Publicado

2015-01-01

Amerindios y europeos en manuales escolares de historia de América, Colombia (1975-1990)

Amerindians and Europeans in Colombian School Textbooks on American History (1975-1990)

DOI:

https://doi.org/10.15446/achsc.v42n1.51345

Palabras clave:

eurocentrismo, amerindios, europeos, manuales escolares, enseñanza secundaria (es)
Eurocentrism, Amerindians, Europeans, school textbooks, secondary education, 20th century Colombia (en)

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Autores/as

  • Carmen Patricia Cerón Rengifo Universidad de Nariño
Se analiza el discurso escrito sobre las gentes categorizadas como amerindios y europeos, en una muestra de manuales escolares de historia de América, que fueron publicados en Colombia entre 1975 y 1990. Se sugiere que en estos textos subyace el evolucionismo social, concatenado con el difusionismo, que es entendido como ordenador de una clasificación social que sitúa a los pueblos y culturas indígenas en un punto inicial asociado a la noción de tiempo pasado. De acuerdo con esta ordenación, los amerindios son ubicados en una posición anterior e inferior con relación a la categoría de europeos, representada positivamente como contemporánea y dadora de civilización. Así, se impone la mirada del eurocentrismo y se justifica la Conquista y la Colonia como procesos indispensables para civilizar a América.
Written discourse on the peoples categorized as Amerindians and Europeans is analyzed in a sample of school textbooks of American history published in Colombia between 1975 and 1990. It is suggested that these texts feature an underlying social evolutionism, in combination with diffusionism; these characteristics serve as organizers of a social classification that places indigenous peoples and cultures at a starting point associated with the notion of the past. In accordance with this arrangement, Amerindians are located in a prior and inferior position relative to Europeans, who are positively represented as contemporary and as providers of civilization. Thus, a Eurocentric perspective is imposed, and conquest and colonization are justified as essential processes for civilizing America.

https://doi.org/10.15446/achsc.v42n1.51345.

Amerindios y europeos en manuales escolares de historia de América, Colombia (1975-1990)

Amerindians and Europeans in Colombian School Textbooks on American History (1975-1990)

Ameríndios e europeus nos livros escolares colombianos de história da América (1975-1990)

CARMEN PATRICIA CERÓN RENGIFO*
Universidad de Nariño San Juan de Pasto, Colombia
* patriciac@udenar.edu.co

Artículo de investigación.

Recepción: 6 de septiembre de 2014. Aprobación: 18 de diciembre de 2014.

Cómo citar este artículo.

Carmen Patricia Cerón Rengifo, "Amerindios y europeos en manuales escolares de historia de América, Colombia 1975-1990", Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura 42.1 (2015): 83-113.


Resumen

Se analiza el discurso escrito sobre las gentes categorizadas como amerindios y europeos, en una muestra de manuales escolares de historia de América, que fueron publicados en Colombia entre 1975 y 1990. Se sugiere que en estos textos subyace el evolucionismo social, concatenado con el difusionismo, que es entendido como ordenador de una clasificación social que sitúa a los pueblos y culturas indígenas en un punto inicial asociado a la noción de tiempo pasado. De acuerdo con esta ordenación, los amerindios son ubicados en una posición anterior e inferior con relación a la categoría de europeos, representada positivamente como contemporánea y dadora de civilización. Así, se impone la mirada del eurocentrismo y se justifica la Conquista y la Colonia como procesos indispensables para civilizar a América.

Palabras clave: eurocentrismo, amerindios, europeos, manuales escolares, enseñanza secundaria, Colombia siglo XX.


Abstract

Written discourse on the peoples categorized as Amerindians and Europeans is analyzed in a sample of school textbooks of American history published in Colombia between 1975 and 1990. It is suggested that these texts feature an underlying social evolutionism, in combination with diffusionism; these characteristics serve as organizers of a social classification that places indigenous peoples and cultures at a starting point associated with the notion of the past. In accordance with this arrangement, Amerindians are located in a prior and inferior position relative to Europeans, who are positively represented as contemporary and as providers of civilization. Thus, a Eurocentric perspective is imposed, and conquest and colonization are justified as essential processes for civilizing America.

Keywords: Eurocentrism, Amerindians, Europeans, school textbooks, secondary education, 20th century Colombia.


Resumo

Analisa-se o discurso escrito sobre as pessoas caracterizadas como ameríndios e europeus numa amostra de livros escolares de história da América que foram publicados na Colômbia entre 1975 e 1990. Sugere-se que, nesses textos, subjaz o evolucionismo social, ligado ao difusionismo, entendido como ordenador de uma classificação social que posiciona os povos e culturas indígenas num ponto inicial associado com a noção de tempo passado. De acordo com essa organização, os ameríndios estão numa posição anterior e inferior em comparação à categoria de europeus, representada positivamente como contemporânea e concessora de civilização. Assim, impõe-se o olhar eurocentrista e justifica-se a Conquista e a Colônia como processos indispensáveis para civilizar a América.

Palavras-chave: eurocentrismo, ameríndios, europeus, livros escolares, ensino fundamental e médio, Colômbia século XX.


Introducción

Aníbal Quijano y Walter Mignolo muestran que indio y europeo son categorías de clasificación social propias del eurocentrismo;1 es decir, que están en relación con la perspectiva de conocimiento y modo de producir saber que da cuenta del carácter del patrón de poder del capitalismo colonial/ moderno. Para el primer autor, la distribución de poder entre las gentes de una sociedad es lo que las clasifica socialmente, y en el eurocentrismo, la clasificación social opera con base en tres principios intelectuales interdependientes: la codificación de la población con base en la idea de raza, la articulación entre el dualismo (europeo/no europeo, civilizado/primitivo, entre otros) y el evolucionismo unidireccional, desde un estado de naturaleza hasta la sociedad moderna europea; por último, Quijano menciona la reubicación temporal de las diferencias culturales que opera en la perspectiva eurocéntrica, de tal forma que lo no europeo se concibe como pasado.

El eurocentrismo, como forma de producir la subjetividad constitutiva del patrón de poder del capitalismo colonial/moderno, ha modelado buena parte de los contenidos de las ciencias sociales enseñados en el campo educativo; es de recordar que las disciplinas escolares tienen dinámicas propias, por lo que no se trata de un trasplante directo de los saberes de las ciencias sociales. Sin embargo, teniendo en cuenta que el eurocentrismo no es exclusivo de los europeos o de las élites del capitalismo mundial, sino de todos los educados bajo su hegemonía,2 se puede esperar que en los manuales escolares de las ciencias sociales, destinados a los estudiantes de América Latina,3 sea frecuente una representación de las gentes de América mediada por el eurocentrismo, con la clasificación social organizada con categorías basadas en la idea de raza (blancos, indios, negros) o geoculturales (europeo, español), en la cual se favorece una representación positiva de los europeos con relación a los no europeos.

De hecho, esta mirada eurocéntrica de lo social ha sido constatada en investigaciones con manuales escolares realizadas por la historia de la educación y los estudios críticos del discurso. Por ejemplo, Florencia Alam analizó el periodo conocido como el Proceso de Organización Nacional en los manuales de historia de Argentina, y encontró que durante la dictadura (1976-1983) se presenta ese momento como una evolución y transformación, en la cual el país se inserta en el mundo a través de la obra civilizadora.4 La civilización se muestra como una construcción frente al indio, la barbarie y la destrucción. El indígena aparece como un obstáculo que impedía el avance de lo blanco y la transformación hacia el progreso; no obstante, se logra construir la nación. En democracia (1983-1995) que, a pesar de que la civilización atacó al indígena, logró realizar importantes obras de civilización. Sandra Soler, en su estudio sobre racismo en manuales escolares de ciencias sociales, publicados en Colombia entre 2002 y 2004, manifiesta que en ellos se expresa una representación de los colombianos como más blancos y mestizos, y menos afrocolombianos e indígenas, además, según la autora, en estos textos hay una tendencia a resaltar la homogenización y el etnocentrismo blanco.5

Lo dicho no niega la coexistencia de manuales escolares con discursos diferentes. Lara Campos estudió la imagen histórica del amerindio en manuales escolares de México y España, publicados en la primera mitad de los años 40.6 Para el caso de México, encontró una vertiente que convierte al indígena, en especial a los aztecas, en una figura importante del relato histórico del pasado de la nación. Por lo tanto, lo indígena se representa positivamente como sociedad madura, culta, creadora de conocimientos complejos y como síntesis de virtudes cívicas y guerreras. La representación de lo indígena suele ser favorable cuando se le valora como parte de la identidad nacional.

Dado que con frecuencia las investigaciones utilizan a la nación como unidad de análisis, se ha privilegiado a los manuales escolares asociados a los países. Por ello, nos interesamos en examinar la clasificación de las gentes incluidas en las categorías amerindios y europeos, expresadas en los manuales escolares de historia de América. Metodológicamente nos apoyamos en Teun Van Dijk, quien define la ideología como un conjunto de creencias básicas que fundamentan las representaciones sociales de un grupo social y propone hacer seguimiento a la estrategia del discurso ideológico que delimita, implícita o explícitamente, un "nosotros" con respecto a un "ellos".7

Se examinó el discurso escrito correspondiente a las épocas indígena e hispánica, de una muestra de manuales escolares de historia de América publicados en Colombia entre 1975 y 1990. El periodo estudiado se seleccionó teniendo en cuenta la normatividad de la educación en Colombia y la disponibilidad de los manuales escolares. A mediados de los setenta, el gobierno nacional inicia una renovación educativa, e incluye un plan de estudios para la educación media (Decreto 80 de 1974), con ello, a partir de 1975, se publicaron varios manuales de historia de América, que en los noventa fueron disminuyendo, a la vez que aumentaban los manuales escolares de ciencias sociales integradas. En la Biblioteca Luis Ángel Arango y en diferentes librerías se localizaron 14 manuales escolares de historia de América, de los cuales se seleccionaron diez ejemplares, tratando de abarcar la distribución de las fechas de publicación entre 1975 y 1990, así como variaciones en los discursos.

Los manuales escolares publicados en el periodo estudiado eran renovados como producto de los debates sobre los manuales escolares y las trasformaciones de las ciencias sociales en el país. Jorge Orlando Melo y Sol Calderón manifiestan que los manuales escolares de historia de Colombia, asociados con la historia académica, predominante en la primera mitad del siglo XX, acentúan la narración de la Conquista, la Colonia y la Independencia, mientras que en los años ochenta se publicaron algunos manuales escolares que contenían una historia social, económica y cultural e incluía diversos grupos sociales.8 Gabriel Samacá considera que en los años setenta fue cambiando la escritura y producción de los manuales escolares, en parte porque las editoriales privadas involucraron a profesionales, egresados de las universidades en las diferentes ramas de las ciencias sociales, pero ello no implicó directamente a llevar las recientes interpretaciones de la Nueva Historia a la historia escolar, debido a variables más allá del perfil del autor.9 Lo anterior, ayuda a entender las variaciones en los discursos de los manuales escolares examinados por fechas y autores. En el primer caso, se puede decir que aquellos más antiguos suelen ser más explícitos, con un discurso que inferioriza lo indígena, mientras que los más recientes son más sintéticos con respecto a esta cuestión. En el caso de los autores, algunos expresan más contenidos específicos, en los que se evidencia la jerarquización entre la gente categorizada como europeos e indígenas o la justificación de la civilización, otros en menor medida, como el de Fernando Torres,10 resultan innovadores.

Entre los manuales escolares publicados desde mediados de los setenta hasta 1980, encontramos por ejemplo, el escrito por el jesuita Rafael Granados,11 cuya quinta edición -que es la estudiada aquí- se puede considerar como una influencia de la historia desarrollada desde la academia, ya que probablemente esta sea una reimpresión.v12 Los otros manuales escolares publicados en esa época al parecer son más actuales, pues en ellos se dedica un capítulo a la llamada época indígena, que incluye información histórica y etnográfica de los pueblos de América; además, sus autores son profesionales universitarios, entre los cuales encontramos a Jorge Cárdenas, economista payanés vinculado con la Editorial Norma, y a Nicolás Gaviria, Licenciado en Ciencias Sociales y Pedagógicas de la Universidad Pontificia Bolivariana. En los manuales escolares publicados a partir de los ochenta se mantiene la clasificación social y la defensa de la civilización europea, pero, en la definición de las categorías, el discurso suele ser implícito y sintético. Para este periodo encontramos que los autores son profesionales universitarios, algunos con posgrados, que además de la información histórica y etnográfica, dan mayor énfasis a la arqueología e, incluso, utilizan los manuales escritos previamente, como es el caso de El Hombre y su huella: Historia de América, que tiene datos literales del manual Historia 2 de Ana Navarro, Francisco Ríos y Teresa Sánchez, de la editorial voluntad.13 Este último manual no se usó en este estudio porque no tiene fecha de publicación, pero posiblemente corresponde a mediados de los setenta.

A continuación se espera mostrar que la historia como disciplina escolar, objetivada en los manuales escolares de historia de América examinados, clasifica a las gentes de América bajo la subjetividad del eurocentrismo. En esta perspectiva, la idea de raza opera como un principio organizador que jerarquiza a las sociedades y las culturas en superiores e inferiores, para lo cual, en este caso, se vale del evolucionismo social y el difusionismo. En el primer principio, las sociedades se conciben pasando de primitivas a civilizadas. En el segundo, Europa aparece como centro de la civilización que los europeos llevan a las gentes y territorios de América.

Pasado/no pasado: temporalidad en el evolucionismo social de la historia en los manuales escolares

En el discurso de los manuales escolares examinados, subyace el evolucionismo social, según el cual, con el paso del tiempo, las sociedades avanzan desde un estado primitivo inicial a otro civilizado. Siguiendo esta idea, el tiempo histórico es percibido lineal y secuencial, mediante unidades de tiempo que transcurren del pasado al presente. A la gente categorizada como indígena se la asocia con el pasado, mientras que al europeo se lo sitúa como contemporáneo y precursor del presente (civilizado).

La concepción de historia lineal, orientada del pasado al presente, que vincula la categoría indígena con el pasado, se expresa en la misma disposición de los temas en los manuales escolares. Así, los contenidos se organizan en divisiones de tiempo, que suelen llamarse épocas, en el más alto nivel de generalización: época indígena, en las primeras páginas, seguida de la época hispánica o colonial y, finalmente, época republicana. En la época indígena se concentra la información sobre las personas catalogadas como amerindios, después disminuye en las siguientes épocas. En la época colonial generalmente se muestran como actores secundarios con relación a los europeos y en la época de la república poco o nada aparecen.

Incluso la información sobre la población indígena coetánea se expone en la época que lleva su nombre, bajo subtítulos como "grupos indígenas sobrevivientes en América", a quienes, además, se les suele negar la actualidad, mediante marcas temporales discursivas a través de la expresión del tiempo pasado. Para ello: a) se usan expresiones que conducen a un significado que, aunque están presentes, atañen al pasado, tales como: "mantienen culturas milenarias", "conservan sus idiomas y algunas de sus tradiciones"; b) se usa el término "primitivo", dado tanto a las personas como a sus culturas y su situación, convirtiendo a los indígenas en una muestra o un vestigio del pasado lejano: "En el Brasil, por su inmensa extensión selvática, sobreviven infinidad de tribus en estado primitivo y con ellas no han podido establecer contacto los colonizadores por más que lo han querido e intentado";14 c) sus culturas se muestran estáticas e iguales en el tiempo, incluso similares a la de aquellos seres humanos que vivieron en el pasado remoto:

El nivel de cultura de estos indios de Méjico, Centro y Suramérica es muy variable, pues mientras muchos conservan su primitiva economía de cazadores-recolectores al igual que las del periodo lítico y arcaico de la Prehistoria, otros han asimilado la religión.16

d) los indígenas aparecen oponiéndose a la trasformación: Los gobiernos respectivos de Perú y Bolivia, se esfuerzan por mejorar sus condiciones. Pero además de la escasez de recursos, chocan con dos obstáculos: el idiomático, pues la mayoría solo habla quechua o aymará y, las viejas costumbres que se resisten al cambio.16

En otras palabras, la categoría indígena se relaciona con la permanencia en un estado, mientras que la noción dinámica del tiempo, mediante el cambio y el movimiento, se atribuye al contacto con la cultura europea. El tiempo histórico es narrado en etapas secuenciales, con el uso de tipologías históricas y arqueológicas. Estas marcan la llegada de los europeos como centro de referencia temporal, asociado con la dicotomía primitivo/ civilizado; además sirven como puntos de ubicación en la línea de tiempo que representa la evolución unidireccional, en la que los etiquetados como indígenas son situados atrás de los europeos. Así, la época indígena, a veces llamada amerindia o América prehispánica, se periodiza como el tiempo anterior a la llegada de los europeos en el siglo XV y se separa de la época hispánica, oponiendo una anterioridad y una posterioridad, la primera relacionada con el pasado amerindio/primitivo/prehistoria, y la segunda con lo contemporáneo europeo/civilizado/historia.

Muestra de ello es que la época indígena suele ser nombrada o definida como la prehistoria de América, en contraste con la historia de América iniciada con los europeos:

Por consiguiente, como no hay testimonios escritos del desarrollo de la casi totalidad de los primitivos habitantes de América, se considera que la época indígena corresponde a los tiempos prehistóricos. La historia propiamente dicha comienza en el continente con el descubrimiento de Colón.17

En la siguiente cita se asigna una perspectiva temporal que instala a América en una etapa anterior y primitiva hasta la llegada de los europeos, después de lo cual, sería civilizada por una Europa madura y desarrollada: "Se estableció un contacto entre dos culturas y se traspasaron valores de una Europa que había logrado una madurez y un desarrollo histórico a una América primitiva con otras gentes y en otro estadio cultural".18

En cambio, la información sobre los europeos se actualiza de tal forma que se perciben como simultáneos y precursores del presente. La llegada de los europeos a América se marca como inicio de una temporalidad de posterioridad, situación que señala la civilización en América sin rupturas evolutivas. A continuación se lee que, a partir de ese momento, se entra en la civilización, es decir, en la historia, en el uso de los idiomas y la religión de los europeos:

América, por su parte, recibió grandes beneficios, como el de la religión cristiana y el de los idiomas de las naciones civilizadas. Además, comenzó en América la edad del hierro en la metalurgia, el cultivo de plantas y la cría de animales importados de Europa que este Continente no conocía: caña de azúcar, café, trigo, aves de corral, ganados vacuno, ovino, caballar, porcino, etc.19

Entre la terminación de la época hispánica y el inicio de la república no se establece un punto central que divida un antes y un después, en términos de la evolución humana. De ahí que las actuaciones de los europeos se prolongan y se muestran afectando la época de la república, como se evidencia en la próxima cita, en la que se tejen lazos de continuidad entre los conquistadores y las naciones actuales: "Los hombres que partieron en las expediciones conquistadoras se proponían llevar la idea de nación y de fe religiosa, además de que buscaban gloria y poder y tenían desmesurada ambición por las riquezas prometidas por el Nuevo Mundo".20

Para resumir, entendemos que la historia expuesta en los manuales escolares expresa una temporalización del discurso que no solo se usa para situar hechos o eventos en la cronología, sino también para instituir una representación que clasifica a las gentes jerárquicamente, mediante la oposición complementaria pasado/no pasado, aplicando el pasado a aquellos categorizados como indígenas (lo que fue, lo que no es, lo que está lejos en el tiempo) y el no pasado a los europeos, a quienes se actualiza como lo que sigue y lo que somos.

Nosotros civilizados/ellos primitivos: clasificación social de la historia en los manuales escolares

Los habitantes de América se nombran con etnónimos o como aborígenes, indígenas, amerindios, tribus, naturales o indios; unidades léxicas que pueden estar acompañadas de otras, tales como culturas precolombinas, pueblos indígenas, americanos o aborígenes, indio americano, poblaciones indias, primitivos habitantes de América. La gente inmigrante, a partir de 1492, se etiqueta como europeos, blancos o con gentílicos nacionales, siendo español el más frecuente. Estas denominaciones están contenidas en una clasificación social dicotómica: primitivos/civilizados, relacionada con la idea de un avance progresivo de los seres humanos y su cultura. En consecuencia, la narración da cuenta de que los diferentes modos de vida se organizan de acuerdo con una perspectiva de evolución social, en la cual se sitúa en un extremo a las sociedades nómadas, que se hallan en un estado inicial y salvaje, y en el otro extremo, la civilización tiene como prototipo a los europeos.

En los manuales escolares de los años 80 se incorpora la mirada del evolucionismo social, que ordena cronológicamente los modos de vida en etapas culturales, según la tipología arqueológica, para América: periodos lítico, arcaico, formativo, clásico y expansionista. El modelo presupone que las diferentes sociedades van pasando por cada estadio, si bien no simultáneamente: "en el momento de la llegada de los españoles a América, los pueblos que la habitaban no tenían igual nivel de desarrollo cultural. Existían unos pueblos bastante avanzados y otros menos desarrollados y algunos francamente con un gran atraso".21 Cabe preguntase si en esta concepción del tiempo, unida a etapas culturales, lo indígena ya no está asociado con una sino con varias nociones de tiempo pasado. Para los autores de los manuales escolares, el estancamiento se atribuye al aislamiento geográfico, las continuas guerras, el medio físico y las creencias religiosas.

Coexiste con la tipología arqueológica arriba descrita la clasificación social presente en los manuales escolares publicados previamente, en la que los modos de vida se organizan con la idea de evolución social, mediante la división de dos grupos categorizados como América nuclear o área de cultura superior y área marginal o área de cultura inferior. El primero es reservado para los aztecas, mayas e incas, que se tienen por más avanzados y el segundo para el resto de pueblos de América, considerados más atrasados.22

En ambas clasificaciones, las culturas de los indígenas son situadas en una posición anterior e inferior con respecto a las europeas: se conciben como etapas primitivas y alejadas en el tiempo. En los manuales escolares se manifiesta que los europeos encontraron a los indígenas en etapas ya superadas por ellos, bajo la premisa de que la gente de América debería pasar por un desarrollo paralelo al del Viejo Continente. Así, encontramos que: "Los indios americanos estaban aún en el paleolítico superior y los más avanzados terminaban el neolítico y se acercaban a la edad de los metales".23

Una de las estrategias usadas en los manuales escolares previos a 1983, para situar atrás a las culturas americanas, consiste en listar conocimientos (escritura alfabética), tecnologías (arado, rueda, torno), metales (hierro), especies de fauna (cuadrúpedos domésticos) y vegetación (trigo, cebada) como carencias en América. Al parecer, bajo esta idea, en el saber escolar se articula el evolucionismo con el difusionismo. Por un lado, se afirma que el desarrollo cultural en América fue lento e inferior por carecer de los rasgos culturales existentes en la línea evolutiva del viejo continente. Por otro, se acepta que el cambio cultural se produce por contactos entre culturas, argumento que se aborda para la relación indígenas-europeos. En el decir de Montenegro:

Este lento e inferior desarrollo cultural de nuestros prehistóricos comparados con los de Europa y Asia se debió en gran parte al aislamiento geográfico de América, lo cual impidió los enriquecedores contactos que sí se dieron entre muchas culturas del Viejo Continente. Por ello, los indios desconocieron el hierro y carecieron de animales de tiro (bueyes y caballos) que habrían hecho progresar más la agricultura y las comunicaciones; y al no tener animales de tiro no tuvieron tampoco ruedas, arados ni carro alguno. Por otra parte, al continente americano no llegaron tampoco los cereales panificables (trigo y cebada) que son más nutritivos, ni el torno del alfarero el cual habría incrementado la producción de cerámica.24

Las culturas de los seres humanos etiquetados como indígenas aparecen menos valoradas con relación a la europea. Así, Jorge Cárdenas manifiesta: "Más artesanos que artistas (...) En cambio en materia de arte (fuera de lo que ya se ha dicho sobre arquitectura y orfebrería) no se distinguieron, mayormente. Sus pinturas son escasas y sus esculturas generalmente informes".25 En ocasiones, se comparan los objetos, la flora o animales para decir que no eran tan buenos como los traídos por los europeos: "La América prehistórica fundó su civilización en el cultivo del maíz, aunque no es tan panificable como el trigo".26

La posición subordinada de la gente categorizada como indígena, con respecto a la europea, también se manifiesta mediante la clasificación social, basada en la idea de raza, y las características adjudicadas a cada categoría, con las cuales se concibe como inferior a la primera y superior a la segunda, como veremos a continuación.

El punto de partida del evolucionismo social: los amerindios situados más atrás

Algunos de los subtítulos inscritos en los manuales escolares para cobijar a las poblaciones de la llamada área marginal son: "Generalidades sobre las culturas primitivas de las Antillas", "Pueblos barbaros o de cultura inferior", "Pueblos no civilizados de América", "Salvajes de Suramérica y las Antillas". A los pueblos indígenas se los califica como salvajes, barbaros, primitivos, con bajo nivel cultural o con cultura inferior, atrasada o neolítica. En manual escrito por Granados incluso se los trata como poco inteligentes: "Rasgos generales y vida de los pueblos no civilizados. Inteligencia escasa, salvo raras excepciones".27 Se hace una subclasificación de este grupo: por una parte, los pueblos nómadas y, por otra, los sedentarios, considerados más avanzados: "De esta cultura se originaron dos grupos: los navajos y los apaches. Los primeros eran sedentarios, agricultores y animistas; y los apaches, de cultura inferior, antropófagos, totémicos y nómadas".28

Los criterios de clasificación, según los modos de vida, se acompañan del cultivo de yuca como marca de menor desarrollo, en contraste con el cultivo del maíz como indicador de mayor avance: "El maíz es el cultivo principal en las culturas más avanzadas; la yuca o mandioca de las menos desarrolladas".29 De igual manera, hay una distribución geográfica de la evolución humana, asociando las tierras bajas de clima cálido, es decir, la selva y los llanos, a lo salvaje; mientras que el área mesoamericana y las tierras altas de Suramérica se vinculan con mayor avance cultural:

Pero, pese a todas estas limitaciones, los indios prehistóricos, a excepción de algunas tribus de las selvas y de los llanos de Suramérica, no pueden ser considerados como salvajes ya que al faltarles las influencias externas supieron desarrollar su propia creatividad e ingenio.30

Siguiendo este modelo, se sostiene que las poblaciones nómadas corresponden a las primeras etapas de la evolución humana que se quedaron detenidas o estancadas, sin trasformaciones significativas. Con estos modos de vida nómada se pone de manifiesto una alteridad contundente, para ello, a los nómadas se los representa en forma colectiva, se establece una diferencia cultural sustancial con el uso del léxico elaborado para indicar elementos de sociedades precedentes en la evolución (fetichismo, animismo, politeísmo, totemismo, hechiceros), se alude a lugares comunes como el de sociedades sometidas por un medio hostil, se mencionan los elementos carentes, según el modelo de etapas de la evolución (no tenían ciudades, ni técnicas, ni conocimientos científicos), o se los sitúa en un orden simbólico que los ubica en un plano liminal (canibalismo) en su condición de seres humanos. Con ello, los lazos de la experiencia humana compartida, entre nómadas y europeos, se vislumbran lejanos.

En general, se les percibe en asociación con lo salvaje y primitivo; la antropofagia y la desnudez o la poca ropa suelen ser usadas como señas de la alteridad cultural, como se observa en la siguiente cita:

Su nivel cultural era bajo. Tenían ritos antropófagos en que devoraban a los prisioneros de guerra en medio de danzas y fiestas. En los climas cálidos andaban desnudos o con muy pocas ropas. Hacían telas, cestos y objetos de cerámica, pero los de oro y plata los obtenían de los incas y los chibchas mediante el comercio, por vía de Venezuela y las Guayanas.31

En algunas ocasiones, aparecen bajo el relato del buen salvaje, en especial los esquimales; es decir, como seres pacíficos, sencillos, hospitalarios, alegres y felices, debido a su existencia salvaje, viviendo en igualdad sin constituir unidades organizadas, sin jefes ni soldados, aunque con una vida difícil, en lucha constante por la supervivencia, con un bajo control de la naturaleza. En otras representaciones, los indígenas aparecen como guerreros, feroces, belicosos, donantes de sacrificios humanos, poco aptos para la agricultura, opositores a la civilización y difíciles de convertir al cristianismo:

Los apaches. Sobremanera feroces, son salvajes, nómadas, refractarios a toda civilización; su ocupación ha sido la caza y el pillaje; en tanto han entrado en comunicación con los blancos en cuanto han visto la posibilidad de obtener de ellos armas de fuego; han sido infructuosos los esfuerzos de los misioneros para convertirlos; los norteamericanos han organizado contra ellos verdaderas batidas y los han matado como a fieras. Actualmente su número asciende a 8.000 semicivilizados.32

Los araucanos son reconocidos como guerreros, fuertes e indómitos, que lucharon valientemente contra los españoles; a veces se justifica que fueran esclavizados y exterminados por oponerse a la civilización. Los caribes reconocidos como guerreros, se los califica de habilidosos navegantes, aguerridos, belicosos, feroces, crueles, antropófagos, salvajes, bárbaros, atrasados y etnocéntricos, "esclavizaban al vencido; toda tribu no caribe era menospreciada por ellos".33 Los pueblos habitantes en la Amazonía se muestran como poco civilizados, con las características de desnudez y antropofagia:

En el inmenso espacio selvático y de llanuras (...) vivían y viven aún, millares de indios caracterizados por rasgos comunes como andar desnudos o semidesnudos, el uso de hamacas, el cultivo de la yuca, las telas de corteza de árbol y la antropofagia. A todos se les llamó tupís en los días de la conquista pero hoy se los conoce como pueblos amazónicos (...) En cambio los guaraníes hicieron más progresos en la agricultura (...) Sus costumbres, la organización de sus aldeas y sus trabajos en cerámica revelan un nivel de cultura superior al de los tupís pero eran también antropófagos.34

Se plantea que la cultura de estas poblaciones no se transforma significativamente, que se queda detenida en el tiempo; incluso a veces se la equipara a la época de la llegada de los primeros pobladores a América: "Pero solo en dos áreas del continente (México y Perú) se desarrollaron grandes civilizaciones. En el resto del territorio los aborígenes no avanzaron mucho del nivel cultural de los primeros moradores".35 Bajo estas consideraciones subyace la idea de que estas sociedades no salen de los estados más primitivos, pese a vivir rodeados de abundantes recursos naturales, por estar sometidos a las condiciones ambientales, lo que reduciría la existencia de estos grupos sociales a la mera supervivencia, y porque no construyen una cultura similar al prototipo europeo:

A pesar de contar con toda clase de recursos naturales, los pieles rojas no salieron de la barbarie. No tuvieron ninguna idea de gobierno ni organización social. No edificaron ciudades ni edificios, ni caminos, ni templos. No aprendieron a trabajar la piedra para hacer estatuas. Sus conocimientos de la naturaleza se limitaban a observar los hábitos de los animales o las propiedades obvias de algunas plantas, pero nada que pudiera llamarse ciencia. En arte no pasaron de las labores indispensables para satisfacer necesidades cotidianas como el vestido, la pesca, la caza y la fabricación de sencillos objetos de barro, huesos o madera.36

En resumen, en el discurso del evolucionismo social, expuesto en los manuales escolares examinados, los diferentes modos de vida se clasifican jerárquicamente de forma tal, que las sociedades nómadas se conciben como el pasado más remoto de la humanidad y se les asigna el papel de salvajes.

Amerindios más avanzados: aztecas, mayas e incas

En el segundo grupo de la clasificación social, correspondiente a la categoría indígena, se menciona a los aztecas, mayas e incas. Se hace referencia a ellos como América nuclear, caracterizada por grandes civilizaciones indígenas precolombinas, grandes sociedades primitivas, naciones indígenas avanzadas, grandes naciones en expansión, indios más civilizados, altas culturas, culturas expansionistas. A estos grupos se les reconoce avances culturales, pero no se definen como iguales a los europeos, continúan situados detrás de ellos.

Para no equipararlos con los europeos, se usan varias estrategias de construcción de alteridad, que no necesariamente son exclusivas para estas poblaciones y que pueden ser aplicadas a toda la categoría indígena. Por ejemplo, el discurso descriptivo plasmado en los manuales, "ellos son", es frecuente al referirse a lo indígena, con esto se logra un efecto de alejamiento que traza la frontera entre un nosotros y un ellos, convertidos estos últimos en objeto de descripción. En él, aparece un léxico elaborado para referirse a los otros, que no se iguala a elementos similares de los europeos, tales como ídolos, hechiceros, magia. También se delimitan oposiciones semánticas que establecen el distanciamiento con respecto a los europeos, entre ellas, naturaleza/cultura, creencia/religión verdadera, permanencia/acción, entre otras. Verbigracia, de los incas se encuentra que: "La religión quechua no llegó a etapas muy elevadas, pues estuvieron en primer plano, el totemismo, el animismo y el fetichismo".37

Estos grupos de la América nuclear se representan como guerreros, haciendo alusión a un atributo de la población, en especial de los aztecas, a quienes se describe como seres crueles, despóticos y sanguinarios. En el caso de los incas, se discute que hubiese una especie de socialismo o autocracia, totalitarismo y despotismo absoluto. Se menciona con frecuencia los sacrificios humanos, a veces contextualizados como un ritual relacionado con su cultura, pero, en general, usados como valoraciones que le sitúan en un orden simbólico limítrofe entre lo humano y lo no humano, como se muestra en la siguiente cita:

Horrendos sacrificios humanos. Los aztecas rendían a sus divinidades feroces un culto sangriento. Los templos eran verdaderas carnicerías (...). Allí cuatro sacerdotes la sujetan por los brazos y piernas y la extienden sobre la Piedra, otro sacerdote le echa al cuello una argolla de madera para impedir que levante la cabeza y el sacerdote sacrificador, después de rezar una oración, le abre el pecho con un afilado cuchillo de piedra, mete la mano por la herida y le arranca el corazón palpitante, que ofrece al Sol. El corazón de la víctima se lo comen los sacerdotes, la cabeza se guarda en el museo de los cráneos y las partes del cuerpo, ya botadas las vísceras, son consumidas por el pueblo, cocidas con maíz, en el banquete sagrado.38

Se hace uso del exotismo mediante términos que remiten a significados de lo extraño, curioso, raro y misterioso. Sobre los mayas, los libros de texto examinados plantean que "Los monumentos que se conservan son claros y elocuentes exponentes de un raro avance cultural y de insuperable destreza arquitectónica".39 A veces se emplean palabras como primitivo, poco elaborado, complicado, elemental, tosco, pobre, ruinas o rudimentario, que resta valor a su cultura: "Su escultura es pobre pero, en cambio, modelaron con perfección la cerámica y si fueron torpes para la estatuaria en sus relieves se muestra más hábiles".40 En cambio, a estos indígenas se los valora en cuanto podían ser útiles para los intereses de los europeos, ya sea como mano de obra y por ser poseedores de recursos naturales:

Los españoles tuvieron la suerte de encontrar en las tierras que invadieron comunidades indígenas muy ricas y desarrolladas como los Aztecas, Mayas, Incas y Chibchas. Poseían abundante oro y minas, una agricultura desarrollada y numerosa población útil como mano de obra explotable (...) Los portugueses por su parte no corrieron con la misma suerte. Las regiones que ocupaban estaban habitadas por comunidades poco desarrolladas y de escaza población. Eran nómadas o sedentarios que apenas conocían la agricultura y aún dependían mucho de la caza, la pesca y la recolección. Así mismo eran grupos pobres en minerales o piedras preciosas y las mejores minas no se encontraron hasta mucho tiempo después, y alejadas de las costas.41

En suma, los mayas, aztecas e incas son posicionados como más avanzados que el resto de las gentes de América, pero no equiparables a los europeos. De manera que continúan instalados en la posición de atrás, mediante diferentes estrategias que remiten a la alteridad.

Gente contemporánea, márgenes primitivas

Las gentes contemporáneas categorizadas como indígenas son representadas mediante los esquemas de pensamiento pasado/no pasado y primitivo/civilizado, además se les niega el futuro y se las vincula con los problemas sociales.

Como ya mencionamos, los indígenas aunque sean coetáneos, son instalados en el pasado. La perspectiva temporal de posterioridad se concibe como un no futuro, pues se presupone que tienen dos opciones: civilizarse o desaparecer. Se anticipa su extinción física, debida a la disminución de la población: "La situación social en que viven los grupos indígenas latinoamericanos realmente no puede ser peor, podemos decir, sin temor a equivocarnos, que algunos de dichos grupos tienen sus días contados, para mal étnico de la cultura indoamericana".42 A veces se culpabiliza a los indígenas del decrecimiento de su población: "Han disminuido notablemente, entre otras causas por el abuso del alcohol;43 en otras ocasiones, como un proceso natural y sin mencionar directamente al nosotros como responsable: "se ha ido extinguiendo, lo mismo que la de otros países de Latinoamérica, diezmada por las pestes".44

Civilizar se concibe como una asimilación cultural unidireccional, por parte de la cultura catalogada como indígena, hacia la cultura dominante portadora de lo europeo. Dicho proceso se expresa en términos generales y polarizando las dos culturas, que se entienden como excluyentes mediante dicotomías como primitivo/civilizado, tradicional/moderno, siguiendo la idea de que el contacto produce cambios en la cultura indígena que mejora su nivel de vida y garantiza el beneficio y disfrute de las comodidades que se vinculan a la cultura europea:

(...) actualmente subsisten ciertas reservaciones que son propiedades del indio, tienen sus caciques, sus leyes, sus creencias, sus tótems, pero están bajo el control del gobierno. Tienen acceso a los avances de la ciencia moderna y tratan de integrarlo para provecho de su comunidad; otros, que han salido de estas reservaciones para asistir a los centros educacionales, prefieren no volver a sus comunidades pues las sienten atrasadas con respecto a los avances y a los lujos y comodidades.45

La asimilación sería lenta, entre otras cosas, por la oposición, resistencia y dificultades de adaptación de la gente etiquetada como indígena: Se advierte un lento proceso de mestizaje y muchos indios puros se han incorporado poco a poco a la vida y sistemas de los blancos dejando sus tradiciones y acomodándose, no sin dificultad, a las costumbres de la sociedad a la que se han asimilado.46

En Norteamérica la sociedad se concibe como civilizada, por conformarse sobre bases europeas, sin mestizaje. En Latinoamérica se menciona un número más alto de indígenas, explicado por el mestizaje y el no exterminio de los amerindios, muestra de la menor crueldad de los españoles y de que no eran racistas, en comparación con los ingleses. Las poblaciones urbanas representan la civilización; en las márgenes, los indígenas representan lo primitivo, puesto que habitan lugares recónditos, inhóspitos y alejados, como las altas montañas, selvas y desiertos o suburbios de las ciudades, geografías asignadas como atributos y, a veces, como resultado de los conflictos territoriales con los colonos. En los lugares intermedios, la cercanía al nosotros permitiría cierto nivel de civilización por contacto: "Las comunidades indígenas más cercanas a los poblados visten al estilo de la civilización; se ganan la vida con las artesanías que aún ellos realizan y que son muy apreciadas por los turistas".47 En tal caso, se delinea una cartografía de América con centros civilizados y periferias primitivas.

El Estado y la Iglesia aparecen con una representación positiva frente a la probable extinción y la necesidad de civilización que tendría la gente llamada indígena. Como protectores y portadores de la civilización, se presentan en cuanto los indicados para "incorporar estos grupos a la nacionalidad, para que todos gocen de los beneficios de la civilización",48 mediante la educación, la asistencia técnica, la reforma agraria y la orientación de los hábitos alimenticios, entre otros aspectos.

La categoría amerindio se vincula con el trabajo manual, la artesanía (cerámica, cestería, tejidos), lo típico, el colorido, lo exótico, la costumbre y los problemas, como el alcoholismo, la coca, los robos, la pobreza y la desnutrición. Igualmente, se relaciona a la gente indígena con la pereza "poco espíritu de trabajo", la magia, la superstición, puesto que "aunque son nominalmente católicos, conservan muchas de sus supersticiones, que ocultan cuidadosamente";49 asimismo se los vincula con la falta de higiene, el bajo control de la naturaleza y la carencia de educación, que impide acceder a la ciencia y la técnica:

Carentes de educación que les permita aprovechar los recursos de la ciencia para hacer frente a los rigores de la naturaleza, sumidos aún en prácticas mágicas y supersticiosas, mal alimentados, habituados a vivir sin higiene y, por tanto, expuestos a muchas enfermedades, sus condiciones de vida son deplorables, míseras, inadecuadas a la dignidad humana. Deber de los pueblos cristianos es el atraerlos a la convivencia civilizada y participarles los bienes de la cultura, en lugar de explotarlos como ocurre en varios lugares de América.50

Se puede decir, siguiendo a Van Dijk, que la representación de la gente contemporánea categorizada como indígena sigue la estrategia básica del discurso ideológico, que tiene como principio hacer una autorrepresentación positiva (civilizado) y una representación negativa de los otros (primitivos), a la vez que se hace énfasis en los aspectos positivos del nosotros (el Estado, la Iglesia) y los negativos de los otros (los problemas sociales, la periferia).

La llegada de la evolución social: los europeos

La idea de los europeos como punto de llegada de la evolución se manifiesta en los manuales escolares, con un discurso que representa positivamente a lo europeo y lo convierte en agente principal de la historia, así como en el prototipo que toda sociedad debe alcanzar.

La categoría de europeo se constituye en el nosotros, posición asumida por el sujeto de enunciación del discurso, que instituye la representación de sí mismo y su relación con la gente catalogada como indígena, así como su perspectiva de la historia. Es frecuente la narración de las acciones y, a veces, emociones de los individuos que suelen aparecer con nombre propio y como protagonistas de la historia. Asimismo el léxico remite a la cultura validada mediante oposiciones semánticas con la cultura de la categoría indígena, de tal manera que estos, los europeos, tienen dioses y no ídolos; sacerdotes, no hechiceros; religión verdadera, no creencia; dominan la naturaleza y no se dejan dominar por ella.

La categoría de europeos, preferentemente nominada como español, se expone más en la época colonial, también llamada hispánica o hispanoeuropea, dado que se hace énfasis en la sociedad que concentraba el poder del momento. Esta época suele estar dividida por periodos: Descubrimiento, Conquista y Colonia. En lo que se llama el "Descubrimiento", sobresale la figura de Colón, de quien se narran datos de su biografía y de los cuatros viajes realizados. Se le atribuyen emociones positivas como alma grande, elevados sentimientos, tenacidad, valentía, humildad, fe inquebrantable y gran imaginación. Aparece como un marinero inteligente, convencido de lo que hace, aficionado al estudio, confiado en la redondez de la tierra, perseverante hasta lograr la mayor hazaña como descubridor del Nuevo Continente.

En los periodos de la Conquista y la Colonia, las autoridades de la Corona y la Iglesia se representan positivamente, mientras que es ambivalente en el caso de los conquistadores. Para Montenegro, los reyes españoles buscaban fines políticos (la dominación sobre los territorios), económicos (la explotación de metales preciosos), sociales (fundar villas o ciudades e incorporar los indios al Estado español) y espirituales (la conversión de los indios). La monarquía se muestra tratando de controlar a los hombres de guerra, proteger a los débiles y garantizar los derechos. Como protectora y defensora de los indígenas, estaría preocupada por llevarles la religión cristiana y acabar con la idolatría, civilizarlos, aliviar su situación y asegurarles la supervivencia. Para ello, se legislaría a su favor, pero por la lejanía no podía hacer nada frente a los conquistadores y encomenderos, quienes desoían a los gobernantes y transgredían las leyes:

(...) Miles de ellas reglamentaron las fundaciones de ciudades, el cultivo de tierras, la aclimatación de plantas y animales, etc. revelando una constante preocupación por civilizar a América y, sobre todo, por asegurar la supervivencia de los indios y el respeto a su persona y sus bienes. Estas copiosas Leyes de Indias o Derecho Indiano como también se les conoce hacen de España la nación colonialista que más legisló por llevar a cabo una honesta colonización y que más se interesó por el nativo.51

La Iglesia recibe la mejor valoración como el agente más eficaz en la obra civilizadora de América. Sus integrantes se presentan realizando acciones, valoradas positivamente, en favor de los indígenas, tales como evangelizar, indignarse y denunciar la injusticia, criticar los abusos y atropellos, defender sus derechos, enseñarles a trabajar, combatir el alcoholismo, abrir escuelas, escribir a su favor, ser maestro, médico, enfermero y consejero, civilizar en la cultura y convertirlos en ciudadanos para la defensa de la patria:

Ellos muchas veces, abrieron el camino a los conquistadores, amortiguaron su aspereza, estudiaron al indio, ganaron su corazón, lo civilizaron, formaron de él un hombre apto para el trabajo, un ciudadano culto y un soldado apto para defender la patria y engrandecerla.52

A los eclesiásticos se los vincula con una conquista y colonización pacífica, suave, compasiva, con buen trato y hasta con sacrificios: "Hubo incontables hechos de abnegación y heroísmo de los misioneros, que se internaban en las selvas y sufrían toda clase de padecimientos (no pocas veces hasta el martirio) por llevar a los indios el Evangelio de Cristo".53 Se exalta su labor como defensores y protectores de indígenas, frente a la maldad de los conquistadores y encomenderos, así como el adoctrinamiento, lo que se justifica como un imperativo moral para sacar a los nativos de la oscuridad.

Los conquistadores, por una parte, se representan como hombres fuertes y audaces, hechos para el peligro, la aventura y la conquista, por otra, se los responsabiliza de la crueldad contra los indígenas. Reciben calificativos de heroicos, aventureros, aguerridos, osados, astutos, audaces, temerarios, intrépidos y codiciosos; entre ellos, algunos individuos cultos se muestran como amables, prudentes, inteligentes e ilustrados.

Hombres valiente y resistentes, acostumbrados a luchar y vencer las dificultades, quienes sufren grandes penalidades en sus trayectorias, ocasionadas por los indígenas, el clima, los lugares inhóspitos, la falta de caminos, las grandes distancias, el hambre, los insectos y las enfermedades: "Fueron hombres ambiciosos pero también llenos de coraje y valor que se sometieron a duras y difíciles condiciones climáticas y a medios geográficos desconocidos y que ofrecían dificultades".54 Sobresalen los relatos del sometimiento de los aztecas e incas, que suelen presentarse como una gran epopeya, en la cual unos pocos españoles vencen a imperios, aunque se reconoce que hubo engaños y traición.

En lo concerniente a su condición social, se menciona que algunos eran nobles y otros, hombres dedicados a la guerra, comandando a la clase baja, integrada por campesinos, artesanos, jornaleros, desempleados, vagos, delincuentes y presidiarios:

La mayor parte de los que vinieron en calidad de conquistadores eran miembros de la clase popular, campesinos desplazados, artesanos, jornaleros y vagos a quien halagaba la posibilidad de una fácil y rápida, manera de cambiar de suerte y de hacer fortuna. De tal tipo de aventureros no se podía esperar mucha piedad para indígenas ni mucha nobleza de comportamiento entre ellos mismos, ya que primaba y era el solo cebo de sus acciones la ambición.55

Algunos de ellos se muestran como codiciosos y sin escrúpulos, que se excedían en la violencia y crueldad, lo que se justifica por ser gente del pueblo, así como la ambición del oro y por la guerra contra los musulmanes, que había generado un tipo de aventureros acostumbrados a enfrentar lo desconocido para buscar fortuna. Actuando por iniciativa propia, motivados por la búsqueda de oportunidades para alcanzar prestigio, la ambición de riqueza, el espíritu aventurero y la fe religiosa, también luchaban para cumplir la tarea de llevar la fe de Cristo a los demás:

El profundo sentimiento religioso, cultivado en siglos de luchas contra los árabes, impulsó también a estos hombres a pelear a muerte contra el indígena. Consideraban su deber como cristianos extender el culto católico a todos los seres humanos, aun por medio de la guerra.56

Se narran las peleas entre sí por el ansia desmedida de riqueza y poder, con un final triste para quienes no encontraban las grandes riquezas, terminaban olvidados, presos y pobres en España o morían a manos de indígenas o españoles rivales.

La necesidad que tenían los indios de ser elevados a la condición de hombres civilizados

El anterior subtitulo ha sido tomado del manual escolar de Granados para reiterar el argumento del discurso según el cual la conquista y la colonia tenían el imperativo de civilizar a la gente de América, con el fin de sacarla de su condición primitiva.

En la mirada del evolucionismo social, expresada en los manuales escolares, los europeos han alcanzado la madurez y se encuentran en la etapa más avanzada de la humanidad, representan el movimiento en la historia, el cambio que encausa al progreso, en oposición a los indígenas:

Los que llegaban a poblar el Nuevo Continente estaban imbuidos por todo el desarrollo cultural de Occidente que vivía una importante situación de transición y cambio. Los indígenas, que ocupaban las tierras conquistadas, se asomaban desde un mundo primitivo, con unas formas de vida ahistóricas a la novedad de lo que llegaba, que implicaba romper con unas estructuras e iniciar un cambio.57

De ello resulta que, por una parte, la gente catalogada como indígena necesita ser rescatada de los estadios primitivos para llegar a la civilización de los europeos. Sobre los tupi guaraníes se encuentra que "Practicaron el animismo y la antropofagia con los prisioneros de guerra, ello con carácter ritual; la antropofagia desapareció con la presencia de los europeos".58 Por otra parte, los europeos se erigen como sociedad obligada a civilizar a los otros: "No solo por la desaparición del politeísmo, sino también por la unificación religiosa, ideológica y moral de todo el continente".59

El evolucionismo social se complementa con el difusionismo, relato que coloca a Europa y a los europeos como centro de producción de la civilización, que se irradia a los demás territorios y gentes. Bajo este presupuesto, con la llegada de los europeos, la gente de América ya no requiere continuar la evolución a través del paso por etapas específicas. Basta con el contacto que permite la difusión cultural desde una sociedad más avanzada (la europea) a otra atrasada (la indígena). Se lee, entonces, que al camino del progreso y los beneficios asociados a la cultura europea se llega como resultado de la acción de los europeos, mediante el contacto y el intercambio cultural. En dicho intercambio, América aporta recursos naturales, en especial minerales, para el desarrollo del capitalismo. Los europeos otorgan aquello que falta a los indígenas para ser civilizados, lo cual resalta a la cultura europea.

En consecuencia, las cualidades de América valoradas como positivas se atribuyen a la intervención de los europeos. Se alaba que América sea reflejo de Europa y que se hayan trasplantado las características que definen la sociedad actual, entre las que se menciona la nación, el cristianismo, los idiomas, la economía de mercado, la ciencia, la construcción de pueblos y ciudades, la creación de centros culturales (donde se formaron los criollos cultos), la educación, la ganadería, la agricultura y el desmonte de las selvas. A la Iglesia católica se le adjudica buena parte de dicho legado, pues estaría dedicada a elevar el nivel moral de las colonias y encaminada al bien común, como la defensa de los derechos de indígenas y esclavos, la caridad, la asistencia hospitalaria, la educación en colegios y universidades (en las que se formaron los próceres de la nación), la fundación de las poblaciones y la enseñanza del trabajo:

España autorizó el matrimonio de sus gentes con los naturales, declaró que estos eran súbditos de la Corona y que nadie podía convertirlos en esclavos, les comunicó su fe, su idioma y les abrió las puertas a la instrucción y a la moralidad. Esta empresa civilizadora se debió especialmente a los misioneros católicos, justamente considerados como los defensores, los protectores y los maestros de la América Indígena.60

Se valora positivamente la unificación cultural de los países de América mediante la religión y los idiomas europeos, requisito para la conformación de naciones culturalmente homogéneas. De hecho, la narración histórica presente en los manuales escolares pocas veces modela la representación de América con un concepto integrado, más bien se aborda con la delimitación espacial actual de los países, como si esta hubiese existido desde la época de los primeros pobladores. Con la diferencia de que, al describir la época indígena, se hace referencia al asentamiento de determinados indígenas en demarcaciones político-administrativas del presente, mientras que en la época de la Conquista se narran los acontecimientos de la llegada de los europeos a los países, ciudades o lugares geográficos (ríos, islas, costas, golfos), en calidad de sujetos activos que descubren y fundan, hechos considerados como hitos en la construcción de las naciones.

Con la tendencia a pensar en una evolución social orientada a un futuro mejor, las acciones de los conquistadores y colonizadores se presentan como ineludibles. Con ello, se reafirma que el pasado era peor y que la llegada de los europeos produce mejoría y conduce al sendero del progreso. De este modo, se valida la esclavitud como mano de obra necesaria, tal y como se expresa en la siguiente cita:

Esos hombres ambiciosos y crueles, desafiando los rigores del clima, las enfermedades y las flechas de los indígenas a quienes atacaron con ferocidad, penetraron por las selvas hasta el Amazonas, descubrieron oro y diamantes en Minas Gerais, fundaron muchas colonias y extendieron en centenares de kilómetros los límites del Brasil. Emplearon las razzias e incursiones violentas para aumentar, con las capturas, los esclavos que necesitaban en el laboreo de los ingenios.61

Si bien se reconoce que hubo esclavitud, violencia, imposición cultural, pérdida de identidad y exterminio de pueblos, se justifica la acción conquistadora y colonizadora aduciendo que, al fin y al cabo, los europeos trajeron la civilización occidental, camino que inducirá al progreso alcanzado en Europa:

Sin embargo, a pesar de todo lo anterior, la conquista también fue favorable para todo el continente. Gracias a ella, América entro a formar parte de la civilización occidental. A un alto costo se pasó de una cultura indígena casi primitiva a una de mayor desarrollo económico, social, científico, técnico, etc. Al cabo de tres siglos, nuestro continente alcanzará un desarrollo, si no igual, comparable al europeo.62

En esta visión de la conquista y la colonia como obra civilizadora del "nosotros" europeos, "ellos", categorizados como indígenas, suelen aparecer en calidad de agentes que actúan como opositores porque respondieron a la crueldad recibida por parte de los europeos o por tratarse de enemigos, un obstáculo o una amenaza a la civilización. En tal caso, el "nosotros" se vuelve víctima de "ellos", a quienes se representa activamente, atacando o asesinando a los conquistadores, destruyendo los fuertes, incendiando y arrasando las ciudades, atrasando y poniendo en peligro la colonización: "era en esa época una de las posesiones españolas más atrasadas, debido en gran parte, a la fiereza de los araucanos, que destruían cuantas ciudades trataban de fundar los conquistadores".63 Con ello, se justifica el uso de la violencia y el exterminio de los indígenas, debido a que estos constituían un problema para la civilización y por no dejarse explotar: "Por su carácter belicoso, fue exterminada en gran número por los españoles y portugueses al no poder dominarla para explotar su trabajo".64 Frente a los indígenas que obstaculizan la civilización, los europeos responden venciendo las penalidades, desafiando las flechas, esforzándose en el rechazo de los ataques, así como trasladando y reconstruyendo las ciudades. Así, el nosotros sale victorioso y logra llevar a cabo la civilización en América.

Conclusión

La historia enseñada en varios manuales escolares de historia de América, publicados en Colombia entre 1975 y 1990, expresa contenidos específicos que reproducen la mirada eurocéntrica en el saber escolar. La representación de las gentes categorizadas como indígenas y europeos se entrelaza con los relatos del evolucionismo social y el difusionismo, bajo principios del eurocentrismo que naturalizan las relaciones sociales de dominación del mundo colonial/moderno. Los pueblos y las culturas se conciben como si evolucionaran hasta un punto de llegada que tiene como modelo a Europa y a los europeos. Mediante clasificaciones sociales (primitivos/civilizados) y marcas temporales (pasado/no pasado), la gente catalogada como indígena queda vinculada con el pasado, un tiempo detenido en el que no ocurren cambios significativos y el primitivismo constituye un estado anterior e inferior a lo europeo, es decir, que se halla en oposición a lo europeo, que es comprendido como civilizado y, por lo tanto, superior. Con la idea de Europa como centro de producción de la civilización, que los europeos difunden a otros territorios y gentes, se justifica la acción conquistadora y colonizadora como necesarias e inevitables para civilizar a América.


Pie de Página

1 Aníbal Quijano, "Colonialidad del poder, eurocentrismo y América Latina", La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales. Perspectivas latinoamericanas, comp. Edgardo Lander (Buenos Aires: CLACSO, 2003) 201246; Aníbal Quijano, "Colonialidad y clasificación social", El giro decolonial: reflexiones para una diversidad epistémica más allá del capitalismo global, eds. Santiago Castro y Ramón Grosfoguel (Bogotá: Siglo del hombre, 2007) 93-126; Walter Mignolo, La idea de América Latina. La herida colonial y la opción decolonial (Barcelona: Gedisa, 2005).
2 Quijano, "Colonialidad y clasificación social...".
3 Posiblemente, desde finales del siglo XX los discursos son más variados por diferentes dinámicas sociales; entre otras, el auge del multiculturalismo, el reconocimiento de la diversidad cultural en la normatividad de los países y su aplicación en la educación, las luchas de los movimientos sociales, la profesionalización de las ciencias sociales y la renovación de los autores de los manuales.
4 Florencia Alam, "Civilización/barbarie en los manuales de historia del secundario", Nómadas Revista Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas 16.2 (2007): 393-401.
5 Sandra Soler, "Pensar la relación análisis crítico del discurso y educación. El caso de la representación de indígenas y afrodescendientes en los manuales escolares de ciencias sociales en Colombia", Discurso & Sociedad 2.3 (2008): 642-678.
6 Lara Campos, "La imagen del indio en la construcción histórico-cultural de la identidad. Estudio comparado de su representación iconográfica en los manuales escolares de México y España (1940-1945)", Memoria y Sociedad 14.28 (2010): 107-124.
7 Teun Van Dijk, Ideología y discurso (Barcelona: Ariel, 2008).
8 Jorge Orlando Melo, "Medio siglo de historia colombiana; notas para un relato inicial", Discurso y razón. Una historia de las ciencias sociales en Colombia, ed. Francisco Leal y Germán Rey (Bogotá: Ediciones Uniandes, 2000) 153-178; Sol Calderón, "¿Tóxicas o innovadoras?: Las representaciones de la nación en los manuales escolares de historia de Colombia (1984-1986)", Manuales escolares y construcción de nación en Colombia: Siglos XIX y XX, eds. Álvaro Acevedo y Gabriel Samacá (Bucaramanga: Universidad Industrial de Santander, 2013) 237-276.
9 Gabriel Samacá, "Apuntes sobre autores, proceso de producción y fuentes en los manuales escolares de Ciencias Sociales en los años noventa en Colombia", Manuales escolares y contrucción de nación... 277-310.
10 Fernando Torres, América nuestra historia (Bogotá: Estudio, s.f.). Posiblemente este manual escolar fue publicado a mediados de los años 80.
11 Rafael Granados, Historia de América (Bogotá: Pax, s.f.) 12. El manual no tiene fecha de publicación. El ejemplar consultado es de la Biblioteca Luis Ángel Arango, el cual aparece en el catálogo con fecha de 1975 con interrogante.
12 En la Biblioteca Luis Ángel Arango aparece otra edición de 1956, con la misma editorial.
13 Humberto Corredor, Carmenza Rodríguez y Blanca Díaz, El Hombre y su huella: Historia de América (Bogotá: Voluntad, 1985).
14 Conrado González y Luis Arroyave, Historia de América (Medellín: Bedout, 1975) 24.
15 Augusto Montenegro, Historia de América: Colección nuestro mundo y sus hechos (Bogotá: Norma, 1980) 39.
16 Rocío Lozano y Fabio García, Historia documental 7 (Bogotá: Voluntad, 1989) 27.
17 Montenegro 8.
18 Consuelo Díaz-Granados y Mariela Salgado, Conozcamos nuestra historia: América, 7 grado (Bogotá: Pime Editores, 1984) 66.
19 Nicolás Gaviria, Historia de América: 2º curso de enseñanza media (Medellín: Bedout, 1977) 54-55.
20 Díaz-Granados y Salgado 79.
21 Gonzalo Díaz y Libardo Berdugo, Historia de América 7 grado (Barranquilla: El Cid, 1984) 14.
22 La familia chibcha ocupa un puesto intermedio, a veces se la incluye en el primer grupo. En todo caso, se deja claro que no pertenecía al conjunto de los pueblos más atrasados, ello por tratarse de la población más valorada en Colombia, para evocar positivamente la herencia indígena en la identidad nacional.
23 González y Arroyave 19.
24 Montenegro 14-15.
25 Jorge Cárdenas, Historia de América (Bogotá: Editorial Universitaria de América, 1977) 30.
26 Gaviria 19.
27 Granados 12.
28 Díaz-Granados y Salgado 45.
29 Montenegro 12.
30 Montenegro 15.
31 Cárdenas 39.
32 Granados 16.
33 Corredor, Rodríguez y Díaz 15.
34 Montenegro 38.
35 Cárdenas 14.
36 Cárdenas 38.
37 Corredor, Rodríguez y Díaz 34.
38 Gaviria 38.
39 González y Arroyabe 20.
40 Corredor, Rodríguez y Díaz 34-35.
41 Lozano y García 36.
42 Díaz y Berdugo 27.
43 Granados 50.
44 Gaviria 48.
45 Díaz-Granados y Salgado 51.
46 González y Arroyabe 24.
47 Díaz-Granados y Salgado 52-53.
48 Cárdenas 40.
49 Granados 36.
50 Gaviria 49.
51 Montenegro 84.
52 Granados 108.
53 Cárdenas 99.
54 Díaz-Granados y Salgado 79.
55 González y Arroyave 45-46.
56 Lozano y García 38.
57 Díaz-Granados y Salgado 86.
58 Corredor, Rodríguez y Díaz 13.
59 Díaz y Berdugo 87.
60 Gaviria 92.
61 Gaviria 82.
62 Díaz y Berdugo 69.
63 Cárdenas 96.
64 Lozano y García 23.


OBRAS CITADAS

I. Fuentes Primarias

Documentos impresos y manuscritos

Cárdenas, Jorge. Historia de América. Bogotá: Editorial Universitaria de América, 1977.

Corredor, Humberto, Carmenza Rodríguez y Blanca Díaz. El Hombre y su huella: Historia de América. Bogotá: Voluntad, 1985.

Díaz, Gonzalo y Libardo Berdugo. Historia de América 7 grado. Barranquilla: El Cid, 1984.

Díaz-Granados, Consuelo y Mariela Salgado. Conozcamos nuestra historia: América, 7 grado. Bogotá: Pime editores, 1984.

Gaviria, Nicolás. Historia de América: 2º curso de enseñanza media. Medellín: Bedout, 1977.

González, Conrado y Luis Arroyave. Historia de América. Medellín: Bedout, 1975.

Granados, Rafael. Historia de América. Bogotá: Pax, s.f.

Lozano, Rocío y Fabio García. Historia documental 7. Bogotá: Voluntad, 1989.

Montenegro, Augusto. Historia de América: Colección nuestro mundo y sus hechos. Bogotá: Norma, 1980.

Torres, Fernando. América nuestra historia. Bogotá: Estudio, s.f.

II. Fuentes Secundarias

Alam, Florencia. "Civilización/barbarie en los manuales de historia del secundario". Nómadas Revista Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas 16.2 (2007): 393-401.

Calderón, Sol. "¿Tóxicas o innovadoras?: Las representaciones de la nación en los manuales escolares de historia de Colombia (1984-1986)". Manuales escolares y construcción de nación en Colombia: Siglos XIX y XX. Eds. Álvaro Acevedo y Gabriel Samacá. Bucaramanga: Universidad Industrial de Santander, 2013. 237-276.

Campos, Lara. "La imagen del indio en la construcción histórico-cultural de la identidad. Estudio comparado de su representación iconográfica en los manuales escolares de México y España (1940-1945)". Memoria y Sociedad 14.28 (2010): 107-124.

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Referencias

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Van Dijk, Teun. Ideología y discurso. Barcelona: Ariel, 2008.

Cómo citar

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Cerón Rengifo, Carmen Patricia. 2015. «Amerindios y europeos en manuales escolares de historia de América, Colombia (1975-1990)». Anuario Colombiano De Historia Social Y De La Cultura 42 (1):83-113. https://doi.org/10.15446/achsc.v42n1.51345.

ACM

[1]
Cerón Rengifo, C.P. 2015. Amerindios y europeos en manuales escolares de historia de América, Colombia (1975-1990). Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura. 42, 1 (ene. 2015), 83–113. DOI:https://doi.org/10.15446/achsc.v42n1.51345.

ACS

(1)
Cerón Rengifo, C. P. Amerindios y europeos en manuales escolares de historia de América, Colombia (1975-1990). Anu. colomb. histo. soc. cult. 2015, 42, 83-113.

APA

Cerón Rengifo, C. P. (2015). Amerindios y europeos en manuales escolares de historia de América, Colombia (1975-1990). Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura, 42(1), 83–113. https://doi.org/10.15446/achsc.v42n1.51345

ABNT

CERÓN RENGIFO, C. P. Amerindios y europeos en manuales escolares de historia de América, Colombia (1975-1990). Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura, [S. l.], v. 42, n. 1, p. 83–113, 2015. DOI: 10.15446/achsc.v42n1.51345. Disponível em: https://revistas.unal.edu.co/index.php/achsc/article/view/51345. Acesso em: 28 mar. 2024.

Harvard

Cerón Rengifo, C. P. (2015) «Amerindios y europeos en manuales escolares de historia de América, Colombia (1975-1990)», Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura, 42(1), pp. 83–113. doi: 10.15446/achsc.v42n1.51345.

IEEE

[1]
C. P. Cerón Rengifo, «Amerindios y europeos en manuales escolares de historia de América, Colombia (1975-1990)», Anu. colomb. histo. soc. cult., vol. 42, n.º 1, pp. 83–113, ene. 2015.

MLA

Cerón Rengifo, C. P. «Amerindios y europeos en manuales escolares de historia de América, Colombia (1975-1990)». Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura, vol. 42, n.º 1, enero de 2015, pp. 83-113, doi:10.15446/achsc.v42n1.51345.

Turabian

Cerón Rengifo, Carmen Patricia. «Amerindios y europeos en manuales escolares de historia de América, Colombia (1975-1990)». Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura 42, no. 1 (enero 1, 2015): 83–113. Accedido marzo 28, 2024. https://revistas.unal.edu.co/index.php/achsc/article/view/51345.

Vancouver

1.
Cerón Rengifo CP. Amerindios y europeos en manuales escolares de historia de América, Colombia (1975-1990). Anu. colomb. histo. soc. cult. [Internet]. 1 de enero de 2015 [citado 28 de marzo de 2024];42(1):83-113. Disponible en: https://revistas.unal.edu.co/index.php/achsc/article/view/51345

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