Publicado

2019-05-01

Nuevas experiencias urbanas significativas del espacio público contemporáneo

New significant urban experiences of contemporary public spaces

Novas experiências urbanas significativas do espaço público contemporâneo

DOI:

https://doi.org/10.15446/cep.v6n2.83990

Palabras clave:

Diseño urbano, espacio público, participación comunitaria, ciudadanía, arte urbano (es)
Urban design, public space, Community participation, citizenship, urban art (en)
Desenho urbano, espaço publico, participação da comunidade, cidadania, arte urbana (pt)

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Autores/as

  • Juan Manuel Bueno Carvajal Universidad Politécnica de Valencia

El artículo cuestiona aspectos teóricos y prácticos de los procesos de planeación y gestión de las ciudades con énfasis en el espacio público como un elemento estructurador a partir de la exposición de algunas experiencias contemporáneas emergentes que tienen en común los métodos de diseño e intervención en la ciudad en escalas barriales, el diseño participativo, el desapego por intereses lucrativos, los aportes interdisciplinares, la construcción colaborativa y los efectos de apropiación de la ciudadanía. Este debate se estructura desde la presentación de los nuevos urbanismos: el hecho a mano y el táctico, el caso puntual de la ocupación de lotes, el reciclaje como alternativa de materialización y las manifestaciones artísticas. Podemos concluir que el espacio público es un elemento que está permitiendo nuevos caminos para incluir procesos urbanos más cercanos a la ciudadanía y que debemos atenderlo desde las acciones conjuntas entre comunidades, administraciones, colectivos y la academia.

The article questions about theoretical and practical aspects of planning and management processes of cities. Public space is emphasized as a structuring element from the presentation of some emerging contemporary experiences which share design and intervention methods in the city in large scales, participative design, detachment for profitable interests, interdisciplinary contributions, collaborative construction, and effects of ownership from citizens. This debate is structured from the presentation of new urbanisms: handmade and tactical, the punctual case of the occupancy of lots, the recycling as an alternative of materialization and artistical manifestations. It concludes that public space is an element which is allowing new roads to include nearest urban processes to citizen and  we should attend from joint actions between communities, collective administrations, and academy.
O artigo faz um questionamento para aspectos teóricos e práticos dos processos de planejamento e gestão das cidades. A ênfase é colocada no espaço público como um elemento estruturador baseado na exposição de algumas experiências contemporâneas emergentes que têm em comum as metodologias de design e intervenção na cidade em escalas de bairro, o design participativo, o  esapego por interesses lucrativos, às contribuições interdisciplinares, a construção colaborativa e os efeitos da apropriação da cidadania. Esse debate está estruturado a partir da apresentação dos novos urbanismos: o feito a mão e o tático, o caso específico da ocupação de lotes, a reciclagem como alternativa de materialização e as manifestações artísticas. Conclui-se que o espaço público é um elemento que permite agora novos caminhos para incluir processos urbanos mais próximos dos cidadãos e que devemos atendê-lo a partir de ações conjuntas entre comunidades, administrações, grupos e a academia.

 

Nuevas experiencias urbanas significativas del espacio público contemporáneo

 

Juan Manuel Bueno Carvajal. Arquitecto. Magíster en gestión urbana de la Universidad Piloto de Colombia. Doctorando en arquitectura, edificación, urbanística y paisaje de la Universidad Politécnica de Valencia, Valencia, España. Correo electrónico: juabue@doctor.upv.es , juaneme87@gmail.com , ORCID 0000-0003-4797-7

Recibido: marzo 4, 2019. Aprobado: junio 20, 2019. Publicado: agosto 23, 2019.

 

Resumen

El artículo cuestiona aspectos teóricos y prácticos de los procesos de planeación y gestión de las ciudades. Se hace énfasis en el espacio público como un elemento estructurador a partir de la exposición de algunas experiencias contemporáneas emergentes que tienen en común los métodos de diseño e intervención en la ciudad en escalas barriales, el diseño participativo, el desapego por intereses lucrativos, los aportes interdisciplinares, la construcción colaborativa y los efectos de apropiación de la ciudadanía. Este debate se estructura desde la presentación de los nuevos urbanismos: el hecho a mano y el táctico, el caso puntual de la ocupación de lotes, el reciclaje como alternativa de materialización y las manifestaciones artísticas. Se concluye que el espacio público es un elemento que está permitiendo nuevos caminos para incluir procesos urbanos más cercanos a la ciudadanía y que debemos atenderlo desde las acciones conjuntas entre comunidades, administraciones, colectivos y la academia.

Palabras clave: diseño urbano, espacio público, participación comunitaria, ciudadanía, arte urbano.

 

New significant urban experiences of contemporary public spaces

 

Abstract

The article questions about theoretical and practical aspects of planning and management processes of cities. Public space is emphasized as a structuring element from the presentation of some emerging contemporary experiences which share design and intervention methods in the city in large scales, participative design, detachment for profitable interests, interdisciplinary contributions, collaborative construction, and effects of ownership from citizens. This debate is structured from the presentation of new urbanisms: handmade and tactical, the punctual case of the occupancy of lots, the recycling as an alternative of materialization and artistical manifestations. It concludes that public space is an element which is allowing new roads to include nearest urban processes to citizen and we should attend from joint actions between communities, collective administrations, and academy.

Keywords: urban design, public space, community participation, citizen, urban art.

 

Novas experiências urbanas significativas do espaço público contemporâneo

 

Resumo

O artigo faz um questionamento para aspectos teóricos e práticos dos processos de planejamento e gestão das cidades. A ênfase é colocada no espaço público como um elemento estruturador baseado na exposição de algumas experiências contemporâneas emergentes que têm em comum as metodologias de design e intervenção na cidade em escalas de bairro, o design participativo, o desapego por interesses lucrativos, às contribuições interdisciplinares, a construção colaborativa e os efeitos da apropriação da cidadania. Esse debate está estruturado a partir da apresentação dos novos urbanismos: o feito a mão e o tático, o caso específico da ocupação de lotes, a reciclagem como alternativa de materialização e as manifestações artísticas. Conclui-se que o espaço público é um elemento que permite agora novos caminhos para incluir processos urbanos mais próximos dos cidadãos e que devemos atendê-lo a partir de ações conjuntas entre comunidades, administrações, grupos e a academia.

Palavras-chave: design urbano, espaço público, participação comunitária, cidadania, arte urbana.

 

Introducción

 

En la historia contemporánea, en especial en lo trascurrido del siglo XXI, es posible apreciar manifestaciones emergentes del espacio público, a partir de proyectos puntuales que llaman la atención por desafiar y demostrar alternativas a la planeación tradicional de la ciudad. De cierta forma, estas nuevas propuestas se han adaptado de manera recursiva y participativa a las necesidades puntuales de las comunidades y barrios donde podemos encontrarlas. Así mismo, cuestionan los aspectos teóricos y prácticos en los procesos de proyección de la ciudad, con la intermediación del espacio público como un elemento estructurador para el debate sobre sus nuevos significados y aportes a la ciudad. Esta discusión se constituye con las contribuciones que vienen desde escalas pequeñas, de barrio, donde las iniciativas unen a la ciudadanía, que usa y protagoniza el espacio público. Aparecen, así, dinámicas para la ciudad con cualidades y valores de carácter más colaborativo y creativo que los planteados por los ambiciosos proyectos urbanos convencionales.

Los denominados nuevos urbanismos hacen parte de estas experiencias, compuestos por el hecho a mano y el táctico, el caso puntual de la ocupación de lotes1, el reciclaje y la influencia del arte en el espacio público. Estas manifestaciones surgen a partir de la participación ciudadana, incluida directamente como eje estructurante en los procesos de diseño, gestión y ejecución. Han surgido a partir de problemáticas urbanas comunes en distintos contextos, como el deterioro y desatención de los centros históricos, lotes abandonados en zonas consolidadas o de expansiones no desarrolladas, la ausencia de equipamientos culturales, proyectos de espacio público que no fueron apropiados por las comunidades y que han generado efectos no deseados, desatención por parte de las administraciones en políticas sociales y de espacio público, entre otras.

Podemos preguntarnos si existe una sobrevaloración de las prácticas y cualidades que ejerce el espacio público en las ciudades, sobre todo si los procesos de gestión de los proyectos de ciudad realmente han cumplido con la expectativa de ese lugar que se ha ganado el espacio público dentro de las disciplinas de la arquitectura y del urbanismo —que han sido atendidas desde finales del siglo XX a partir del despliegue de proyectos y métodos desde el propio ejercicio profesional y en la academia—. Por esta razón, es pertinente enfatizar en el desarrollo y la documentación de estas experiencias emergentes. A partir de esta investigación, se proponen algunos ejemplos que permiten reflexionar si estamos comprendiendo, ensañando, diseñando y ejecutando de manera confiada y coherente los asuntos de ciudad en materia de espacio público.

 

Metodología

 

El método desarrollado consistió en la exploración teórica de distintas fuentes sobre el espacio público contemporáneo, en especial aquellas que hacen énfasis en prácticas y proyectos con notables componentes de participación ciudadana. Se categorizaron tres grupos principales de fuentes bibliográficas entre artículos especializados y libros. El primer grupo está compuesto por fuentes provenientes de España, que permitieron visibilizar experiencias enfocadas en el espacio público de los centros históricos y consolidados de las ciudades. El segundo grupo son fuentes de otros países de la Unión Europea, que tienen en común la continua elaboración teórica y conceptual de diversas manifestaciones emergentes en el espacio público. El tercer grupo son fuentes de Latinoamérica, que precisan proyectos ejecutados en contextos con condiciones de vulnerabilidad, en donde también se evidencia el desarrollo y los aportes de colectivos de profesionales constituidos.

A partir de lo anterior, se desarrolló una categorización temática de la que resultaron seis frentes: la participación ciudadana y sus distintos componentes, la visión de Rosa y Weiland (2013) sobre el urbanismo hecho a mano y la de Mozas (2011) sobre el urbanismo táctico, la ocupación de lotes desde el análisis de los procesos que posibilita su desarrollo, la influencia del reciclaje como recurso en la materialización de los proyectos, el arte urbano y, por último, una crítica que permite discutir los aspectos sobresalientes y las amenazas de estas experiencias. La revisión ha llevado a consolidar una búsqueda de referentes urbanos que contribuyen con un alto valor social en la forma de intervenir en la ciudad, donde los procesos participativos propician nuevos caminos que cuestionan las formas tradicionales de gestionar el espacio público y la ciudad en general.

 

Resultados

 

Experiencias emergentes del espacio público contemporáneo

Esta serie de nuevas experiencias han forjado una notable presencia en las ciudades y son de particular interés de estudio, puesto que han desarrollado y planteado alternativas a las formas tradicionales de planear la ciudad y, en particular, el espacio público. Dentro de este marco surge un renovado interés por este último, que hoy se prolifera a través de las disciplinas de la arquitectura y el urbanismo. En esta línea de sentido, hay profesionales especializados que se han movilizado en colectivos, atraídos por cierta acción urbana, por un urbanismo hecho de labores combinadas, que incorpora a una comunidad o a la ciudadanía en general. Se trata de una tendencia que inició en los años sesenta y setenta y fue reiniciada en los noventa (Álvarez y González, 2017).

 

El diseño participativo como estructura de los procesos

El diseño participativo estructura estas experiencias emergentes, puesto que es un factor transversal a varias facetas de los proyectos. Como lo anuncia Capel (2016), la participación ciudadana hace parte del compromiso cívico en los asuntos públicos, es la vía democrática para impedir la expansión y el desarrollo de la ciudad desde los intereses particulares del negocio inmobiliario. El urbanismo debe hacerse desde otra forma, desde el diálogo y la participación (Capel, 2016). Se asume que la ciudad puede ser entendida desde el ámbito humano y que se puede reconfigurar desde el espacio público. La planeación de los proyectos urbanos no deben reducirse solamente a la documentación, también requiere la participación y comunicación de distintos grupos y profesionales, a saber, urbanistas, arquitectos, la administración pública, el sector privado y los más importantes: los ciudadanos (Feireiss y Hamm, 2015). A continuación, se presentan los aspectos más relevantes de la participación en estas experiencias.

Podemos iniciar con el rol de los usuarios. Los principales protagonistas del diseño participativo son las comunidades2, que cumplen un papel fundamental porque llevan a detectar las necesidades reales, problemáticas y vías de desarrollo de las ideas y procesos bajo los que se conciben los proyectos. Como menciona Coyula (2005), el barrio es el escalón más humano, puesto que se ha constituido en los planos social y físico para llegar a ser reconocido por la identidad de sus habitantes. El individuo que allí reside es quien configura un proceso de identificación con su entorno, que trae consigo sentimientos de compromiso con los eventos que allí ocurren y a su vez se transmiten de generación en generación hasta constituir un estilo de vida de barrio (Coyula, 2005). La voluntad de participación es un gesto que se construye como parte de los procesos de diseño y debe ser estimulado de manera recurrente, para que se fortalezca como parte de una cultura del diseño y genere apropiación y pertenencia con la ciudad y con los proyectos en específico.

Así mismo, podemos notar una relación directa entre vecinos y profesionales. En varios casos, arquitectos, urbanistas y afines pueden estar influenciados por distintas variables de diseño, y corren el riesgo de ignorar o no tener en cuenta a las comunidades, hasta llegar a un punto de recaer en la autonomía irresponsable del profesional que considera tener la seguridad para entablar propuestas confiando solamente en su criterio individual. Estos profesionales asumen que el cliente es la administración porque es la que paga el proyecto, pero realmente el encargo es costeado por la sociedad, y los principales beneficiarios son los vecinos y sus barrios (Gaja i Díaz, 2005). Es menester comprender que el proyecto es de la comunidad, no del arquitecto. El trabajo de los profesionales es identificar, decodificar las necesidades de la ciudadanía entre las dificultades, tensiones y problemas de abandono que existen en torno a los espacios públicos (DeSimone, Stang, Villalta, Ferro, y Prieto, 2014). El profesional no es un agente externo, por el contrario, debe involucrarse y formar parte de la comunidad durante los procesos como guía, catalizador de ideas, intermediador con la administración y generador de estrategias de materialidad y diseño.

La escala urbana tiene un potencial alto de participación, justamente porque se reafirma un significado comunitario que caracteriza a las ciudades donde los intereses se hacen semejantes y las prioridades son comunes. Podemos citar el caso latinoamericano de los programas de mejoramiento integral de barrios (PMIB), que ofrecen y construyen soluciones sociales en contextos de alta vulnerabilidad. Para este caso, la participación se puede reconocer desde las iniciativas de autogestión, presentes a lo largo de la historia de estos contextos, desde las primeras ocupaciones del territorio, cuando las comunidades reconocen que se han organizado y que han desarrollado mecanismos de participación. Dichas iniciativas han existido tanto en ese origen ilegal de la tenencia del suelo como en el paso a procesos de formalidad y acceso a redes y servicios públicos. Desde el marco del mejoramiento, las comunidades son conscientes de que pueden lograr resultados positivos para los barrios por medio de la participación (Bueno y Manrique, 2014).

En muchos casos, la academia ha sido el medio para generar y estimular los procesos de participación, motivados por la investigación y los compromisos sociales que en ocasiones descuidan las administraciones. El arquitecto, desde su ejercicio profesional, puede considerar que en los procesos de participación con comunidades va a ser quien enseña y comparte su conocimiento, cuando en realidad resulta más significativo lo que se aprende de las comunidades. La ciudad es el escenario de enseñanza, no es posible solo quedarse en el aula, hay que vivir estos procesos desde la universidad en relación directa con el medio. Así, la ciudad es una experiencia de aprendizaje activo, en donde la práctica se da interactuando con el espacio público y la realidad más cercana (Carrasco Bonet y Selvas Gardeñas, 2015). Independiente de lo que se logre como un resultado físico, hay un cambio de mentalidad relevante para la formación de los nuevos profesionales, para que tengan consciencia de la situación compleja de la ciudad, la materia prima de los arquitectos, que está afuera, presente para aprender de ella (DeSimone et al., 2014).

 

Los nuevos urbanismos: el hecho a mano y el táctico

Los nuevos urbanismos de los que se ha venido hablando son una alternativa para concebir la ciudad, porque el concepto de estrategia queda relegado para dar cabida a la táctica, un término que involucra una intervención puntual en el espacio público. El urbanismo hecho a mano, de los autores Rosa y Weiland (2013), refiere a las acciones urbanas llevadas a cabo por cuenta propia de las comunidades locales, son proyectos en los que se evidencia un alto sentido de autenticidad, que no son pretenciosos ni parten de la intención de figurar como grandes propuestas de diseño, sus intereses no son otros que los de las propias comunidades que requieren las intervenciones para mejorar sus condiciones de vida.

El urbanismo hecho a mano se destaca por confiar en las habilidades de los habitantes de las comunidades para proponer soluciones a sus retos diarios, a través de la creatividad para transformar distintos recursos. En estos proyectos se comparten responsabilidades para construir espacios colectivos y forjar la colaboración de actores como asociaciones culturales, lideres comunales, residentes, usuarios, artistas, arquitectos, gobiernos, academia y negocios (Rosa y Weiland, 2013). Estas acciones se materializan en proyectos como jardines colectivos, plazas, parques, estructuras para deporte, mobiliario urbano, intervenciones en fachadas de viviendas, edificios comunitarios, áreas de expresión y arte visual, iluminación, entre otras. Es posible diferenciar estas propuestas porque la recursividad tiene un rol importante, y son diseñadas especialmente para que todos los miembros de la comunidad puedan intervenir sin que necesariamente conozcan o dominen un oficio, por su puesto, con la atención y guía de distintos profesionales.

Es posible comprender el urbanismo táctico a través de la postura de Mozas (2011), quien plantea un escenario en el que existen dos conceptos que en muchos casos pueden interpretarse como el mismo, pero presentan una fuerte diferenciación, estos son la estrategia y la táctica. La estrategia, como proceso, se utiliza para controlar, ocupa un espacio físico y es un instrumento del poder; su lógica de actuación ocurre de arriba hacia abajo, despliega estrategias de diseño para que una acción determinada permita que el poder establecido mantenga el control. Mientras que lo táctico se usa para reivindicar, se desarrolla con el paso del tiempo y es un instrumento que utiliza el ciudadano; en oposición a la estrategia, actúa de abajo hacia arriba a través de acciones temporales, participativas y autoconstruidas, lo que ayuda a que los movimientos de base creen tácticas que desgastan al poder y generen pertenencia y apropiación en el espacio (Mozas, 2011).

La táctica tiene un valor relevante si consideramos que su aporte trasciende los alcances de los procesos de planeación convencionales, pues se basa en un interés por saber cuáles son las iniciativas de la comunidad, cómo se financian y materializan, quiénes intervienen y dónde se implantan. Así, se determina un impulso participativo y, como menciona Mozas (2011), un nivel de radicalidad y resistencia al poder, así como una batalla por el control del espacio público. El campo de acción son los lugares olvidados y degradados de la ciudad, tanto privados —lotes abandonados— como públicos. Las prácticas del urbanismo táctico, por lo general, son de escalas pequeñas, la forma de operar no permite proyectos muy amplios o de coberturas superiores a las escalas barriales.

 

El caso de la ocupación de lotes

La ocupación de lotes materializa las premisas de los nuevos urbanismos. Es un desarrollo que aporta soluciones al problema recurrente de cómo actuar ante los vacíos urbanos. Esta acción tiene como objetivo dar un uso a los lotes que han quedado abandonados o no han sido construidos3. Desde el ámbito físico, el vacío genera varias problemáticas, además de la falta de edificación y la ausencia de uso. Los lotes pueden estar en estas condiciones porque la planeación no ha dado viabilidad a un uso, por fragmentos que quedan a la expectativa de desarrollos inciertos, por ruinas, por estar en lugares que ya se integraban al conjunto de ciudad y requieren una reconstrucción, o por proyectos inacabados por variables económicas (Berruete Martínez, 2017). Podríamos deducir, según Berruete Martínez (2017), que los vacíos urbanos se comprenden como residuos de la expansión urbana, aparecen inmersos en la trama de la ciudad concebidos como espacios con su propia historia, como lugares que pueden ser asumidos, incluso, como una nueva tipología de ciudad (Berruete Martínez, 2017).

Frente a estos escenarios llega el caso de la ocupación, en donde se permite que el vacío se vuelva público o semipúblico y los principales protagonistas son los vecinos cercanos al lote. Estas intervenciones son espontáneas, no tienen una lógica económica y están, por supuesto, al margen de la planificación urbanística convencional (Bellet Sanfeliu, 2014). A continuación, se presentan las principales facetas que componen estas ocupaciones:

• Los propietarios de los lotes pueden ser ajenos a estos casos de ocupación, o en otros eventos pueden consentirlos mientras se definen los procesos de actuación o formalización de proyectos en el lote. Hay muchas variables de acción que repercuten en el hecho de que estos espacios estén vacíos y los propietarios ejercen una responsabilidad y hacen parte del proceso.

• Los usos de estos lotes pueden ser para comercio, vivienda, equipamientos o continuidad de vías. Es posible que sean espacios que se convirtieron en estacionamientos improvisados de automóviles o grandes separadores en medio de avenidas. Las normas urbanas pueden intervenir en el uso del suelo que corresponda a un lote en particular, pero quizá en los contextos residenciales sea más usual la actividad de ocupación por la presencia e iniciativa de las comunidades, las cuales no están tan unidas o definidas en otros contextos.

• Es probable que se acceda al lote de manera informal, sin autorización de sus propietarios o el consentimiento sin un permiso normativo desde las administraciones locales, por lo cual podríamos identificar un evento alegal4. Así, se asume un riesgo en el marco normativo urbano y social, que reta a las actuaciones y procedimientos convencionales y, sobre todo, plantea un evento que tal vez no esté concebido en un esquema formal. Esto trae un mensaje social, puesto que la lucha por un bien común es el motor y la emoción de llevar a cabo la ocupación, que puede implicar un proceso de transformación desde un inicio alegal hasta llegar a un estado legal o formal.

• Las actividades que se generan en la ocupación pueden ser culturales, como el teatro o la música; pedagógicas, como talleres de distintas habilidades para niños y jóvenes o para la tercera edad; deportivas, como distintos deportes que se puedan instalar según la superficie y condiciones del lote; comerciales, como ventas en mercados de productos locales o ferias de distintas índoles; artísticas, como desarrollo de murales; entre muchas otras.

• La comunidad no actúa sola, recurre a distintos colectivos que, por lo general, son interdisciplinares y cuentan con técnicos y profesionales para asesorar el diseño, construir y desarrollar los proyectos que se llevarán a cabo en el lote ocupado. Se destaca la intervención de la asesoría que aporta desde la arquitectura y la construcción, que se vale de la recursividad y la creatividad para edificar los proyectos.

• Por distintas condiciones como los límites presupuestales o el rápido montaje y ensamblaje de elementos, se recurre a materiales que no siempre son convencionales en la construcción y que se plasman en insumos reciclados y estructuras reutilizables. La mano de obra se ejecuta por los mismos vecinos y voluntarios, quienes aportan su tiempo y esfuerzo para realizar el proyecto; así, se garantiza su ejecución y mantenimiento porque el sentido de pertenencia y la apropiación es muy fuerte.

• El tema del presupuesto es variable e incierto. Puede surgir con estrategias de colectas entre vecinos, donativos, entre otros. Incluso podría haber apoyo del sector privado, cuando los propietarios del lote apoyan la ocupación y ceden el terreno desde proyectos propios de las administraciones locales.

• La revitalización de los sectores es uno de los efectos cuando los proyectos se ejecutan. Lo que al inicio era una problemática, ahora se transforma para beneficiar a los vecinos, lo que implica el estímulo de factores que propenden hacia el desarrollo y la revitalización del entorno inmediato.

• El impacto de estas ocupaciones es alto y se divulga entre vecinos y barrios, para ello se utilizan distintas estrategias en el ámbito barrial como la voz a voz, los afiches y los panfletos. En contextos más amplios, la divulgación ha sido posible gracias a las redes sociales y medios más oficiales como los periódicos. La academia también tiene una responsabilidad muy importante, desde la comunicación en la enseñanza a través de clases, publicaciones y redes académicas, lo cual aporta un carácter más representativo.

• Por último, el mantenimiento y continuidad de los proyectos es una faceta incierta, por las características y procedimientos de ocupación. Estas iniciativas pueden ser interrumpidas por distintas variables, desde la falta de coordinación y participación de vecinos y colectivos —que sería la causa menos preocupante—, hasta reclamos de los propietarios de los lotes por vías legales.

 

Materialización a través del reciclaje

En el contexto urbano, el reciclaje puede definirse desde la sostenibilidad, ya que en cierta medida logra combatir la expansión urbana horizontal y permite dar nuevas oportunidades a lugares de la ciudad que se encuentran en desuso, desgastados o abandonados. Por esta razón es válido asumir que el reciclaje puede fomentar la identidad del lugar, ya que permite enseñar rasgos colectivos y valorar las distintas capas históricas que caracterizan lugares puntuales en la ciudad. Es posible afirmar que uno de sus propósitos no es borrar el pasado o conservarlo, mejor aún, es preservar el tejido social reutilizando o renovando elementos urbanos existentes (Valls Añó, 2014).

El reciclaje puede catalogarse en dos frentes importantes, el primero tiene que ver con la estructura y las preexistencias urbanas. Es la valoración de lo existente que ha dejado de ser utilizado o ha perdido características de conservación debido a distintos procesos. Nos referimos aquí a las estructuras abandonadas o descuidadas, que adquirieron distintas patologías físicas y sociales que caracterizan lugares de la ciudad con actividades y dinámicas desafortunadas. Se trata de estructuras y elementos de la ciudad que hacen parte del espacio público como plazas, mobiliario, fachadas de edificios, monumentos o, puntualmente, elementos arquitectónicos como edificaciones. Si la ciudad se asume como un elemento que se sustituye, se mantiene y se transforma, entonces el reciclaje puede considerarse desde la mejora, al compaginar acciones de conservación y demolición, con lo cual se logra mezclar aspectos positivos de estas dos formas de intervención (Valls Añó, 2014).

El segundo frente es más específico y notorio en el espacio público. Fundamentado en la materialidad reciclada, este frente se vale de cualquier habilidad de gestión y de recursos para concebir proyectos de costos reducidos y rápida construcción. Es importante tener en cuenta las fuentes de donde se obtienen los recursos; por ejemplo, en los episodios de demolición o de abandono de estructuras se pueden extraer materiales que estén en buen estado, como mobiliario urbano, obras de carpintería, muebles fijos, redes, sistemas prefabricados como aglomerados, plásticos, incluso estructuras metálicas, etc.

 

Influencia del arte en el espacio público

Este es el último apartado sobre las manifestaciones emergentes. Quizá podamos adjudicar una relación importante entre el arte y el espacio público en concordancia con el arte contemporáneo, el cual ha encontrado allí un escenario propio de su expresión. Justo como señala DeLacour (2015), es posible determinar que el arte contemporáneo acogió varios rasgos urbanos en algunos momentos de la década de los años setenta, que con el trascurso del tiempo han sido desarrollados y aceptados. Esta relación con la ciudad se ha dado particularmente con la escultura y el arte conceptual, lo que además permitió la consolidación del arte contemporáneo. Un hecho contundente de este acontecimiento fue cuando la obra de arte salió de la galería y del museo con un fuerte interés en lo urbano, gracias al ofrecimiento de espacios abiertos y exteriores que dieron cabida a nuevos aspectos como el carácter efímero de algunas obras, la importancia de la localización, la escala, la interacción, su condición cambiante, transitoria o móvil, los sistemas de gestión y registro del proceso.

El vínculo entre el arte y el contexto urbano ha tenido un efecto importante dentro de la actuación de los nuevos urbanismos. Es probable hallar la presencia de artistas en los colectivos que contribuyen con sus profesiones a los procesos de autogestión de proyectos. También es posible argüir que el arte se ve implícito como manifestación, como una consecuencia de las actividades que se desarrollan en los proyectos y como la interacción que es posible gracias a las expresiones que ofrece. Así, podemos destacar cuatro grupos que predominan en este ámbito: la pintura, la escultura, las instalaciones y la performance.

 

Pintura: el grafiti y el mural

Podemos retomar la pintura desde el concepto de street art, que se ha fortalecido en el presente siglo y se ha extendido por las calles y rincones de todas las ciudades, produciendo una transformación en la forma de ver el arte urbano. Estas obras son, en su mayoría, murales de grandes formatos que impactan en la imagen de la ciudad, incluso, en la revitalización del espacio público (Rojas, 2017), en el sentido de aportar un llamado de atención a un espacio que sin el mural pasaba desapercibido. El arte urbano expresado en murales ha tenido una participación cívica activa, por lo que ha logrado reconfigurar espacios de uso público para la contemplación de estas imágenes y su función comunicativa. Esto genera una serie de interacciones estéticas que intervienen en el territorio, que traen consigo mecanismos individuales y sociales de aproximación del espacio para crear o producir un sentido de lugar (Sáenz, 2016). Estas manifestaciones toman como escenarios recurrentes las culatas de edificios, plazas y parques con superficies duras, entre otros; sin embargo, cualquier superficie urbana es válida para su práctica.

 

Escultura: monumento y deconstrucción

La escultura, como señala Sobrino Manzanares (1999), se ha transformado, desde su significado convencional y su acercamiento a las bellas artes, en un proceso de desvinculación del mercado, en contraposición al alto valor que adquiere el arte en la sociedad del capitalismo tardío. Es evidente que varios escultores actuales han mostrado su deseo por trabajar en el complejo ámbito de lo público —que puede ser una plataforma de promoción—, el cual hace que el arte tenga nuevas perspectivas sobre su papel activo y transformador. No se deja de lado la posibilidad de cuestionar la capacidad de incidencia del arte en la percepción urbana y hasta qué punto otorga significados o aportes a la vida urbana (Sobrino Manzanares, 1999). Sin duda, se puede afirmar que la escultura urbana presenta distintas facetas, materialidades y exploraciones que serían imposibles de concebir sin el espacio público. Se puede rastrear una tradición en el rol de la escultura en el espacio público, como un medio de representación monumental y conmemorativo de episodios relevantes en la historia y la memoria colectiva. Es por ello que la escultura contemporánea reacciona y tiene un carácter de denuncia de la monumentalidad, y hace parte de una serie de acciones que se han emprendido en los últimos años para reivindicar el espacio público como generador y matriz de ciudad (Sobrino Manzanares, 1999).

Como ejemplos, en la figura 1 podemos ver algunas intervenciones artísticas en la ciudad de Bogotá. El artista Oswaldo Maciá realizó la obra Escenario en Construcción, una escultura que emite sonidos de pájaros autóctonos de Colombia, que fue ganadora de un concurso convocado por instituciones públicas en alianza con un privado y cuyo propósito era buscar una visión alternativa sobre el arte público en la ciudad. También vemos el mural del edificio de Aviatur, titulado Bacatá, realizado por el colectivo de arte urbano BoaMistura.

Figura 1. Ejemplos de pintura y escultura en el espacio público

Fuente. Elaboración propia (2018).

 

Las instalaciones: uso efímero del espacio público

Las instalaciones pueden tener un carácter efímero en el espacio público, pues tienen una vigencia determinada debido al sentido y la lógica de su objetivo en el espacio (Cortés, 2007). Las instalaciones se entienden como una manera de intervenir en la ciudad para aportar una visión crítica a la experiencia humana. Pueden sugerir situaciones que ponen en cuestión el uso del espacio público, lo que genera llamados desde el arte para reforzar la idea de apropiación y definición. Estas prácticas se caracterizan por tener un lenguaje que genera reflexiones en los espectadores a través de instrumentos alejados de la tradición artística pero más cercanos al público. Así, potencian la visibilidad de estos materiales en el contexto, tanto desde su mensaje como desde su contenido, por ejemplo: la violencia, la intolerancia, la tiranía, el consumo, etc. (Sobrino Manzanares, 1999). Las instalaciones pueden tener distintos tipos de materialidad y, en medio del ejercicio de la creatividad, pueden adoptar maneras de reciclar materias primas e implementar distintos objetos reinterpretados y adaptados.

 

La Performance: actuar en el exterior

La performance es una manifestación contemporánea que, como lo explica Ferrando (2009), puede fusionar y articular dos artes entre la música, pintura, danza, escultura, cine, poesía, teatro, circo, video, la instalación, etc., y se vale del cuerpo del performer, quien interviene como un elemento más. La perfomance no es lógica, no es convencional, puede ser un simple gesto o movimiento manifestado por el performer y su experiencia. Esto indica que ejerce y se vale de acciones, de movimientos que son transitorios y dependen de la condición misma de la obra; por lo tanto, el espacio tiene un rol comportante en esta manifestación artística. Señalar un espacio no solo es marcar el lugar en donde se va a desarrollar la acción, también es construirla. El espacio queda definido por los elementos que se integran a este y hacen parte de la performance, por lo cual, el espacio no está al servicio de la performance, sino que es la propia performance (Ferrando, 2009).

La performance se integra al contexto urbano con el ánimo de introducir un público más amplio y no dirigirse solo a una minoría. Así mismo, expresa acciones desde el estudio de comportamientos y hábitos en el espacio público, estas generan críticas institucionales que incluso pueden unirse a un sentimiento y mecanismo de protesta (DeLacour, 2015).

 

Ejemplos relevantes de experiencias emergentes

En la tabla 1 se exponen algunos ejemplos significativos que tienen en común metodologías participativas desde su diseño, gestión y ejecución. Podemos identificar en ellos cómo estas prácticas han generado una respuesta de apropiación por parte de las comunidades. Se presenta su año de ejecución, ubicación, los colectivos y comunidades responsables, así como una descripción y un esquema gráfico que lo ilustra cada ejemplo.

Tabla 1. Ejemplos de experiencias emergentes

Fuente. Elaboración propia con base en Álvarez y González (2017), Mozas (2011) y Feireiss y Hamm (2015).

 

Cuestionamientos sobre el desarrollo de estas prácticas para el futuro del espacio público

 

A partir una construcción teórica desde los conceptos del urbanismo hecho a mano y táctico, como ha asegurado Araneda (2018), aún no es posible determinar una última palabra sobre el carácter de estas prácticas en el espacio público, específicamente respecto a si han de ser temporales o permanentes. Es demasiado apresurado determinar si es una manifestación únicamente temporal. Esta caracterización quizás recae en el uso de habilidades de materialización con el reciclaje o la mano de obra a partir de talleres formativos, que justamente podría ser un argumento para proponer un punto débil. Esto último si se considera que estas formas de materialización y construcción no garantizan la misma calidad, durabilidad o resistencia que un proyecto convencional.

Las expresiones artísticas que vienen desde la pintura requieren una superficie 2D, su materialidad se caracteriza por desgastarse con el paso del tiempo, por lo que la cultura del grafiti puede desvirtuar el significado de esta manifestación en los proyectos. Sin embargo, hoy vemos notorios ejemplos en el caso del muralismo que son ampliamente aceptados en el espacio público y que se relacionan directamente con estos proyectos emergentes.

¿Y qué hay de la iniciativa privada en estos escenarios? Este sería otro punto débil, puesto que en el ámbito privado pueden generarse intereses particulares sobre el espacio público o el privado de uso público. Es incierto cuando el organismo público decide apoyar o financiar intervenciones urbanas que solo benefician a unos pocos y en sectores urbanos privilegiados (Araneda, 2018). Los nuevos urbanismos deben carecer de intereses comerciales y lucrativos. Si se dan manifestaciones similares que tienen como fin la propaganda, la demostración de productos o el mismo hecho de vender las intervenciones tácticas —escenarios tentadores para que un sentido comercial y lucrativo llegue a intervenir—, se pierde su validez y pueden quedar entre líneas. Por ahora vale confiar en los propósitos comunitarios que han permitido darle la importancia que representan estas propuestas.

Para el caso de la ocupación de lotes, podemos desarrollar varias cuestiones a partir del discurso de Ballet (2014) sobre lo que podemos aprender de esas experiencias. ¿Las ocupaciones de lotes por parte de colectivos y vecinos pueden estar condenadas a generar intereses económicos y ser blanco de nuevos ciclos económicos?, ¿estos programas son la mejor manera de regularizar las iniciativas de muchos colectivos sobre los procesos de producción del espacio urbano y del espacio público?, y ¿estos proyectos creativos autogestionados resistirán a la influencia administrativa y la normativización que caracteriza al ente público? (Bellet Sanfeliu, 2014).

Es importante hacer un llamado para que los proyectos y las intervenciones atiendan a los lugares que más los requieren y, si viene desde la iniciativa pública, es necesario que se les dé prioridad a zonas de vulnerabilidad. Por ejemplo, el caso de Latinoamérica: es ingenuo pensar que la solución relativa a las problemáticas del espacio público, de movilidad, o de necesidad de equipamientos y servicios se pueda resolver a partir de estos proyectos. Las intervenciones, en la mayoría de los casos, se realizan en lugares de la ciudad de alta concurrencia, reducidos, privilegiados, cuya imagen de éxito está consolidada, por lo que estas acciones no benefician a los sectores más vulnerables de la ciudad (Araneda, 2018).

¿Realmente se hallan acciones políticas en estas manifestaciones? Como lo explican Álvarez y González (2017), muchos de los colectivos que han contribuido en estas prácticas utilizan el término político como cualidad y acción bandera de su actuar, cuando quizá es más pertinente implementar una definición de carácter social encaminada hacia la participación ciudadana y no hacia lo político. Se plantea de esta manera porque se estaría atribuyendo un sentido político desde lo físico, lo cual es un significado complejo, puesto que no existe una dimensión material para lo político más allá de los cuerpos de los ciudadanos, lo que implica que la arquitectura en sí misma no pueda ser denominada como política (Álvarez y González, 2017).

La aparición de estas manifestaciones es una clara evidencia de que hay vacíos en la atención al espacio público. Damos cuenta que dichos vacíos vienen de distintos ámbitos, iniciando por el propio significado atribuido al espacio público, donde las cualidades y la confianza depositada en los proyectos urbanos son tal vez una sobredimensión de sus posibles alcances. También se identifican la ausencia de espacios desarrollados para la participación ciudadana, la desatención y falta de suministro de recursos por parte de los gobiernos y administraciones, el ejercicio tradicional del urbanismo y la arquitectura, el rol de la academia frente a los procesos de toma de decisión, la participación y actuación en la ciudad, las mismas realidades urbanas —donde las sociedades están sometidas a problemáticas y urgencias de atención frente a desarrollos incompletos—, la informalidad, entre otros más.

Todos los anteriores problemas son apenas un balance genérico para dar un contexto, pero la complejidad de dichas situaciones es una cuestión de estudio para muchas disciplinas, y el hecho de atenderlos hace parte del ejercicio de construir ciudad y de la responsabilidad de la arquitectura y del urbanismo frente a la realidad de nuestras ciudades. Nos quedamos con las fortalezas que han traído las experiencias emergentes señaladas, que han brindado importantes lecciones para comprender mejor la complejidad y el concepto del espacio público. De estas podemos resaltar los efectos en las comunidades, fruto de la participación ciudadana, donde se crean dinámicas que aseguran la pertenencia y el empoderamiento de los espacios comunes con el fin de brindar nuevos escenarios de desarrollo para la ciudad.

 

Conclusiones

 

Vale la pena señalar las siguientes recomendaciones y reflexiones con el ánimo de fomentar experiencias con ejercicios de participación y propuestas desde el ámbito profesional, académico y desde las comunidades:

• Confiar en la academia como un núcleo de aprendizaje, ya que es uno de los primeros escenarios de desarrollo de propuestas e investigaciones en materia de espacio público. Sobre todo, la academia genera un estímulo en las nuevas generaciones de profesionales en su concepción social sobre las realidades y necesidades urbanas sobre el contacto con las comunidades. Hay que tener presente que la academia puede servir de puente entre las comunidades y las administraciones, además de ser observatorios urbanos que permiten determinar las dinámicas y realidades de la ciudad y del espacio público.

• Fortalecer la divulgación de estas experiencias. No solo abordar las experiencias desde el frente local y del poder que ejercen los medios de rápido acceso como las redes sociales. También es necesario fortalecer la concentración de estos temas a través de los medios que la academia ofrece como divulgación, desde los libros, las revistas científicas y, sobre todo, los medios que se disponen para la réplica entre la comunidad académica, como conferencias, seminarios y cátedras.

• A pesar de lo anterior, debemos continuar desarrollando planteamientos y ejercicios sobre la posibilidad de incluir o dejar al margen de los procesos de gestión formales a estas prácticas. Es decir, hay que preguntarnos qué ocurre cuando se abordan estos temas directamente desde las administraciones y son estas las que lideran los procesos. Esto influiría en su evolución y su futuro, ya que, sin duda alguna, como en el caso de la ocupación de lotes, vemos oportunidades contundentes para hacer ciudad y espacio público de otra manera. • Por último, se resalta la necesidad de comprender que estas propuestas hacen un llamado a la reflexión sobre todas las cualidades que hallamos y hemos otorgado al espacio público, para ver si realmente comprendemos su realidad y si desde lo conceptual hemos construido un significado coherente con las realidades contemporáneas. Debemos valorar más los proyectos urbanos que ofrecen maneras de desarrollo participativas, que impliquen el trabajo colaborativo entre comunidades, colectivos, administraciones y la academia, que además resultan del empoderamiento y la apropiación de nuevas estructuras y estéticas que ejercerá el urbanismo y la arquitectura del siglo XXI.

 

Notas

1.      El lote materializa la propiedad en el suelo. Sus límites pueden marcarse a través de cerramientos, sobre todo en el medio urbano. El lote, generalmente, es un espacio privado y es afectado por una estructura de actividades conocida como usos del suelo (Boire y Danieuil, 1985). Puede ser denominado con el término solar o parcela.

2.      Conceptualmente se implementa la noción de comunidad cuando hablamos del diseño participativo, puesto que se hace referencia al grupo directo de ciudadanos involucrados en los proyectos que, para este caso, son los vecinos, es decir, los miembros de un barrio y otras personas cercanas, quienes son los principales beneficiarios de los proyectos en la ciudad según las características y alcances que tengan, además del acompañamiento e iniciativas del ámbito profesional.

3.      Estos lotes pueden encontrarse en distintos sectores urbanos: consolidados, históricos y también dan cabida a cualquier espacio libre en otros lugares de la ciudad, como zonas de expansión y desarrollo. Lo importante es la característica de desuso y no ocupación.

4.      Se opta por implementar el término de alegalidad, a diferencia de la ilegalidad, puesto que las condiciones se dan para que funcione sin haber estado prohibido o reglamentado.

 

 

 

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Cómo citar

APA

Bueno Carvajal, J. M. (2019). Nuevas experiencias urbanas significativas del espacio público contemporáneo. Revista ciudades, estados y política, 6(2), 15–34. https://doi.org/10.15446/cep.v6n2.83990

ACM

[1]
Bueno Carvajal, J.M. 2019. Nuevas experiencias urbanas significativas del espacio público contemporáneo. Revista ciudades, estados y política. 6, 2 (may 2019), 15–34. DOI:https://doi.org/10.15446/cep.v6n2.83990.

ACS

(1)
Bueno Carvajal, J. M. Nuevas experiencias urbanas significativas del espacio público contemporáneo. Rev. Ciudades Estados Política 2019, 6, 15-34.

ABNT

BUENO CARVAJAL, J. M. Nuevas experiencias urbanas significativas del espacio público contemporáneo. Revista ciudades, estados y política, [S. l.], v. 6, n. 2, p. 15–34, 2019. DOI: 10.15446/cep.v6n2.83990. Disponível em: https://revistas.unal.edu.co/index.php/revcep/article/view/83990. Acesso em: 19 abr. 2024.

Chicago

Bueno Carvajal, Juan Manuel. 2019. «Nuevas experiencias urbanas significativas del espacio público contemporáneo». Revista Ciudades, Estados Y política 6 (2):15-34. https://doi.org/10.15446/cep.v6n2.83990.

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Bueno Carvajal, J. M. (2019) «Nuevas experiencias urbanas significativas del espacio público contemporáneo», Revista ciudades, estados y política, 6(2), pp. 15–34. doi: 10.15446/cep.v6n2.83990.

IEEE

[1]
J. M. Bueno Carvajal, «Nuevas experiencias urbanas significativas del espacio público contemporáneo», Rev. Ciudades Estados Política, vol. 6, n.º 2, pp. 15–34, may 2019.

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Bueno Carvajal, J. M. «Nuevas experiencias urbanas significativas del espacio público contemporáneo». Revista ciudades, estados y política, vol. 6, n.º 2, mayo de 2019, pp. 15-34, doi:10.15446/cep.v6n2.83990.

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Bueno Carvajal, Juan Manuel. «Nuevas experiencias urbanas significativas del espacio público contemporáneo». Revista ciudades, estados y política 6, no. 2 (mayo 1, 2019): 15–34. Accedido abril 19, 2024. https://revistas.unal.edu.co/index.php/revcep/article/view/83990.

Vancouver

1.
Bueno Carvajal JM. Nuevas experiencias urbanas significativas del espacio público contemporáneo. Rev. Ciudades Estados Política [Internet]. 1 de mayo de 2019 [citado 19 de abril de 2024];6(2):15-34. Disponible en: https://revistas.unal.edu.co/index.php/revcep/article/view/83990

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1. Andrés Felipe Forero Ruiz. (2022). Hágalo Real: el Trébol es Nuestro . Revista Educación y Ciudad, (42), p.61. https://doi.org/10.36737/01230425.n42.2022.2697.

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