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2011-01-01

Pierre Raymond. Mucha tela que cortar: la saga de una fábrica textil y la pugna de las familias Caballero y López por su control

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  • Julián Andrés Montañez Torres Universidad Nacional de Colombia

El libro de Pierre Raymond es una documentada y polifacética obra sobre el desengaño que produjo la modernidad industrial en un paraje colombiano. De ser un proyecto visionario —en sus inicios— de una de las familias de élite más renombradas de la vida nacional, la fábrica que estudia el autor finalmente dejó a una comunidad campesina bajo una estela de pobreza amenazante, cubrió un manto de duda sobre sus propietarios y puso parte de su capital en riesgo, además de que dejó a algunos banqueros europeos una deuda insoluta. En un recorrido de más de noventa años, Mucha tela que cortar expone los pormenores financieros, las intrigas políticas y las repercusiones sociales de una empresa convertida en un fiasco y que no logró alcanzar el fulgurante progreso al que —decían sus gestores— estaba destinada. La vida de la empresa puede ser fácilmente explorada: a partir de una conveniente división de periodos de la vida institucional de las fábricas de San José de Suaita en cinco épocas —las cuales corresponden a la división de capítulos—, el lector se inmiscuye en una envolvente trama, aunque con algunos sesgos interpretativos. El acceso a documentación y fuentes orales privilegiadas permiten al autor realizar una labor rica en testimonios diversos. Las cualidades de la obra sirvieron para que fuera presentada como historia empresarial, con el beneplácito del prólogo de Carlos Dávila Ladrón de Guevara, quien no temió calificarla como “el más serio análisis histórico del que se tenga cuenta sobre un gran fracaso del empresariado colombiano durante el siglo xx”. Es posible pensar que la obra sobrepasa estas expectativas. La vocación intelectual del autor llama a considerar que lo que este buscó fue retratar las consecuencias de una modernidad impuesta bajo condiciones precarias de desarrollo material e intelectual.

RESEÑAS

Pierre Raymond.
Mucha tela que cortar: la saga de una fábrica textil y la pugna de las familias Caballero y López por su control.
Bogotá: Planeta, 2008. 380 páginas.


El libro de Pierre Raymond es una documentada y polifacética obra sobre el desengaño que produjo la modernidad industrial en un paraje colombiano. De ser un proyecto visionario -en sus inicios- de una de las familias de élite más renombradas de la vida nacional, la fábrica que estudia el autor finalmente dejó a una comunidad campesina bajo una estela de pobreza amenazante, cubrió un manto de duda sobre sus propietarios y puso parte de su capital en riesgo, además de que dejó a algunos banqueros europeos una deuda insoluta. En un recorrido de más de noventa años, Mucha tela que cortar expone los pormenores financieros, las intrigas políticas y las repercusiones sociales de una empresa convertida en un fiasco y que no logró alcanzar el fulgurante progreso al que -decían sus gestores- estaba destinada. La vida de la empresa puede ser fácilmente explorada: a partir de una conveniente división de periodos de la vida institucional de las fábricas de San José de Suaita en cinco épocas -las cuales corresponden a la división de capítulos-, el lector se inmiscuye en una envolvente trama, aunque con algunos sesgos interpretativos. El acceso a documentación y fuentes orales privilegiadas permiten al autor realizar una labor rica en testimonios diversos. Las cualidades de la obra sirvieron para que fuera presentada como historia empresarial, con el beneplácito del prólogo de Carlos Dávila Ladrón de Guevara, quien no temió calificarla como "el más serio análisis histórico del que se tenga cuenta sobre un gran fracaso del empresariado colombiano durante el siglo XX". Es posible pensar que la obra sobrepasa estas expectativas. La vocación intelectual del autor llama a considerar que lo que este buscó fue retratar las consecuencias de una modernidad impuesta bajo condiciones precarias de desarrollo material e intelectual.

A partir de los dos primeros capítulos se conoce cuál fue el camino de los gestores del proyecto agroindustrial. La familia Caballero, hacendados, hombres de leyes y políticos tradicionales, se obligan a honrar su abolengo, borrando las heridas de la última guerra civil del siglo XIX, al encarar el nuevo siglo con un proyecto, el cual representa, en la simbólica máquina, un referente del progreso. El factor económico entonces no era tan primordial como el sentido ético-político del proyecto. El autor señala críticamente cómo este proyecto es un ejemplo de la decadencia de la visión modernizante y civilizadora de las élites del siglo XIX, las cuales se transmutan de ricos hacendados en empresarios tras un "baño ideológico que no logra transformar su diletantismo" (p. 34). El autor no deja de lado a los hombres europeos, banqueros inversionistas y socios de los Caballero, que comparten el destino de civilizar y modernizar; la labor conjunta procurará cambiar las tradiciones de las poblaciones y lograr sustituir los productos campesinos por los industriales (p. 42). Por eso es exagerada la expresión de Raymond, que afirma: "lo que más distanciaba a los europeos de los colombianos era (...) toda la concepción del mundo" (p. 55). Sin duda existían tanto afinidades como discrepancias.

De unas condiciones excepcionales, las fábricas nunca lograron consolidar los diversos productos en los que incursionaron. El autor muestra que el proyecto contó con capital extranjero -nada común en la época-; además, podía articular producción agrícola local con manufactura industrial para generar ahorro. Tuvo un mercado "casi cautivo" a raíz del deficiente estado de las vías, razonamiento que, por cierto, no sirve al autor para analizar con detenimiento su mención del decaimiento de los textiles santandereanos en el siglo XIX y el papel lesivo jugado por las telas importadas de las textileras inglesas (p. 23), que posiblemente no fueron tan competitivas en precios, a raíz de iguales o peores condiciones de las vías y altos costos de transporte. Debido a ambigüedades demasiado profundas, el proyecto de los Caballero empezó con serias dificultades y las arrastró como un lastre a través de su agonía. La familia nunca tuvo suficiente liquidez, y a pesar del capital europeo, el proyecto tuvo por sello la escasez financiera, lo que generó manejos inadecuados por parte de los colombianos para solventar la necesidad, acciones poco castigadas por el autor. Aunque aborda varias de estas ambigüedades, considera que el capital es la clave en el desarrollo de la industria (p. 21). Tampoco el proyecto logró aprovechar el espacio de articulación entre industria y agro, pues no contó con personal que lo adelantara; debió aceptar que en la zona, ni en los oficios sencillos, encontraban "los obreros necesarios" (p. 63). Incluso las estructuras materiales del siglo XIX no podían dar respuesta a una industria que reclamaba un dinamismo propio del siglo XX. Este factor es cardinal: las vías y el costo de su tránsito fueron el verdadero cuello de botella del proyecto agroindustrial (p. 35).

Raymond destaca que la motivación de la familia Caballero para adelantar el proyecto era el interés de honrar su estatus; en cambio, los europeos buscaban el lucro. En esta divergencia de ethos parecen circunscribirse los conflictos entre los socios. Los Caballero, con el interés de ampliar las actividades productivas de la hacienda familiar, e impelidos por falta de ahorro, recurrieron a la banca europea en 1910. Esta, seducida por lo ingenioso del proyecto y también, sin duda, por la prestancia de los Caballero, aportó el capital que se creyó necesario para dar vida al proyecto y constituir una sociedad. Los Caballero, que solo tenían en su capital la finca raíz, la cual, como lo infiere el autor de los avalúos, fue sobrevalorada en su precio, hacían parte de la sociedad como los accionistas mayoritarios. Tras los primeros pasos de la Sociedad Industrial Franco-Belga (SIFB), los recursos europeos fluían y no existían los retornos de capital convenidos, situación generada por las vicisitudes del transporte, que encarecieron la instalación de los equipos. Ante peticiones de recapitalización en 1914, las condiciones se volvieron onerosas para los colombianos: hipotecaron sus bienes, tras lo cual de accionistas mayoritarios pasaron a minoritarios, renunciando al derecho de votar aun siendo socios. Así mismo, la sociedad debía primero sanear las deudas antes que proceder a alguna repartición de utilidades. Para Raymond, estos hechos sustentan una hipótesis: a partir de ese momento los europeos acordaron, en pacto secreto, la evicción de los colombianos (p. 57). El planteamiento, aunque veraz, minimiza las acciones que implementaron los colombianos para la consecución de capital, y que por cierto no son sancionadas como las decisiones de los europeos; en cambio, presenta a los colombianos como víctimas del "gran capital europeo" (p. 77), aun con prácticas que al menos podían verse como inconvenientes (p. 192). Es dudosa la categórica afirmación que indica que los Caballero procuraban honrar su estatus. Aunque este debía ser un objetivo, no sería la única meta trazada, pues los fines de los Caballero se orientan a la consecución de capital para beneficiarse de sus actividades productivas.

El tercer capítulo se embarca en los años en que reinó el capital francobelga (1918-1944); se concentra en las estrategias de los europeos para recuperar las inversiones y en las condiciones sociales de los trabajadores al servicio de la fábrica. Las dificultades financieras, además del atraso tecnológico, marcaron el desarrollo del proyecto. Estos lastres acompañaron a personajes rocambolescos que mandaron en tierra extranjera. Algunos de ellos, con deficientes conocimientos del sector, malgastaron en actividades que no generaron valor agregado a la producción industrial. Otros, con mayor pericia y con los pocos recursos de los que disponían, buscaron habilitar la industria a las exigencias de un sector dinámico, realizando adquisiciones de equipos desactualizados para otras fábricas, pero que para la SIFB eran más eficientes a los adquiridos a principios de siglo. El autor afirma: "Obviamente, el inconveniente de este recurso es que el nivel tecnológico quedaba así siempre persiguiendo, pero nunca alcanzando, el nivel de la industria textil nacional" (p. 101). Frente a las condiciones laborales y de producción, Raymond realiza una certera pesquisa. Bajo la consulta de una amplia gama de documentos, se dilucida el acontecer de los trabajadores, el cual transcurría entre la labor del obrero y del viviente santandereano. En múltiples ocasiones, los vivientes eran también obreros de la fábrica, o viceversa (p. 128), ya que para la SIFB era beneficioso valerse del tradicional peonaje para aumentar los beneficios de la producción capitalista. Esta circunstancia tejió relaciones de dependencia del campesinado-obrero hacia la hacienda-industria, pues en ella encontraba su vivienda, su alimento y remuneración, que era baja, como lo demuestra desordenadamente el autor. Lo que podría considerarse generosidad, realmente era el preludio de la dominación de los trabajadores en aspectos públicos y privados de su vida (pp. 147-150). Aun así, lo que señala de forma exótica Raymond como la fogosidad del pueblo santandereano impidió que los trabajadores se convirtieran en siervos de los señores feudales europeos, resaltando los movimientos reivindicativos en que la mujer fue protagonista y que sobrepasaron "las reacciones epidérmicas e individuales de autodefensa" (p. 140).

El cuarto capítulo deja el mundo agroindustrial y se traslada a los estrados judiciales y a la tribuna pública nacional. Con maestría, Raymond traza la lucha por el control de la fábrica, disputa convertida en una urdimbre de pesos y contrapesos de los poderes públicos puestos al servicio de los intereses particulares. El control financiero de la SIFB era la causa de la disputa y se presentó por el monto de la deuda, que debería ser reconocida a los europeos. Con atino, el autor estima que esta era clave, pues de ella dependía el control de la nueva sociedad, que se conformara para liquidar las deudas. En este pleito, los Caballero arguyeron, entre otros argumentos, el ejercicio de la soberanía ante la expoliación de sus intereses, comprobando la tesis de que estos asuntos están reservados a los intereses de las élites. Además de argumentos, su posición tuvo como defensa de oficio a la Superintendencia de Sociedades Anónimas, que finalmente los favoreció, afectando los intereses de los banqueros. Igualmente los europeos contaron con instituciones públicas que les ampararon. Es sugestivo el juego de relaciones públicas que se entabló para acercar "adictos" a su gestión (p. 168). Ostentaron además el apoyo de un ambicioso actor, Alfonso López Michelsen, que transformó, según el autor, un "pacto solidario" -una ayuda monetaria dada entre los hermanos Caballero- en una deuda de la sociedad con los sucesores de uno de los fundadores. Esta interpretación, que considera Raymond como iniciativa de López, generó una insondable división en el seno de los Caballero (pp. 194-195). Además de provocar una ruptura familiar, repercutió en la empresa. Raymond es claro: la forma en que se presentÓ la liquidación de la SIFB y la sucesión de la sociedad familiar tuvo "una marcada incidencia sobre el futuro de la nueva sociedad: iniciaba con el lastre del enfrentamiento de la familia Caballero, los nuevos accionistas mayoritarios" (p. 208).

El quinto capítulo trata de esta etapa de la fábrica. Tras la liquidación y la mágica reducción de su pasivo en 1944 (p. 227), la empresa pasó a denominarse Fábrica de Hilados y Tejidos de San José de Suaita S.A. y empezó a ser controlada por los miembros de la familia Caballero cercana a López, quienes detentaron la mayoría accionaria. Pero el futuro de la fábrica ya no era el otrora promisorio. De hecho, la importancia que tenía para los herederos no residía en sus instalaciones industriales y menos en el edén de la modernidad, sino en la riqueza de sus tierras (p. 255), la cual sirvió para adelantar dividendos a los accionistas, descapitalizando la sociedad. Para sostener maquinaria, incluso del siglo XIX, los accionistas redujeron los costos fijos, los cuales debían compensar la baja productividad de los equipos. En medio de esta crisis se gestó la ruina, pero para el sector más vulnerable: los trabajadores. El autor evidencia la génesis del problema: la inasistencia de la empresa, en sus compromisos como empleador, en la apropiación de los recursos para atender el pasivo laboral. Con la huelga de 1947 se consiguió la reducción de estas acreencias por medio de la parcelación y titulación, a beneficio de los trabajadores, de las tierras en las que habitaban. Esta solución, beneficiosa para la empresa y los trabajadores en su momento, relajó a la fábrica de su responsabilidad: su indecisión en los años venideros pesaría enormemente sobre el bienestar de los obreros. Nunca la empresa apropió los recursos necesarios para cancelar las obligaciones a quienes prestaron su vida a la existencia de la aventura modernizante de los Caballero (p. 263). Es más, las directivas, como en otras ocasiones, buscaron valerse de los recursos públicos para cubrir sus obligaciones privadas.

El epilogo de la obra -con un triste final en el que los trabajadores ven desvanecer sus años de labor, una fábrica en un paraje escondido para la historia- recuerda que las quimeras de la civilización también pueden volverse tristes realidades.


JULIÁN ANDRÉS MONTAÑEZ TORRES
Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá
jumento25@hotmail.com

Cómo citar

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Montañez Torres, Julián Andrés. 2011. «Pierre Raymond. Mucha tela que cortar: la saga de una fábrica textil y la pugna de las familias Caballero y López por su control». Anuario Colombiano De Historia Social Y De La Cultura 38 (1):350-54. https://revistas.unal.edu.co/index.php/achsc/article/view/23197.

ACM

[1]
Montañez Torres, J.A. 2011. Pierre Raymond. Mucha tela que cortar: la saga de una fábrica textil y la pugna de las familias Caballero y López por su control. Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura. 38, 1 (ene. 2011), 350–354.

ACS

(1)
Montañez Torres, J. A. Pierre Raymond. Mucha tela que cortar: la saga de una fábrica textil y la pugna de las familias Caballero y López por su control. Anu. colomb. histo. soc. cult. 2011, 38, 350-354.

APA

Montañez Torres, J. A. (2011). Pierre Raymond. Mucha tela que cortar: la saga de una fábrica textil y la pugna de las familias Caballero y López por su control. Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura, 38(1), 350–354. https://revistas.unal.edu.co/index.php/achsc/article/view/23197

ABNT

MONTAÑEZ TORRES, J. A. Pierre Raymond. Mucha tela que cortar: la saga de una fábrica textil y la pugna de las familias Caballero y López por su control. Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura, [S. l.], v. 38, n. 1, p. 350–354, 2011. Disponível em: https://revistas.unal.edu.co/index.php/achsc/article/view/23197. Acesso em: 19 mar. 2024.

Harvard

Montañez Torres, J. A. (2011) «Pierre Raymond. Mucha tela que cortar: la saga de una fábrica textil y la pugna de las familias Caballero y López por su control», Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura, 38(1), pp. 350–354. Disponible en: https://revistas.unal.edu.co/index.php/achsc/article/view/23197 (Accedido: 19 marzo 2024).

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[1]
J. A. Montañez Torres, «Pierre Raymond. Mucha tela que cortar: la saga de una fábrica textil y la pugna de las familias Caballero y López por su control», Anu. colomb. histo. soc. cult., vol. 38, n.º 1, pp. 350–354, ene. 2011.

MLA

Montañez Torres, J. A. «Pierre Raymond. Mucha tela que cortar: la saga de una fábrica textil y la pugna de las familias Caballero y López por su control». Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura, vol. 38, n.º 1, enero de 2011, pp. 350-4, https://revistas.unal.edu.co/index.php/achsc/article/view/23197.

Turabian

Montañez Torres, Julián Andrés. «Pierre Raymond. Mucha tela que cortar: la saga de una fábrica textil y la pugna de las familias Caballero y López por su control». Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura 38, no. 1 (enero 1, 2011): 350–354. Accedido marzo 19, 2024. https://revistas.unal.edu.co/index.php/achsc/article/view/23197.

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1.
Montañez Torres JA. Pierre Raymond. Mucha tela que cortar: la saga de una fábrica textil y la pugna de las familias Caballero y López por su control. Anu. colomb. histo. soc. cult. [Internet]. 1 de enero de 2011 [citado 19 de marzo de 2024];38(1):350-4. Disponible en: https://revistas.unal.edu.co/index.php/achsc/article/view/23197

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