Reseña de: Los nuevos amos de la tierra: Land Grabbing (Liberti, 2015)
Review of Los nuevos amos de la tierra. Land Grabbing (Liberti, 2015)
Resenha de Los nuevos amos de la tierra. Land Grabbing (Liberti, 2015)
Stefano Liberti. 2015. Los nuevos amos de la tierra. Land Grabbing. Bogotá: Penguin Random House Grupo Editorial. 250 pp. ISBN: 9788430616886. [Título original en italiano: Land Grabbing. Come il mercato delle terre crea il nuovo colonialismo].
Reseña de Los nuevos amos de la tierra. Land Grabbing (Liberti, 2015)
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Resenha de Los nuevos amos de la tierra. Land Grabbing (Liberti, 2015)
Cómo citar esta reseña: Ochoa, G. (2017). Reseña de Los nuevos amos de la tierra. Land Grabbing (Liberti, 2015). Mundo Amazónico, 8(1): e64623. https://doi.org/10.15446/ma.v8n1.64623
Stefano Liberti. 2015. Los nuevos amos de la tierra. Land Grabbing. Bogotá: Penguin Random House Grupo Editorial. 250 pp. ISBN: 9788430616886. [Título original en italiano: Land Grabbing. Come il mercato delle terre crea il nuovo colonialismo].
Editor: Germán Palacio
Fecha de envío: 2017-05-05 Fecha de aceptación: 2017-05-23
Germán Ignacio Ochoa1
1Germán Ignacio Ochoa. Profesor Universidad Nacional de Colombia sede Amazonia. Miembro del Grupo de Investigación en Desarrollo Regional en la Amazonia. giochoaz@unal.edu.co. .
Este libro analiza a profundidad el fenómeno de acaparamiento de tierras que está ocurriendo a nivel mundial a manos de corporaciones y empresarios extranjeros, quienes, en busca de mejorar sus utilidades, abastecer de alimentos a poblaciones lejanas y producir alimentos para motores (disminuyendo así su vulnerabilidad frente a los mercados del petróleo), están dejando a su paso desplazados humanos, pobreza y deforestación, y configurando una nueva colonización a escala planetaria. Esta investigación, escrita en formato de periodismo científico, incluye interesantes visitas de campo a los lugares analizados y provocadoras entrevistas a los involucrados y responsables del acaparamiento de tierras.
Land grabbing se refiere, en términos generales, a grupos de inversionistas extranjeros produciendo, en gigantescas extensiones de tierra alquiladas por precios irrisorios a países en desarrollo, cultivos alimentarios o carburantes para la exportación. La premisa de colonización se basa en que en estos países la mano de obra es barata, la tierra es abundante y el capital escaso. Y si se cuenta con la anuencia de los gobiernos nacionales, mucho más fácil.
El libro se divide en seis capítulos que son estudios de caso. En los capítulos primero, segundo, quinto y sexto se presenta respectivamente cómo se materializa el land grabbing en Etiopía, Arabia Saudí, Brasil y Tanzania. Los capítulos tercero y cuarto permiten al lector entender cómo desde los centros de poder se organiza el mundo. El autor participa en eventos y ruedas de negociaciones en Ginebra y en Chicago en los cuales se negocian los precios de la tierra, los proyectos a desarrollar, quiénes serán los próximos dueños y los precios de los productos.
En el capítulo primero, Etiopía el dorado de los inversores, se describe un megaproyecto instalado en un área de mil hectáreas en la que se han construido ocho invernaderos para producir hortalizas mediante el uso de alta tecnología con un sistema totalmente controlado, desde las semillas traídas desde Europa hasta el sistema de riego y las condiciones ambientales. El destino de los productos es la exportación hacia los países del Golfo Pérsico, el Medio Oriente o Arabia Saudí, a pesar de que en Etiopía con cierta frecuencia se enfrentan graves problemas de hambrunas. El proceso está organizado para que en un día se pueda poner un tomate fresco de Etiopía en un restaurante o un supermercado de Dubái (p. 23). Es un excelente ejemplo de una cadena global de valor controlada por la demanda: los supermercados y restaurantes (Gereffi & Korzeniewicz 1994). La clave del negocio está en tres factores: la tierra arrendada a muy bajo precio, la mano de obra barata y la economía de escala.
En Arabia Saudí. Los jeques a la conquista de las tierras, el segundo capítulo, Liberti describe cómo luego de intentar producir suficientes cereales y constatar lo obvio, que el agua es un bien escaso y agotable, Arabia Saudí generó un enorme proyecto de apoyo a la externalización controlada: la King Abdullahs Initiative for Saudi Agriculture (p. 71). Los inversionistas, apoyados por el Reino, buscarían tierras donde producir alimentos para su población. Se han alquilado tierras en Sudán, Senegal, Malí y Mauritania. La estrategia directa es rentar tierras en los países que se muestren disponibles, con buenas infraestructuras para exportación, con el menor costo por hectárea por año y que no pongan condiciones a los productos ni límites a las exportaciones. La consecuencia directa es poner a competir y a pelear entre sí a países africanos que no han garantizado su autonomía alimentaria: Mozambique renta a un dólar por hectárea por año, Etiopía a setenta y cinco centavos y la República Centroafricana hasta la podría ofrecer gratis (p. 89).
En el capítulo tercero nos trasladamos a Ginebra, donde se encuentran los financieros de los campos cultivables. En elegantes y exclusivos eventos internacionales, de los cuales Liberti da buena cuenta ya sea porque ha participado o ha sido excluido, se vende la idea de que existen países con paisajes de película, pero también con recursos naturales a mínimo costo, un excelente aliciente para que los empresarios se embarquen en nuevas aventuras exploradoras con inversiones prometedoras. Las aventuras se basan en promocionar una imagen de retorno al campo, al contacto con la tierra, con la agricultura. Pero ese no es un retorno romántico de los agricultores que buscan el campo como su lugar de relación más íntima y sensorial con la naturaleza. Este retorno al campo es con fines utilitaristas, es un retorno mediado por otros agentes, es la búsqueda desesperada por alimentos y por combustibles a cualquier costo.
Una ironía más grande es la producción de una enorme cantidad de productos que en circunstancias normales serían alimentos pero que se usan para producir agrocombustibles. Así, en el capítulo cuarto, Chicago. La bolsa del hambre, el protagonista es el E85, el etanol que los carros usan al 85% como combustible. Uno de sus entrevistados, director ejecutivo de una de las principales fábricas de etanol de Iowa y perteneciente al gremio de los entusiasmados de la producción de combustibles a partir del maíz, compara la situación de los jóvenes que pueden participar en esta producción en condiciones tranquilas con otros que deben cuidar los campos petroleros en Irak. Otro entrevistado aclara que una ley de los Estados Unidos impide que el etanol pueda ser vendido puro en las estaciones de abastecimiento y debe ser adicionado con un 2% de gasolina con el fin de evitar el consumo humano. Un galón de masato para mi moto, diría un amazonense si en la Amazonia se instalaran gigantescos cultivos de yuca para alimentar los motores. Una vez más se presenta la discusión si el problema del desarrollo es un asunto de estilos de vida o niveles de consumo. Ninguno de los precursores de estos modelos se cuestiona la magnitud de sus veleidades, es decir, no se plantea la disminución del consumo por medio de motores más pequeños u otras formas alternativas que lo permitan. Como diría el expresidente de Estados Unidos George Bush padre a mediados de los noventa, cuando Estados Unidos se negó a firmar el Protocolo de Kyoto: el estilo de vida norteamericano no está en discusión.
En un libro que se destaca por las grandes proporciones de las variables analizadas es casi esperable que aparezca Brasil, y lo hace en el capítulo quinto, donde se destaca como el reino de los agronegocios. En algunos estados como Mato Grosso del Sur un 11,7% de las tierras están en manos de extranjeros (p. 222), y un solo propietario, Blairo Maggi, (merecedor del poco honroso premio de La Motosierra de Oro por Greenpeace), tiene una hacienda de trescientas mil hectáreas. El gobierno brasilero, luego de darse cuenta del enorme impacto del acaparamiento en manos de extranjeros, se ha visto forzado a reglamentar que se pueden comprar máximo cinco mil hectáreas de tierra. En este modelo, empresarios venidos del sur de Brasil y hacendados (fazenderos) enarbolan la bandera del desarrollo capitalista como la panacea para la región en contra de los modos de vida indígena (p. 218). El sistema también se soporta en el mismo modelo descrito por Susanna Hecht y Alexander Cockburn (1993) en su libro La suerte de la selva: pequeños propietarios aprovechan dos o tres cosechas de su tierra luego de las cuales, y ante la imposibilidad de mejorarla o cambiar su situación, la venden a los grandes hacendados para migrar más adentro de la selva. Y el ciclo se repite. De esta forma se han expandido sobre la Amazonia (p. 214), y en los estados de Rondonia, Mato Grosso y Pará las extensiones de los latifundios superan las mil hectáreas. El acaparamiento de tierras tiene importantes consecuencias en la creciente urbanización de la Amazonia. No en vano en 2011 la prensa local afirmaba que Belén de Pará, la emblemática ciudad amazónica, estaba recibiendo la mayor cantidad de población desplazada del campo.
El sexto capítulo vuelve sobre África. Analiza el caso de la jathropa en Tanzania, una maravillosa palma que puede crecer en difíciles condiciones y con muy poca agua y cuyas semillas pueden ser usadas como combustible para motores. El land grabbing es una clara muestra de cómo la globalización parece achicar el planeta. El fenómeno no se puede mirar sin incluir la íntima/mutua relación de dependencia entre los factores locales y globales. El alquiler de cientos de hectáreas de tierra en Tanzania a un irrisorio precio de un dólar anual por hectárea no es una transacción entre agricultores locales sino que es dirigida por los gobiernos estatales o nacionales, pasando por encima de los intereses de sus reales habitantes.
Mientras una corriente mundial se manifiesta en contra de los efectos nefastos de la revolución verde, esta nueva colonización agrícola caracterizada por el acaparamiento de tierras para exportar alimentos se basa en una profundización de los logros de esta revolución, en la medida en que se busca producir más con menos, más rápido y en menos espacio. De frente a la contundencia con la cual se muestran los límites del planeta ante un sistema ineficiente pero demasiado acumulativo, ¿hacia dónde se desplazarán los multimillonarios inversores extranjeros a producir sus alimentos, que parecen más artificiales que naturales, cuando se agoten los suelos o la destrucción social de los países receptores no aguante más? El problema que se pretende atacar con el acaparamiento es la falta de tierras y la escasez de ciertos alimentos en algunos países que por su desafortunada morfología, para usar las palabras de Liberti (p. 15), no pueden abastecer de estos a la creciente población. Pero también está la urgencia de encontrar fuentes de combustibles renovables alternos a los derivados del petróleo. Esto nos lleva a pensar que estamos ante un nuevo embate de la revolución verde, pero más perverso: producir alimentos para exportar y no para las hambrientas poblaciones donde se produce; producir comida para los vehículos. En este sentido, el estudio de Liberti complementa lo ya planteado por Rachel Carson (1962).
Un análisis de la situación desde la óptica de las cadenas globales de valor permite evidenciar claramente cómo la fuerza motriz de estas cadenas de producción, transformación, comercialización y consumo está en manos de grandes conglomerados transnacionales. Los empresarios detrás de estos conglomerados no han sido propiamente personas relacionadas con la producción de alimentos. La alarmante situación presentada es suficientemente contundente para llamar la atención de los gobiernos, las poblaciones, las organizaciones sociales y la academia. El acaparamiento de tierras se manifiesta con contundencia en la Amazonia y en regiones aledañas, afectando gravemente a poblaciones locales, poniendo en riesgo los ecosistemas y reconfigurando las relaciones sociales y políticas que sugieren la profundización de la inequidad en la forma en que la región participa en la dinámica comercial global.
Para los empresarios líderes del land grabbing está claro que las cadenas globales de mercancías deben partir de una demanda creada y no de una oferta mal diagnosticada. Si ellos se lanzan a estos negocios es porque saben que hay compradores para toda su comida. Una mirada neutral a esta experiencia podría extraer alguna conclusión positiva del fenómeno, obviamente en otras magnitudes, para las iniciativas de generar cadenas de valor de productos amazónicos, en las cuales una de las principales fallas ha sido la débil caracterización de la demanda. Es necesario buscar formas de abastecer de alimentos a la población y, además de entender la situación de países con pocos recursos y necesitados de alimentos, también se debe considerar el creciente deterioro de la soberanía y seguridad alimentaria que enfrentan las poblaciones de la Amazonia cada vez más urbanizada.
Referencias
Carson, R. (1962). La primavera silenciosa . Grijalbo.
Gereffi, G. & Korzeniewicz, M. (1994). Commodity Chains and Global Capitalism. Westport: Praeger.
Hecht, S. & Cockburn, A. (1993). La suerte de la selva: colonizadores destructores y defensores del Amazonas . Bogotá: Tercer Mundo.
Referencias
CARSON, R. (1962). La primavera silenciosa. Grijalbo
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FILGUEIRAS, G. C., Ferreira, M. N. C., & de Santana, A. C. (2007). Análise do mercado e da concentração espacial da cadeia produtiva da soja na amazônia. Belém: Banco da Amazônia, 2007. 50p. (Estudos Setoriais, 4).
KENNER, R., Kenner, R., & Pearlstein, E. (2008). Food Inc.[Documentary]. United States: Magnolia Pictures.
HECHT, S. & Cockburn, A. (1993). La suerte de la selva: colonizadores destructores y defensores del Amazonas. Tercer Mundo.
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