Núm. 12 (2012): «LA CUESTIÓN DEL SÍNTOMA»

Desde el Jardín de Freud 12

En su más simple consideración, el síntoma es la expresión de un malestar, de aquello que no funciona de acuerdo con lo esperado, y esto tanto a nivel de la clínica como en el campo de lo social. En el primer caso, el acento está puesto en el sujeto que sufre, y en el Otro a quien este sujeto dirige su queja o su pregunta. En el segundo, hace ya tiempo que no dudamos en dar el título de “sintomáticas” a las manifestaciones mediante las cuales las sociedades acusan recibo de lo que no marcha. Esta doble referencia, al sujeto y al “cuerpo social”, da una idea del uso a la vez restringido y amplio que podemos dar la categoría de síntoma, en virtud de lo cual es de esperar que investigadores de las distintas disciplinas de las ciencias humanas y sociales puedan aportar elaboraciones que enriquezcan el panorama de lo que nos proponemos tratar. En lo que concierne al psicoanálisis la doble referencia mencionada nos pone sobre la pista de una discusión pertinente y actual acerca de la distancia o de la proximidad entre el síntoma individual, aquel que resulta de la elaboración freudiana y cuya referencia es el sujeto, y el “síntoma social”, tal como aparece en las articulaciones de Lacan.

El “síntoma social”, por otra parte, establece conexiones que no por inmediatas tendríamos que dar por sentadas. Para empezar, ¿a qué responde esta categoría de “síntoma social” que procede de la teoría marxista de la historia y la economía, y por qué Lacan puede decir, apoyándose en ella, que Marx es el inventor del síntoma? ¿Se refiere esta categoría a la historicidad del síntoma, asunto ineludible cuando se estiman las complejas relaciones entre el síntoma y el discurso? Nadie ignora que el síntoma está en relación con los ideales e imperativos de una época pero, precisamente, ¿cómo sopesar la determinación del síntoma por el discurso para no caer en la trivial acumulación de “síntomas contemporáneos” a la manera como proceden las clasificaciones psiquiátricas? Estos interrogantes han culminado en variadas tesis cuyo examen resulta tanto más acuciante cuanto que lo que se ha dado en llamar el nuevo malestar en la cultura plantea retos nada despreciables a los psicoanalistas y al psicoanálisis mismo en términos de su porvenir.

Publicado: 2012-01-01

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