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- 2024-03-12 (2)
- 2023-07-01 (1)
I am Evelyn Amony. Reclaiming my life from the Lord’s Resistance Army (Women in Africa and the diaspora) (Reseña)
DOI:
https://doi.org/10.15446/ts.v25n2.107889Palabras clave:
Género, Mujeres excombatientes, Uganda (es)Reseña crítica del libro autobiográfico: I am Evelyn Amoni, editado por Erin Baines.
En diciembre de 1994, cuatro meses después de haber sido raptada y de perder todo contacto con su familia, “Betty Ato” fue llevada por sus captores desde los campos de su natal Parabongo (Atiak, norte de Uganda) a una casa al otro lado de la frontera con Sudán del Sur. La orden, detrás de este traslado, vino directamente de Joseph Kony, líder de la organización subversiva de inspiración teocrática-nacionalista conocida como Lord’s Resistance Army, (LRA, Ejército de Resistencia del Señor) que, desde 1987, ha jugado un papel de oposición armada al gobierno de Yoweri Musevini, presidente de Uganda desde 1986 hasta el presente. Para entonces, “Betty” tenía doce años y, dos años más tarde, pasó de ejercer labores de servicio doméstico a ser una de las cinco esposas de Kony, quienes vivían en esa misma casa, aunque ella alcanzó a saber de otras 22 esposas (reportes no oficiales hablan un total mayor a sesenta). Una mañana de 2011, luego de que la operación militar Iron Fist (Puño de Hierro) pusiera fin a su cautiverio en 2005, la mujer, antes conocida como “Betty”, enciende el equipo para grabar otro de los cientos de relatos en los que narra su experiencia de reclutamiento forzado, siempre empezando con la misma frase: “Yo soy Evelyn Amony”, marcando así la reapropiación de su historia.
I am Evelyn Amony es producto del proyecto Ododo Wa (“Nuestras historias”, en la lengua luo), que se desarrolló bajo la coordinación de la Unidad de Justicia de Género de la organización ugandesa de base Justice and Reconciliation Project (JRP), con el acompañamiento de la profesora Erin Baines de la University of British Columbia (Vancouver, Canadá). Su propósito fue la recuperación de las historias de mujeres cuya participación en la guerra en Uganda está ligada, para una vasta mayoría y desde antes de los quince años, a situaciones de rapto, reclutamiento forzado, esclavitud sexual, matrimonios y maternidades forzadas, pero también al ejercicio de su capacidad de agencia en la preservación de su identidad y en sus roles como combatientes, cuidadoras, enfermeras y, sobre todo, como testigos de la guerra.
Así, construido a partir de una metodología sensible a la tradición oral propia del pueblo Acholi, el libro presenta una narrativa en primera persona donde la cronología del conflicto se entreteje con la complejidad de las emociones vinculadas a las experiencias de supervivencia, trauma, pérdida y desarraigo. De esta manera, ante la imposibilidad de escapar de la experiencia ya vivida, Evelyn reclama su historia de entre el anonimato de las grandes metanarrativas de la guerra (vengan estas de fuentes académicas, oficiales o del mismo grupo armado), para afirmarse a sí misma “como sujeto de la historia antes que su objeto” (XXV, traducción propia).
Los siete capítulos que componen este libro están articulados alrededor del posicionamiento de su protagonista como cuidadora y como madre, llevando a un recorrido de la memoria el cual le permite, por los detalles de la cotidianidad, encontrar los elementos necesarios para conectar las fisuras que la guerra ha dejado en su identidad. Parte de un breve recuento de lo que fue la relación con su propia madre durante su infancia, donde los recuerdos de momentos felices parecen ser más bien pocos y manchados por las constantes amenazas y los abusos tanto de la subversión como de la fuerza pública, pero de los que aprehendió valores como la obediencia, la verdad y el esfuerzo. Al igual que en muchos otros casos en Uganda, esta socialización fue interrumpida en forma temprana, la tarde en que ella y otros tres menores de quince años fueron raptados por miembros del LRA mientras caminaban de regreso del colegio a su casa. Allí emerge una mezcla compleja de miedo a sus captores, pero a la vez de lealtad y de dependencia física y emocional, desde donde aún es posible ejercer de alguna forma de resistencia moral y de protección: al usar el nombre “Betty Ato” durante los 11 años de su cautiverio, el grupo armado nunca pudo rastrear a la familia de Evelyn para extorsionarla.
Al poco tiempo, siguieron las experiencias de servidumbre, matrimonio y maternidad, cuyo carácter forzoso no minó la dedicación y el cuidado de Evelyn por las tres hijas que concibió, pero que entran en choque con las disputas de poder al interior de la relación polígama y de lo que representa ser una de la coesposas del comandante de la organización, cuyo liderazgo se funda en elementos militares, religiosos y espirituales. Desde su perspectiva cultural y su mirada como cuidadora, Evelyn cuestiona los elementos que perpetúan la guerra a partir de sus encuentros con los combatientes de uno y otro bando: hijos de alguien, amados por alguien, extrañados por alguien y, en definitiva, miembros de un mismo pueblo y agotados hasta el extremo por los rigores de la guerra.
En 2005 Evelyn es capturada durante una operación militar conjunta entre Uganda y Sudán del Sur contra el LRA y es incluida en un programa de resocialización y reunificación familiar. Evelyn se presenta ante su familia con dos de sus hijas (la tercera se perdió en un combate y aún la busca) y otra niña que adoptó luego de que su madre (otra de las coesposas de Kony) muriera en combate. Pero, dado que entre los Acholi el linaje familiar, los derechos patrimoniales y otras formas sociales y culturales del cuidado tienen una definición patrilineal, Evelyn también debe presentarse con sus tres hijas ante la familia de Kony. Esta historia se torna entonces en un caso emblemático de las dificultades que enfrentan las mujeres que regresan de la guerra en Uganda: la desconfianza de parte de la familia y la comunidad, el cuestionamiento a la sinceridad de sus intenciones de desvinculación del grupo armado, las dudas sobre la paternidad de los niños que traen consigo. Se configura así una nueva cotidianidad donde su protagonista se confronta con el desarraigo, el desempleo, la crianza de sus hijas por su propia cuenta, el cuidado de sus hermanos menores (según la responsabilidad que la tradición Acholi les atribuye a los hermanos mayores) y el duelo por todas las posibilidades cuya realización fueron violentamente interrumpidas.
Sin embargo, en el proceso de reapropiación de su historia, Evelyn se abre nuevas posibilidades de futuro a partir de su participación, entre 2006 y 2008, en los diálogos de paz de Yuba (Sudán del Sur), donde se esperaba que ella y la madre de Kony convencieran al líder subversivo de llevar el LRA a su desmovilización -“¡Cómo es que relaciones íntimas y personales dan forma a discusiones políticas tan cargadas!”, anota la editora del libro (XXIX, traducción propia)-. A pesar del fracaso de estas negociaciones, el liderazgo de Evelyn no pasó desapercibido. En 2011 fue invitada a participar en la creación de la Red de Apoyo a Mujeres de la Unidad de Justicia de Género del JRP, la cual brinda acompañamiento a mujeres excombatientes en la identificación del linaje paterno de sus hijos y en la recuperación de relaciones familiares, una labor que también incluye el contacto con diversas comunidades y diálogos alrededor de temas como justicia y reconciliación: “Hoy puedo ir y hablar con cualquier comunidad sin tener miedo. El trabajo que hacemos con la comunidad nos trae mucho consuelo. Nos dicen que no lloremos, que ellos ya lloraron por nosotras cuando nos raptaron” (p. 169 - traducción libre).
Además del recorrido por este proceso de reapropiación de una historia de vida, I am Evelyn Amony plantea una serie de preguntas relevantes acerca de la ética del trabajo y la investigación con mujeres excombatientes, y de la presentación de tal trabajo a una audiencia de carácter global. Evelyn grabó cientos de relatos en luo (la lengua de los Acholi), en primera persona y sin ningún orden ni cronología estipulada de antemano. Una vez transcritos y traducidos al inglés, la editora se dio a la tarea de ubicar estos relatos en el contexto histórico de la guerra, a partir de una línea de tiempo personal, construida alrededor de eventos destacados por su misma protagonista: embarazos, nacimientos y los movimientos del grupo armado de un lugar a otro. Contando con la participación y la verificación de Evelyn en cada paso, el reto de este trabajo fue asegurar la preservación de su voz y de la forma en que ella transmitía la complejidad de las emociones asociadas a su experiencia, no necesariamente su significado, presentando así una verdad como se vivió. De esta manera, el relato de la experiencia, de su encuadre en la historia de vida y de su ubicación en el marco más amplio de la historia se constituyen en una intervención en sí misma.
“¿Para qué sobrevivir? Para contar esta historia”, dice Evelyn, indicando que también quiere que sus hijas entiendan por qué su padre no está con ellas como pasa en otras familias. Y después añade: “Una vez que esté escrito, permanece allí para siempre” (XIII, traducción propia).
Referencias
Amony, E. (2015) I am Evelyn Amony. [Erin Baines, ed.] Madison: University of Wisconsin Press
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