes guerrilleros de la fase anterior sólo se tiene información de Francisco Montoya, alias "Corneta", quien a mediados de 1955 hizo aparición en Puerto Berrio, en una hacienda ubicada en la zona de San Juan de Bedout. Este exguerrillero operaba en el Bajo Cauca, sin embargo, el dueño de esta hacienda aseguraba que era un conocido bandolero de la fase anterior, que había actuado en la región del Magdalena Medio y que se estaba reorganizando en su propiedad.26 Este aspecto nos advierte de la movilidad que los bandoleros tuvieron en estas zonas de frontera. Ellos transitaban por los corredores que formaban los colonos y trabajadores estacionales. En consecuencia, "Corneta", quien actuaba principalmente entre Remedios y Segovia, también era conocido en Puerto Berrio.

El dueño de la hacienda en San Juan de Bedout, Puerto Berrio, al inicio de su declaración denunció un atraco perpetrado por cinco individuos y una mujer, cuando se dirigía hacia su finca con una novillona. Tres de los asaltantes fueron identificados como Guillermo Valencia, alias "Carpintero", Miguel Salazar, alias "Granada" y "Bambuco", quienes anteriormente estaban bajo las órdenes de "Corneta". El declarante afirmó que Francisco Montoya llegó a trabajar a su finca como aserrador de madera, pero a los pocos días y en ausencia del dueño, reclamó la entrega de un lote ubicado en la mitad de la propiedad. Según la declaración, el mayordomo junto con su familia huyó por miedo a las amenazas de "Corneta", quien se posesionó arbitrariamente en la finca. Este es un ejemplo de cómo en el Oriente los guerrilleros amnistiados se reorganizaron, de modo especial en el Magdalena Medio, donde tendrán su principal centro de operaciones, lo cual generó una intensificación de la violencia.

El municipio de Puerto Berrio se convertirá en foco de bandolerismo en el Magdalena Medio. Por ello, las autoridades civiles y militares empezaron a intensificar la vigilancia con la intensión de identificar los bandoleros que allí tenían su centro de actividades. Lo anterior es evidente en el número de informes de orden público que llegaban a la Gobernación del Departamento y a la Secretaría de Gobierno. Cabe anotar que Puerto Berrio es uno de los municipios más importante del Magdalena Medio antioqueño, no sólo por su condición de puerto en el río Magdalena, sino también por su cercanía a los campos de extracción de petróleo, a lo que se suma su comunicación con Medellín gracias al Ferrocarril de Antioquia, que en estos años, seguía ampliando sus vías.

Varias medidas se tomaron para intentar recuperar el orden en el municipio.27 Los bandoleros sacaban buena parte de sus recursos económicos del robo de ganado, que tomó dimensiones importantes dado que Puerto Berrio es una rica zona ganadera del Magdalena Medio. De ahí que la Federación de Ganaderos exigiera a las autoridades tomar medidas para impedir los robos. Los ganaderos pedían instalar un puesto militar en Ité. Según ellos, el bandolerismo en el Puerto eran los rezagos de la "pasada chusma".28 Los principales problemas de los ganaderos de Berrio eran el escaso margen de utilidades debido al alto costo de los jornales, y la disminución del precio del ganado en la feria de Medellín. A lo que se sumaba la situación de zozobra creada por los exguerrilleros. Una nota en El Colombiano lo comunica del siguiente modo:

Individuos que antiguamente hacían vida de campaña en el monte y algunos de los cuales llegaron a lanzar ataques cruentos contra algunas fincas, han reaparecido. Aunque ahora lo hacen especialmente dedicados al robo. Lo cual viene a constituir un nuevo quebranto para los propietarios de fincas.29

El sitio más afectado era el norte del municipio, Ité, en donde no había policía, ni sistemas de control para evitar los ataques. Allí se estaban instalando los bandoleros en las haciendas, exigiendo a los mayordomos y peones, -por medio de amenazas-, alimentación y hospedaje. Esto se traducía en una nueva carga para los hacendados, quienes al final debían costear la manutención de los bandidos.

En este municipio la banda de Francisco Montoya no era la única que se estaba reorganizando. Además de ésta operaba la de Adolfo Segura, alias "Carpintero". La banda se movía en las orillas del Río Magdalena, siendo uno de sus mayores golpes el asalto a la compañía Petty, donde asesinaron al ingeniero Bernardo Ossa, a quien le robaron un anillo que "Carpintero" lucía.30 También sustrajeron 1200 pesos, joyas y víveres. Los dos robos de los que se tiene noticia a esta compañía, ubicada a 18 kilómetros de Puerto Olaya (municipio del Departamento de Santander, al frente de Puerto Berrio) fueron cometidos por "Carpintero" y sus muchachos. En el segundo golpe la banda aprovechó para tomar además de mercadería, escopetas, dinamita y detonadores. Esta banda tenía su campamento entre los sectores de Barbacoas y Ciénaga en Puerto Berrio, lugares en los que podían transitar libremente. Según los militares en el caserío de Barbacoas no había ningún acto violento, puesto que, allí todos eran exbandoleros que cooperaban con "Carpintero".31 Cuando las tropas del ejército tomaron contacto con los bandoleros no lograron abatirlos, por tanto, una de las medidas realizadas fue el cercamiento de una de las entradas al campamento por Ciénaga, cerca de la finca La Soledad. Además de esta medida, los militares hacían campaña para que los campesinos de la zona no se unieran a las bandas.

Puerto Berrio no era el único municipio afectado en el Magdalena Medio, en Puerto Triunfo (que para este momento era corregimiento de San Luis) también el conflicto estaba haciendo presencia. Sin embargo, la situación de Puerto Triunfo contrasta con la de Puerto Berrio en tanto quienes estaban perpetrando los actos violentos en este corregimiento eran los conservadores. Según el Informe de Orden Público del 12 de noviembre de 1955, durante los últimos treinta días, se habían asesinado a 30 personas de filiación liberal. La banda de Fernando Ramírez, alias "El Barbado", fue la encargada de llevar a cabo estas muertes violentas. Ramírez cumplía órdenes impartidas por algunos políticos de Medellín, y a su vez era avalado por el Inspector y Comandante de policía. La banda de "El Barbado" estaba cumpliendo una labor de "limpieza" en Puerto Triunfo, que consistía en acabar con los liberales del corregimiento y prevenir la llegada de nuevos liberales. Por ello, los trabajadores estacionales que llegaban a laborar en el Ferrocarril, si se identificaba como de filiación liberal, también eran asesinados.32

La violencia se intensifica cuando se deciden armar grupos para contrarrestar los ataques de alguno de los bandos, Puerto Triunfo no fue la excepción. Una cuadrilla de unos 50 hombres, se estaba organizando en una finca del corregimiento llamada La Palma. El proposito de la banda era vengar los asesinatos de liberales y contrarrestar la arremetida de los conservadores armados liderados por "El Barbado".

No hay mayor información acerca de Fernando Ramírez, pero llama la atención que fuera un bandido del partido conservador. Los bandoleros en esta zona, siempre se habían asociado al partido liberal, dada su experiencia como guerrilleros liberales. Esta característica también se extiende a algunas zonas del eje cafetero, en donde éstos actuaron cobijados por los gamonales liberales. Sin embargo, los bandidos conservadores no son muy comunes, el caso más emblemático es el de Efraín González Tellez, "El Siete Colores", que derivó en un bandido de tipo social, defendiendo siempre los intereses de los campesinos.33 Si bien, el caso del "Barbado" pareciera paradigmático, en tanto defiende los intereses políticos de un corregimiento que en su mayoría es conservador, no podemos olvidar que en la fase anterior se habían conformado "contrachusmas" o grupos de "aplanchadores" y si bien hubo una fuerte campaña de desarme, impulsada por el gobierno militar, no todos estos grupos armados fueron desintegrados de modo satisfactorio. Los grupos de conservadores armados operaron especialmente en el Norte y en el Occidente del departamento, también hubo algunos de ellos que se organizaron en el Oriente durante esta fase, aunque al parecer sin mucho éxito, puesto que los informes de orden público revisados relacionan poco el accionar de los mismos.

Por otro lado, en el informe un par de campesinos declararon que el grupo liderado por Fernando Ramírez estaba haciendo una "limpieza de liberales" en Puerto Triunfo, este elemento llama la atención, puesto que aún hoy las "limpiezas sociales", son comunes, no sólo en los municipios rurales, sino también en las ciudades. Las "limpiezas" constituyen un elemento generador de terror importante hasta el día de hoy, éstas se han convertido en una estrategia usada principalmente por parte de grupos paramilitares. Estos grupos, por medio de "boleteos", informan que se llevará a cabo la limpieza de elementos indeseables en sus zonas de influencia.

Ahora bien, Maceo también fue un importante centro de operaciones del bandolerismo en el Magdalena Medio. En este municipio, cerca de la finca La Susana, tenía su campamento "Pielroja", jefe guerrillero amnistiado en 1953. Sin embargo, el bandolero que operará es Alfonso López, el "Capitán Peligro", cuyo campamento estaba ubicado en la finca La Bejuquera. Fueron identificados como integrantes de su banda Luís Ramírez, Mono Medina y Tito Ramírez. Los integrantes del grupo parecían ser en gran parte antioqueños, aunque también tenía militantes procedentes del departamento de Santander. Hacia mediados de 1956, las tropas de Puerto Berrio identificaron a 70 bandoleros que cruzaron el río Magdalena procedentes de Santander, con dirección al municipio de Maceo, para unirse a la cuadrilla de "Peligro". Dado el importante número de bandoleros que conformaban el grupo, el Ejército tuvo que intensificar la vigilancia en estas zonas e intentó establecer contacto con los bandoleros. A pesar de ello, durante el primer semestre de 1956 los intentos fueron en vano, las tropas salidas de Puerto Berrío no lograron identificar el campamento. Para julio de ese año el Ejército dio su primer golpe, dejando a dos bandoleros muertos y decomisando pólvora, 3 escopetas, 8 barras de dinamita y 5 bombas. Después de este primer golpe de las Fuerzas Armadas, se presentó frente a las autoridades locales Teresa del Rosario alias "La Avispa", una mujer que se fugó de las filas de "Peligro" y proporcionó información sobre la composición de las bandas, los apodos y nombres de los bandidos. También dijo que otra mujer a quien apodaban "Candela" hacía parte de la cuadrilla.34

Lo que más llama la atención de la banda del "Capitán Peligro" es el contexto en el cual se formó su grupo. Alfonso López era un guerrillero liberal de la pasada fase de la Violencia, si bien él era el jefe de dicho grupo, la banda se formó por el patrocinio de José María Múnera, un habitante liberal de Maceo, que poseía una finca en el municipio y era contrario al gobierno militar. El gamonal manifestaba abiertamente que la situación había cambiado después del 13 de junio de 1953, por tanto, "tenía su gente lista para cualesquier emergencia". Además, Rubén Ruíz, también propietario en el mismo municipio, y Enrique Echeverri, mayordomo de la finca Santa Bárbara, empezaron junto con Múnera a hacer campañas contra el gobierno de Rojas Pinilla y en favor de la cuadrilla de Alfonso López.

En 1955 estos tres individuos se hicieron nombrar para el Consejo de Administración, lo que les permitió designar a Martín Franco, como personero municipal y al Reverendo Valerio Zapata como cura párroco de Maceo. El sacerdode adquiriere importancia en tanto se volvió defensor del liberalismo.35 Los curas párrocos comúnmente eran conservadores, sin embargo, el sacerdote Valerio empezó a actuar en defensa de los tres liberales del Consejo de Administración, quienes le hicieron pensar que eran "injustamente perseguidos" por las directivas del conservatismo en Maceo. Por ello, Zapata empezó a tratar a los conservadores de asesinos, lo que generó un deterioro del orden público. El Reverendo hacía uso de los parlantes y micrófonos de la iglesia local para atacar a los conservadores, las Fuerzas Armadas que allí hacían presencia y al gobierno de Rojas Pinilla.

Rubén Lopera, alcalde recién designado, debía enfrentar el malestar que estaba generando el padre Zapata. El alcalde saliente advirtió a Lopera lo siguiente: "bregue lo posible por vivir alejado de una y otra corriente, atender de cerca al conservatismo, pero tampoco estar muy de cerca de ellos en el público, para evitar posibles tropiezos con el Reverendo Padre Zapata".36 El alcalde entrante concluía que la pacificación del municipio no sería posible hasta no sacar al cura Valerio Zapata. Al tiempo que las autoridades civiles buscaban la tranquilidad de la zona, la autoridad eclesiástica deterioraba el orden público. Mientras tanto, los bandoleros de "Peligro" generaban terror en el municipio, cometiendo los asesinatos cada vez más cerca del casco urbano. El padre Zapata, desde los micrófonos de la Iglesia Parroquial manifestaba que los muertos conservadores que estaban apareciendo en el pueblo, eran la represalia y el castigo por el asesinato de dos liberales a quienes la policía había dado muerte en una reciente comisión de orden público. Por ello, los visitadores administrativos pedían inmediatamente las siguientes medidas para apaciguar al municipio:

  1. a.Solicitar de la alta Jerarquía Eclesiástica el cambio del Rvdo. Padre Zapata
  2. Nombramiento inmediato de un Alcalde Militar
  3. Creación de puestos de policía en la Susana, La Arenosa, Las Brisas y reforzar el puesto de Maceo
  4. Solicitar a la gobernación del Departamento el despacho de víveres y elementos de socorro para unas 60 familias que en la actualidad vagan por la plaza con sus hijos pequeños en la más absoluta miseria.37

El caso de la banda del "Capitán Peligro" es un claro ejemplo de cómo algunos bandoleros no fueron precisamente los "Robín Hood" que describe Hobsbawm, como modelo acabado del bandolerismo social. Al contrario, en este caso, el bandolero nace de la mano de los gamonales y actúa gracias a la legitimidad que ellos le brindan. En los posteriores informes sobre la banda de "Peligro", se ve cómogracias a los desplazamientos de campesinos hacia los cascos urbanos, generados por el terror que infundían las bandas, los gamonales aprovechaban para ampliar sus tierras:"... los señores JESÚS HENAO Y GUILLERMO SIERRA dueños de propiedades en esta región estaban ayudando con víveres y vestuario a los bandoleros y el primero aprovechando la situación se estaba apropiando de los haberes que quedaban abandonados con la salida de los campesinos".38

Sin embargo, el panorama se complejiza en la zona del Magdalena Medio, debido a que en las laderas del río Magdalena, varios de los trabajadores estacionales eran simpatizantes de las bandas. Situación que empieza a denunciarse en varias ocasiones, puesto que ello impedía que las autoridades civiles y el ejército pudieran dar con el paradero de los bandoleros, no sólo porque los campamentos eran inaccesibles para un ejército que estaba en vías de profesionalización, sino también porque en su mayoría los trabajadores no colaboraban. Acerca de estos trabajadores flotantes, las autoridades militares afirmaban que eran liberales propensos a participar en actos de oposición al gobierno. Así lo evidencia el siguiente informe:

Elementos adictos al bandolerismo. Son grandes auxiliadores de los bandoleros cuando no son ellos mismos integrantes temporales o intermitentes de las cuadrillas. Existen trabajadores dispuestos en todo momento a colaborar con las cuadrillas a servir en ellas o prestarles ayuda como informantes, encubridores, etc.

También hay regiones, como Ité, donde todo el personal de trabajadores es adicto al bandolerismo. El personal más peligroso es el de trabajadores flotantes ya que su movilidad, su inestabilidad y demás circunstancias del trabajo que desempeñan los hace esencialmente aptos para servir como miembros, agentes, informantes, espías y comisionados de los bandoleros.39

Como se evidencia el panorama es complejo, no por otra razón se tomaron cerca de de seis años para acabar con los bandoleros del Magdalena Medio, dada la legitimidad y el apoyo que algunas bandas que recibían "desde arriba", y el encubrimiento y/o cooperación que recibieron de los trabajadores en grandes fincas del Magdalena Medio, y en zonas del Bajo Cauca y Nordeste, donde los trabajadores subsistían alrededor de la extracción de oro.

En el Bajo Cauca también era "rarísima la persona que suministra datos a la policía con relación a las actividad de los bandoleros, la generalidad de los campesinos guardan mutismo absoluto, ya por temor a represalias, ora porque son simpatizantes algunos de ellos".40

En esta subregión, en los municipios de Caucasia y Cáceres, los bandoleros "Capitán Roncamina", "Sargento Marino", "Sargento Tarzán" y "Cabo León" tenían sus campamentos, los cuales estaban ubicados en las grandes fincas ganaderas. Los bandoleros del Bajo Cauca estaban asesinando y torturando, principalmente a personas simpatizantes del partido conservador. Situación similar se vivía en el Nordeste y en el Magdalena Medio, en donde los asesinatos estaban focalizados hacia los conservadores, por tanto las muertes poseían un importante componente político, lo que constituye un aspecto relevante de La Violencia. Las visiones más tradicionales de este fenómeno la reducen a luchas fratricidas entre los dos partidos tradicionales, en cambio las nuevas posturas historiográficas dejan de lado esta perspectiva, asumiendo este fenómeno como un conflicto desatado, en parte, por la irrupción de los sectores subalternos y el sectarismo político emanado del laureanismo.41 A pesar de ello, la lucha partidista siempre está presente en la documentación.

En el Oriente las muertes se dieron, entre otras cuestiones, con el fin de preservar estos territorios de la intromisión de los conservadores, que allí eran minoría. Por ello, se asesinaba a miembros o simpatizantes del partido conservador, especialmente a los campesinos que los bandidos suponían que pertenecían a ese partido. En las fuentes consultadas, se habla de que el bandolerismo en estas zonas tenía como uno de sus fines acabar con los "elementos conservadores" que allí estuvieran haciendo presencia. El elemento económico también será relevante, ya que los bandidos fueron auspiciados por gamonales (como en el caso del "Capitán Peligro") quienes aprovecharon la inestabilidad social reinante para hacerse de un número mayor de tierras.

Conclusiones

Los bandoleros en las zonas estudiadas transitaron por diversos momentos. Las bandas serán más numerosas en el periodo que cubre de 1953 a 1958, cuando se da un momento de reconfiguración constante y fortalecimiento del fenómeno. En este momento las bandas continuaran conformadas por un alto número de efectivos y los jefes de las mismas irán cambiando. Este dinamismo constituye un aspecto distintivo del bandolerismo analizado. Los bandoleros en esta etapa van a surgir de la mano de los gamonales, quienes les brindarán auspicio y protección. Aunque la protección no vendrá solamente de los jefes locales, también y especialmente en el Magdalena Medio, van a ser protegidos por los colonos y trabajadores estacionales. La protección es un elemento fundamental, como señala Anton Blok (1972), sin ella, los bandidos se convierten en "lobos solitarios" que tienden a desaparecer.

Sin embargo, esa legitimidad fue perdiéndose tanto "desde arriba" como "desde abajo", dado el ambiente de terror que generaron. En la última fase de La Violencia el bandolerismo llegará a su fin, no sólo por esta pérdida de auspicio, sino también por la intervención del Ejército, que fue efectiva en la captura y abatimiento de las bandas, aunque valga aclarar que su éxito se dio cuando las cuadrillas ya estaban apocadas y actuaban en grupos pequeños. Es la pérdida de legitimidad la que hace que se conviertan en bandoleros de tipo económico, motivados por el lucro personal y sin un proyecto político claro. Los pocos bandidos que quedaron se fueron trasladando hacia el Oriente más cercano, en donde la violencia fue intensa en la década 1980, cuando grupos de paramilitares y guerrilleros aparecieron en el escenario.

Quedó claro que el modelo del bandido social no funciona para la caracterización del bandolerismo en esta zona, de ahí que sostengamos que es preferible hablar de un bandolerismo rural en el que caben distintos móviles en el accionar de estos campesinos. El bandolerismo adquirió importancia en la desestabilización del orden público principalmente en lo que tiene que ver con el abigeato, el robo en las minas y el asesinato de campesinos y simpatizantes del partido conservador, lo cual generó terror en los pobladores de aquella región.


Notas

1 El Frente Nacional fue una estrategia de las clases dominantes para establecer un ambiente de paz y estabilidad económica por medio de la alternancia de poder entre ambos partidos. El Frente Nacional cubre el periodo de 1958 a 1974.
2 La Violencia encubre una guerra civil en la que se sumió el país entre 1946 y 1965. Un periodo caracterizado por hechos violentos y rituales sanguinarios por medio de los cuales se buscaba acabar al enemigo. La Violencia marca una clara ruptura con los conflictos partidistas de finales del siglo XIX. Si bien una de sus expresiones fue el conflicto histórico entre liberales y conservadores, su naturaleza es distinta, en tanto, nuevos actores irrumpieron en el escenario, cuestionando el discurso hegemónico de los sectores dominantes del país.
3 Los trabajos más relevantes en este sentido son los de Dario Betancourt y Martha García (1990); y Gonzalo Sánchez y Donny Meertens (2006).
4 Nos referimos al Decreto 1546 del 22 de junio de 1953. Cf.: "El gobierno expide decreto de indulto". 1953. El Correo, Medellín, junio 23, 1 y 8.
5 Aquí nos referimos a los trabajos de Hobsbawm (1983; 2001).
6 Este artículo hace parte de una investigación mayor en la que se buscaba contrastar el fenómeno en diferentes zonas del departamento de Antioquia, principalmente el Suroeste, una zona en donde se establecieron los valores hegemónicos de la cultura antioqueña, gracias a la regulación social por medio de instituciones sociales fuertes. Esta zona contrasta con lo que aquí denominamos el "Oriente" de Antioquia, que es la zona en la que nos enfocamos en este artículo.
7 La documentación analizada reposa en el Archivo Histórico de Antioquia (en adelante AHA) y hace parte de la Sección Correspondencia del Gobernador y los Informes de Orden Público en las regiones estudiadas entre 1949 a 1959. Asimismo, se revisaron los periodicos El Colombiano y El Correo. En tales fuentes se hace una descripción de la situación de orden púbico en varios municipios y las medidas para contrarrestarlo, además que se representan los bandidos como una amenaza criminal para el gobierno departamental.
8 El término "cultura paisa" hace referencia a la que predomina en la zona central del departamento de Antioquia, la cual se caracteriza, de modo romántico, como una cultura, pujante, trabajadora, valiente, además, conservadora y católica. Este estereotipo entró en pugna con el resultado de los procesos de configuración regional en las zonas de frontera, los cuales se conformaron y poblaron de manera más espontánea que las zonas del centro del departamento.
9 Cf. "Censo de 1951", en República de Colombia, Departamento Administrativo de Planeación (1951).
10 Por ello, en algunas ocasiones para hablar de toda la zona que comprende el Bajo Cauca, el Magdalena Medio y el Nordeste, nos referiremos a ella como el Oriente antioqueño. Sin embargo, lo que de ahora en adelante llamaremos "Oriente", no debe ser confundido con la subregión específica que lleva el mismo nombre.
11 "Amnistía, ayuda material y seguridad, su programa". 1953. El Correo, Medellín, Junio 21.
12 "1791 bandoleros atendió el Centro de Rehabilitación". 1953. El Colombiano, Medellín, Octubre 7, (microfilm).
13 "La vuelta al orden y la tranquilidad abren perspectivas a la economía". 1953. El Correo, Agosto 8.
14 AHA, "Transcripción Memorial de Luis Guillermo Echeverri", Despacho del Gobernador (en adelante DG)031, ff. 140-142.
15 Cuando la documentación hace referencia a la "violencia pasada" se trata del periodo que cubre de 1949 a 1953, marcado por el asesinato de Jorge Eliecer Gaitán, la conformación de ejércitos de guerrilleros liberales y la Amnistía de Rojas Pinilla.
16 El caso de Corneta, sin embargo, llama la atención, puesto que, si se encontró documentación en la que se habla de su intención por configurar una nueva banda en el municipio de Puerto Berrio en el Magdalena Medio.
17 AHA, "Apreciación de la situación de orden público", DG 032, ff. 12-23.
18 AHA, "Apreciación de la situación de orden público", DG 032, f. 10.
19 En 2005 los paramilitares del Bloque Central Bolívar, comandados por Carlos Mario Jiménez, alias "Macaco", depusieron las armas en el marco de la Ley de Justicia y Paz decretada en el gobierno de Álvaro Uribe Vélez, el escenario fue la hacienda Bellavista.
20 El "corte de franela" consiste en hacer un corte de lado a lado de la garganta para extraer la lengua. Este no fue el único tipo de herida mortal causada por los bandoleros. Tales prácticas hizo que la violencia se intensificara con mayor crueldad, generando terror entre los pobladores.
21 AHA, Boletín núm. 46, DG 041, f. 50.
22 El "machinero" es el encargado de las perforaciones en la mina. Se le llama así por estar a cargo del machín. Generalmente el encargado de esta labor era un hombre de confianza puesto que debía manipular y operar las maquinas del campamento.
23 AHA, DG 041, ff. 73-77.
24 AHA, "Relaciones de los hechos de orden público ocurridos en la semana comprendida del 9 al 18 de junio", DG 041, ff. 144-146. 50.
25 AHA, Boletín núm. 5, DG 041, f. 316.
26 AHA, "Declaración del Señor N.N.", DG 031, f. 643.
27 Los habitantes del municipio decidieron conformar Junta unta Propaz, integrada por cinco liberales y cinco conservadores, para de ese modo guardar el orden público. Estos comités se constituían, con la idea de generar concordia entre los miembros de ambos partidos, si la violencia era provocada por una pugna partidista, el generar espacios de diálogo y concordia podía suponer la salvaguarda del orden y el fin de la Violencia. Ver: "Campaña contra antisociales empezó en este corregimiento". 1955. El Colombiano, Julio 30, (microfilm).
28 Cuando en la documentación se hace referencia a la "chusma", se trata de los guerrilleros liberales que operaron entre 1949 y 1953.
29 "Puesto en Ité piden ganaderos de Berrio". 1955. El Colombiano, Medellín, Octubre 26, (microfilm).
30 La compñía Petty, que es mencionada en varios documentos, sin embargo, al parecer es un campamento de extracción petrolera, que podía ser de la Tropical Oil Company o de la Shell Company.
31 AHA, DG 032, f. 38.
32 AHA, DG 031, ff. 744-747.
33 Los estudios acerca de los bandidos conservadores se centran en la figura de Efraín González, el más relevante sobre este bandolero es el de Claudia Steiner (2006, 229-252). También el de Pedro Claver Téllez (1993).
34 AHA, DG 041, ff. 185-187.
35 Este asunto llama la atención, la Iglesia Católica ha defendido tradicionalmente los intereses del conservadurismo, sin embargo, en este caso vemos cómo el cura párroco toma partido por el liberalismo. Al analizar el papel de los curas párrocos en varias zonas del país se observa que varios defendieron el partido liberal desde el púlpito.
36 AHA, "Declaración del señor Ruben Lopera Mora", DG 032, f. 81.
37 AHA, "Informe de una comisión", DG 032, f. 92.
38 AHA, "Carta del alcalde militar de Maceo diriguida al gobernador de Antioquia", DG 041, f. 245.
39 AHA, "Control Región Rio Magdalena", DG 041, ff. 272-273.
40 AHA, "Control Región Rio Magdalena", DG 021, f. 4.
41 Entre los trabajos que pueden inscribirse dentro de una perspectiva que se aleja de las explicaciones meramente partidistas están los de Darío Betancourt y Martha García (1990); Mary Roldán (2003); Gonzalo Sánchez y Donny Meertens (2006); Carlos Ortiz Sarmiento (1985). A su vez, optan por el análisis del fenómeno a nivel regional.


Referencias

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Tellez, Pedro Claver. 1993. Efraín González: La dramática vida de un asesino... asesinado. Bogotá: Planeta.

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Henao Holguín, D. (2015). Bandolerismo rural en el Bajo Cauca, Magdalena Medio y el Nordeste antioqueño (Colombia), 1953-1958. HiSTOReLo. Revista de Historia Regional y Local, 7(14), 285–319. https://doi.org/10.15446/historelo.v7n14.48708

ACM

[1]
Henao Holguín, D. 2015. Bandolerismo rural en el Bajo Cauca, Magdalena Medio y el Nordeste antioqueño (Colombia), 1953-1958. HiSTOReLo. Revista de Historia Regional y Local. 7, 14 (jul. 2015), 285–319. DOI:https://doi.org/10.15446/historelo.v7n14.48708.

ACS

(1)
Henao Holguín, D. Bandolerismo rural en el Bajo Cauca, Magdalena Medio y el Nordeste antioqueño (Colombia), 1953-1958. Historelo.rev.hist.reg.local 2015, 7, 285-319.

ABNT

HENAO HOLGUÍN, D. Bandolerismo rural en el Bajo Cauca, Magdalena Medio y el Nordeste antioqueño (Colombia), 1953-1958. HiSTOReLo. Revista de Historia Regional y Local, [S. l.], v. 7, n. 14, p. 285–319, 2015. DOI: 10.15446/historelo.v7n14.48708. Disponível em: https://revistas.unal.edu.co/index.php/historelo/article/view/48708. Acesso em: 25 abr. 2024.

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Henao Holguín, Diana. 2015. «Bandolerismo rural en el Bajo Cauca, Magdalena Medio y el Nordeste antioqueño (Colombia), 1953-1958». HiSTOReLo. Revista De Historia Regional Y Local 7 (14):285-319. https://doi.org/10.15446/historelo.v7n14.48708.

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Henao Holguín, D. (2015) «Bandolerismo rural en el Bajo Cauca, Magdalena Medio y el Nordeste antioqueño (Colombia), 1953-1958», HiSTOReLo. Revista de Historia Regional y Local, 7(14), pp. 285–319. doi: 10.15446/historelo.v7n14.48708.

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[1]
D. Henao Holguín, «Bandolerismo rural en el Bajo Cauca, Magdalena Medio y el Nordeste antioqueño (Colombia), 1953-1958», Historelo.rev.hist.reg.local, vol. 7, n.º 14, pp. 285–319, jul. 2015.

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Henao Holguín, D. «Bandolerismo rural en el Bajo Cauca, Magdalena Medio y el Nordeste antioqueño (Colombia), 1953-1958». HiSTOReLo. Revista de Historia Regional y Local, vol. 7, n.º 14, julio de 2015, pp. 285-19, doi:10.15446/historelo.v7n14.48708.

Turabian

Henao Holguín, Diana. «Bandolerismo rural en el Bajo Cauca, Magdalena Medio y el Nordeste antioqueño (Colombia), 1953-1958». HiSTOReLo. Revista de Historia Regional y Local 7, no. 14 (julio 1, 2015): 285–319. Accedido abril 25, 2024. https://revistas.unal.edu.co/index.php/historelo/article/view/48708.

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1.
Henao Holguín D. Bandolerismo rural en el Bajo Cauca, Magdalena Medio y el Nordeste antioqueño (Colombia), 1953-1958. Historelo.rev.hist.reg.local [Internet]. 1 de julio de 2015 [citado 25 de abril de 2024];7(14):285-319. Disponible en: https://revistas.unal.edu.co/index.php/historelo/article/view/48708

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1. Stefano Tijerina. (2021). Big Business and Dictatorships in Latin America. Palgrave Studies in Latin American Heterodox Economics. , p.345. https://doi.org/10.1007/978-3-030-43925-5_13.

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