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2013-07-01

Biopolítica y Zootecnia

Palabras clave:

Zootecnia, Biopolítica, Biopoder, tecnologías del instinto, Gobierno de la especie, Raza. (es)

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Autores/as

  • Claude-Olivier Doron
En este trabajo se pretende estudiar, a partir del siglo XVII, en qué la constitución de
la especie y de los hombres como “seres vivos” en objetos de gobierno –lo que Michel
Foucault cali!ca de “biopoder”– establece la posibilidad de transferencia de técnicas
y de problemas que conciernen al gobierno de los otros seres vivos –en particular los
animales– al gobierno de los hombres. Se analiza de qué manera la cría y la zootecnia
se convierten en matrices decisivas para pensar la política, esbozando dos líneas: la de
las tecnologías del instinto y la del mejoramiento de la especie. Luego se centra sobre
esta segunda línea, analizando el dispositivo estatal de mejoramiento, de importación
y de conservación de las razas de caballos que se implementa a partir de Colbert,
como un modelo de biopoder, antes de estudiar ciertas posibilidades de transferencia
al punto de vista de los hombres.
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ARTÍCULO DE REFLEXIÓN

 

Biopolítica y Zootecnia

 

Biopolitics & Zootechnics

 

 

Claude-Olivier Doron**

** Université Paris VII-Denis Diderot/ SPHERE-Centre Canguilhem.

 

Artículo recibido el 14 de septiembre de 2013 y aprobado el 25 de octubre de 2013

 


Resumen

En este trabajo se pretende estudiar, a partir del siglo XVII, en qué la constitución de la especie y de los hombres como ''seres vivos'' en objetos de gobierno –lo que Michel Foucault califica de ''biopoder''– establece la posibilidad de transferencia de técnicas y de problemas que conciernen al gobierno de los otros seres vivos –en particular los animales– al gobierno de los hombres. Se analiza de qué manera la cría y la zootecnia se convierten en matrices decisivas para pensar la política, esbozando dos líneas: la de las tecnologías del instinto y la del mejoramiento de la especie. Luego se centra sobre esta segunda línea, analizando el dispositivo estatal de mejoramiento, de importación y de conservación de las razas de caballos que se implementa a partir de Colbert, como un modelo de biopoder, antes de estudiar ciertas posibilidades de transferencia al punto de vista de los hombres.

Palabras clave: Zootecnia, Biopolítica, Biopoder, tecnologías del instinto, gobierno de la especie, raza.


Abstract

This paper aims to study from the seventeenth century, in which way the constitution as objects of government of men and the species as ''living beings'' –what Michel Foucault calls ''biopower''– provides the ability to transfer techniques and problems concerning the government of other living beings-animals-particularly in the government of men. It shows how farming and animal husbandry matrices become crucial to think politics, outlining two lines: the instinct technologies and the improvement of the species. It then focuses on the second line by analyzing the state of improvement device, import and conservation of breeds of horses from Colbert implements, biopower as a model before studying transferability certain point of view men.

Key words: Zootechnics, Biopolitics, Biopower, instinct technologies, government of the species, race.


 

 

Introducción

Quiero presentar en este artículo algunas hipótesis. Haremos un viaje inusual porque hablaré de rebaños, caballos y ovejas. Cosas no corrientes en filosofía, a no ser como metáforas políticas, pero aquí no serán metáforas. Las preguntas que quiero estudiar son las siguientes. La tesis que Michel Foucault propone en los años 1975-1976 es que se estableció desde los siglos XVII-XVIII una especie de poder particular: un poder sobre la vida, o biopoder, cuya característica más fundamental es la de ejercerse sobre los hombres como seres vivos, que tienen no solo funciones vitales comunes a todos los hombres como población viviente, sino también a todos los seres vivos. Y este último punto no fue muy estudiado.

Hay una ambigüedad muy importante cuando Foucault habla del ''gobierno de los vivientes'', porque se piensa normalmente en ''los hombres como seres vivos'' y se olvida que la introducción de la problemática de la vida en el campo del gobierno instituye un espacio de continuidad entre el hombre como ser vivo (que debe ser gobernado) y todos los otros seres vivos, y particularmente los animales. Y este espacio de continuidad abre posibilidades de transferencia de técnicas de gobierno; abre posibilidades de influencias recíprocas en la elaboración de los problemas y de los conceptos del gobierno. Se formula correlativamente la pregunta sobre la especificidad del gobierno de los hombres en esta continuidad; la pregunta muy difícil de los límites más o menos claros, más o menos negociables, que se pueden oponer a la transferencia de las técnicas y de los conceptos elaborados en el campo del gobierno de los animales. Ahora bien, todas estas preguntas son incontestablemente fundamentales si se quiere comprender qué tipo de racionalidad política se estableció desde los siglos XVII-XVIII, cuyas consecuencias son muy importantes para la modernidad.

Más precisamente, así se puede entender mejor cuáles son las condiciones de emergencia del ''racismo de Estado'' cuyas características son: 1) Poner los problemas de las poblaciones humanas en términos biológicos; 2) Imaginar, para resolverlos, técnicas que se ejercen por parte del Estado y que –esa es la tesis que tenemos que estudiar– tienen sus condiciones de posibilidad en las técnicas del gobierno de las poblaciones animales que existían desde el siglo XVII y que constituyeron su modelo principal. Aquí hay un punto que no fue bien estudiado en la historiografía del racismo: la correlación histórica y genealógica entre el despliegue del tipo de poder que Foucault llama ''biopoder'' y las técnicas de gobierno de las poblaciones animales, que tienen el objetivo de perfeccionarlas y conservarlas, y que se desarrollaron en Francia desde el siglo XVII.

 

1. El biopoder

Primero hay que resumir brevemente las proposiciones de Foucault sobre el biopoder. Para Foucault, el poder, en vez de estar pensado solamente como represivo, es fundamentalmente productivo: produce sujetos y maneras de sujetarse. No funciona solamente ni fundamentalmente con leyes –con un dispositivo legal– sino también con normas múltiples y contradictorias que, desde el siglo XVII por lo menos, son aplicadas en los diversos espacios disciplinarios (ejército, escuelas, iglesia, fábrica). Se ejerce esencialmente sobre los cuerpos y, así, produce individuos que se construyen a través de todo un tejido de normas plurales. Desde el año 1975, Foucault profundiza en algunos aspectos sobre este poder: este poder, dice, se aplica sobre la vida y de una manera particular. Durante muchos siglos, el poder –es decir, en primer lugar el poder del soberano– se aplicaba sobre la vida solo negativamente: solo se ejercía tomándolo. El Soberano ejercía un derecho de vida y de muerte que era sobre todo un derecho de matar o de tomar individuos para el ejército, de tomar productos o animales como tributo o impuesto. Desde el siglo XVII ocurrió una transformación: paralelamente a este poder negativo, se desarrolló un ''poder destinado a producir fuerzas, a hacerlas crecer y ordenarlas''1, un poder que no solo toma sino que también se da a la tarea de maximizar la vida de los sujetos, de multiplicarlos, de mejorar sus condiciones de vida. Es un poder ''de hacer vivir y dejar morir''2, e incluso el antiguo poder soberano se ejerce en nombre de un crecimiento de la vida, de una higiene (de la raza, de la población) y de una preservación contra una amenaza vital3.

Foucault distingue dos formas de este poder sobre la vida:

a) Un poder sobre la vida como cuerpo organizado, mecánico: aquí el poder se ejerce lo más cerca del cuerpo, de las fuerzas corporales, para maximizarlas; descompone al sujeto en gestos que se deben mejorar, en normas que se deben respetar, en órganos que deben funcionar juntos según una óptima manera. Todo eso Foucault lo llama ''anatomopolítica''4: se ejerce en los dispositivos disciplinarios (escuelas, cárceles, ejércitos, fábricas). Se podría estudiar cómo esa anatomopolítica tiene una raíz en las técnicas de adiestramiento y de selección de los caballos: existe toda una tradición ecuestre de la producción de los mejores gestos, de la óptima composición de los órganos, que se puede convertir en normas, algunas veces con una traducción matemática de las mismas, como en las obras del fundador de las primeras escuelas veterinarias, Bourgelat5, o del maestro de equitación Dupaty de Clam6.

b) Un poder que no se ejerce sobre el cuerpo anatomizado sino sobre el cuerpo como conjunto de funciones vitales, donde el individuo está integrado en series de individuos con las mismas funciones (la población) y en un conjunto vital más vasto (la raza, la especie7. Esto Foucault lo llama ''biopolítica''. Se focaliza sobre ''el cuerpo-especie, el cuerpo transido por la mecánica de lo viviente y que sirve de soporte a los procesos biológicos''8. La biopolítica se ejerce sobre la vida como fue definida por toda una tradición filosófica y médica, es decir, como conjunto de funciones. Sobre cada una de estas funciones intervienen dispositivos concretos para modificarlas, mejorarlas, preservarlas. Y estas funciones son: 1) La alimentación (y se desarrollarán todos los dispositivos que se hacen cargo de la alimentación, y la buena alimentación, de las poblaciones); 2) La generación o reproducción (y se desarrollarán todos los dispositivos que arreglan la reproducción, y su buena reproducción, el control de su sexualidad, de la calidad de la población); 3) La auto-preservación (y se desarrollarán dispositivos para preservarse de los riesgos e inmunizarse contra las amenazas); 4) Y finalmente, una última función, la relación fundamental del viviente con su ambiente (y se desarrollarán todos los dispositivos que organizan la relación de las poblaciones a sus condiciones de vida, la depuración y la regulación de los espacios de vida, el acondicionamiento de los territorios, la gestión de los problemas ecológicos).

Todo eso es biopolítica: esta inflación de poderes que gobiernan al hombre como ser vivo, atravesado de funciones determinadas que lo mantengan con vida; esta creación de nuevas obligaciones políticas a propósito de esos problemas que antes eran tratados por otras formas de poder (por ejemplo, muchas tareas eran tratadas a nivel del poder que Aristóteles llamaba ''económico'' o ''doméstico'': gestión de la reproducción, la alimentación) o no eran problematizados. En esta situación una cosa es evidente: el hombre se halla en continuidad con los seres vivos que también son atravesados por las mismas funciones –alimentación, reproducción, preservación, relación con su ambiente–, con una diferencia importante, muy estudiada por los autores del siglo XVIII, a saber, que el hombre se beneficia de un relativo margen de maniobra con estas funciones, ya que puede trasformar, mejorar su alimentación, determinar el ritmo de su reproducción, modificar su ambiente, etc.9 Y podemos añadir con Buffon: ''El hombre cambia lo natural de los animales, es el dueño de los vegetales que, con su industria, puede aumentar, disminuir, renovar, desnaturalizar, destruir o multiplicar como quiere; es el dueño de los animales porque no solo tiene, como ellos, el movimiento y el sentimiento, sino también las luces del pensamiento, puede dirigir sus acciones, meditar sus decisiones, mesurar sus movimientos''10. Puede entonces domesticar y gobernar a los animales, dirigirlos, mejorarlos, etc.

Pero, si por un lado el hombre puede intervenir sobre, trasformar y gobernar a los otros seres vivos y si, por otro lado, es también pensado como el sujeto de técnicas que se encargan de él como ser vivo, entonces se abre todo uno espacio de nuevas posibilidades para el gobierno de los hombres en continuidad con los métodos y los conceptos elaborados en el gobierno de los animales11. Y es muy sorprendente que Foucault nunca destaque esta consecuencia de la apertura del espacio de la biopolítica. Podemos ver, desde el siglo XVII, establecerse esa continuidad y un estilo de gobierno de los seres humanos que se piensa en continuidad natural con el gobierno de los otros seres vivos. Como dice un autor del siglo XVIII,

Se debe cultivar a los hombres con la misma atención que se cultiva a las plantas. Cuando parece que degeneran, no es la naturaleza la que se debilita, es que están descuidados. La política da preceptos para multiplicarlos, formarlos, producirlos como se quiere. Están en las manos de quienes los gobiernan como los rebaños, las plantas y los árboles están en las manos del cultivador12.

Ya al fin del siglo XVII, en un texto dirigido al Rey con el propósito de ayudarlo a la regeneración de la especie de los caballos en todo el Reino de Francia, el zootecnista Calloet-Querbrat exportaba sus principios sobre los hombres y decía: ''no se debe ofender al hombre pero, en la generación del cuerpo, él es de la misma naturaleza que los otros animales y sujeto a las mismas leyes'', entonces se debe cuidar la generación del cuerpo de los hombres de la misma manera que se cuida la generación de los puercos o de las coles13, porque es de eso que depende la producción de buenos sujetos para el Rey.

 

2. Las tecnologías del instinto

Si se examina con seriedad este vínculo que existe entre el gobierno de los hombres como seres vivos y las técnicas del gobierno de los animales, me parece que se abren dos vías. Una primera que la podemos llamar de las tecnologías del instinto. El gobierno del hombre como ser atravesado por instintos que se deben domesticar, trasformar o controlar. Este es un aspecto muy importante de muchas técnicas que se desarrollan en el siglo XIX, como la psiquiatría o la pedagogía. La idea principal es esta: hay en el hombre fuerzas mudas, como una voluntad obstinada, que pasan detrás de su conciencia, que lo atraviesan y lo exceden; fuerzas que se deben controlar y dirigir. Primer aspecto, entonces: el instinto como voluntad inconsciente, obstinada, que emerge del individuo humano como su residuo o su fondo animal.

Segundo aspecto: este instinto no es solamente una especie de dimensión primitiva, intemporal, es profundamente histórico o, como lo dijo Nietzsche, ''los instintos también tienen un devenir''14, lo que significa que se pueden transformar poco a poco o que se pueden crear nuevos instintos. Esto será algo muy importante en el siglo XIX; idea de que una costumbre puede convertirse a través de la herencia en un instinto, y que se pueden desarrollar técnicas para producir nuevos instintos actuando sobre las costumbres de los sujetos. Ahora bien, podemos decir que estos dos aspectos del instinto en el siglo XIX proceden, en gran medida, de la manera como fue estudiada la domesticación de los animales en el siglo XVIII, y que aparecen en primer lugar en las prácticas de cría o de entrenamiento de los animales antes de ser exportadas al hombre.

Solo algunos comentarios sobre este tema. Existió en la segunda parte del siglo XVII y la primera del XVIII un debate importante sobre el instinto en relación con los problemas del mecanicismo cartesiano15. Pero aquí el instinto se inscribía en el problema de la inteligencia animal: la pregunta era saber si se podía atribuir a los animales una razón, si tenían ideas que se articulaban en un razonamiento. El instinto estaba problematizado como una especie de conocimiento, un saber sin idea. Era, en primer lugar, un problema cognitivo y no volitivo16. De otro lado, el instinto era pensado generalmente como un dato intemporal, una especie de ideas naturales atribuidas por Dios a cada especie cuando creó el Mundo. El problema de la transformación y de la producción de nuevos instintos no era casi imaginable en este cuadro problemático.

Entonces, es en ese doble nivel: transición del cognitivo al volitivo, historización del instinto, que la zootecnia trasforma la manera como estaba problematizado el instinto. En primer lugar, porque es una técnica de trasformación de los animales, por el amaestramiento y la selección, entonces confronta la voluntad de transformación del hombre sobre el animal y la resistencia más o menos fuerte que oponen sus instintos, su ''naturaleza''. El instinto, en este cuadro, está pensado menos como un conocimiento sin ideas que como una fuerza que resiste y que se debe domesticar. De otro lado, la zootecnia conduce a tomar en consideración la dimensión histórica de los instintos, el hecho de que ellos pueden proceder de costumbres tan incorporadas que ya no son conscientes y que se transmiten por generación. Esta cuestión ya estaba presente en Buffon, que caracterizaba a los animales domésticos por el hecho de que no se podía distinguir fácilmente en ellos lo natural de las costumbres nuevas adquiridas por el poder del hombre17. Pero Buffon mantenía la distinción entre costumbre e instinto.

Al final del siglo XVIII, a través de diferentes textos sobre los efectos de la domesticación, la distinción desaparece: las costumbres pueden ser tan asimiladas que se vuelven instintos. El autor más importante aquí es Frédéric Cuvier porque en sus trabajos sobre la domesticación articula claramente instinto y costumbre, y explícitamente exporta este modelo a la pedagogía humana18. Dice que costumbre e instinto ''podrían estar tan confundidos que se podría producir instinto con costumbre''. Costumbre e instinto se caracterizan por el hecho de que ''el acto corporal por el cual se produce una acción termina por reproducirse sin la intervención del acto intelectual que, al origen, era necesario a tal punto que la mediación del pensamiento se vuelve inútil''. En otras palabras, los dos son automatismos. Y Frédéric Cuvier nos da un ejemplo muy interesante: ''Cualquiera que, desde su infancia, se ejercitara en recoger y en esconder los restos de su comida, terminaría por hacerlo de una manera tan mecánica y con la misma inutilidad que el perro doméstico''19.

Concluiré con el análisis que el naturalista y psiquiatra inglés Prichard elabora, apoyándose sobre trabajos del agrónomo Knight sobre la domesticación20. Este análisis es importante porque Prichard, como muchos otros autores, toma la domesticación como modelo para explicar la formación de las razas humanas desde un origen único. Se apoya en los estudios que muestran la posibilidad de la formación de instintos específicos a una raza a partir de costumbres adquiridas:

Estas inclinaciones características de las razas no tienen otro origen que las costumbres adquiridas por los primeros padres, costumbres que los descendientes heredan y que se vuelven en ellos inclinaciones hereditarias (...) ésos, como todos los animales domésticos, están gobernados más o menos por una fuerza que he llamado una inclinación instintiva hereditaria, es decir una inclinación irresistible por hacer las cosas que los antepasados han aprendido por varias generaciones sucesivas21.

Podemos entonces producir nuevos instintos a partir de costumbres transmitidas por la herencia.

No me detendré más sobre este aspecto que, sin embargo, es muy importante en la historia de la psiquiatría como dispositivo biopolítico. Es cierto que sobre el hombre, definido por sus instintos, intervienen varias técnicas de gobierno para corregirlo y rectificarlo, imponiéndole nuevas costumbres. Asimismo, es objeto de la tarea de producir nuevos automatismos, bajo el fantasma muy importante de un hombre que habría incorporado tanto esas costumbres que se comportaría casi como un autómata. Y también recae sobre él la idea de que se deben desarrollar técnicas de corrección sobre las costumbres malas antes de que se transmitan a los descendientes. Todo eso está conectado con el hecho de que el gobierno del hombre como ser vivo se sitúa en la continuidad del gobierno de los otros seres vivos, también atravesados por los mismos mecanismos instintivos, y que las técnicas de domesticación y amaestramiento prueban que se puede intervenirlos y transformarlos. Y podemos decir que esto tiene otra consecuencia, pero en la historia de la filosofía y de la sociología; desde Nietzsche a Foucault, o Bourdieu a través de Mauss y otros: el desarrollo de la idea de que nuestros comportamientos, nuestros actos más ''naturales'' son el resultado de una acumulación de costumbres y de relaciones de poder, ahora irreflexivas, y que, para producir otro hombre o abrir otras posibilidades de subjetivación, se debe, con un método genealógico, restituir sus aspectos primigenios22.

 

3. El gobierno de la especie

Pero no hablaré más de eso. Quiero más bien estudiar aquí la otra vía que se puede trazar entre biopolítica y zootecnia. No son, como antes, tecnologías del instinto, sino varias técnicas que se desarrollaron desde el siglo XVII sobre las funciones principales de la economía animal y su relación con su ambiente de vida. Técnicas que, en Francia, tienen la característica muy importante de ponerse al nivel del Estado, de apoyarse sobre los principios racionales y científicos elaborados al mismo tiempo por las ciencias naturales y, desde el inicio, de presentarse como un modelo, al nivel de los conceptos y de las técnicas, para fundar una biopolítica de las poblaciones humanas. Es aquí donde los traspasos de tecnologías de gobierno son los más claros, con la afirmación de un nuevo objetivo de gobierno: el gobierno de la especie, que se da a la tarea de mejorar y conservar la especie.

Dos políticas son muy características de ese tipo de gobierno en el campo de los animales, y las dos emergen en el siglo XVII: la política nacional de remonta de los caballos, es decir, la selección de los buenos padrones y una política sistematizada de apareamiento de los buenos caballos y de eliminación de los caballos defectuosos para mejorar la raza; y la política nacional de mejoramiento de los rebaños. La primera es claramente la más importante: desde la segunda parte del siglo XVI, en Francia, se pensaba que la población de caballos del Reino, especialmente de los caballos para el ejército, estaban degenerando. Eso creaba dos problemas: uno de seguridad nacional, porque significaba que Francia dependía de los otros países para la renovación de sus fuerzas ecuestres, y otro económico, porque la falta de caballos buenos significaba importar caballos de los países extranjeros, lo que implicaba una pérdida considerable de dinero para Francia, cosa muy problemática para los primeros pensadores mercantilistas. Desde el reinado de Enrique IV, algunos proponían organizar la remonta de los caballos a nivel del Estado, fundándose en ''instrucciones públicas sobre la alimentación y la regulación de las caballerizas''23. Pero es solo desde 1660, en el reinado de Luis XIV, que, con el desarrollo de un estado poderoso y centralizado, bajo la administración de Colbert, una vasta política nacional de remonta se organizó.

Esta política es muy importante porque: 1) Aquí se construye claramente un campo donde el Estado no solo retiene los productos o los animales; no solo, como ocurrió primero por ejemplo en Inglaterra24, prohíbe la exportación de los caballos buenos con reglas, sino que se desarrolla una auténtica política de incitación sobre una población viva a través un dispositivo complejo. Hay que estudiar esa transformación en el cuadro más general de la política de Colbert, que consideraba que el número y la calidad de las poblaciones animales de un reino era un elemento fundamental de su riqueza, que se debía hacer crecer. Para Colbert, el Estado tenía que limitar sus retenciones: ''tenemos siempre que trabajar –escribe– en la multiplicación de las poblaciones animales y en el alivio del pueblo''25. Es decir, también se debía hacer crecer y mejorar las razas de los animales dentro del país, para reducir la pérdida de dinero en el extranjero. 2) Y es punto más importante: se desarrolla un poder que, explícitamente, se da a la tarea de gobernar la especie, como lo dijo el consejo del Rey en 1717: el objetivo es ''multiplicar y perfeccionar la especie''; se da como norma la ''perfección de la especie''26. Por primera vez en la historia de las técnicas de poder se desarrolla un poder que toma a la especie –en el sentido biológico– como su objeto principal, cuida la salud de la especie y busca su preservación. Este es un umbral muy importante27, que inscribe en el ámbito de la especie y de una política de su preservación objetos como las enfermedades hereditarias, las condiciones de vida, etc. La idea más fundamental de ese dispositivo era que se debía comprar animales de buenas razas, conseguirlos donde estuvieran las mejores (en Arabia, España e Inglaterra), importarlos y, con todas las precauciones que se pueden imaginar, preservarlos en sus características raciales para las generaciones sucesivas, aclimatándolos al país sin degeneración. Eso implicaba un control muy preciso y una intervención política muy fuerte en las funciones principales del animal vivo: su generación –con un dispositivo para seleccionar los mejores padrones y eliminar los otros–, su alimentación –con la elaboración de un régimen muy estricto–, su ambiente de vida –con un acondicionamiento detallado de sus lugares de vida–. 3) Y esta es la tercera dimensión: la emergencia de todos los dispositivos biopolíticos para encargarse de estas funciones vitales.

¿Como funcionaba ese dispositivo? No quiero insistir aquí sobre los hechos históricos, entonces voy a ser esquemático28. Una cosa muy importante para la regulación de todo el sistema es una circular fundamental de Colbert, que estuvo en uso hasta 1717. El sistema funcionaba así: el Rey compraba en el extranjero caballos buenos y los distribuía a los nobles y a otros que podían encargarse de ellos. Y esas personas, que tenían entonces un caballo del Rey, estaban en la obligación de preservarlo y usarlo para –y solo para– la reproducción. Podían también hacer validar sus propios caballos para la reproducción después de un examen preciso de su conformidad con los criterios de perfección de la especie hecho por funcionarios del Rey. Y para preservar a los sementales reales o validados por el Rey, tenían que respetar varias normas descritas con una precisión meticulosa en la circular; normas sobre todas las funciones de vida del caballo. Por ejemplo, el establo donde el caballo debía permanecer solo, tenía que estar ''lo más seco y menos húmedo que se pueda, más bien a oscuras y con poca luz'', para que ''el apareamiento del semental sea más vigoroso''; y para la alimentación ''se debe darle poco heno y mucho trigo muy bueno [...] el más nuevo que se pueda. Se debe darle tres porciones grandes de avena cada día [...] y debe beber a las ocho o a las nueve de la mañana''.

Aunque estas instrucciones son precisas, lo son aún más las que conciernen a la función más esencial del animal, esa que domina todas las otras, es decir, la reproducción. Los detalles aquí son increíbles y ocupan cuatro páginas, de las que extraigo solo esto: el semental debe ''cubrir'' solo desde el primero de abril hasta el fin de junio; se debe tener mínimo cuatro años; debe ''cubrir solo en la mañana, cuando hace frío, y en la noche también si está vigoroso'', en un lugar que debe ''ser muy alegre y verde [...] alejado cien pasos de las caballerizas, muy firme para que el semental y la yegua sean fuertes en el acto de reproducción'' y, después del apareamiento, se debe ''botar un balde de agua fría sobre el trasero de la yegua, lo más fuerte que se pueda'', pero cuidando de no mojar el miembro del caballo, porque no hay cosa más mala29. Ahora bien, estas citas son quizás un poco pesadas, pero hay que recordar que estas instrucciones fueron decretadas por el mismo Colbert, es decir, el administrador del Reino de Francia en su conjunto. Me parece que aquí tenemos uno de los más claros ejemplos de un biopoder, de un poder que se ejerce (con muchos detalles) sobre las funciones de un ser vivo y, aquí especialmente, sobre su generación. Esto es un biopoder, ante todo disciplinario, en el sentido en que funciona con instrucciones, con normas, y con una norma ideal como modelo de perfección.

Un vasto dispositivo de control y de inspección se desarrolló para aplicar estas normas; se llamaba la ''Administración de las remontas'' y tenía por tarea mejorar la especie de los caballos en Francia. Era un dispositivo muy complejo y lo más importante es que el Rey –como he dicho– daba, o sus funcionarios validaban, caballos que debían ser usados solo para la reproducción a personas privadas que tenían que preservarlos y usarlos para mejorar las poblaciones de caballos. Esto implicaba un sistema muy preciso de control para evitar los abusos: todas las personas que se encargaban de los sementales tenían que estar censadas sobre registros y, dos veces por año, un funcionario de la administración visitaba uno a uno los sementales para verificar que todas las normas estaban aplicadas, que el apareamiento funcionaba bien, qué tipo de yeguas eran usadas, cuántos potros nacían. Sobre esto constituían registros con el número de los apareamientos por un año, las fechas, el lugar donde ocurrieron, etc., acumulando todo un saber estadístico sobre las poblaciones de caballos, dónde las razas se adaptaban mejor, la relación entre una población y su ambiente. Y –quizás esto es lo más importante– fueron promulgadas normas para la selección y la segregación de los padrones. Algunas personas usaban caballos que las instrucciones llaman ''defectuosos'' para cubrir a las yeguas, cosa que podía infectar el producto de los buenos sementales o producir peores animales, entonces estaba estrictamente prohibido. Los sementales reales o aprobados por los funcionarios tenían el monopolio para la reproducción, y los otros no podían cubrir. El consejo del Rey precisó muy claramente que ''como el objetivo es establecer buenas especies de caballos en Francia, no se debe tolerar [...] sementales demasiado viejos, con taras o vicios que se trasmiten a los potros que producen [...] no hay cosa más esencial que, sin demora, acabar con todos los sementales malos, para que no quede uno''30. Entonces, es al mismo tiempo un dispositivo de exclusión y eliminación de los malos animales. Se puede ver también cómo aquí, con el hecho de que el poder se da a la tarea de mejorar o preservar la especie, las enfermedades hereditarias se vuelven una amenaza muy importante en el campo de la biopolítica.

 

4. Raza y ambiente

Este ejemplo, aunque parece caricaturesco, estará por muchos años como un fantasma en todos los dispositivos de biopoder, tanto sobre los animales como sobre los humanos, hasta el momento en que la biopolítica nazi lo aplica a las poblaciones humanas. Esto demuestra la necesidad de analizar el biopoder como un elemento de un dispositivo más global que es el de la biopolítica.

Hasta ahora solo he hablado de este tipo de biopoder que se ejerció esencialmente sobre la reproducción y la selección de los mejores padrones para producir los mejores potros, que subordinaba las otras funciones a la reproducción. Pero desde el inicio apareció claramente que esa política no bastaba para preservar la raza y mejorarla. Había otras cuestiones que concernían a la relación de los animales con su ambiente y, también, a su alimentación. Como lo destacaba el consejo del Rey: ''las mejores razas degeneran de sus tamaños y se vuelven en los tamaños de las razas del país, a lo largo de las generaciones, tamaños que están determinados en parte por el clima y la naturaleza de la hierba''31. Al final del siglo XVII, el zootecnista Calloet-Querbrat, en sus memorias para el Rey, se concentraba sobre los efectos de degeneración que causaba la importación o la trasplantación de las razas, y cómo se podía combatir este problema para desarrollar una política de mejoramiento de las mismas. Y esta será una pregunta muy importante en los siglos XVIII y XIX: ¿Cómo se pueden preservar las características de una raza trasplantada en un ambiente donde degenera? Esta pregunta se plantea no solo para los caballos sino también para los rebaños, y eso porque, desde el siglo XVIII, las ovejas se volvieron un problema mayor porque se desarrollaron los intercambios comerciales y las manufacturas, y la lana de ovejas era un producto muy importante32. Los franceses se quejaban de la mala cualidad de su lana y de la necesidad de importarla de otros lugares. Entonces se desarrollaron diferentes proyectos durante ese siglo para mejorar los rebaños y, especialmente, para introducir en Francia los merinos, que venían de España, resultando de ahí el problema de la aclimatación y de la preservación de esa raza.

En este contexto se plantean diferentes problemas que se vuelven apuestas mayores en los siglos XVII y XVIII y que tendrán un impacto muy grande sobre la cuestión de las razas humanas, de su preservación, de la conservación de las características nacionales o raciales en los diversos ambientes, y sobre la degradación de la especie humana. Estas son las preguntas: ¿Cuáles son los efectos de la trasplantación de una población (animal o humana) desde su país de origen hasta otro lugar? Hay comúnmente una degeneración. ¿Cómo se pueden preservar las cualidades originales? ¿Cómo se puede evitar la degeneración? ¿Cómo se puede preservar una raza dentro de un ambiente determinado? ¿Cuáles son los efectos relativos de un ambiente sobre las trasformaciones de una raza? ¿Se pueden evaluar, evitar o, quizás, se pueden usar para mejorar las razas o la especie? ¿Cuáles son las influencias respectivas de las condiciones de vida, del aire, de la alimentación sobre las mejorías o las degeneraciones de una raza? Y, como estas influencias están seguras, el poder –y aquí el Estado– tiene que ejercerse sobre esas funciones para mejorar las razas y aplicar varias técnicas con dicho propósito. Y una vez más, esas cuestiones nuevas conducen a una verdadera biopolítica global sobre las condiciones de vida de los sujetos, sus relaciones con su ambiente, su alimentación.

Examinemos algunos aspectos de esas cuestiones.

a) Como he dicho, el problema de los efectos de la transplantación sobre las razas animales y de la preservación de las características fundamentales de esas razas es muy importante para los caballos y las ovejas. Para los caballos, hay toda la mística sobre el pura sangre, por ejemplo. La cuestión que se plantea es esta:

¿Si el orden natural implica una degeneración necesaria del animal, transplantado o no, va degenerar también el animal transplantado en su prole? ¿Sus descendientes van a padecer de las influencias de la nueva alimentación o del nuevo ambiente? ¿Y el desarrollo de su forma va a modificarse poco a poco en sus degeneraciones? ¿Si la huella de la forma es pura en la primera generación y no hay vicio original al nacimiento, el ambiente va a afectar el potro con diversas impresiones y la alimentación va a afectar sus órganos durante su crecimiento? Y entonces, algunos defectos aparecerán más claramente en la segunda generación y, en las tercera y cuarta, la raza será totalmente degenerada33.

Así hablaba el fundador de las escuelas veterinarias, Bourgelat, que tuvo una importancia particular en el desarrollo de esa biopolítica. Y es claramente un tema crucial: se pueden transplantar las mejores razas del extranjero, y gastar mucho dinero en ello, pero como el ambiente en el cual viven, igual que sus descendientes, es el ambiente francés, sus descendientes degenerarán necesariamente. ¿Cuál es la solución a ese problema?

b) Ahora bien, para mejorar esta situación hay que prestar atención a las condiciones de vida, al ambiente, y adaptar la selección de los padrones a esas circunstancias. Esta adaptación de los padrones aparece claramente, por ejemplo, en una memoria publicada a fines del siglo XVIII, después un debate en la asamblea francesa sobre la introducción de los merinos en Francia. Como lo dijo el autor, ''es una verdad demostrada que los animales de todas las especies, cuando están transplantados, están afectados en su constitución y temperamento por varias alteraciones. Esas se terminan solo cuando los animales importados son aclimatados al ambiente'' de su nuevo país. Pero, destaca el hecho que ''sea cual sea la fuente de esas influencias, se pueden modificar con atenciones calculadas a las diferencias que separan el país donde viene el animal y está transplantado''34. El principio general, por lo menos desde Buffon y Bourgelat, consiste en combinar los animales de tal manera que las influencias de sus ambientes originales se compensen y compensen las del país. Se deben ''oponer los climas'' del semental y de la yegua: ''mientras más alejadas sean las temperaturas de los climas originales de ellos, el más perfecto será el potro''35.

c) Y para cuidar las relaciones entre razas y su ambiente, hay que producir un saber sobre las distintas influencias de los diferentes ambientes y regiones de un Estado sobre una población. Eso es muy importante porque significa que, desde finales del siglo XVII, se constituye un saber muy preciso de las relaciones entre poblaciones animales y el ambiente. Francia tiene que estar analizada como un conjunto de varios territorios cuya población varía según el clima, la cualidad de los pastos, de las aguas. Y, desde finales del siglo XVII, se desarrollaron diferentes encuestas por todo el Reino para evaluar no solo cómo se distribuía la población animal en los territorios, sino también las influencias de los distintos ambientes sobre las características de los animales. Por ejemplo, los veterinarios educados por la escuela veterinaria tenían la obligación de estudiar y comunicar a la escuela las relaciones entre los caballos y su ambiente. Como lo dijo Bourgelat,

Es muy importante para nosotros conocer el valor y el mérito de toda nuestra producción nacional, en las provincias del Sur como en el Norte o en las provincias temperadas del Reino. ¿Cuáles son esas influencias? ¿Son fuertes? ¿Sobre que parte del animal se ejercen de manera más fuerte? ¿Cuáles son los efectos sobre el temperamento?36

Esas encuestas preceden y, podemos decir, constituyen un modelo para las encuestas de ''topografía médica'', organizadas desde finales del siglo XVIII por la Sociedad Real de Medicina, sobre la relación entre las poblaciones humanas y sus condiciones de vida en los varios ambientes del Reino.

d) Último punto: Se desarrollan diversas técnicas para controlar no solo la reproducción sino también todas las otras funciones y, especialmente, la alimentación y las relaciones con el ambiente. Por ejemplo, Bourgelat decía que casi todo el cuerpo del animal era el resultado de su nutrición y que, en consecuencia, este era un tema de sumo cuidado. Y también lo que respecta a la organización de las caballerizas, especialmente el problema de su ventilación y de su higiene, tomando en consideración la gran influencia que tiene el aire sobre la economía animal.

Haré un comentario sobre estos puntos. Se debe destacar el hecho de que esas instrucciones y esos saberes ya no son –como se podía encontrar en el siglo XVI– problemas exclusivos de nobles que tenían caballerizas. Alcanzan un estatus totalmente diferente porque son tratados o regulaciones fundados en encuestas nacionales, sobre la autoridad del Rey y de su administración, algunas veces vinculados con instituciones nacionales como las escuelas veterinarias, con el objetivo de producir saber y trasmitirlo para educar a los funcionarios nacionales. Ya no son consejos entre aficionados sino estudios sistemáticos, con pretensión científica, fundados en la razón y las observaciones sobre grandes poblaciones, y muchas veces apoyados en teorías como las de Buffon. Y tienen también una gran fuerza biopolítica porque se convierten después en normas y practicas aplicadas en todo el territorio nacional.

Además, como he dicho, ese saber y esas prácticas se vinculan al desarrollo de un biopoder que se da a la tarea de mejorar y conservar la especie: la especie emerge aquí como objeto de las prácticas de gobierno. Entonces, cuando una investigadora francesa dice que ''la cuestión de la anterioridad de la zootecnia sobre el eugenismo no es interesante: criaderos de caballos y matrimonios entre familias son prácticas locales'', hay una ''continuidad de prácticas entre criaderos de caballos y matrimonios entre familias'', que son todos dos muy diferentes del eugenismo del siglo XIX, se equivoca radicalmente37. Porque no ve que, desde el siglo XVII, las prácticas de acaballaderos funcionan a un nivel totalmente diferente, que es un nivel global, y un nivel que pone en su centro el gobierno de la especie y su mejoramiento. Y a ese nivel, que es el nivel biopolítico, la cuestión de la transposición de los conceptos y de las prácticas elaboradas en el campo de la zootecnia al gobierno de las poblaciones humanas y, especialmente, la emergencia de una forma determinada de eugenismo es muy pertinente. Es tan pertinente que son los defensores mismos del eugenismo o del perfeccionamiento de la especie humana quienes establecen esta relación desde finales del siglo XVII.

 

5. La transferencia de las técnicas de poder del animal al hombre: condiciones de posibilidad y límites

Terminaré hablando un poco de este fenómeno de transferencia que podemos identificar desde el siglo XVII: la discontinuidad muy famosa que Foucault identifica como el ''umbral de la modernidad biológica'', ese ''momento cuando la especie entra como apuesta del juego en sus propias estrategias políticas'', cuando el hombre que, durante milenios, ''siguió siendo lo que era para Aristóteles, un animal viviente y, además, capaz de una existencia política'', se vuelve ''un animal cuya vida como ser viviente se pone en cuestión en su política''38. Esta discontinuidad abre otro tipo de a priori histórico por las prácticas de gobierno, abre otro horizonte que constituye el fondo de las prácticas de gobierno. ¿Cómo se define ese horizonte? ¿Cómo pueden situarse en continuidad prácticas de gobierno de los seres vivos, y de los hombres como seres vivos, en el horizonte de la especie?

Ya he respondido un poco a esa pregunta cuando he citado los autores que dicen que se debe gobernar al hombre en sus funciones vitales como se gobierna a los otros seres vivos. Existe una continuidad entre todos los seres vivos, repetida sin cesar por los autores de finales del siglo XVII y del siglo XVIII, que tiene que ver esencialmente con sus funciones. Podemos decir que son las funciones los intercambiadores que permiten las transferencias de técnicas y conceptos: reproducción, alimentación, relación con el ambiente; todas estas son cosas que los hombres y los otros animales comparten. Y como se puede hablar de reproducción o de alimentación en tanto proceso único, donde el hombre es solo un caso particular como ser vivo entre otros, entonces se deduce que si alguien imagina técnicas para gobernar esas funciones animales, puede también proponer su transposición al hombre, para mejorar la especie humana. Y también, si se constatan algunos problemas en las funciones animales –por ejemplo, si se constata que esas funciones se alteran y hacen que degenere la especie trasplantando los animales–, se puede imaginar que esos problemas también son constatables en el hombre. Y si existen remedios y si el Estado considera que es su obligación aplicarlos, o si otros actores de la población, por ejemplo, los médicos, piensan que se pueden aplicar, ¿por qué no aplicarlos también a los hombres? Claramente, esto supone que el poder –y particularmente el poder del soberano– ha conocido otras trasformaciones propias, porque el problema de la población, de la cantidad y la calidad de la población se vuelve un objetivo importante.

Podemos tomar dos ejemplos en los que esa continuidad de los problemas y de las técnicas está muy clara. El primero es la cuestión de la trasplantación: como decía, por ejemplo, el cura Dubos en su muy famoso libro sobre el origen del genio y sobre las artes, ''hombres son como plantas y animales'', y como estos, sus cualidades se alteran cuando están trasplantados39. Tema muy común en el siglo XVIII. A quien no le parezca muy importante para la política humana se equivoca: es una cuestión fundamental, especialmente en el contexto de colonización y de expansión en América o en otros lugares. Será una cuestión primordial hasta el siglo XX: ¿Cómo se puede prevenir la degeneración en las colonias? También será un elemento fundamental del saber sobre las razas humanas. Y en últimas permitirá, a través el neo-hipocratismo, vincular influencias patogénicas de territorios, condiciones de vida y características morales y físicas de las poblaciones, cosa muy importante en el desarrollo de los movimientos higienistas.

Recordemos que la idea fundamental de la biopolítica para las remontas era la de importar las mejores razas del extranjero, provenientes de un ambiente más favorable, y, si se podía, repetir la misma operación cada generación para compensar las influencias del ambiente y mejorar la raza local. Según muchos autores en el siglo XVIII, se puede de la misma manera perfeccionar las razas humanas que están degeneradas porque viven en un ambiente malo, como los Indios o los Negros. Así, proponen trasplantarlos a un ambiente mejor40 o mejorar el ambiente local, o proponen una política racional de mejoramiento de la raza importando, cada generación, nuevos blancos. Esa idea se puede encontrar, por ejemplo, en el libro de Cornelius de Pauw, Recherches philosophiques sur les Américains. Según él, los indios están degenerados porque América es un territorio con un tipo de ambiente casi patogénico: si los indios tienen características raciales muy diversas de los otros hombres, es porque viven en este ambiente, y la misma degeneración afecta a los colonos también. Entonces, dice De Pauw, ''para procrear niños tan blancos como los blancos de Europa'', se necesitan –exactamente como para los caballos– cuatro generaciones, si a cada generación se junta el producto de la generación de antes con una mujer importada directamente de Europa. Este proceso de regeneración conduce, finalmente, a la producción de la especie perfecta (entonces, blanca) y funciona exactamente de la misma manera que para los caballos41.

Como he dicho, estos tipos de proposiciones de una biopolítica de la reproducción humana están fundados sobre el principio de continuidad de las funciones esenciales del viviente, desde los animales o las plantas hasta el hombre como ser vivo. Esa continuidad es la condición a priori de la posibilidad de transferencia de las técnicas del gobierno. Es una constante de todos los tratados para mejorar la especie humana. Tomemos por ejemplo dos libros. El primero fue publicado en la mitad del siglo XVIII por Vandermonde, un autor muy importante sobre este tema. Se titula Essai sur la manière de perfectionner l´espèce humaine. Como él dice, ''se puede encontrar hombres que, cada año, producen como lo quieren, nuevas especies de perros, variando con arte los padrones, y que destruyen las especies que ya no son útiles para ellos. No solo mejoran las colores sino también la forma, que corrigen y hacen más bella''. Y continúa así: ''somos capaces de mejorar las razas de caballos, de perros, de gatos, de pollos y de aves: ¿por qué no hacer la misma cosa con la especie humana?''42.

El otro libro fue publicado un siglo más tarde, en la segunda mitad del siglo XIX, por un autor que se llama Maximien Rey, y se titula Dégénération de l´espèce humaine et sa régénération. Entre estos dos trabajos, la cuestión de la degeneración de la población humana produjo la publicación de un montón de libros, de técnicas de investigación y también de mejoramiento de la población humana. El argumento de Rey es exactamente el mismo:

Naturalistas y criadores trabajan sobre la materia del animal vivo [...] la modifican, casi la someten, y la mejoran con la selección de los individuos [...] Cuantas recompensas y felicitaciones tuvieron los hombres que mejoraron las razas de ovejas, de perros, de caballos, de bovinosfi Y para aquellos que quieren trabajar sobre la generación humana para perfeccionarla en su triple naturaleza: física, moral e intelectual, no se les concede el más mínimo consentimiento!43

Esos discursos son numerosos. Ponen la reproducción humana en el centro de prácticas múltiples para mejorar la especie. El texto de Vandermonde es muy interesante porque siempre se apoya sobre la teoría de la reproducción de Buffon para legitimar las prácticas de mejoramiento que propone, y que son las técnicas clásicas de mejoramiento de las razas animales. Siempre juega sobre la conexión de las prácticas de mejoramiento de los animales y las prácticas de mejoramiento de la especie humana que, según él, se deben aplicar. Los principios fundamentales son exactamente los elaborados en la política nacional de remonta: 1) selección de los mejores padrones: ''es muy importante que los padrones no tengan vicios de conformación, ni en las partes esenciales de los dos sexos, ni en el resto de sus cuerpos''44; 2) atención a la relación con su ambiente de origen: exactamente como Bourgelat, quiere que se combinen los defectos de los progenitores para compensarlos; ''es muy raro que el apareamiento de un hombre y una mujer viniendo de climas diferentes produzca un niño con defecto''45, y propone que se desarrolle una política sistemática, en el Estado, de mezcla de progenitores que vengan de climas o regiones diversas. Y esa combinación debe ser muy precisa, debe compensar defectos precisos por cualidades precisas; es un poco como un juego de montaje y de combinación.

Quizás se puede decir que esas ideas nunca han producido efectos o prácticas reales en el campo de la población humana. Pero eso no es verdad. Piénsese en la emergencia, en el siglo XIX, de las prácticas del eugenismo sobre las poblaciones humanas, por no hablar de las prácticas caricaturescas de mejoramiento de la raza aplicadas por los nazis o de textos tan famosos como el de Binet-Sanglé, que desarrolló una teoría de los acaballaderos humanos46. Y podemos añadir que esos textos y esas discusiones están en el origen de esta idea, muy importante para todo el siglo XIX, de la producción de un hombre nuevo, regenerado, y de la posibilidad de combatir las degeneraciones de las poblaciones ejerciendo un biopoder sobre las funciones principales de la vida humana.

Solo un último comentario. El libro del otro autor, Maximien Rey, es también muy interesante porque defiende la transferencia de las técnicas de mejoramiento de las especies animales a la especie humana, y piensa también sobre los límites de esa transferencia. Como lo dice, si se puede, para los animales, hablar de selección de los padrones, ''no quiero usar ese vocabulario cuando hablo de la reproducción humana y prefiero usar la palabra ''elección'' que contiene la idea de libertad y de inteligencia porque los futuros parientes eligen y toman, ellos mismos, una decisión para ellos''47. Los animales son pasivos en su reproducción y se debe elegir por ellos; en la reproducción humana, en cambio, los hombres tienen la libertad de elegir y decidir: participan activamente en las decisiones. Pero, como generalmente hacen una mala elección, por ignorancia o interés económico, alguien tiene que ''darles consejos y luces en el cumplimiento de su obligación'' y, según Rey, un médico ''experto en la generación''48, que tiene un saber sobre la reproducción y la herencia, tiene que intervenir, ya que puede guiar las decisiones de los futuros parientes con su saber y contribuir así a una política científica de regeneración organizada por el Estado.

 


* Este artículo presenta de manera esquemática algunas hipótesis que fueron estudiadas de manera más precisa y amplia en mi tesis doctoral. Para más detalles, véase Claude-Olivier Doron, ''Races et dégénérescence. L'émergence des savoirs sur l'homme anormal'' (Tesis doctoral, Université Paris VII-Denis Diderot, 2011), especialmente pp. 420-568. — El presente texto fue elaborado desde la transcripción de una conferencia dictada en la Universidad Nacional de Colombia, sede Medellín, en el marco del Foro de Biopolíticas, el 25 de septiembre de 2009. Quiero agradecer especialmente Jorge William Montoya, Alberto Castrillon y Juan Camilo Rojas Gómez por su invitación a Medellín y su inestimable hospitalidad. La traducción del original en francés, por Claude-Olivier Doron y Jorge William Montoya Santamaría, este último Profesor Asociado de la Universidad Nacional de Colombia, Sede Medellín.

1. Michel Foucault, Histoire de la sexualité. T. I, La volonté de savoir (Paris: Gallimard, 1976), 179; trad. esp., Historia de la sexualidad, 1. La voluntad de saber (Buenos Aires: Siglo XXI Editores, 2005), 165.

2. Michel Foucault, ''Il faut défendre la société''. Cours au Collège de France, 1976 (Paris: Hautes Etudes/ Gallimard-Seuil, 1997), 214; trad. esp., Hay que defender la sociedad (Madrid: Akal, 2003), 206.

3. Véase Michel Foucault, La voluntad de saber, 166-167.

4. Michel Foucault, La volonté de savoir, 183; La voluntad de saber, 168.

5. Claude Bourgelat, Elemens d'hippiatrique, ou nouveaux principes sur la connoissance et sur la médecine des chevaux, T. I y II (Lyon Declaustre/ Duplain, 1750); Elémens de l'art vétérinaire, 4e éd., revue, corrigée et augmentée du Traité des haras, publ. Avec notes de JB Huzard (Paris: Huzard, 1797).

6. Dupaty de Clam, La science ou l'art de l'équitation démontrés d'après la nature ou théorie et pratique de l'équitation fondées sur l'anatomie, la méchanique, la géométrie et la physique (Paris: Didot, 1776).

7. ''Esta nueva técnica de poder [...] se destina [...] no al hombre/cuerpo sino al hombre/vivo, al hombre ser viviente; en el límite, al hombre/especie''. Hay que defender la sociedad, 208; Il Faut défendre la société, p. 216.

8. Michel Foucault, La volonté de savoir, 183; La voluntad de saber, 168.

9. Este margen de maniobra, condición de posibilidad del ''gobierno'', fue analizado de dos maneras contrarias: o como la promesa de un perfeccionamiento útil para el hombre (Buffon) o como una posibilidad de desviación de las leyes naturales y como una degeneración (Rousseau).

10. George-Louis Leclerc Buffon (comte de), ''Animaux domestiques'', en Histoire naturelle, générale et particulière, avec la description du cabinet du Roy, T. IV (Paris: Imprimerie Royale, 1753), 169-170.

11. Véase George-Louis Leclerc Buffon, ''Des Epoques de la nature'', en Suppléments à l'Histoire naturelle, T. V (París, Imprimerie Royale, 1778), 253, donde esta continuidad es formulada en términos explícitos: ''et que ne pourrait-il pas sur lui-même, je veux dire sur sa propre espèce, si sa volonté était toujours dirigée par l'intelligence? Qui sait jusqu'à quel point l'homme pourrait perfectionner sa nature, soit au moral, soit au physique?''

12. Charles-François Tiphaigne de la Roche, Sanfrein ou mon dernier séjour à la campagne (Amsterdam, 1765), 137-138.

13. Gabriel Calloet-Querbrat, Beaux chevaux qu'on peut avoir en France, d'aussi beaux qu'en Espagne, Angleterre, Danemarc, etc. qui ont eu d'ailleurs la race des leurs; que cependant on peut tirer un tiers plus de profit qu'on ne fait de la nourriture de ceux de France; le moyen de le faire; remède universel pour guérir promptement toutes les maladies curables des animaux, des oyseaux et des hommes ; que chaque médecine pour les hommes ne revient qu'à un sou & à 2 liards pour les petits animaux, présenté au Roy l'an 1666 (Paris: Veuve Denis l'Anglois), 22.

14. Frédéric Nietzsche, Fragments posthumes, automne 1884-1885, in Oeuvres Complètes, T. XI, de Colli- Montinari (Paris: Gallimard, 1982), 173. En la traducción francesa : ''même les instincts sont devenus''.

15. Véase, por ejemplo, Pierre Chanet, De l'instinct et de la connaissance des animaux, avec l'examen de ce que M. de La Chambre a écrit sur cette matière (La Rochelle: Toussaint de Govy, 1646) y De la Chambre, Traité de la connaissance des animaux où tout ce qui a été dit pour et contre le raisonnement des bêtes est examiné (Paris, 1648).

16. El naturalista y filósofo Flourens recalca este punto. En el siglo XVIII, ''la división fundamental entre instinto e inteligencia de los animales no era establecida''; De l'instinct et de l'intelligence des animaux, 3e éd. (Paris: Hachette, 1851), 22. Según él, son los trabajos de Frédéric Cuvier los que establecen claramente esa división. La definición del instinto según Flourens es, en sí misma, significativa: ''todo, en el instinto, es innato [...] todo en ello es inevitable [fatal]: el castor construye sus obras dominado por una fuerza constante e irresistible'', 37. Después, analiza el instinto como un problema cognitivo, pero también, y más importante, como un problema moral que pone la cuestión de la libertad.

17. ''L'histoire d'un animal domestique [contrairement à celle de l'animal sauvage] est compliquée de tout ce qui a rapport à l'art que l'on emploie pour l'apprivoiser ou pour le subjuguer'' et il est bien difficile de distinguer en lui ce qui relève de la nature et de ''la contrainte, la force de l'habitude [qui] peuvent influer sur les animaux et changer leurs mouvements, leurs déterminations, leurs penchants''; George- Louis Leclerc Buffon, ''Animaux domestiques'', 169. Podemos decir que la domesticación introduce en sus cuerpos y sus instintos una historicidad.

18. Frédéric Cuvier, hermano del naturalista Georges Cuvier y especialista de las relaciones entre instinto y costumbre, fue también el autor de un informe sobre las reformas pedagógicas en Francia, donde propone focalizarse sobre la disciplina de las costumbres desde la infancia para regenerar a los hombres. Como dice: ''Es con la fuerza de la costumbre que podemos, con más seguridad, modificar a los hombres y regenerarlos''. Frédéric Cuvier, Projet d'organisation pour les écoles primaires (Paris: Delaunay, 1815), préface, XIV.

19. Frédéric Cuvier, ''Instinct'', Dictionnaire classique d'histoire naturelle, T. XXIII (Strasbourg/Paris: Levrault/ Le Normant, 1822), 540-542.

20. Thomas Andrew Knight, ''On the hereditary propensities of animals'', in Philosophical transactions of the Royal Society, London, n.º 127 (1837): 365-369 y 476-477.

21. Histoire naturelle de l'homme comprenant des recherches sur l'influence des agens physiques et moraux considérés comme cause des variétés qui distinguent entre elles les différentes races humaines, T. I y II (Paris: Baillière, 1843), 95-96. Prichard cita el informe que M. T. A Knigth presentó en la Société Royale en 1807 y 1837.

22. Michel Foucault, ''Nietzsche, la généalogie, l'histoire'', in Dits et Ecrits, T. I (Paris: Gallimard-Quarto, 2001), 1015: ''La historia será más 'efectiva' en la medida en que introduzca lo discontinuo en nuestro mismo ser. Divida nuestros sentimientos; dramatice nuestros instintos; multiplique nuestro cuerpo y lo oponga a sí mismo''. Sobre Nietzsche y la cuestión de los instintos, véase Emmanuel Salanskis, L'épreuve de l'élevage de la pensée de Nietzsche (Tesis doctoral, Universidad de Reims, 2011).

23. Barthélémy Laffémas, Recueil présenté au Roi de ce qui s'est passé en l'assemblée du commerce, art. 29, 1601.

24. Véase Nicholas Russell, Like engend'ring like. Heredity and animal breeding in early modern England (Cambridge: Cambridge University Press, 2006).

25. Colbert, lettre d'octobre 1681 à l'intendant M. de Marle, cit. in Clément, Pierre (de.), Lettres, instructions et mémoires de Colbert, T. IV (Paris: Imprimerie Impériale), 283.

26. ''Mémoire du conseil du dedans pour servir d'instruction aux intendants et commissaires pour le rétablissement des haras, 18/02/1717'', in Règlement du roy et instructions touchant l'administration des haras du royaume (Paris: Imprimerie Royale, 1717), 58 y 65-66.

27. Este umbral anuncia el ''umbral de modernidad biológica de una sociedad'' del que Foucault habla, que ''se sitúa en el momento en que la especie entra como apuesta del juego en sus propias estrategias políticas''; La voluntad de saber, 173.

28. Véase para más precisiones, Jacques Mulliez, Les chevaux du royaume. Histoire de l'élevage du cheval et de la création des haras (Paris: Montalba, 1983).

29. Todas las instrucciones son extraídas de la ''Instruction pour le rétablissement des haras, octobre 1663'', en Colbert, Lettres, instructions et, 223-228.

30. ''Mémoire du conseil'', 65-66.

31. Citado en Jacques Mulliez, Les chevaux du royaume, 144.

32. Véase André Bourde, Agronomie et agronomes en France au XVIIIe siècle (Paris: SEVPEN, 1967), 795- 898 ; Nicholas Russell, Like engend'ring like.

33. Claude Bourgelat, Elémens de l'art vétérinaire, 4e éd., revue, corrigée et augmentée du Traité des haras, publ. Avec notes de JB Huzard (Paris: Huzard, 1797), 396-397.

34. François-Hilaire Gilbert, Instruction sur les moyens les plus propres à assurer la propagation des bêtes à laine de race d'Espagne et la conservation de cette race dans toute sa pureté (Paris: Imprimerie de la République, año VI).

35. Claude Bourgelat, Elémens de l'art vétérinaire, 399.

36. Claude Bourgelat, Elémens de l'art vétérinaire, 465.

37. Elsa Dorlin, La matrice de la race (Paris: La Découverte, 2006), 184-185.

38. Michel Foucault, La voluntad de saber, 173.

39. Jean-Baptiste Dubos, Réflexions critiques sur la poésie et la peinture (Paris: P.J Mariette, 1733), 268. La primera edición es de 1719.

40. Véase George-Louis Leclerc Buffon, Dégénération des animaux, T. XIV.

41. Cornelius de Pauw, Recherches philosophiques sur les Américains, T. I (Berlín: G-J. Decker, 1768), 164-165 y 199-200.

42. Charles Vandermonde, Essai sur la manière de perfectionner l'espèce humaine, T.I y II (Paris: Vincent, 1756), 92-93.

43. Maximien Rey, ''Dégénération de l'espèce humaine et sa régénération'', in Congrès scientifique de France (Paris, Derache, 1863), 581 y 588.

44. Charles Vandermonde, Essai sur la, 66.

45. Charles Vandermonde, Essai sur la, 114.

46. Charles Binet-Sanglé, Le haras humain (Paris: Albin Michel, 1918). Véase tambien Maurice Boigey, L'élevage humain (Paris: Payot, 1917). Sobre la influencia de la zootecnia en el dispositivo nazi de mejoramiento de la raza, véase Edouard Conte y Cornelia Essner, La quête de la race. Une anthropologie du nazisme (Paris: Hachette, 1995).

47. Maximien Rey, ''Dégénération de'', 582.

48. Maximien Rey, ''Dégénération de'', 583.


 

 

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Doron, C.-O. (2013). Biopolítica y Zootecnia. Historia y sociedad, (25), 17–43. https://revistas.unal.edu.co/index.php/hisysoc/article/view/41914

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Doron, C.-O. 2013. Biopolítica y Zootecnia. Historia y sociedad. 25 (jul. 2013), 17–43.

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DORON, C.-O. Biopolítica y Zootecnia. Historia y sociedad, [S. l.], n. 25, p. 17–43, 2013. Disponível em: https://revistas.unal.edu.co/index.php/hisysoc/article/view/41914. Acesso em: 29 mar. 2024.

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Doron, C.-O. «Biopolítica y Zootecnia». Historia y sociedad, n.º 25, julio de 2013, pp. 17-43, https://revistas.unal.edu.co/index.php/hisysoc/article/view/41914.

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Doron, Claude-Olivier. «Biopolítica y Zootecnia». Historia y sociedad, no. 25 (julio 1, 2013): 17–43. Accedido marzo 29, 2024. https://revistas.unal.edu.co/index.php/hisysoc/article/view/41914.

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1.
Doron C-O. Biopolítica y Zootecnia. Hist. Soc. [Internet]. 1 de julio de 2013 [citado 29 de marzo de 2024];(25):17-43. Disponible en: https://revistas.unal.edu.co/index.php/hisysoc/article/view/41914

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