Alejandro Chaparro Giraldo ( 1958 - 2020)

Autora: Nubia Matta

Nunca imaginé tener que escribir un obituario para un colega y amigo. Alejandro nació en Villavicencio hijo de Pablo Emilio Chaparro Sanchéz, un sargento segundo del ejercito, y de Nubia Giraldo, quien creció escondiendo revistas y libros en una caja debajo de la cama, forjando un hábito que impactaría en el pequeño: La lectura. Su padre, aficionado a la historia militar, había nombrado a la mayoría de sus hijos con el nombre de viejos guerreros que admiraba. Así nombró al pequeño Leonidas, a Bismarck, el menor, y a Harold, el único que lo sobrevivió. Y allí estaba Alejandro, el Grande, el fundador de Alejandría. Alejandro: Aleicos = protector, Antropos = de los hombres. Durante su infancia acompañó al abuelo y a su padre recogiendo papas con las manos desnudas en Pesca, Boyacá, portando la ruana y el sombrero. Ya en Bogotá estudió en el colegio Alamano, pasando su infancia entre el Galán y el Colón, donde estuvo en un grupo de música Andina. Se graduó de Ingeniero Agrónomo de la Universidad del Tolima, Magister en Ciencias Agrarias, línea fitomejoramiento en la Universidad Nacional de Colombia y Doctor en Genética y Mejoramiento Vegetal en la Universidad de Sao Paulo, y desde 1999 profesor del departamento de Biología de la Universidad Nacional de Colombia (UN). Para la fecha de su fallecimiento ostentaba la máxima categoría posible en la UN, la de profesor titular-Tenure; y la máxima en el sistema de calificación de investigadores en MinCiencias la de investigador Senior.

En su juventud por los años 80 se unió a la Juventud patriótica, siempre estuvo acompañando los consejos estudiantiles, e incluso liderando su representación, como en su doctorado, donde fungió como representante de estudiantes de posgrado extranjeros en el Campus de Piracicaba de la Universidad de Sao Paulo, posteriormente cuando ingresó a la Universidad Nacional de Colombia en diversas ocasiones fue representante de profesores del Departamento de Biología.

Estudioso de los derechos de propiedad intelectual. Ofertó con gran éxito los cursos de: Cultivos transgénicos: Frankenstein o Prometeo?, Política y Legislación en Recursos Naturales, Recursos Genéticos: elementos técnicos y jurídicos, Fundamentos genética y Genética.

 Su carrera científica estuvo plagada de logros y primicias en su campo para Colombia y el mundo. Como la primera planta transgénica de maiz off patent. Sus temas de interés rondaban acerca de la libertad de uso de patentes, la propiedad intelectual, acceso a recursos genéticos, organismos genéticamente modificados y plantas transgénicas donde trabajó con variedades colombianas de maíz y papa principalmente. Creador y director del grupo de investigación de Ingeniería Genética de Plantas (IGP) donde formó por los menos 50 estudiantes entre pregrado, maestría y doctorado; fortaleciendo el conocimiento de la biotecnología vegetal en Colombia. Además también hacía parte de grupo de investigación Plebio, y era miembro del centro de pensamiento en propiedad intelectual de la mencionada Universidad.

Siempre se preocupó por la transferencia del conocimiento, y estaba convencido de la obligación de que como investigadores tenemos con la sociedad; es por lo que investigó los problemas que aquejaban a los agricultores, trabajó de la mano de gremios como la Federación Nacional de Cultivadores de Cereales, Leguminosas y Soya (FENALCE), Federación nacional de arroceros (FEDEARROZ), Centro internacional de la papa. Realmente es sorprendente la gran cantidad de trabajo que tenía adelantado en diversas áreas de su investigación, el número de estudiantes que dirigía y la gran interdisciplinariedad de sus investigaciones.

Aunque tenía el potencial para publicar ampliamente en revistas internacionales, prefirió las revistas nacionales. En Acta Biológica Colombiana publicó 19 manuscritos; siendo el artículo de revisión Cultivos transgénicos: entre los riesgos 

biológicos y los beneficios ambientales y económicos, publicado en 2011 uno de los más citados, con 29 citas hasta el momento.

El lado menos académico del profesor, es recordado por su amplia y constante sonrisa, le gustaba “falar em portugués” cuando encontraba un colega que le llevara la cuerda, un bailador de salsa (incluso fue fundador de un frustrado bar de salsa), y apasionado del rock en español. Amante de las reuniones sociales, la cerveza, las discusiones de política y de los buenos libros. Padre de dos hijos que eran su orgullo (León Felipe y Jenny Katherine) y hacía poco menos de una década se había estrenado como abuelo (Niko Alejandro), que sacó de sus entrañas su lado mas tierno. Pasó los mejores años de su vida junto a su esposa “La pecosa”; Lucero López el amor de su vida. 

Deja un gran vacío inmenso en la comunidad, pero un gran legado académico y de valores por seguir. Pero esté donde esté, debe tener la satisfacción de la labor cumplida. Descansa en paz, amigo.

Escrito por: Nubia Matta Camacho

Nunca imaginé tener que escribir un obituario para un colega y amigo. Alejandro nació en Villavicencio hijo de Pablo Emilio Chaparro Sanchéz, un sargento segundo del ejercito, y de Nubia Giraldo, quien creció escondiendo revistas y libros en una caja debajo de la cama, forjando un hábito que impactaría en el pequeño: La lectura. Su padre, aficionado a la historia militar, había nombrado a la mayoría de sus hijos con el nombre de viejos guerreros que admiraba. Así nombró al pequeño Leonidas, a Bismarck, el menor, y a Harold, el único que lo sobrevivió. Y allí estaba Alejandro, el Grande, el fundador de Alejandría. Alejandro: Aleicos = protector, Antropos = de los hombres. Durante su infancia acompañó al abuelo y a su padre recogiendo papas con las manos desnudas en Pesca, Boyacá, portando la ruana y el sombrero. Ya en Bogotá estudió en el colegio Alamano, pasando su infancia entre el Galán y el Colón, donde estuvo en un grupo de música Andina. Se graduó de Ingeniero Agrónomo de la Universidad del Tolima, Magister en Ciencias Agrarias, línea fitomejoramiento en la Universidad Nacional de Colombia y Doctor en Genética y Mejoramiento Vegetal en la Universidad de Sao Paulo, y desde 1999 profesor del departamento de Biología de la Universidad Nacional de Colombia (UN). Para la fecha de su fallecimiento ostentaba la máxima categoría posible en la UN, la de profesor titular-Tenure; y la máxima en el sistema de calificación de investigadores en MinCiencias la de investigador Senior.

En su juventud por los años 80 se unió a la Juventud patriótica, siempre estuvo acompañando los consejos estudiantiles, e incluso liderando su representación, como en su doctorado, donde fungió como representante de estudiantes de posgrado extranjeros en el Campus de Piracicaba de la Universidad de Sao Paulo, posteriormente cuando ingresó a la Universidad Nacional de Colombia en diversas ocasiones fue representante de profesores del Departamento de Biología.

Estudioso de los derechos de propiedad intelectual. Ofertó con gran éxito los cursos de: Cultivos transgénicos: Frankenstein o Prometeo?, Política y Legislación en Recursos Naturales, Recursos Genéticos: elementos técnicos y jurídicos, Fundamentos genética y Genética.

Su carrera científica estuvo plagada de logros y primicias en su campo para Colombia y el mundo. Como la primera planta transgénica de maiz off patent. Sus temas de interés rondaban acerca de la libertad de uso de patentes, la propiedad intelectual, acceso a recursos genéticos, organismos genéticamente modificados y plantas transgénicas donde trabajó con variedades colombianas de maíz y papa principalmente. Creador y director del grupo de investigación de Ingeniería Genética de Plantas (IGP) donde formó por los menos 50 estudiantes entre pregrado, maestría y doctorado; fortaleciendo el conocimiento de la biotecnología vegetal en Colombia. Además también hacía parte de grupo de investigación Plebio, y era miembro del centro de pensamiento en propiedad intelectual de la mencionada Universidad.

Siempre se preocupó por la transferencia del conocimiento, y estaba convencido de la obligación de que como investigadores tenemos con la sociedad; es por lo que investigó los problemas que aquejaban a los agricultores, trabajó de la mano de gremios como la Federación Nacional de Cultivadores de Cereales, Leguminosas y Soya (FENALCE), Federación nacional de arroceros (FEDEARROZ), Centro internacional de la papa. Realmente es sorprendente la gran cantidad de trabajo que tenía adelantado en diversas áreas de su investigación, el número de estudiantes que dirigía y la gran interdisciplinariedad de sus investigaciones.

Aunque tenía el potencial para publicar ampliamente en revistas internacionales, prefirió las revistas nacionales. En Acta Biológica Colombiana publicó 19 manuscritos; siendo el artículo de revisión Cultivos transgénicos: entre los riesgos

biológicos y los beneficios ambientales y económicos, publicado en 2011 uno de los más citados, con 29 citas hasta el momento.

El lado menos académico del profesor, es recordado por su amplia y constante sonrisa, le gustaba “falar em portugués” cuando encontraba un colega que le llevara la cuerda, un bailador de salsa (incluso fue fundador de un frustrado bar de salsa), y apasionado del rock en español. Amante de las reuniones sociales, la cerveza, las discusiones de política y de los buenos libros. Padre de dos hijos que eran su orgullo (León Felipe y Jenny Katherine) y hacía poco menos de una década se había estrenado como abuelo (Niko Alejandro), que sacó de sus entrañas su lado mas tierno. Pasó los mejores años de su vida junto a su esposa “La pecosa”; Lucero López el amor de su vida.

Deja un gran vacío inmenso en la comunidad, pero un gran legado académico y de valores por seguir. Pero esté donde esté, debe tener la satisfacción de la labor cumplida. Descansa en paz, amigo.