Historia y sociedad

La revista Historia y Sociedad se complace en presentar su número 34, el cual viene con cambios en su cuerpo editorial y en su imagen. Nuestro anterior director, Darío Acevedo Carmona, dejó el cargo en virtud de su jubilación. A él nuestro agradecimiento por su juicioso apoyo durante los cinco años y medio en que nos acompañó (2012-2017). Gracias a su aporte pudimos darle continuidad a este proyecto que surgió hace 23 años por iniciativa del profesor Luis Antonio Restrepo Arango, pero que gracias al compromiso de cada uno de sus directores ha logrado consolidarse dentro de la comunidad científica nacional e internacional. En su reemplazo el Consejo de Facultad nombró al doctor en Historia Orián Jiménez Meneses, profesor asociado de la Facultad de Ciencias Humanas y Económicas de la Universidad Nacional de Colombia (Sede Medellín) y coordinador de la Maestría en Archivística y del Laboratorio de Fuentes Históricas de la misma entidad. Respaldado por su amplia experiencia en historia colonial, geografía histórica y paleografía, este destacado investigador dirigirá a partir de esta edición los retos de este espacio divulgativo.

Por otro lado, y con motivo de los cambios en la dirección de la revista, del cumplimiento en periodos de rotación y de necesidades en los procesos de indexación, también fue actualizado nuestro Comité Editorial. A los integrantes salientes les manifestamos un sincero reconocimiento por su profesional y valiosa participación, la cual contribuyó a posicionar nuestra publicación en el campo de las humanidades. El nuevo Comité está integrado por investigadores colombianos, latinoamericanos y europeos de reconocida trayectoria académica. Ellos son el doctor Edgardo Pérez Morales (University of Southern California, Estados Unidos), el doctor Guilherme Paulo Castagnoli Pereira das Neves (Universidade Federal Fluminense, Brasil), la doctora Hilda Sabato (Universidad de Buenos Aires, Argentina), el doctor Javier Moreno Luzón (Universidad Complutense de Madrid, España), el doctor Juan David Montoya Guzmán (Universidad Nacional de Colombia, Sede Medellín), la doctora Marcela Ternavasio (Universidad de Rosario, Argentina), la doctora María Antonia Peña Guerrero (Universidad de Huelva, España), el doctor Matthew Brown (University of Bristol, Reino Unido) y el doctor Renán Silva (Universidad de los Andes). A este nuevo grupo le damos la bienvenida, convencidos de que su presencia enriquecerá el desarrollo de Historia y Sociedad en este momento coyuntural de su evolución.

Las políticas de indexación nos animan a renovarnos para fortalecer nuestra publicación y asegurarnos que su relevancia como referente científico se acreciente en el largo plazo. Por tales razones hemos ajustado nuestra imagen, otorgándole dinamismo, sofisticación y atractivo, en un contexto que también nos exige mantenernos vigentes desde el punto de vista estético, una variable nada despreciable en el horizonte contemporáneo. Además, es una oportunidad ideal para aprovechar los repositorios visuales albergados en esta sede de la Universidad Nacional. Conservando nuestro sello editorial, procuraremos que cada nueva edición nos sorprenda con una pieza seleccionada especialmente para la revista. Al respecto queremos agradecer a la coordinadora editorial de Historia y Sociedad, Daniela López Palacio, a la coordinadora de revistas del Centro Editorial, Ana Pérez, y a la diseñadora de la Facultad Melissa Gaviria Henao por su atinado trabajo en esta iniciativa.

Los contenidos ofrecidos en esta oportunidad se inscriben en la noción de Tema Libre. Los resultados son heterogéneos pero hay un claro predominio de las investigaciones situadas en los siglos XIX y XX y una inclinación por la nueva historia política, es decir, aquella que apela a nuevos enfoques (los lenguajes políticos, los estudios de redes y la prosopografía) para analizar sujetos políticos (individuales y colectivos) y a nuevas fuentes (registros pictóricos, literatura) con el fin de iluminar desde ángulos originales fenómenos políticos tradicionales como la Violencia o los usos que se ha hecho de los próceres de la patria. En ese sentido se ubican los aportes de Eliana Fucili, Joan Manuel Largo, Santiago Robledo y Rosa Carolina Jaramillo. Cada uno de estos artículos está sólidamente sustentado por registros oficiales de archivos locales, censos, publicaciones periódicas, colecciones museológicas y cuidadosos estados del arte que les permiten confrontar y corregir empíricamente anteriores interpretaciones, tanto para el caso argentino (Mendoza) como para el colombiano (Cali, Antioquia y Bogotá). Compartiendo temporalidades pero abordando objetos de estudio diferentes se encuentran las contribuciones de María Fernanda Vásquez y Amanda Ciafone. La primera de ellas trató la injerencia de la teoría de la degeneración en la renovación del discurso psiquiátrico colombiano durante la primera mitad del siglo XX. Basándose en el análisis de tesis de medicina, Vásquez concluye que esa teoría llevó a colectivizar las causas de la enfermedad mental: estas no respondían solamente al ámbito patológico subjetivo sino que estaban directamente asociadas a los comportamientos colectivos. Según esta visión, tales afecciones se originaban en vicios sociales, en este caso, los del pueblo colombiano.

La particularidad de esta apropiación radicó, por tanto, en que las enfermedades mentales dejaron de ser un asunto biológico y clínico para convertirse en un problema político. Por su parte la investigadora estadounidense Amanda Ciafone utiliza la publicidad, la prensa y los archivos institucionales para aproximarse culturalmente a la historia empresarial desde una perspectiva trasnacional. Su objeto de estudio es la introducción de The Coca-Cola Company en los circuitos de producción y consumo de Colombia. La autora sostiene que esta incorporación fue más temprana de lo supuesto hasta el momento, pues esta habría ocurrido en los años de 1920. A partir de esta constatación Ciafone toma el concepto de franquicia para discurrir sobre las relaciones entre aquella multinacional y las élites políticas y económicas colombianas, así como para estudiar las tensiones fácticas y simbólicas suscitadas por esa presencia en el proceso de industrialización nacional -y quienes abogaban por su defensa frente a invasiones extranjeras- y la instalación de patrones consumistas norteamericanos. Afín al análisis cultural pero ubicado en un periodo lejano, nos encontramos con el trabajo de Juan David Figueroa quien recupera el género de las relaciones escritas en el siglo XVI en el marco de la conquista del Nuevo Mundo. El autor se concentra en los textos escritos por Gonzalo Jiménez de Quesada y sus capitanes entre 1539 y 1550 para describir el Nuevo Reino de Granada. A diferencia de otros enfoques que toman los sucesos allí consignados como fuente, Figueroa pretende revisitar las relaciones considerando no solo el contenido sino la forma, con el fin de desentrañar a la luz de lecturas intertextuales y de bibliografía contemporánea su lugar de enunciación y, por tanto, las condiciones de producción y circulación que contribuyeron a crear un imaginario épico en torno de estos autores y a consolidar ciertos temas relativos al territorio, los recursos y los pobladores como convenciones de este género.

La revista completa su composición con las secciones de reseñas y documentos. En la primera de ellas, Nancy Yohana Correa comenta un libro sobre la representación contemporánea de la identidad colombiana en el cine. Por su parte en la sección documental traemos un comentario crítico y la transcripción realizada por Orián Jiménez Meneses y Daniela Vásquez Pino del testamento otorgado por el cacique don Gaspar Zanipatín, en 1602, en la Real Audiencia de Quito. Este testimonio es importante porque recupera manuscritos totalmente desconocidos (no digitalizados) de repositorios latinoamericanos, en este caso del Archivo Nacional del Ecuador, contribuyendo así a diversificar las fuentes para reconstruir la historia del continente. Pero lo más importante es la información allí contenida: esta contribuye a matizar empíricamente interpretaciones sesgadas sobre la sociedad colonial. Los intercambios y posiciones de los distintos cuerpos y privilegios fueron bastante elásticos. En este caso dicho fenómeno es ilustrado por Zanipatín, cacique perteneciente a la élite indígena quien buscó prolongar tal calidad en la nueva realidad que siguió tras la conquista europea. El uso de la toponimia kichwa demuestra su vinculación a una tradición inmemorial, pero la inserción en la lógica escrituraria española y la construcción de un capital social en ese nuevo orden evidencian su adaptación deliberada ante las nuevas circunstancias. Esto se manifiesta especialmente en la prolijidad de su patrimonio, el cual incluía un esclavo y hasta una laguna en la que Zanipatín realizaba actividades de cacería. Por tal razón, este testamento es una ventana privilegiada que permite comprender la negociación de las identidades coloniales y acceder a una visión renovada de la cultura material y la vida cotidiana de la población nativa, la cual fue desde épocas muy tempanas (siglo XVII) mucho más dinámica de lo aceptado hasta el momento por interpretaciones etnohistóricas convencionales.

Invitamos a los lectores a consultar los números anteriores en nuestra página web y a registrarse para recibir contenidos y noticias. También los invitamos a participar con contribuciones en las tres secciones (artículos, reseñas y documentos) de la revista, las cuales recibimos permanentemente. Por último les recordamos que tenemos abierta convocatoria para el dossier "Artistas y artesanos en las sociedades preindustriales de Hispanoamérica, Siglos XVI-XVIH", coordinado por los doctores Kris E. Lane, Sonia Pérez Toledo y Orián Jiménez Meneses. Esta convocatoria finaliza el 10 de febrero de 2018. Esperamos contar con su apoyo en la difusión de este proyecto e inaugurar una nueva etapa editorial y académica en nuestra revista.