Espacio disidente o territorio construido
Dissident Space or Constructed Territory
Palabras clave:
cultura, espacio, marginación, violencia (es)culture, space, marginalization, violence (en)
ESPACIO DISIENTE O TERRITORIO CONSTRUIDO*
Dissident Space or Constructed Territory
Aurora Zavala Caudillo**
Profesora de la Escuela Nacional de Trabajo Social
Universidad Nacional Autónoma de México
Resumen
Este artículo aborda el estudio de la conformación de la colonia Techachaltitla en la década de los noventa del siglo XX, dentro del espacio urbano mexicano. A partir de material empírico y documental recogido, se pretende, más que agotar la historia del municipio de Los Reyes La Paz, ubicar el contexto en el que se construye un asentamiento irregular. Los testimonios de habitantes de esta región son aquí relatos que develan sus percepciones e interpretaciones sobre la historia de su colonia y los conflictos que han tenido que enfrentar.
Palabras clave: cultura, espacio, marginación y violencia.
Abstract
The article studies the establishment of the Techachaltitla neighborhood within Mexican urban space during the 1990s. Rather than carrying out a historical account of the municipality of Los Reyes La Paz, the article seeks to identify the context in which an irregular settlement arises, on the basis of the empirical and documentary materials gathered. The testimonies of the inhabitants of the region reveal their perceptions and interpretations of the history of their neighborhood, as well as the conflicts they have had to face.
Keywords: culture, space, marginalization, violence.
Introducción
Los análisis cualitativos en Trabajo Social han sido tradicionalmente una herramienta metodológica. La vinculación de tales análisis en las metodologías de la intervención de la disciplina con las entrevistas, las visitas domiciliarias y la observación —solo por mencionar algunas— ha priorizado el arsenal metodológico de tipo cuantitativo. A pesar de que se han tenido grandes avances teórico-metodológicos para generar conocimiento y procesos de intervención en Trabajo Social, no se ha incluido del todo la parte subjetiva que permita dar cuenta, no de las causas y consecuencias de la problemáticas sociales, sino de los procesos de significación y construcción social de los dichos sujetos.
En este artículo se aborda el relato de vida de una colonia popular desde la perspectiva ya antes mencionada, lo que contribuye a interpretar y comprender la serie de acciones sociales como lo señalo en un trabajo anterior (Zavala 2010), en el cual divido esta serie en dos planos. En el primero, las acciones son interiorizadas por los sujetos con base en las percepciones, ideas, sentido común y juicio que tienen del mundo; en el segundo, aparecen aquellas acciones sociales que se sitúan en el plano material, ubicado en la dimensión objetiva, que se expresa mediante acciones cotidianas, artefactos simbólicos que se trazan en la experiencia vivida y el sentido común en constante interacción. La violencia y marginación son dos categorías de análisis transversales que configuran la cotidianidad, la historia y el relato de los pobladores en Techa, México.
Me propongo, desde esta perspectiva del Trabajo Social contemporáneo1, contribuir a la interpretación de la construcción del relato de vida de una de tantas colonias populares por parte de sus miembros que la componen, interpretación que realizaré mediante este trabajo teórico-empírico. El cumplimiento de este objetivo hace necesario que se establezca un nexo entre la memoria, el recuerdo, la construcción del sentido y la experiencia vivida, los cuales refieren al mantenimiento y re-significación del espacio y territorio en constante construcción social por los pobladores en Techa. La forma de habitar y de “iniciar” una colonia es lo que hace diferente la fundación de una colonia a otra. Mientras que para las autoridades municipales Techa “es un asentamiento irregular, creado bajo la clandestinidad”, para sus pobladores Techa es un territorio construido con un esfuerzo conjunto: “un hogar”, “una vivienda”, “donde vivo”, “mi espacio” (Testimonios de varios pobladores de la colonia Techachaltitla).
El texto que expongo a continuación se divide en cuatro apartados. El primero se refiere a la conceptualización de la ciudad; mi propuesta apunta a explicar la conformación de una colonia como uno de los espacios urbanos que dan lugar a sujetos y prácticas emergentes de vida social. En el segundo apartado presento una breve visión de la historia del municipio en donde se encuentra ubicada la colonia Los Reyes La Paz; con ello hago un recorrido por el proceso de urbanización reciente de la Zona Metropolitana de la Ciudad de México —en adelante, ZMCM—. Asimismo, me refiero a los costos sociales, tales como la marginación reflejada en los servicios públicos, infraestructura social de un proceso de urbanización caótico, en el que la falta de escuelas, centros de salud, abastecimiento alimentario son algunas de sus características. En la tercera parte analizo la construcción de la colonia de estudio y su relación con el movimiento urbano popular. Identifico los principales momentos que han sido decisivos para los habitantes: las formas de organización, las prácticas empleadas para el mejoramiento de la vivienda. También hago referencia al lugar de origen de sus pobladores, ya que en su mayoría son inmigrantes. En el cuarto apartado analizo la lucha social y violencia en la colonia de estudio. Aquí se presentan algunos relatos de los sujetos, quienes dan cuenta de sus problemas y formas de resolverlos. Muestro que el control por la organización territorial y social de la colonia constituye uno de los principales factores que ponen en pugna a los vecinos, sobre todo adultos, con los agrupamientos juveniles.
La corresidencia en contextos marginales
La ciudad es un espacio social para vivir y actuar. Se presenta como lugar natural de la política; empero, también es un espacio que para algunos autores, como Duch (2002), expresa el declive del “hombre público”, ya que los sujetos sociales que habitan las ciudades se caracterizan por su apatía e irresponsabilidad cívica. Lejos de ello, mi propuesta es que las ciudades son espacios de acción y construcción de identidades colectivas, de lucha política y de generación de alternativas en las que se expresa la diversidad.
Louis Wirth (1938) definió un “modo de vida urbano”, caracterizado como “un asentamiento relativamente grande, denso y permanente de individuos socialmente heterogéneos” (5). De acuerdo con este modelo, el tamaño de población determinaba las relaciones sociales, debido a que la ciudad permitía el anonimato y hacía imposible que los sujetos se comprometieran en relaciones duraderas y establecieran contactos personales durante periodos prolongados. Así, la ciudad fue vista con un espacio en el que el individualismo, la heterogeneidad de sus habitantes y la superficialidad de los vínculos sociales se opondrían a la homogeneidad y al colectivismo que supuestamente caracteriza a las relaciones sociales en sociedades rurales y tradicionales. Esta forma de definir a la ciudad se refiere a una sociedad moderna en la cual predominan los vínculos civiles y el contrato social (véase Hannerz 1986 79). Por el contrario, una sociedad tradicional suele denominarse como primaria, natural e igualitaria, cuyos miembros establecen una relación estrecha no por un contrato, sino por el hecho de compartir un origen común y una misma cosmovisión. En los estudios de Redfield (1930), basados en la propuesta original de Wirth y centrados en el análisis de cambio social cultural, se propuso un modelo según el cual se podría analizar el cambio en modos de vida que se derivan de los procesos de urbanización. Su modelo consistía en establecer un continuum folk–urbano, con el cual buscaba demostrar que la sociedad tradicional o folk se caracteriza por su aislamiento, por el carácter personalizado de las relaciones, el predominio de los vínculos familiares, el apego a lo sagrado y la homogeneidad cultural. Estas características se modificarían, de acuerdo con su planteamiento, conforme las sociedades fueran transitando hacia modos de vida urbano, en función del contacto con la sociedad moderna, así, habrían de adquirir un modo de vida análogo que ocasionaría la secularización, el individualismo y la desorganización.
Desde luego, estas premisas son debatibles, como bien lo demostró años más tarde Lewis (1971) en su ya clásico estudio de Tepoztlán. En este señala que el continuo folk-urbano centra su atención en la ciudad como fuente del cambio y deja de lado otros factores que dan cuenta de los procesos culturales; así los cambios no implican la desorganización, pues apuntan a una reorganización social. El cambio cultural no es solo una progresión de lo folk a lo urbano, sino de una heterogeneidad de elementos que se involucran. Demuestra que algunas sociedades folk2 poseen características de las sociedades urbanas.
Efectivamente, la urbanización no necesariamente conduce a la desorganización, como se muestra en este artículo; aún en la precariedad los actores sociales participan de manera colectiva en mejorar sus condiciones de su vida. Así, a la vez que algunos vecinos de Techa son inmigrantes de primera generación originarios de Oaxaca, conservan y practican sus tradiciones en el lugar de destino, y cuentan con redes de sociabilidad que los mantienen unidos al lugar de origen3. Mantienen fuertes vínculos con los demás vecinos de Techa, que se expresan en acciones de cooperación y de colaboración, pero también de conflicto y competencia.
El proceso de cambio sociocultural implica modificaciones que se generan en el interior de una sociedad, ya sea por la industria, el desarrollo tecnológico y económico o bien por su ausencia y precariedad. Al analizar los procesos de continuidad y cambio cultural, Oehmichen (2005 59-60) muestra que los migrantes tienen capacidad de cambiar algunos elementos de su cultura sin abdicar su identidad étnica. Por su parte, García (2005) puntualiza que la ciudad no debe considerarse exclusivamente a partir de su aspecto físico, como un aspecto derivado de los procesos de industrialización o como un modo de ocupar el espacio. Por el contrario, la ciudad compone una serie de lugares donde ocurren fenómenos expresivos que entran en constante tensión y conflicto con las formas hegemónicas de racionalización, a partir de las cuales se pretende guiar al mundo contemporáneo. El estudio de lo urbano no solo debe preocuparse por aquellos aspectos de densidad, tamaño demográfico, aspectos morfológicos o a una base económica; debe incluir un proceso que integre diversos aspectos de la cultura. En ellos se encuentran elementos que estructuran de manera específica las relaciones entre los actores, las instituciones y los grupos sociales (Delgado 2000).
De esta manera, la ciudad es concebida como un espacio que produce de manera permanente construcciones simbólicas. En otras palabras, es un espacio de elaboración y expresión de afectividad colectiva; un espacio de la memoria, del apego y de las apropiaciones en la vivencia de lo urbano en referencia a lo barrial; es también un lugar sensible a las contradicciones.
La ciudad se conforma a partir de producciones simbólicas que se experimentan a través de una serie de prácticas cotidianas que develan diferencias, conflictos, coincidencias, miedos y violencias, entre otras cosas. La apuesta está en considerar a la ciudad no solo como un lugar físico, sino como un modo de ocuparlo por parte de los sujetos que la construyen y la habitan.
El municipio de Los Reyes La Paz
La ciudad de México ha experimentado un crecimiento vertiginoso, sobre todo a partir de la década de los cincuenta. Según Esquivel (2006), la ciudad rebasó en esta época los límites del Distrito Federal, con la conformación de la ZMCM. Los procesos económicos, las políticas públicas, las oportunidades de desarrollo social y personal, entre otros elementos, determinaron la expansión física de la Ciudad de México. La urbanización se llevó a cabo de manera desordenada y heterogénea. El nacimiento de colonias consideradas como “populares” tampoco fue parte de un proceso homogéneo; confluyeron aspectos organizativos y de participación ciudadana, así como estrategias de supervivencia de la población de origen rural que se incorporaba a la urbe. Asimismo, influyó la estructura laboral, el bagaje cultural, la composición étnica y de clase, entre los otros factores que determinaron la conformación heterogénea de la ciudad.
Las colonias populares no son homogéneas debido a la pluralidad cultural de los sujetos que las habitan y la complejidad de sus relaciones sociales. Desde inicios del siglo XX ya se observaba en la Ciudad de México una configuración urbana en la cual el poniente de la ciudad de México era ocupado por los sectores sociales acomodados de la ciudad; este orden se mantiene en la actualidad. Más adelante, el norte fue destinado al desarrollo industrial, dadas las características del suelo y la presencia de fuentes de agua. El oriente fue una de las zonas más desfavorecidas, no solo porque se encuentra ubicada en una región con poco acceso al agua, sino porque allí antiguamente se hallaba el lecho del lago de Texcoco. El proceso de suburbanización, como lo apunta Ward citado en Oehmichen (2005), muestra una estrecha relación entre capital y uso del espacio. Así, las colonias que desde inicios del siglo XX crecían hacia el poniente y sur del Distrito Federal fueron pobladas por habitantes con mayores ingresos. Encontramos colonias que se despliegan a lo largo del Paseo de la Reforma, dirección en la cual se continuaría la expansión urbana a lo largo de todo el siglo XX con la creación del Pedregal de San Ángel, Tecamachalco, Santa Fe, en esta zona se dio el asentamiento de sectores con mayores ingresos.
Por el contrario, en las zonas periféricas del oriente y norte se concentra la población con menores ingresos económicos, que se distingue de las zonas norte y noroeste, donde se dio la concentración de la industria, que incorporó al mercado laboral entre las décadas de los cuarenta y setenta. El oriente de la ZMCM se conforma por seis municipios, La Paz, Chalco, Valle de Chalco Solidaridad, Chicoloapan, Chimalhuacán e Ixtapaluca. Esta región se caracteriza por ser una zona receptora de población migrante, o bien de aquella que ha sido expulsada de la Ciudad de México. De acuerdo con Hiernaux (2000), esta región oriente forma parte de la creación de nuevos asentamientos y colonias que se integran gradualmente a lo que se denomina “mancha urbana”4. Por tal situación, esta región no contó con ninguna planeación en función de la infraestructura básica, como servicios de agua, luz y drenaje. La urbanización fue caótica; por lo general, primero se creaban los asentamientos de manera irregular y después se introducían los servicios. Los asentamientos humanos y la creación de nuevas colonias logró instaurarse legítimamente, en gran medida, gracias a largos periodos de luchas y reivindicaciones sociales de sus moradores, a través del Movimiento Urbano Popular (MUP).
La zona oriente forma parte de la periferia de la Ciudad de México. Es una zona que no solo se caracteriza por las transformaciones físicas y geográficas, sino además por el cambio en las prácticas cotidianas de los pobladores como consecuencia de los procesos migratorios y de la necesidad de una vivienda. Precisamente, cabe mencionar que el desarrollo urbano de la zona oriente no ha sido equilibrado, en tanto obedece a experiencias de trayectorias sociales precedentes, para defender y poder luchar por una vivienda. Por esa razón, no es lo mismo el proceso que enfrentó el municipio de Nezahualcóyotl, al que vive en la actualidad Los Reyes La Paz.
Los Reyes La Paz se localiza al oriente del Estado de México, limita al norte con los municipios de Chicoloapan y Chimalhuacán, al sur con los de Ixtapaluca, Chalco; al este con el de Chicoloapan e Ixtapaluca; y al oeste con la Delegación Iztapalapa del Distrito Federal y el municipio de Nezahualcóyotl. Cuenta con dos zonas geográficas bien definidas, la primera es una llanura que ocupa el vaso de Texcoco y algunas formaciones montañosas representadas por los cerros de El Pino y El Chimalihuache, así como el volcán La Caldera, el cual tiene dos cráteres. La segunda zona geográfica es accidentada y ocupa aproximadamente 624 hectáreas (figura 1).
Figura 1. Ubicación geográfica del municipio de Los Reyes La Paz, Estado de México
El municipio cuenta con 232.546 habitantes, de los cuales 14.236 son indígenas, hablantes en su mayoría de amuzgo, cakchiquel, chantino, chichimeca jonas, chinanteco, chocho, chontal, náhuatl, mazahua, mixteco, otomí, purépecha, tzeltal, zapoteco y zoque, entre otras. De los hablantes de lengua indígena entre 15 y 24 años de edad, 1.446 son hombres y 1.429 son mujeres (Instituto Nacional de Estadística y Geografía —Inegi— 2005). Se encuentra integrado por una cabecera municipal, seis delegaciones y treinta y tres colonias reconocidas legalmente. Está dividido en nueve sectores, una cabecera que es la Ciudad de los Reyes Acaquilpan y tres pueblos La Magdalena Atlicpac, San Sebastian Chimalpa y San Salvador Tecamachalco. A diferencia de las colonias y asentamientos irregulares, los pueblos mantienen una tradición que data, al menos, del siglo XVI.
El municipio de Los Reyes La Paz se funda en el entonces municipio de Atlicpac, nombre náhuatl cuyo significado deriva de las raíces atl, “agua” e icpac, “sobre”, lo que quiere decir “Sobre el agua” o “a la orilla del agua”.
Se tienen indicios de que, en 1888, Atlicpac se inscribe al pueblo de Los Reyes La Paz, que entonces pertenecía al municipio de La Magdalena. De acuerdo con el Decreto 60, expedido por la legislatura estatal el 17 de febrero de 1899, Los Reyes se separa del municipio de La Magdalena y se funda la municipalidad de La Paz, conformado por los pueblos de Magdalena Atlicpac, San Sebastián Chimalpa, Tecamachalco y Los Reyes, cuya cabecera se ubicaría en Los Reyes.
El municipio de Los Reyes La Paz nació como un “municipio libre” del Estado de México. Su territorio fue ampliado con la anexión de Los Reyes Acaquilpan. A partir de 1902, empiezan los acontecimientos importantes. En ese año funda la primera escuela de niñas, dirigida por don Aniceto Guzmán; en 1908, se construyen los puentes viales para el paso de las diligencias en el camino a Texcoco que va de la cabecera municipal a los pueblos de San Salvador Tecamachalco, La Magdalena Atlicpac y San Sebastián Tecamachalco. En 1977, se le otorgó la categoría de ciudad a la cabecera municipal de Los Reyes La Paz. En 1992, se inaugura la estación del sistema de transporte colectivo Metro, que la comunica con el Distrito Federal.
En la actualidad, el municipio cuenta con un buen sistema de transporte. Las principales rutas que ligan al municipio con el Distrito Federal y los municipios metropolitanos de la región son la Calzada Ignacio Zaragoza y la avenida Ermita Iztapalapa, que comunican al oriente del Estado de México con el Distrito Federal. El Eje 10 Sur conecta al Municipio por el sur; este cruza antes por la Delegación Tláhuac y permite la comunicación con las delegaciones de Iztapalapa y Milpa Alta, así como con el Municipio de Valle de Chalco-Solidaridad. El metro férreo que va de La Paz al metro Pantitlan permite la movilidad diaria de los habitantes, quienes además utilizan autobuses, microbuses, taxis y bici-taxis.
La carretera México-Texcoco inicia en el límite poniente del municipio, lo cruza del centro a norte, y permite su comunicación con los municipios de Chicoloapan, Chimalhuacán y Texcoco, pues es a la vez el acceso vial hacia el norte del Estado de México; conecta además, a través de la Vía López Portillo, con el municipio de Ecatepec. La carretera federal y la autopista México-Puebla por las cuales se enlazan los municipios de Valle de Chalco-Solidaridad, Chalco e Ixtapaluca, y los municipios restantes del oriente suroriente del Estado de México.
El municipio no posee acueductos, pero es atravesado por el río de La Compañía, en el que desembocan las aguas negras de Chalco y La Paz. Los recursos naturales se limitan principalmente a una pequeña porción de minas de arena. Las zonas rurales se han reducido como consecuencia del proceso de urbanización y por la baja productividad de los ejidos y las parcelas familiares. Se ha intensificado el uso del suelo hasta desequilibrar los principales componentes de textura, por lo que la actividad agrícola se ha vuelto cada vez más costosa, con una productividad insegura. La actividad ganadera se redujo hasta casi desaparecer. Las granjas y establos ahora practican el pastoreo y la ganadería en escasas localidades, por lo que es una actividad a punto de extinguirse. La zona industrial ocupa un 12,37% de la superficie municipal y cuenta con todos los servicios; con un total de 456 unidades económicas, emplea al 9,22% de la población económicamente activa de Los Reyes La Paz.
En el municipio existen ocho unidades médicas de primer nivel, de las cuales dos prestan atención a trabajadores asalariados, el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y el Instituto de Seguridad Social del Estado de México y Municipios (ISSEMYM). Seis son de asistencia social, Instituto de Salud del Estado de México (ISEM) y Desarrollo Integral de la Familia (DIF). Las unidades de consulta externa son siete y la del IMSS de hospitalización general; este último se ubica en la cabecera municipal.
El sistema educativo cuenta con una infraestructura de 36 escuelas de nivel de educación preescolar, 67 de educación básica, 36 de educación media básica5, 3 planteles de educación media superior, una normal, 10 preparatorias del Consejo Nacional de Educación Profesional Técnica (Conalep) y 2 escuelas comerciales. Dentro del municipio se ubican centros comerciales, ferreterías, casas de materiales de construcción y eléctricas, papelerías, mercerías, carnicerías, recauderías, estéticas, salones de belleza y muchos otros locales comerciales tradicionales.
La religión predominante es la católica, que cuenta con un total de 106.737 creyentes, los cuales representan el 91% del total de la población del municipio, seguida en menor proporción por la protestante y judaica (Instituto Nacional de Estadística y Geografía —Inegi— 2005).
El templo más representativo del municipio está dedicado a Santa María Magdalena, se ubica en el poblado del mismo nombre; se ha conservado la torre del campanario y la escalera que le da acceso. En el poblado de San Sebastián Chimalpa se encuentra una iglesia del siglo XVI, de estilo barroco. Esta conserva una pila bautismal hecha de una sola pieza, labrada con figuras religiosas.
Las fiestas populares más importantes son el carnaval de Semana Santa, y la fiesta grande del 6 de enero, que organizan los pueblos tradicionales. Entre otras cosas, dichos pueblos expresan su cultura distintiva a través de la “Danza de cuadrillas”. Esta se originó en las danzas de salón europeas, que posteriormente fueron introducidas a México por Juan de Gamboa en 1830, pero toman importancia hasta 1850, con el nombre de “Cuadrillas de honor”. Es durante la Intervención Francesa (1864-1867) que estas danzas se propagan por todo el país, debido a que se practicaban en los cuarteles franceses. Para bailar en las cuadrillas se requiere de 8, 16 o 24 personas que bailan por parejas mixtas y se combinan para formar figuras coreográficas. Las personas participan de forma voluntaria y se reúnen con anticipación para ensayar. Dentro de las cuadrillas se nombra un capitán, quien se encarga de enseñar los pasos y de contratar a los músicos que acompañarán el recorrido.
El vestuario de los hombres consiste en un traje de diversos colores y sombrero de charro, con adornos bordados en oro y plata, camisa blanca, corbata de moño, cinturones de cuero bordado con funda y pistola, botines charros y máscara de cera con bigotes y barba. Las mujeres han adoptado el traje “ranchero”, como ellas lo identifican; es un atuendo de colores variados, adornado con profusión de lentejuelas. El acompañamiento musical lo realiza una banda u orquesta que interpreta marchas y diversas piezas populares, incluyendo algunos sones de los chinelos6. Los alimentos que se ofrecen en estas fiestas varían de acuerdo con el presupuesto del anfitrión. Los más comunes son la barbacoa, las carnitas de puerco, mole poblano, tamales de sal y arroz. Estos platillos se acompañan de diversas bebidas como el refresco, cerveza, bebidas alcohólicas y pulque.
Los jóvenes a quienes entrevistamos para este estudio no participan en estas celebraciones populares, tal vez porque no pertenecen a los pueblos, sino a los asentamientos urbanos recientes. Los jóvenes solo “bajan” para presenciar la fiesta y divertirse, pero no tienen un papel activo que dentro de la celebración más allá de ser meros espectadores.
Por otro lado, de acuerdo con el Plan Municipal de Desarrollo Urbano de La Paz (julio 2003), la delincuencia constituía un grave problema social. En el periodo 1997-2000, la incidencia en delitos de tipo doloso aumentó un 12%. En 1999 en el municipio se efectuaron 3.531 denuncias de las cuales el 48.9% correspondieron al robo simple. Esto representó la proporción mayor en este tipo de delitos con relación al conjunto del Estado de México.
El municipio también muestra elevados índices de marginalidad que tienen origen en el patrón histórico de desarrollo económico; la marginalidad se expresa, por un lado, en el débil progreso técnico en el conjunto de la estructura productiva y en las regiones del país, y por otro, en la exclusión de grupos sociales del progreso y el desarrollo tecnológico. El Consejo Nacional de Población y Vivienda (Conapo) (2005) emplea el índice de marginación, entendido como una medida-resumen que permite diferenciar las entidades federativas y municipios según el impacto global de las carencias que padece la población como resultado de la falta de acceso al sistema educativo, la residencia en viviendas inadecuadas, la percepción de ingresos monetarios insuficientes y las relacionadas con la residencia en localidades pequeñas. Según Conapo (2005) el municipio presentaba altos niveles de marginación (tabla 1).
De acuerdo con la misma fuente, en el municipio se reportaron 47.239 localidades con grado de marginación alto, donde residen 14.6 millones de personas, que representan 14.2% de los habitantes del país. La marginalidad, definida como la ausencia de un rol económico en el sistema productivo, se manifiesta en la exclusión de las instituciones educativas, productivas, escasa tecnología y familiar. En este contexto, los jóvenes del municipio tienden a estar al margen de los procesos económicos y políticos.
Adler de Lomnitz (1998) plantea la disparidad en la distribución tanto del ingreso como de la propiedad, que está marcada por la diferencia en los ingresos productivos, en el empleo remunerado, el desempleo
o subempleo. Esta situación de desigualdad ocasiona la exclusión de algunos sectores de la población en la economía. La marginalidad es la entropía social de los sistemas productivos en procesos de industrialización. Al tomar como referencia esta categoría, se observa que la colonia Techa se ubica como una zona con altos índices de marginación, debido a las carencias en su infraestructura, que se evidencia, por ejemplo, en la falta de pavimentación, de áreas verdes, centros de salud, dispensarios médicos, centros deportivos e iglesias. Las instituciones educativas no poseen instalaciones adecuadas en cuanto a aulas, áreas de juego, biblioteca, sanitarios, entre otros. Dentro de la misma colonia se presentan procesos de segregación socioespacial que se determinan según las características físicas de las viviendas: unas son de lámina o de cartón, no cuentan con servicios de agua potable, alcantarillado ni teléfono público. Las condiciones de cada vivienda están determinadas, en buena medida, por los ingresos de los habitantes, que obtienen por diversas actividades, muchas de ellas informales. Entre estas predominan los “sonideros”, que se contratan para amenizar fiestas. También hay albañiles, ferreteros, vendedores de nueces y otras semillas, y policías auxiliares. Los que poseen un capital cultural más amplio tienen la posibilidad de irse a Estados Unidos en busca de mejores oportunidades.
La fundación de Techa y el Movimiento Urbano Popular
Como he señalado, el oriente de la ZMCM experimentó un proceso de urbanización caótico, caracterizado por los asentamientos irregulares. En este contexto surgió el Movimiento Urbano Popular (MUP), como un conjunto de organizaciones populares heterogéneas con capacidad de movilización.
Tabla 1. Grado de marginación urbana
Fuente: Conapo, 2005.
La demanda por una vivienda digna, servicios públicos, mejoramiento y rescate de espacios públicos, construcción de canchas o centros deportivos, derechos ciudadanos y la creación y dotación de instituciones, como centros de salud y escuelas, fueron parte de la agenda y de la lucha de una multiplicidad de organizaciones sociales. El MUP se conformó principalmente de pobladores pobres de la Ciudad de México, es decir, tiene sus bases sociales en el proletariado urbano y en el “ejército de reserva”. Además, la participación de las mujeres siempre ha sido una característica de estos movimientos.
A partir de la gestión de servicios colectivos y del uso del suelo, las estrategias de disputa del movimiento se basan en amplios procesos de organización vecinal. Con ello, se dio un proceso de politización y fortalecimiento de la participación de sus integrantes en diferentes formas de lucha, que abarcan desde la toma de decisiones en asambleas, la participación en manifestaciones, el cierre de carreteras o de vías principales de acceso a la ciudad, hasta las invasiones a predios, plantones, toma de instalaciones y de oficinas gubernamentales. Son diversas las organizaciones que en la ZMCM han participado en el MUP, entre ellas la Unión de Colonias Populares del Valle de México, Comité Popular Francisco Villa, la Unión Popular Revolucionaria Emiliano Zapata (Uprez). A ellos se incorporaron organizaciones campesinas y del proletariado no asalariados, entre ellos los vendedores ambulantes.
La Uprez, por ejemplo, tiene presencia en el Distrito Federal y en el Estado de México. Surgió en 1987 con la conjugación de distintas organizaciones urbanas, entre ellas los colonos de San Miguel Teotongo, el Frente Popular Independiente de Neza, el Frente Popular Independiente de Ecatepec, la Unión de Colonos de la Primera Victoria, la Unión de Vecinos del Centro, pero sobre todo de agrupaciones que conformaban la Coordinadora Nacional del Movimiento Urbano Popular (Conamup) y en cuya fundación participaron desde 1980.
Según el consejo de participación ciudadana de Techa, en el 2008 se contaba con cuatro diputados federales, dos por el Partido Revolucionario Institucional y dos del Partido de la Revolución Democrática. También contaba con tres diputados locales en el Estado de México y seis regidores en esa entidad, dos en Nezahualcóyotl y uno en Los Reyes, Chimalhuacán, Tecama y Chicoloapan.
La Uprez tiene presencia fuerte en las delegaciones Iztapalapa y Álvaro Obregón, Venustiano Carranza y Benito Juárez, principalmente; así como en los municipios mexiquenses aledaños, la zona conurbada del Estado de México, sobre todo Los Reyes, Chicoloapan, Nezahualcóyotl, Ecatepec y Tultitlán. A su vez, la Uprez opera en 30 municipios y ha extendido su trabajo a zonas rurales, como Lerma y Capuluac, del Valle de Toluca. La lucha de la Uprez se concentra en el Estado de México, y sus demandas son la disminución del cobro de predio, y elevación del costo en el consumo de agua que se incrementa de forma constante. Asimismo, se manifiesta en favor de los servicios como lecherías, el establecimiento de centros de salud, de obras de drenaje, de agua potable y de la pavimentación de calles. Algunos de los habitantes de Techa participan activamente en la Uprez, según se registra en los testimonios. Con esto, podemos señalar la frecuente participación política organizada de los pobladores de la Colonia.
En el municipio Los Reyes La Paz, uno de los problemas más graves ha sido la ocupación del suelo, debido a que las colonias fueron formadas por asentamientos irregulares, ubicados primordialmente en las zonas de preservación ecológica del volcán del Pino y, en menor medida, en las orillas de los volcanes La Caldera y Chimalhuache (Las Palomas), aunque existe un número significativo de asentamientos de este tipo en las zonas internas de la zona urbana del norte del municipio. Estos asentamientos se crearon como resultado de invasiones organizadas, así como en crecimiento “hormiga”7. Para contrarrestar estas condiciones, se han llevado a cabo largos procesos de regularización, dotación de infraestructura y servicios, lo que, sin embargo, ha causado que un gran número de familias se mantenga en condiciones de inseguridad en la titularidad de la tenencia de la tierra, o se vulnere su derecho a los servicios básicos.
Actualmente, el municipio presenta 34 colonias con pocos servicios públicos —principalmente de agua potable, drenaje, pavimentación, áreas deportivas, sistema de salud y educación—, localizadas al oriente de este (Gobierno del Estado de México 2001). El crecimiento urbano se encuentra condicionado por factores económicos, infraestructura de servicios y la posibilidad, según testimonios, de adquirir un lote, un predio, una vivienda que les permita mejorar sus condiciones de vida, en tanto se ubican más cerca de la zona “centro de la capital”. Esta característica no es ajena de la colonia Techachaltitla, al igual que muchos asentamientos irregulares del oriente de la ZMCM.
La fundación de Techa
Para comprender la historia de la creación de la Colonia Techa, parto de reconstruir los testimonios en cuatro aspectos: i) la búsqueda de un lugar donde habitar, ii) estrategias para conseguir un terreno, iii) migración, iv) formas de organización vecinal. Iniciaré con el relato de la señora Lucero Orozco, reconocida por algunos de los vecinos como la fundadora de la colonia. En 1992, Pedro Arrollo, supuesto dueño de los terrenos, planeó invadirlos. El motivo principal, de acuerdo al testimonio, fue que el gobierno municipal no permitía la venta del terreno.
Por ello, algunos pobladores de la comunidad se organizaron a partir de una serie de asambleas que tuvieron lugar en el antiguo domicilio de la señora Orozco, ubicado en la Colonia Vicente Villada de Ciudad Nezahualcóyotl. Cabe mencionar que Lucero es miembro activo de la Uprez. Entre los asistentes a las asambleas se encuentran miembros de la organización, así como vecinos y conocidos de la señora Orozco. Después de varias discusiones se decidió que, en la madrugada del día 23 de diciembre de 1993, irrumpirían en los terrenos que hoy se conocen como Techachaltitla.
Un año se contempló la posibilidad en varias ocasiones, para ver si podíamos realizar la ocupación de los terrenos por la vía legal, pero no se pudo. Fue entonces cuando decidimos ingresar a los terrenos de forma ilegal y el año 1993 invadimos Techachaltitla.
Considero que fue una autoinvasión por parte del señor Pedro Arrollo, el dueño de todo esto. Debido a que el ayuntamiento de Los Reyes La Paz no dejaba fraccionar los predios y la poca gente que le había comprado al señor Arroyo, la sacaban y encarcelaban. Por ello se hizo la autoinvasión. (Miguel, 53 años)
Los habitantes desconocen qué significa el nombre de Techa y cuáles son sus linderos, sin embargo, estos predios son considerados por el Ayuntamiento de Los Reyes La Paz como reserva ecológica. La señora Leticia López menciona que en sus inicios se le denominó Luis Donaldo Colosio, debido a que en aquella época se encontraba el candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en campaña para la Presidencia de la República. El nombre de la colonia forma parte de una cultura política ampliamente promovida por el entonces partido en el poder, cuya gestión durante 70 años se había basado en el corporativismo y la dotación de prebendas a la población a cambio de su lealtad política.
Incluso las primeras combis que subían decían “Colosio”. Después encontraron documentación con el nombre de Techachaltitla y para no hacer más trámites y papeleo se decidió que así se le quedaría el nombre a la colonia. (Leticia López, 44 años)
Desconocemos qué significado tiene Techachaltitla. No estoy enterado. Se preguntó a los vecinos qué significa, pero no se tiene el conocimiento. Algunos mencionan que es piedra bajo tierra o piedra bajo el agua. Otros que significa Piedra enterrada. (Miguel, 53 años).
Los fundadores de Techa son migrantes provenientes de diversos estados de la República y del Distrito Federal. Algunos residentes llegaron a la colonia procedente de Oaxaca, Puebla, Veracruz, Hidalgo, Guerrero; otros más llegaron de Ciudad Nezahualcóyotl y del Distrito Federal, provenientes de colonias populares, como Tepito, Morelos, unidad Vicente Guerrero y de Azcapotzalco. Existen diversos motivos por los cuales ellos decidieron abandonar su lugar de origen e ingresar y poblar una colonia. De tal manera las evidencias recabadas demuestran según Oehmichen (2005) que
[…] la migración es el resultado de un conjunto de factores objetivos y subjetivos, que actúan tanto en la expulsión como en la atracción de la fuerza laboral tanto rural como urbana. Estos factores objetivos tienen que ver con aspectos económicos, como la incapacidad de vivir de lo que produce la siembra, la ausencia de alternativas laborales en sus lugares de origen.
El municipio de Los Reyes La Paz es un lugar donde se pueden encontrar mejores oportunidades de empleo, o bien constituye un medio para ingresar a los municipios aledaños, así como al Distrito Federal. Por otro lado, los factores subjetivos se refieren a la percepción de los migrantes en relación a las condiciones y oportunidades de mejorar la calidad de vida. A pesar de que no se cuenta con los servicios básicos —agua, luz, drenaje—, para unas familias, la tenencia de la vivienda garantiza un patrimonio que pueden heredarlos hijos, así como un hogar seguro para vivir y construir un mejor proyecto de vida. Para otras familias, se constituye en un modo de vida, ya que el dinero que obtienen a partir del traspaso de la vivienda es útil para vivir y continuar invadiendo en otros lugares.
La mayoría de los fundadores que vinieron conmigo compartían la necesidad de un hogar propio, una casa que tuvieran nuestros hijos. Otros, que son los que ya no están, se dedicaron a la venta y traspaso de los predios, defraudando a la gente necesitada.
Mi marido y yo no teníamos donde vivir; vivíamos con mis papás. Por ello mi marido decidió que nos viniéramos para estos terrenos. (Clementina, 45 años)
La necesidad, señorita; no teníamos más para pagar renta del cuartito. Aquí esto es nuestro; no nos lo quitan y es mi terreno. (Miguel, 53 años)
Porque no teníamos donde vivir y las rentas estaban demasiado caras. Entonces nos organizamos con dos o tres compañeras que estábamos buscando casa y fue cuando encontramos al dueño. Una persona de aquí mismo que había comprado nos dio el teléfono del señor Arroyo para que nos arregláramos y él nos dijo que no podía vender, pero que había otra opción y le preguntamos cuál y él respondió que la invasión; nosotras le preguntamos cómo hacerlo, él nos dijo que juntáramos gente y la metiéramos y ya. (Señora De Osorio, 53 años)
La experiencia de habitar un asentamiento irregular trae consigo emociones, recuerdos, anhelos y frustraciones para algunos de los invasores, debido a que para la mayoría el vivir en un asentamiento sobre la tierra constituye un sacrificio, una pérdida de la libertad propia o la de algún familiar. En el inicio —y en la actualidad— los pobladores habitaban y construían sus propias casas de cartón, ramas, algunos con tabiques sobrepuestos, plásticos, casas de campaña. De acuerdo con los testimonios, el desplazamiento trae consigo un alto costo moral y físico.
Sí, nosotros dormíamos en una casa de campaña. Como si fuera de indio, nos metíamos a gatas y nos metíamos allí y nos enredábamos con cobijas, cuatro
o cinco personas, para que no, nos entumiéramos, porque el que dormía solo, amanecía con la nariz bien congelada. (Lupita, 45 años)
No había casas. Aquí todo estaba así, puro pino, muy bonito, su olor era muy agradable, pero nosotros necesitábamos una casa para nuestra familia. (Dulce, 48 años)
Cuando empezamos a instalarnos, nosotros mismos abrimos los terrenos a pala y pico. Todo esto, nosotros mismos lo hemos abierto a pala y pico. Te diré entonces: hicimos los caminos; hemos trabajado aquí muy fuertemente desde un principio. Desde que llegamos, siempre fuimos muy unidos para trabajar aquí. (Miguel, 53 años)
Si un vecino salía a realizar faena, salíamos todos a picar piedra. Aquí unos picábamos piedra, otros hacían la comida, otras te llevaban el agua, pero todos y todas trabajamos por tener nuestras casas y la colonia.
[…] Pienso que todos hemos puesto un granito de arena en esta comunidad, todos. Aquí te digo, estas personas llegaron desde un principio igual que nosotros. (Lucero, 48 años)
Para fundar la colonia, la organización vecinal fue imprescindible. Denota los lazos de solidaridad entre los pobladores. Cada uno de los actores sociales tenían definidos sus roles con base en el capital social y cultural. Así, los jefes de familia y los más jóvenes se encargaban de realizar la faena, llevar los materiales para abrir los caminos, mientras las amas de casa administraban la economía, y organizaban a los vecinos.
Se puede decir que empezamos de nada, o sea que de ser… ¡ora sí que no había nada aquí! Este era un lugar solo, sin nada, sin casas, fuimos los primeros que llegamos aquí […] Con la ayuda de mi esposo, cuando llegamos aquí, teníamos un cuartito, que era de lámina. Después, poco a poco hicimos el de aquí, el de tabique; poco a poco, empezamos hacer este. Uno es quien construye su propia casa, entrándole los hijos, la mujer y el esposo. (Señora Dolores, 40 años)
Nos organizábamos a partir de reuniones […] como un comité, una mesa directiva, y se hacían las reuniones cada ocho días para ver de qué forma se podía tener los servicios porque, te estoy hablando del 93 que llegamos, hasta el 94 nos pudieron pasar luz y agua aquí en la colonia cuando llegamos nos la negaban, teníamos que comprar el agua de garrafón, para lavarse y para lo demás. (Miguel, 53 años)
El cambio sociocultural se presenta a partir de las formas objetivas y subjetivas de la cultura al ser un proceso adaptativo y de asimilación con los primeros habitantes. La invención de diversas estrategias para diseñar viviendas, la relación con los vecinos, las costumbres, normas y valores que contrastan con los de otros sectores o grupos que habitan el lugar, permite la continuidad o discontinuidad de la cultura, lo que a su vez forma una identidad en la colonia con base en las diferencias y coincidencias de los sujetos.
La lucha social y la violencia
Los habitantes de Techa son víctimas de una violencia estructural, esta se refiere a la organización económico-política de la sociedad que impone condiciones de sufrimiento físico y emocional desde los altos índices de morbosidad y mortalidad hasta la pobreza, así como las condiciones de trabajo abusivas y precarias; su nivel de vida parte de niveles estructurales que reproducen la desigualdad y la pobreza (Bourgois y Scheper, 2004). Sin embargo, esta no es la única forma de violencia con la que se enfrentan los habitantes de este asentamiento. En la colonia, la violencia es un hecho cotidiano, pues la defensa del territorio se da a partir de la adquisición de la seguridad y del respeto de los otros.
Diego François Infante García
Casa de bareque
Asentamiento indígena wayuu, La Granjita, Barracas, La Guajira, Colombia 18 de abril del 2011
Sí, aquí sí ha habido golpes, bastantes golpes, ¿por qué? Por lo mismo: que mucha gente quiere abusar de los demás y no lo hemos permitido. Los conflictos entre los mismos vecinos que son traicioneros que querían fraccionarnos; y nosotros como comunidad lo defendimos a capa y espada al no dejarnos, incluso nos quedamos a dormir ahí para cuidarla o nos agarrábamos todas las gentes de la mano y lo rodeábamos para que nadie lo tomara; esto durante el transcurso de un año. (Lucero, 48 años)
Tuvimos varios problemas, ¿por qué? Que venían las patrullas y no dejaban que nos quedáramos aquí, porque las torres constituyen un peligro. No nos dejaban entrar. (Don Carlos, 50 años)
Para subir material como el cemento, tabiques, lonas, agua, artículos domésticos, víveres, se encontraban las patrullas, en la parte baja de la colonia, y no nos dejaban, eran varios problemas, pues era hablar con ellos, proporcionarles material, víveres, el poco dinero que teníamos para que nos dejaran ingresar. (Don Carlos, 50 años)
Las autoridades del ayuntamiento nos advertían del peligro de las torres, por la energía y la alta tensión que provoca cáncer o el riesgo de nuestros niños, pero la señora que nos metió aquí nos dijo que no era peligroso, que estábamos bien y ya fue como toda la gente nos empezamos a unir. Nos querían sacar e iba a haber máquinas y que también nos iban a tirar, y así empezó. (Leticia, 44 años)
Después se conformaron varios líderes y empezaron apoyarlos a ellos y dijeron que no nos espantáramos, que no iba a pasar nada. (Dolores, 40 años)
Como se observa en estos testimonios, la violencia cotidiana es producto de procesos sociales más amplios. Estos envuelven determinadas acciones sociales y colectivas en función de las ideas materializadas en las normas, valores y representaciones, además de las conductas motivadas por impulsos, acciones y relaciones sociales. Por un tiempo, doña Lucero fungió como lideresa, en la organización de los vecinos de Techa, lideró las luchas para obtener los servicios públicos y la toma de instituciones por medio de la fuerza. Asimismo, desde la gestión oficial, entabló relaciones con el ayuntamiento y se encargó de la aplicación de estrategias, como la realización de plantones y marchas. Actualmente doña Lucero pertenece a la Unión Popular Revolucionaria Emiliano Zapata (Uprez).
En el grupo en el que estoy es la Uprez hemos desarrollado siempre reuniones. En estas decimos “sabes que falta esto, cómo le hacemos, vamos hacer manifestaciones” […] Tenemos una escuela llamada Rosario Castellanos, que nos costó mucho trabajo hacerla. En el ‘98 […] esa escuela, ese terreno, también se ganó a base de golpes y bueno, de pleitos, porque lo querían fraccionar y nosotros no dejamos que lo fraccionaran. Lo agarramos para nuestra escuela […] Queríamos un dispensario médico, pero hasta ahorita no se ha podido hacer. Los servicios los conseguimos a base de manifestaciones, de tomar a la fuerza el Ayuntamiento, tomar al Organismo de Agua Potable, Alcantarillado y Saneamiento (Odapas). […] En cuanto al servicio de luz eléctrica, tuvimos que tomar dos veces el Ayuntamiento para que nos pudiera liberar el cheque y nos dieran el servicio. Esto se llevó a cabo en tres fases: la mitad del Gobierno de Estado, la mitad del Ayuntamiento y la tercera parte la pusimos los de la comunidad […] En el 2000 aún no se tenían las tuberías para el agua y se hizo el tanque. El Ayuntamiento no concluyó con el servicio. Después hubo cambio de administración en el Ayuntamiento del licenciado Pablo Castellanos. Este Licenciado nos ayudó con la gestión y se concluyó con el servicio de agua, incluso aquí el drenaje […] Los servicios aún no se encuentran en todas las calles. El drenaje se hizo porque los vecinos se unieron y fueron a ver los diputados.
Nosotros mismos tenemos que pagar para que se ponga el drenaje, el material, los tubos. La gente de aquí lo pagó, cada casa […] El Ayuntamiento no pagó nada. Los propios vecinos se organizaron para meter el servicio y el agua. Tuvimos el agua o las conexiones del agua. Fue porque nosotros tomamos a Odapas, cerramos la carretera y ya fue cuando nos vinieron a poner el agua. Desafortunadamente siempre, siempre por las malas, por las malas. (Lucero, 50 años)
La relación contradictoria y conflictiva con las instituciones del Estado es notoria. La invasión no permitió una planeación de la colonia, por lo que la lucha por los servicios de salud, iglesias, centros de recreación, parques, dispensarios médicos, mercados públicos o alguna lechería, continúa. Esta disputa se da a partir de algunas formas de organización, tales como el Consejo de Participación Ciudadana (Copaci).
Para obtener algunos servicios, la población debe trasladarse a La Magdalena, colonia aledaña. Solo existe un lote donde se ubican tres instituciones educativas: jardín de niños, primaria y secundaria, donde los alumnos estudian hacinados, en un espacio sin piso, ausencia de aulas, pizarrón, butacas o material didáctico.
En este espacio se perciben algunas tensiones en las relaciones vecinales, entre las que las más fuertes se identifican, la lucha por el poder de manejar la colonia, sin importar que existan organismos cívicos, la confluencia de los diversos agrupamientos identitarios, así como la privación de la libertad, secuela de la invasión. Como la señora Lucero relata en su testimonio.
Mira, cuando esto sucedió fue en el 95. La pasábamos muy bien, sí, pero por lo que sucedió fue que nos dividimos. Esta persona empezó a atacarme sin ningún motivo. No sé cuál fue el motivo; creo yo que fue pura envidia. Considero que no soy una persona, digamos buena, noble, pero tampoco deseo mal a nadie. No me gusta estarme peleando con los vecinos. Ellos fueron quienes me acusaron de muchas cosas, sin comprobármelo y yo nunca les hice nada […] En el noventa, pero yo digo que esto fue político, porque yo estaba trabajando con muchos compañeros que estaban en el PRI. Cuando sucedió esto, estaba en este cuarto solita. Aún no se construía nada; solo se encontraba este cuarto solito […] No me di cuenta, y en esta parte había varios policías. Me encontraba rodeada, había paneles, como si fuera una narcotraficante. Pensé “No, Dios me libre, qué sucede” y yo me fui sola, porque la colonia de Altavista, la colonia Palmas, la colonia de la Hank González, me apoyaban. Éramos cinco colonias unidas, donde si pasaba algo una tenía que apoyar a la otra colonia. Nos uníamos todos y vamos a defender […] Entonces cuando empezaron a tocar campanas y empezaron a tocar todo, se hizo un desastre y mis niños me abrazaban, porque aquí había varios vecinos y gente a mi alrededor. Por ejemplo, imaginé que si iba a haber más violencia, nos iban a matar […] pensé en mis hijos y muchas cosas y yo me quería salir […] Fueron dos años, dos meses, cuatro horas. Entré el 13 de abril y salí un 13. El proceso que estuvimos allí. Mira, del proceso que estuve allí adentro, yo sufrí mucho porque, estaban mis hijas solas; una tenía 7 años, otra 5 o 6 años y la otra tenía 4 años […] Ellas se quedaron primero con un familiar, pero […] las trataban mal y ya después una compañera se las llevó. Yo les di la custodia y ellas las tuvieron antes. Por ese lado sí estaba preocupada, pero por lo demás no. (Lucero, 50 años)
La violencia contra algunos vecinos y líderes que encabezaron la invasión se agravó apenas se dio la fractura al interior de la organización. La lucha por el poder, la competencia y el control de la colonia constituyen una amenaza constante, lo que trae consigo una división de grupos políticos y de choque. Doña Lucero considera la violencia de la cual fue víctima y victimaria en la cárcel como una experiencia positiva y un aprendizaje, debido a que el respeto, la imposición y oposición no solo le ha servido de estrategia de supervivencia en el reclusorio, sino que constituyen ejes y prácticas para la supervivencia en la colonia. De ahí se desprende que la violencia estructural se materializa en las prácticas cotidianas, la lucha por la imposición y el respeto de su familia y de los vecinos.
Yo aprendí mucho allá adentro. La cárcel no es, como te diré, de disciplina, respeto y el que no la acata, ya sabe las consecuencias. La convivencia con la compañeras depende, si tú te dejas, te acosan, pero si no te dejas hasta te respetan […] Logré el respeto, pues imponiendo, imponiéndote, imponiendo tu voluntad. Bueno, oponiéndote, cuando a ti te agreden, pues ni modo que pongas la otra mejilla, ¿verdad? (Lucero, 50 años)
La violencia en el sistema penitenciario se presenta con diversos matices, pero la que más percibe doña Lucero es aquella que se ejerce entre las mismas mujeres dentro de las prácticas cotidianas. La convivencia se construye mediante insultos, humillaciones, incluso, acoso sexual y golpes. De ahí que la violencia tenga también un fuerte componente de género.
Es algo normal. Yo creo que ahí adentro se agreden más con las palabras, que con golpes; aunque también los hay; incluso el acoso sexual; pero no te tienes que dejar. Aprendes a defenderte, no confías en nadie. La que sale triunfadora es la que gana. Yo creo que ellas creen que el estar en la cárcel no es del débil, es del más fuerte. Sí, yo aprendí mucho adentro, a valorar muchas cosas […] Cuando salí, el 13 de junio del ‘97, me dirigí a una casa. No subí hasta aquí, me fui a la casa, donde estaban mis hijas […]
Reconocieron que era injusto que estuviera en la cárcel y yo subí […] del brazo del presidente municipal que es el doctor Gabriel Ruiz, a esta comunidad. Se me hizo una gran fiesta en esa casita. Después de todo lo que pasé me siento satisfecha conmigo misma. Mis hijas también se sienten orgullosas y satisfechas, porque he sacado adelante mi colonia, mis hijas yo sola. (Lucero, 50 años)
De alguna manera, testimonios como este muestran el orgullo y la dignidad que la lucha urbana otorga a los habitantes pobres de la ciudad, pues a pesar de haber estado en la cárcel, los individuos que estuvieron recluidos consideran que sus acciones fue justas y cumplieron, en cierta medida, con una de sus aspiraciones: tener una vivienda.
Sin embargo, los jóvenes también tienen un papel relevante en la violencia que se ejerce en estos barrios marginales. Las causas de esta violencia están generalmente relacionadas con la imposición de respeto entre pandillas, las disputas particulares entre bandas y la venta de drogas. Además, se debe tener en cuenta que muchos jóvenes, sobre todo aquellos que regresan de Estados Unidos, tienen experiencia previa de violencia entre pandillas, por lo que no son aceptados por la comunidad de la colonia. El robo es otra de las cuestiones que preocupan a los vecinos, como lo señalan en sus declaraciones.
La colonia es como un hoyo, un ojo del huracán. (Martín, 49 años)
Mira, hay inseguridad… Ahorita se ha calmado, porque en un principio empezó la inseguridad. Desde la administración pasada entraban se metían a asaltar a las personas, a sus casas en las noches, precisamente. (Lupita, 45 años)
La violencia estructural se traduce en los reclamos, carencias del sistema de seguridad y en la falta de empleo que manifiestan los vecinos ante situaciones de conflicto. Este hecho produce reacciones cada vez más violentas contra aquellos que ponen en peligro su integridad y seguridad.
Se metían a asaltar. Había inseguridad. La gente tenía miedo, se iban a la leche, las asaltaban allá abajo a las seis de la mañana; les quitaban su leche, su dinero. Entonces lo que hicimos fue organizarnos entre vecinos y empezar hacer rondines. (Lupita, 45 años)
Nosotros decidimos los rondines de la noche de las 11: 00 de la noche a 6:00 de la mañana, entre lotes y todo. ¿Para qué? Para que se terminara un poquito esa inseguridad y, gracias a Dios, como que lo hemos logrado […] Nosotros fuimos al Ayuntamiento y exigimos seguridad, porque si encontrábamos a alguien robando los íbamos a colgar. Después de eso nos mandaron la seguridad y ahorita ya más o menos pasan las patrullas y todo eso, pero antes no. (Lucero, 50 años)
En la colonia, al igual que en el resto del municipio, existen pocos espacios de recreación para los niños y jóvenes. Esta población es expulsada a la calle ante la ausencia de una vivienda digna, educación, bajos ingresos y el hacinamiento. Esto se traduce en actitudes y acciones violentas de los jóvenes, quienes, en sus momentos de ocio, se reúnen en las calles, debido a que no existe otro lugar para hacerlo.
También algunos jóvenes se venían a tomar. Sacaban sus grabadoras y no sé de dónde bajaban un gran número de jóvenes. Lo malo es que después de beber cervezas se ponían muy locos e incluso se peleaban y asaltaban a los que pasaban por ese lugar. Entonces nos reunimos y decidimos echarlos para la barranca, como a palazos, machetes y balazos. Solo así […] se fueron y ya no hay inseguridad. (Clementina, 45 años)
Según los índices de marginación del Consejo Nacional de Población y Vivienda (Conapo) observamos que Techa sufre altos índices de marginación y exclusión.
Mira, en nuestra calle, apenas va a entrar en estos días, en la calle principal, el drenaje. La calle que está al lado ya tiene drenaje; la segunda calle al final es la que falta, es la de las Torres. La luz eléctrica, al parecer, ya está en toda la colonia, aunque hay callejones y la parte de la barranca que no se tiene. Falta la pavimentación, pero esperemos que, con ayuda de Dios, nos la pongan, porque la colonia de las Palmas se creó después de esta y ya se encuentra pavimentada con todos los servicios y aquí no sé por qué razón aún no.
Seguimos organizándonos. No importa si es con tal o cual partido, lo importante es que, como vecinos, nos organicemos y vayamos al Ayuntamiento o hasta Toluca para que nos proporcionen todos los servicios y tener nuestra colonia bien. (Leticia, 44 años)
Las prácticas culturales son entendidas como un conjunto de elementos cotidianos concretos o ideológicos —sean políticos o religiosos— determinados por una tradición o herencia con base en normas y valores familiares o de un determinado grupo (De Certeau 2006 7). La vida comunitaria de los habitantes trascurre entre festejos, asambleas, prácticas de comunicación, oficios y la actividad productiva de las amas de casa.
Mira, lo único que hacemos de manera colectiva son faenas, los festejos de San Judas Tadeo el 28 de cada mes. Es muy común el festejo de los quince años de las señoritas, su baile, la misa. Algunos, los que les gusta y saben lo político, se reúnen en las asambleas que se anuncian a partir de los cohetones. Si escuchas uno de ellos, ya se sabe que son los del partido, del PRD, que es su forma de convocar a la gente. (Miguel, 53 años)
Otra actividad, bueno, de amas de casa, pues, sí, los niños que estudien, otras que se van hacer aeróbic y así, otras se dedican a pelar nueces —se les paga por costal—, otros son sonideros, hojalateros, carpinteros. Muchos oficios hay en Techa y, claro, otros son vagos y rateros; tienen tienditas. (Lucero, 50 años)
De los miembros fundadores de la colonia, como los llaman los mismos pobladores, quedan muy pocos. Hoy día la mayoría de los vecinos son de traspaso: personas que consiguieron su vivienda después del proceso de invasión de los terrenos, adquisición se logra mediante la venta. Actualmente, habitan 360 familias8 en la colonia (Consejo de Participación Ciudadana 2007); la mitad de estas son de emigrantes que se han marchado a los Estados Unidos. El abandono temporal de las viviendas no es una preocupación, pues se ha construido una comunidad sólida mediante los lazos de vecindad, que permiten que se tenga confianza y respeto a los bienes ajenos. Además, el hecho de que un habitante viaje a Estados Unidos implica que la incorporación de remesas como fuente de ingresos en las familias, lo que contribuye a mejorar sus viviendas.
Somos alrededor de 360 familias. Las personas de aquí también son nuevas. No hace mucho que llegaron, porque los demás se fueron a Estados Unidos, y varios de por aquí. Los terrenos de los vecinos y conocidos se lo respetamos y lo cuidamos. (Lucero, 50 años)
Pero los jóvenes que presentan la migración de retorno9 muestran las características específicas que conllevan los procesos de socialización reflejados en los agrupamientos identitarios juveniles10
La mayoría de los jóvenes pretende irse de mojado a la aventura, a probar suerte. Algunos lo logran y les mandan su dinerito a sus papás y sus casitas se encuentran en mejor estado, mejor construidas, pero otros los regresan por hacer sus maldades. ¿Sabes? Roban. Lo bueno, por una parte, es que los regresan; lo malo es que, pues, traen todas sus ideas, sus maldades, su moda y empiezan a ser su bandita en la colonia. (Lucero, 50 años)
El testimonio de la señora Lucero permite observar que las viviendas son el resultado de una lucha social y de violencia, en la que los proyectos de vida no se limitan exclusivamente a la colonia. Se visualiza a la familia como eje fundamental del lazo social. El aprendizaje y las experiencias derivadas de estos procesos configuran las expectativas de vida, los sueños y las reivindicaciones en diversos planos, como, por ejemplo, el de la mujer, madre de familia y lideresa de una lucha social por la vivienda.
Me ilusionaba tener una casa, una colonia bien organizada, creo que lo estamos logrando paso a paso con el grupo. De hecho, ya casi tenemos todos los servicios, aunque todavía nos falta la pavimentación. (Lucero, 50 años)
Conclusiones
La historia y el espacio social de Techa deja entrever los procesos políticos, sociales, y culturales entrelazados en la cotidianidad de los sujetos inmersos en la ciudad, como una posibilidad de creación de espacios en los cuales la organización se presenta por la necesidad y la exclusión social que ellos experimentan.
La resistencia objetivada en las acciones y pensamientos se fortalece por el contacto con otras manifestaciones de cultura a causa de la gran diversidad de pobladores que fundaron la colonia. Dicho proceso de cambio sociocultural genera a la vez continuidad y descontinuidad en los procesos formativos de la colonia, puesto que se presentan fracturas en las tradiciones culturales de los habitantes debido a sus procesos de marginación social, inmigración, modificación de los roles tradicionales del papel de la mujer, de sus actividades y su incorporación al trabajo informal.
La posición de los habitantes de la colonia en el espacio urbano ha permitido incorporar diversos oficios informales y habitar sus viviendas en condiciones de marginalidad. Empero, las redes vecinales generan un capital cultural y social que reivindica y fortalece su condición de sujetos marginados como sujetos en constante lucha por la administración y gestión de servicios. Pone, además, a los habitantes como portadores de una transformación social en beneficio de la colonia. Dichos vínculos no se limitan a una sola colonia. Recordemos que la fundación de Techa se originó gracias al movimiento de la Unión Popular Revolucionaria Emiliano Zapata (Uprez), cuya fortaleza se basa en sus miembros, en la necesidad de una vivienda y en las alianzas negociadas como medio de control y de lealtad entre sus integrantes, no obstante existen fracturas que reproducen luchas frontales que, en ocasiones, desembocan en el encarcelamiento de algunos líderes.
A partir de nuevas colonias, que nacen como asentamientos irregulares, los procesos de urbanización reestructuran la ciudad en medio de una profunda crisis económica. En dichos asentamientos, la organización y participación de los sujetos sociales se evidencia en la lucha por los servicios públicos. Esta organización, sin embargo, pierde sentido apenas surgen intereses individuales y estallan conflictos que confinan la continuidad de la organización colectiva.
Considero que, en la actualidad, estas organizaciones y luchas por la vivienda muestran su eficacia y capacidad de organización, lealtad y solidaridad frente al Estado en tiempos y contextos específicos. Por otro lado, los pobladores son excluidos por la dicotomía entre los procesos de inclusión y la exclusión. Por una parte, se incorporan algunas actividades productivas y educativas; por otra, se observa la exclusión en las condiciones en las que se habitan sus viviendas, escuela y tipo de empleo.
La segregación espacial acentuada al oriente de la Zona Metropolitana de la Ciudad de México, con base en el capital económico, social y cultural, constituye procesos complementarios que dan cuenta de las condicionantes estructurales que producen, por un lado, la creación de una colonia y la emergencia de algún tipo agrupamiento juvenil; por el otro, dan cuenta de los procesos migratorios y condiciones específicas en las que viven y habitan los jóvenes.
Lo anterior da la pauta para abrir ejes de análisis de procesos sociales como la migración que da origen a la conformación de nuevas identidades y formas de habitar la colonia.
1 Algunos exponentes del Trabajo Social Contemporáneo, Olga Velez Restrepo, Teresa Matus, Natalio Kisnermann, Margarita Rosas Pagazas, Nelia Tello, Silvia Galeana de la O, entre otros.
2 “Un ejemplo de ello es el individualismo y la actitud de competencia de los indios pies negros recuerdan mucho más los sistemas de valores urbanos de los norteamericanos que los de los indios zuni” (Lewis 1971 20).
3 Tradiciones tales como la práctica de la faena, el vestido, la comida, la educación de las hijas.
4 Los estudios urbanos de mediados del siglo XX utilizaron la metáfora de la “mancha de aceite” para dar cuenta del proceso de suburbanización o periferización. De manera más intensa desde los años setenta —por citar un ejemplo— las ciudades americanas empiezan a expandirse mediante la construcción y expansión de suburbios en la periferia. Así entonces, se configura una forma espacial diferente a lo conocido por el habitante de la ciudad hasta entonces. Tiempo después el vocabulario urbano especializado generó la expresión “mancha urbana” como derivación de la mancha de aceite que se extiende en el territorio (Lindón, Aguilar y Hiernaux 2006 22).
5 Datos proporcionados por el Consejo de Participación Ciudadana en junio del 2008.
6 El chinelo es un traje tradicional usado en el estado de More-los y en el sur del Distrito Federal. El tradicional baile Chinelo tiene su origen en la sátira que elaboraban los indígenas y mestizos al utilizar trajes y máscaras rosadas con un mentón muy prominente, de esta manera se hacía alarde de los “hombres blancos”. Los primeros Chilenos aparecen en Tlayacapan, Jiutepec, Yautepec y Atlatlahuacan.
7 Crecimiento gradual, permanente y con dinámicas de poblamiento progresivo, que se diferencia de las grandes invasiones. En algunos casos, el crecimiento hormiga se relaciona con la sustitución de bosques por tierras de cultivo, tierras que posteriormente se transforman en áreas urbanas.
8 Dato proporcionado por el consejo de participación ciudadana en entrevista realizada el día 18 de diciembre del 2007.
9 La migración de retorno se encuentra dentro de la tipología del flujo migratorio. Esta constituye la etapa final del proceso. En todos los casos, esta puede ser ocasionada por una migración voluntaria, trabajo temporal, migración forzada, y deportaciones.
10 Entiendo por agrupamientos identitarios juveniles una categoría de análisis que permite establecer fronteras no solo conceptuales, sino a partir del trabajo empírico, para dar cuenta de la heterogeneidad de culturas juveniles. Es claro, entonces, que no es lo mismo tribu urbana, pandilla, banda, grafitero, comunidad emocional, red de amigos, entre otros.
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Bibliografía complementaria
García Canclini, Nestor (coord.). La Antropología Urbana en México. México: Fondo de Cultura Económica (FCE); Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), Editorial CNCA, 2005
Vélez Restrepo, Olga. Reconfigurando el Trabajo Social, perspectivas y tendencias contemporáneas. Buenos Aires: Espacio Editorial, 2003.
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